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11 de octubre de 2006

666: Dios es un quad


“Dios es un quad, algo que no sirve para mucho, y sin embargo gusta a todos; a todos los más ineptos e ilusos.
A los más serviles, rastreros.
Cobardes.

Dios es un quad al que me subiría para conducir por el barro; derrapar con él en una montaña de abono dando gas retorciendo sus orejas divinas.
Quiero a mi Dama Oscura sentada tras de mí, dejando en su lomo la mancha de humedad de su sexo empapado, su sudor al presionar sus pechos en mi espalda y abrazarse con fuerza.
El sudor de sus muslos en tus ijadas, mi pobre creador.

Clavaría los tacones de mis botas en tus costillas hasta oírte berrear y provocar que tu rugido mueva las simas de esta tierra caliente y caliginosa que creaste.
Caliente como la frente de un tuberculoso, de un infeccioso.

Subir su motor a plena potencia tirando de sus divinos cabellos, hasta que mil caballos de potencia de humillación lo agoten y lo apuren. Que eche espuma por la boca cual caballo reventado.

Quiero un quad, quiero a Dios para saltar barrancos, para arrastrar su cara por el polvo.
Que recen los infelices para que sus neumáticos aguanten mi desatada euforia.
Dios es un quad y todo el mundo debería usarlo. Lo alquilaré en una feria y cuando sude, le empaparé la boca con vinagre como hizo él con su hijo.

Frenaré con tanta fuerza que sus codos se plegaran y su sacra nariz, esnifará una gorda raya de sílice y arcilla. De barro seco...
Es el futuro de Dios, ser mi quad, mi capricho inútil y tonto.
Hacerle sudar como sudan los primates en el desierto.

Estrangular su cuello cuando se ponga de rodillas para hacer el “caballito” que le ordeno. Abrirá la boca como la abre el niño desecado que muere en seca tierra, por su divino e inescrutable deseo, en su mundo abominable creado en seis días; seis largos días de oir esa letanía demencial salir de su boca: ”y quiero árboles, y nubes, y polvo y plata y dolor y enfermedad y un hombre y una mujer y que sus hijos mueran en honor a mí.”
Un ricacho provinciano y sin educación, así pides, así ordenas.

Dios es un quad lleno de polvo que todo el mundo admira pero nadie usa; un gasto inútil de energía en el universo.
Mi Dios, cuando te monte, cuando te conduzca por el paraíso que creaste, ruge a plena potencia, no te dejaré hasta gripar tu motor viejo y oxidado.

Hoy me sentía especialmente lírico, espero que aprecies mi arte y mi ingenio, Dios.
Aborreciblemente, tu querido ángel negro: 666”


Gabriel leyó con profunda tristeza el texto que 666 escarificó con la punta del cuchillo en el pecho y vientre de Nantiel. Era su viejo amigo, al que conoció en el Tercer Coro Celestial milenios atrás. Desclavó las alas marchitas de las puertas del Palacio Celestial y al cogerlo entre sus brazos, la cabeza lacia se dobló, un corte profundo en el cuello dejó ver la colilla de un puro entre el tejido ennegrecido. Elevándose con sus poderosas alas, llevó el cadáver y la oración a Dios. El bello rostro de Nantiel tenía aún los músculos contraídos por el sufrimiento.

Oyeron sus gritos en el cielo durante varios días, los gritos que llegaban desde el altar de piedra de la cueva de 666. Cuando cesaron, escucharon acto seguido el rumor de una horda de crueles y los furiosos golpes en las puertas del Palacio Celestial.
Gabriel emitía un cántico melancólico y lágrimas doradas bañaban el pecho de su amigo haciendo resaltar el texto escrito. Diluyendo sangre seca, rebladenciendo costras.

Dios leyó y dijo:

- Tío, 666 está cada vez más insoportable, cada vez que prueba alguna cosa nueva es que me lo tiene que restregar por la cara.
Es un cabronazo, no le hagas ni caso. Y no me envíes a ninguno más a su cueva, no lo agobiemos más. A Nantiel, le perdono los pecados y que su alma descanse en paz, no le devuelvo la vida porque era su destino.

- ¡Ah…! Gabriel, di a tus arcángeles que no clamen ahora por Nantiel, me voy al sobre que me duele un poco la cabeza.

Iconoclasta

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