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8 de julio de 2007

666 y el paraíso


El predicador prometiendo el paraíso.

El paraíso...

Si alguien no tiene el cerebro podrido ¿quién podría desear el paraíso?

En mi infierno hay dolor y placer.

El dolor y placer anal, el de una vagina succionada con una boca-bomba que arranca clítoris y exprime glandes.

El dolor de un pene arrasado por los dientes de una boca lasciva que acaricia sin cuidado. El de una vulva abierta hasta rasgarse.

Hay penes que laten con fuerza dislocando mandíbulas, coños que arden y cauterizan los penes.

Escupinajos de saliva que humedecen los sexos, que muestran el placer más salvaje.

Hay semen goteando de las piedras y lenguas que beben de él.

Estoy yo penetrandoos, jodiendoos por toda la etenidad.

Clavadas a mí.

Los pechos cortados de las santas y los penes de los mártires son cuencos y teas que alumbran a los que follan gritando y llorando en el placer más tortuoso y eterno. Dios nos ha vetado y se avergüenza de no poder acabar con el infierno.

Dios se toca oyéndonos...

¿Quién quiere el paraíso de mierda, monos?
Con sus intestinos entre mis dientes, el predicador sigue prometiendo el paraíso...

Venid al infierno.

Siempre sangriento: 666


Iconoclasta

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