Un pedo en México puede ser muchas cosas. El pedo en México trasciende hasta convertirse en una importante e incógnita cuestión psicológica.
El pedo es como el wey, sirve para un montón de cosas e interrogantes, como una navaja suiza o más.
Es la simplificación del vocabulario llevada al límite, pareciera que les faltan las palabras exactas a ellos y al idioma español. Y pedo es comodín.
“¿Qué pedo?” No es una pregunta humorística, no te rías siempre al escucharla. Puede ocultar terribles dramas a pesar de su coloquial apariencia jocosa.
El pedo es un secreto durante mucho tiempo en una conversación. Y te descoloca.
Si quieres saber qué significado tiene el pedo mexicano en ese preciso instante cuántico en el que te encuentras, tendrías que haber estado al inicio de la conversación; y al cabo de un par de horas habrías conseguido encontrar el contexto en el que encaja. Si eres incapaz de viajar al pasado preguntarás angustiado: “¿Qué ha pasado?”.
Y alguien te contestará con renovado esoterismo: “¿Y qué pedo contigo, wey?”.
Jamás preguntes una cosa así a un mexicano.
Pinches pedos…
Iconoclasta
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