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18 de agosto de 2008

Destructores de Dudas S.A.

Hola a todos y bienvenidos al curso de Certeza y Tranquilidad Serena que el gabinete para la Simplificación de la Vida, Destructores de Dudas S.A. ha convocado para todos aquellos clientes vacilantes, dudosos y un tanto atormentados por algo que no están seguros poder identificar.
Y para todos aquellos que se levantan un poco espesos y apesadumbrados por las mañanas.
¿Creen que servirá para algo este curso? ¿Creen que el dinero que han pagado habrá sido bien empleado?
Yo lo dudo.
Es broma, mis inseguros y dudosos amigos.
Servirá. No porque vayan a aprender nada nuevo, sino que gracias al estímulo del dinero que les cuesta este curso, no les queda más remedio que poner atención y escuchar.
Algunos se plantean verdaderas dudas filosóficas: ¿A dónde voy? ¿Qué sentido tiene esto? ¿Es seda natural esta corbata que he comprado por tanto dinero?
Empecemos la lección: “¿A dónde vamos?” Es un eufemismo por: “¿Qué ocurrirá cuando muera?” “¿En qué me convertiré” “¿Cómo será?”.
Se acabó el preguntar semejantes absurdidades cuando las respuestas están delante de nuestras narices, o mejor dicho, su negación está en el aire y en todo lugar en el que se encuentran.
Sabemos, sin duda alguna, que la cigüeña no bombardea bebés en las familias menesterosas, como ocurre en los cuentos.
Ergo... Si no creemos en cuentos:
Díganme, mis queridos vacilantes: de todos los muertos de la historia del planeta ¿a cuántos han visto tocar el arpa desnudos en un cielo con nubes de algodón de improbable solidez? ¿Conocen a un amigo que en otra vida fue otro ser?

—Ignacio, mi primo, en su séptima vida fue cerdo y lleva cuatro reencarnaciones intentando sacarse la peste de encima.

—Mi gracioso amigo, si vuelve a hacernos reír, ocupará usted la cátedra. Sin duda alguna, prefiero reír que dudar o trabajar.

—¿Podrían algunos de ustedes enumerar algunas de sus dudas?

—Yo dudo de que todo esto tenga arreglo. Se me va la vida trabajando. Dudo que algún día pueda salir fuera de casa y ver la cúpula celeste sin que nadie pase por delante de mí.

—Yo dudo de poder ser feliz.

—Yo dudo de encontrar el amor verdadero.

—Bien, con estas dudas de momento, bastan.

Parece que no somos muy optimistas, mis queridos incertidumbrados. No es malo dudar, lo malo es el tiempo perdido en reaccionar, en vivir ante y con la duda.
La duda es como una de esas putas viejas y desdentadas que nos pide insistentemente que nos vayamos con ella por un poco de dinero.
La duda es un mendigo pesado y apestoso que nos escupe saliva y vino al pedirnos dinero. ¿Y qué hacemos con ambas? Atención al primo de Ignacio: no me pregunte si la puta está buena o el mendigo viste de Armani; que se le escapa la risa y nos empezamos a conocer.
A las dudas, a la incertidumbre, se la ignora. “Ni puto caso a la guarra” que diríamos coloquialmente.
Vamos, señoras y señores, todos vamos a morir y será inevitable. Todos nos enamoramos y todos nos frustramos. Deseamos tantas cosas que hay muchas probabilidades que no consigamos algunas jamás. ¿Y qué? ¿Se van a quedar quedos y con los ojos tristes mirando el vano de la puerta por las dudas? ¿Se van a autocensurar un pensamiento lujurioso o una fantasía romántica por una duda?
Porque no sería lógico que tuvieran miedo al error, los clientes de Destructores de Dudas S.A. son rigurosamente escogidos, son con diferencia seres que se equivocan continuamente.
Yo diría, mis queridos dudosos, que se esfuerzan por equivocarse.
Eso cansa un poco, ser consecuente, tener esa valentía en estos tiempos desgasta mucho.
Es natural que duden.
¿Conocen de alguien que no dude y además sea una persona digna de no ser decapitada? Descuartizada, sodomizada, lapidada, escupida, quemada...
Perdonen este arrebato. Cuando pienso en todos esos posibles clientes que se lanzan a la vida a pesar de las dudas; que con toda su valentía arremeten con fuerza para seguir viviendo a pesar de todas las dudas, no puedo evitar pensar en esos otros que no dudan porque simplemente no piensan y agotan recursos del planeta que otros necesitamos.
Nos moriremos, y si no fuera porque aún nos quedan varias sesiones, me levantaba la tapa de los sesos ante ustedes para que vieran que no seré nada, no sentirán mi alma rozando su ánimo.
Dejaré de existir como dejan de existir los animales y las plantas.
¿Por qué tanto esfuerzo por salir adelante, por seguir trabajando y buscando amor y felicidad? Porque nos han parido en este momento y en este lugar, si no entráramos en el juego, si no disimuláramos la desgana de seguir las normas y obligaciones impuestas, nuestra vida no sería viable. Nos destruirían.
No, hay ninguna retribución al final. Esta vida es sólo el invento de unos hombres con más suerte que nosotros para dominar a muchos.
El trabajo no hace libre a nadie y una vida de sacrificios es una vida desgraciada y sin premio.
Nos reímos de seres que han dedicado su vida a una empresa, que han hecho daño a otros por mantenerse en su puesto de trabajo. ¿Están seguros de que no haber sonreído con malicia cuando se han enterado de que han muerto a los pocos meses de jubilarse?

—El cabrón de mi encargado al jubilarse se preguntaba lo que haría después de tantos años trabajando. Y a los pocos meses se murió. Me reí mucho con mi primo el cerdo, digo Ignacio.

—No sé porque, pero me imaginaba algo así, yo creo que usted viene a darnos lecciones a nosotros, me quiere quitar mi trabajo, gracioso dudoso.
No duden un instante, lo único que quedará de nosotros al morir, serán las emociones que un día creamos en quien nos conoció; quien nos amó u odió.
Somos organismos cuyo mensaje primordial y genético es vivir. No hay razón alguna para vivir más que todo ese montón de células que somos. Cada una desea beber la vida con todas sus membranas celulares. No hay misterio, no hay una misión y el destino es un azar salpicado de algunas consecuencias.
Pongamos que se puede interferir en el azar, aún así, no podemos controlarlo. Un día, puede que una de sus células decida mutar, hacerse mala y cree el principio de un cáncer. ¿Es ésta vuestra duda? ¿Y de qué sirve planteársela?
La duda no es si tendremos un día un sarcoma, la duda es cuanto tiempo duraremos y eso no nos debe detener y mucho menos en esa situación, no hay tiempo que perder.
La duda mata las células las aprisiona, las detiene e inmoviliza frente a un tren que se acerca a toda velocidad. La duda es el veneno de este mundo, es la herramienta con la cual cuestionan nuestra libertad unos cuantos avariciosos y envidiosos afortunados.
Ellos no sienten dudas, sólo tienen miedo de perder el monopolio del poder y con ello, de crear dudas y ser ellos las respuestas. Por eso son como perros husmeando genitales y anos.
No son precisamente buenas personas los ministros religiosos ni políticos.
Los jueces son mortales para la justicia.
No sigan con las dudas, no intenten responderlas, simplemente, hagan lo que desean y dentro de lo que desean, lo que puedan. Lo que les de tiempo.
Sin prisas, porque no siempre sabrán cuándo morirán y no vale la pena correr demasiado y perderse los pequeños y tan escasos bellos detalles con los que la vida nos obsequia.
Sus parejas serán infieles; un día deberán separarse porque no se aman; cansados de verse la cara cada día.
Es algo que pude suceder; preguntarse cuando, es darlo por hecho. Y las dudas son sólo eso: incertidumbres. Miedos.
Que no os engañen, la valentía es una virtud, el conformismo y la integración social (pensar que esta sociedad es buena y merece la pena respetarla) es esclavitud. El valiente camina, el que intenta responder preguntas y buscar turbios sentidos a lo que le acontece, simplemente se queda atrás con una ¿sabiduría? que no tiene aplicación, que sólo descubre lo poco que ha sido y el tiempo perdido en tales reflexiones.
La vida es única e irrepetible.
No podemos dominar nuestra subconsciente durante el sueño, y eso que somos ella: la mente. ¿Cómo vamos a poder prever lo que otro cerebro piensa?
No duden, mis queridos vacilantes. Sé que son valientes, sé que seguirán equivocándose. Que no tendrán paciencia para contestar mil preguntas que les llevaría directamente a la vejez sin haber disfrutado del momento. Nadie se llevará su pisazo después de más de media vida de malvivir pagándolo. Ni nadie conducirá su propio cuerpo muerto con su gran cochazo.
Todo es tan simple…
¿Es ese el problema, mis queridos dudosos? ¿No se pueden creer que todo lo que son y lo que piensan, dejará de existir?
Animo, mis aguerridos dudosos, estamos vivos, no hay que pensar en el fin, pensar en el fin, es hacerlo más cercano.
Hay dos clases de seres: los que cumplen un deseo y tiran las cenizas de un amigo al mar; y los malos, los hipócritas, los que dicen que cumplir ese deseo es contaminante y va contra la ley. Ustedes tiran las cenizas, lo sé porque así figura en los test que realizaron para poder ser admitidos en este curso. Y alguien llorará cuando muráis; pero cuando muera el que llevará las cenizas a una planta de reciclaje, se oirán risas y aplausos. Y tomarán unas copas con Ignacio, el amigo de nuestro colega.
Que las dudas no les detengan, un error no se paga toda la vida, es mentira. Sólo los envidiosos intentarán hacer pagar un error. Y a los envidiosos, se les puede pegar, escupir, insultar, arrancar los ojos e incluso castrarlos.
La única duda retórica que tenemos que plantearnos con una ácida sonrisa en la boca, es cuál será el próximo envidioso con el que nos cruzaremos.
No duden, sólo hay envidiosos y seres abyectos y hambrientos de poder, jueces y políticos que sólo desean alimentarse de su trabajo.
Todo lo hacen bien, mis queridos vacilantes. Ustedes, sólo se equivocan.
Y es normal que sientan esa tristeza al despertar, la sensación de que el día que empieza es desesperantemente igual que el anterior. Es culpa de ellos, de los que mantienen la infección en el mundo.
No lo duden, es normal que sientan repugnancia a las fiestas multitudinarias donde el roce de los cuerpos es irritante. Son ustedes únicos y necesitan su espacio. No duden ni por un momento de que la multitud es otro insulto, una violación de su espacio. La multitud es ese hipócrita cobarde que no lanzaría las cenizas de su amigo al mar. La multitud es esa masa viscosa que porta infecciones y pudre nuestro ánimo. Así que mis dudosos valientes, no duden ni por un momento que se morirán y no serán nada. No duden que todo esto es un gran fraude para que otros vivan de su trabajo.
No hay dioses, ni hay designios divinos. Es todo tan simple que las dudas son simplemente una broma pesada, una burla.
Así que mañana, cuando vuelvan al trabajo y como en una pesadilla vean que todo es igual a lo que ha sido hoy, no duden, simplemente asientan y todas esas dudas dejarán de minar el ánimo. Cambiarán las dudas por una ira serena, por un odio medido.
Por un desprecio a todo que les hará sentirse únicos.
Es mejor el descontento que el conformismo borreguil. ¿No les parece más digno?
Un cigarro cuando les apetezca, un café para descansar, unos segundos para no hacer nada a lo largo de todo el día de trabajo no puede hacer daño.
Tampoco hará daño ser infiel, cuando todo es tan monótono que el amor se ha convertido en una camaradería. Busquen amantes si así lo desean. No irán al infierno y como mucho, si se entera su pareja, habrá un divorcio o se romperá la relación ¿Y qué?
¿Y si no hay amor? Tampoco pasará nada, el amor, al igual que la felicidad es un espejismo provocado por un instante de euforia. El amor nos hace únicos; pero nacimos únicos. Los espejismos pueden ser hermosos, pero siempre acaban disfrazando la realidad.
Y nosotros ya somos adultos, mujeres y hombres que ya no tienen nada que aprender, tan sólo observar.
Se puede vivir sin amor, pero no se puede vivir con tantas dudas haciéndonos perder el tiempo.
No hay un camino y no puede haber duda ante la puerta cerrada. Hay que abrirla; porque si las dudas nos dejan al otro lado, seremos unos tristes y anodinos cadáveres que ninguna emoción habremos grabado en otros seres.
Y creo que ya hay bastante por hoy, dudo de que os haya convencido. Así que podéis pasar por recepción y pagar otra clase más. ¡Ja!

—¿Puedo inscribir a mi primo Ignacio el ex-cerdo. Es que está un poco atormentado porque no sabe que será en la próxima vida. El cree que será ornitorrinco y claro, está mustio y deprimido.

—Me encantará intentar destruir las dudas de tan extraño marsupial.

Y recuerden: mañana al despertar, no se pregunten si el día será tan asquerosamente igual que ayer, simplemente afírmenlo. Orinen con una suave retahíla de imprecaciones y blasfemias por su mala suerte.
Me gusta la imagen sensual y fetichista de una mujer orinando con las bragas en los tobillos y soltando algunos tacos.
Si les dijera que podría ser un gran día, les mentiría, y esto no es una secta.
Nosotros tan sólo destruimos dudas y los queremos valientes.
Lleven consigo una libreta y un boli, pero no una pda, no es pasional. Y en un instante de descanso o simplemente porque se les ha ocurrido, escriban su epitafio. Imaginen que hoy mueren ¿Qué le quieren decir al mundo antes de morir?
Y como alguien escriba una duda en su epitafio, no obtendrá su diploma de Destructor de Dudas.
Un beso y un abrazo a todos mis queridos decididos, yo me voy a casa a ver si pillo a mi mujer poniéndome los cuernos.
¿Y si mañana me despiden?
Es broma.
Un ornitorrinco…
La próxima clase será dura.


Iconoclasta

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