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9 de febrero de 2015

Parapsicología o narcosis profunda


Hoy he mirado fijamente el rincón más húmedo de la casa y he pensado en las apariciones del más allá, en la impermeabilización y la pintura. Y como pintar es una tarea que me parece bastante pobre intelectualmente y sobre todo sucia, he decidido no quitar la vista de la mancha de humedad durante quince minutos, a ver si aparece la silueta de un niño sin ojos que murió hará, pongamos unos diez años y llama a su gato con lamentos irritantes por las mañanas cuando el tamalero pasa por la calle. Al pobre niño corrupto nadie le dijo antes de morir aplastado por el todoterreno de su vecino dando marcha atrás, que el gato murió electrocutado bebiendo de un charco de agua sucia que ocultaba unos cables eléctricos, porque los papás no le ponían agua al gatito: para eso llueve o bien puede beber del agua que los vecinos usan para limpiar la cochera de la casa y tiran a la calle junto con los excrementos y orines del perro, que milagrosamente no tienen en el tejado de la casa. El agua de garrafón es cara y la del tinaco también. Total, solo es un mugriento gato que encontraron.
El gato llevaba tres días frito en una bolsa de supermercado en la esquina de la calle cuando el coche del vecino convirtió al niño en piel de plátano. Y claro, el niño se ha quedado con una angustia tremenda, y de ahí la mancha de humedad en la cocina: sus lágrimas eternas y sin consuelo. Tarea difícil la de consolar al niño, porque vete a saber en que hogar han usado su piel chamuscada para hacerse una alfombrilla de baño. No se tira nada...
Ya tengo una peli mejor que la Dama de Negro en la próxima tercera parte que sin duda filmarán con escenas eliminadas de las dos primeras. O te tomas un valium o te vas al cine y duermes como un tronco con cualquier Dama de Negro. Y no hablemos de un Bob Esponja la película.
La pornografía siempre será un recurso agradecido para impulsar la actividad cerebral.
Durante quince minutos no se ha movido ni la telaraña que hace un triángulo en la esquina de las paredes con el techo. Y mira que he apretado hasta el ojete concentrándome. Incluso me he fumado solo dos cigarrillos durante la tenebrosa e ilusionada espera.
Y si lloro no es por miedo o decepción, es por sequedad ocular, quince minutos mirando algo tan aburrido, es peor que dos horas leyendo El Castillo de Kafka y su agrimensor idiota.
Y los colirios caducados...
Pienso que eso de las apariciones debe tratarse de narcosis por alcohol, opiáceo, adormidera o es producto de un tumor maligno en el cerebro (la prueba es que en los panteones municipales, en la noche de muertos, todo el mundo los ve menos yo). O bien, puede ser la pérdida de tiempo de algún ocioso que hace videos de mala calidad para subirlos luego a yutup y tener unos segundos de gloria con una audiencia de unas cinco reproducciones.
Tras la decepción por la falta de magia y el más allá en la vida, me he sentido contento de la plenitud de mis facultades mentales. Y ese ruido sorpresivo, no ha sido más que un pedo que se me ha escapado por culpa de la inmovilidad intestinal y algo de chile que llevaba el pastel de pimiento que me he comido con una torta antes de proceder a la investigación parapsicológica.
A veces veo girar el microondas y me pasa lo mismo.
Me toca los huevos, cuando le pregunto a la de las carnes frías si algún fiambre o chorizo tiene chile, siempre dice que no, y todo por vender el cuarto de kilo como sea. Es una hijaputa.
Menos mal que pido las rebanadas muy finas...
Tras mi negativa a aceptar el grueso en las tres primeras pruebas que hace con el corta-fiambres me mira con notoria hostilidad, pero me suda la polla. Yo pago.
Es apasionante el mundo de lo parapsicológico, aunque sea una soberana mentira. Así que he decidido ser completamente obsceno y corrupto en lo que me queda de vida, y a los bebederos de los colibrís les voy a poner unas gotitas de laxante a ver si también parecen flotar delicadamente en el éter al cagar.
Estoy harto de bellezas y misterios. Como si esto fuera Disneylandia.
Disneymierda...
Qué pérdida de tiempo, suerte que me pagan lo mismo.










Iconoclasta