Los follaniños (pederastas) son una constante en toda época o sociedad. Unos marcadores naturales de los ecosistemas humanos para el control demográfico por medio de la caza y una forma de mantener el necesario estrés de alerta y supervivencia en los rebaños humanos. Vamos, que no se me duerman pensando que viven en disneylandia y que cuiden a sus crías en lugar de alucinar esnifando o comiendo setas del bosque.
Que aprendan, como yo, a detectar a un hijo de puta a la legua.
Sin embargo, lo que ha conseguido la cochina especie humana a lo largo de la historia con sus sectas religiosas, estados o gobiernos y leyes, es que estos marcadores biológicos se hayan reproducido ratonilmente haciéndose así, una nueva variante humana a la que se le debe respeto como a los terroristas musulmanes y tantos asesinos genocidas que han surgido en la historia moderna, algunos incluso elegidos (pseudo) “democráticamente”.
Y así viven pacíficamente entre sus víctimas (incluso en puestos clave del estado) y “aquí no pasa nada”, sin que nadie les preste atención a pesar de llevar la polla ensangrentada* por fuera del pantalón.
Las civilizaciones o sociedades con sus gobiernos o estados, a lo largo de la historia han conseguido mantener y aumentar lo más venenoso y repugnante del ser humano y aniquilar nobleza, honestidad, valor, inteligencia y la fuerza para la decisión y el esfuerzo. Lo aniquilado es básico para que los joderosos sigan en el joder (de todos es sabido que poder siempre se ha escrito con “j”).
Un silogismo: La religión inventa el pecado y los pecadores que controlar y condenar. El estado inventa leyes para que haya delincuentes a los que apresar y la represión indiscriminada contra la población. Ergo el joder cría, engorda y alienta el crimen para mantener su riqueza originada con sus delitos, pecados, represiones, penitencias y condenas; creando codependencia psicológica y física en los humanos más tirados de la sociedad.
En una sociedad humana decente y libre de pecados y leyes los follaniños estarían muertos apenas llegaran a la adolescencia. La especie humana nació inteligente y el joder la idiotizó hasta ser lo que es hoy.
(*Por un respeto a las presas, debo utilizar un lenguaje claro y conciso, deliberadamente explícito sin eufemismos de mierda, no se fuera a dar el caso de que alguien piense que el depredador le ha hecho un favor a la presa, que es justo lo que van a predicar los progres del nazismo climático, sanitario y homosexual o Agenda 2030.)
Iconoclasta
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