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19 de abril de 2011

666 Insensible



¿Sabéis lo que tiene realmente mérito?
Caminar por en medio de la manada sin sentirse especialmente asqueado. Conservar el buen humor a pesar de la imbecilidad reinante.
No es fácil, requiere mucho auto-control y sentirse completamente desligado del dolor. Como el matarife que se pasa el día matando vacas y cerdos. Dijéramos que es algo cotidiano como el bocadillo de tortilla de los obreros.
No se puede ejercer bien el mal si aflora un solo sentimiento de lástima o misericordia. Dejando de lado todo eso de los escrúpulos, no existe ni una sola razón por la que deba perdonar el dolor y la ruindad que le voy a provocar a mi víctima. Estar vivo es de por sí un deporte de riesgo y en esta mierda de civilización, en la que el todoimbécilpoderosoDiosdemierda ha dejado al hombre a sus anchas y como cima de la cadena alimenticia; alguien tiene que ejercer de predador, porque hay mucho humano.
Pero no tengo prisa, soy caprichoso y me gusta centrarme de vez en cuando en un individuo. Me gusta que la gente que está cerca de él se maraville ante la mala suerte y el dolor que tiene que soportar porque a mí me da la gana. Así que mientras un cáncer le pudre el hígado, una diabetes le obliga a pincharse insulina enterrando a su hijo muerto en accidente de moto.
Y su dolor sólo cesará cuando muera. Cuando llegue a casa, seguramente le habré preparado una embolia que lo postrará en un hospital durante tres semanas.
Y lo bueno de esto, es que el dios al que rezan, ese cabrón hipócrita, lo sabe y no les hace ni puto caso. Está muy ocupado sodomizando a sus bellos arcángeles, el muy proxeneta.
Soy portador de todas las enfermedades y no me importa contagiar el sida a la ilusionada mujercita que va a la discoteca hortera de turno o al maricón más sensible del planeta.
Los jodo a todos por igual. Sólo me interesa que haya mucho dolor y pena. Porque cuanto más hay, la peña se torna más hipócrita; se hace más cobarde al ver el mal cebarse en el prójimo. Lo tienen bien aprendido eso de cuando las barbas se pelan y toda esa mierda de saber popular.
Y cuando todo el rebaño comienza a rebuznar y berrear, es porque me presienten sin saberlo. Entonces se crean maratones de beneficencia en los medios de comunicación y pueden hacer su buena acción del lustro dando una mierda de dinero que se quedarán los que participan en las ONGs para tener alojamiento gratis durante un mes en el país que eligen como destino turístico.
Es entonces cuando comienza la verdadera diversión, cuando me lo paso bien. Cuando estallan guerras que suman muertos, hambre y huérfanos. Y nunca llega el dinero.
Es entonces cuando los que recogen el dinero piensan que como no va a servir para nada, lo cambian por cocaína.
Pero en el fondo de mi podrido corazón hay el deseo de hacer una humanidad mejor matando la mala hierba, lo que no sirve.
Y tenéis que ver mi mérito en ello, ahora nacen niños que no deberían nacer naturalmente, bien por tara de los padres o porque simplemente esos padres no sirven para reproducirse, su mensaje genético podría ser defectuoso. A pesar de ello, los médicos consiguen dejar preñada a la mujer.
Yo mataré a su hijo que tanto le ha costado parir tras unos años.
Alguien debe frenar esto. Paliar la gangrena genética del humano.
Perdonad que haya filosofado más de lo habitual. Simplemente era una forma de comunicar que mis deseos de seguir realizando mi trabajo siguen en pleno apogeo y que el puto dios que está en el jodido cielo no hará nada por ayudar a mis víctimas. Principalmente porque tengo amenazado de muerte a su querido Gabriel.
Para que veáis que dios es un cobarde.
Y parte de esta sensibilidad con la que me he comunicado con vosotros, nace directamente de mis cojones. De la cálida mano de mi Dama Oscura.
Ella mantiene mi falo erecto y pegado al pubis mientras lame mis huevos, los aspira; los chupa como gominolas.
Le he metido el dedo pulgar del pie en el coño y se mece con él dentro, sentada en él.
El hijo del diabético que antes os he puesto como ejemplo está frente a nos, encadenado; tal vez no sabe que está muerto, tampoco sabe que espera a que me haya corrido para ordenar el lugar donde deben encerrarlo mis crueles.
La columna vertebral ha roto la carne y la piel que la cubre un trozo irregular de hueso asoma por su espalda. No le duele aún.
Mi Dama… siento el dedo empapado en su coño, y los cojones arrugados de tanta saliva. Enredo mi puño en su melena de ébano y la encaro a mi polla. Abre la boca mirándome con deseo y yo no me preocupo en metérsela con cuidado.
Ahora ya sí, la leche ha salido y con ella, parte de mi odio. No sé como mi Dama Oscura puede conservar la calma y no matar al mundo entero tras beberse todo este semen cargado de odio y podredumbre.
— Puta… — Le susurro mientras me lame los restos que han bajado a lo largo del bálano.
En silencio queda quieta de repente, pasmada y tiesa; sigue con mi dedo metido en el coño, tiembla, cierra los ojos, se lleva la mano a la vagina cubriéndosela y deja escapar un prolongado suspiro.
Cuando se corre así, me la volvería a tirar.
— Llevad al hijo de ese desgraciado al sub-infierno de los apocados y fracasados, y cuando venga su padre, que no tardará, lo metéis con él. Y que se abracen en ese infierno triste toda la eternidad. Esta es mi orden, mis crueles.
Los crueles han salido de las sombras, veloces y casi invisibles lo han arrancado del suelo, y como llevado por el viento desaparece entre la negrura de mi oscura y húmeda cueva. Grita, grita como todos los condenados cuando saben que la esperanza ha acabado.
No tendré piedad, ni aunque me hagáis una paja con los párpados.
Ya os contaré alguna otra anécdota otro día.
Siempre sangriento: 666


Iconoclasta
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