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5 de febrero de 2018

Las horas todas


Las horas huecas,
las necesidades y su insatisfacción.

Las horas vanas,
las del agotamiento sin fruto.

Las horas temibles,
las de la angustia y el dolor.

Las horas negras,
de muerte y necrosis del ánimo y la carne.

Las horas-sueños,
las de la intensidad, la locura y la vida deshebrada como carne hervida.

La hora inquietante,
cuando el espejo mudo mira tu rostro y cuenta las horas pasadas.
Y las pocas que restan con pestañeos tristes.

Las horas tiernas,
en las que acaricias sus deditos y tratas de imaginar su vida, pensando: “tan pequeño…”.

Las horas cáncer,
que se hacen tumores nacarados con hastío y crean metástasis hasta en la sonrisa.

La hora aciaga,
cuando sabes que se aproxima lo inevitable y es malo.

Las horas repugnantes,
cuando la envidia ajena se cierne pesada en tus cejas diciéndote que no es posible, que no es bueno, que no te creas especial.

Las horas felices,
cuando el odio hace fantasías de sangre y violencia, de cuerpos destrozados por una justicia salvaje. Y observas jadeando un reloj con ojos enrojecidos.

Las horas del amor,
que no son horas, son segundos vertiginosos que se precipitan por acantilados afilados.

Las horas tristes,
las del llanto inevitable, bajo la luz que me delata ante mí mismo y me avergüenza sin piedad.

Las horas íntimas,
donde el pensamiento parece hablar potente en los tímpanos y el tiempo carece de importancia.

Y hay un segundo…
El segundo lácteo,
el trallazo explosivo que se escurre blanco rezumando desde lo más íntimo de sus muslos hermosos y fascinantes.
Aunque no justifica las horas todas.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

31 de enero de 2018

Mis muertos


Mis muertos se enfadan si los arrastro a mis sueños.
Padre siempre está disgustado cuando está conmigo; me mira con ojos terribles y cuando camina a mi lado, siento en mi piel el temblor de su enojo.
Aquella hermosa perra, me gruñe y me quiere morder si me acerco a ella.
Mis muertos deben ser como yo, quieren que los dejen en paz. Ya hicieron lo que debían, no pueden, no quieren volver.
No lo hago expresamente, mis queridos muertos, yo no os llamo.
Y dicen que los sueños, sueños. Yo digo que a veces los sueños, mierda puta son.
Para compensarlos de su malestar, sueño que en un lavabo de paredes y suelo sucias de excrementos retiro el prepucio con fuerza, sin delicadezas y vierto agua hirviendo en el glande. Eyaculo con la polla despellejada. Con un placer y un dolor tan aterradores como los rostros hostiles de mis queridos muertos.
Y a mi espalda, escucho sus risas entrecortadas, malévolas. Rijosas… Los veo por el espejo manchado de coágulos sanguíneos que se deslizan hacia la pica. La perra mete su hocico por detrás de mis muslos y me lame los cojones. Padre ríe más fuerte y por un momento sueño que somos felices y de mi glande brotan alegres gotas de humeante semen y sangre.
Es mi cerebro podrido que me juega malas pasadas; pero yo los prefiero así, riéndose obscenamente de mí, a que me odien.
No me molesta especialmente que alguien me odie; pero no ellos.
Perdonadme, muertos. La próxima vez que aparezcáis en mis sueños, me meteré una botella rota en el ano para que os sintáis mejor.




Iconoclasta

30 de enero de 2018

Escribir a mano


Una vez leí algo muy bonito respecto a la escritura manual, a la manuscrita:
“Se escribe al ritmo y velocidad a la que se piensa”.
Estoy de acuerdo; pero hay un inconveniente (que no lo es, es genial), hay veces que el pensamiento está muy revolucionado y escribir se hace frenético.
Es algo que solo afecta a tres personas de cada dos millones, no es popular escribir con bolígrafo, lápiz o pluma. Que nadie se asuste, dada la estadística, esta afección no es epidemiológica y no requiere tratamiento.
Si escribo con el pensamiento acelerado, debo darme prisa en transcribir mis notas de nuevo, con más calma; ya que pasadas algunas horas, algunas palabras que he escrito son ininteligibles y deberé intuirlas.
Para escribir quiero la tinta líquida en primer lugar, luego el bolígrafo y en último lugar el lápiz. La tinta fluye dulcemente en la pluma y si escribes con plumín de oro, la escritura se hace muy cómoda y suave. El bolígrafo es práctico y su tinta de aceite es más duradera. Siempre llevo uno encima, junto con la pluma. El lápiz es un último recurso, ya que el grafito en el papel, confrontado con otras hojas, se difumina y pierde contraste.
El contraste y la solidez de las tintas, hace mi pensamiento también sólido. Para bien y para mal.
Por otro lado, escribir con tinta, requiere una disciplina de no arrepentirse jamás, ya que no se puede borrar.
Y lo más atractivo: cuando retiras el capuchón de la pluma y luce el plumín manchado de tinta, ese dramático y caótico contraste me da más trascendencia.
Al final de todo y para la edición, existe el teclado (si es algo que he de publicar), donde todo el dramatismo de la creación ya no guía la mano y la corrección y ordenación de párrafos es más tranquila.
El teclado vendría a ser algo así como tallar el diamante, si es necesario hacerlo.
Los que se enfrentan a un papel en blanco, sufren lo indecible para poder llenarlo; para ellos se han creado las pantallas y los teclados.
Yo soy más elegante, sinceramente.
Y bueno, algunas plumas que tengo son con diferencia, más caras que un teléfono de alta gama o un ordenador.
Cosa que me otorga elitismo y da vida y fortaleza a mi ego.
Algo de lo que me siento absolutamente orgulloso.
Porque con la pluma, puedo escribir y tachar las mentiras de libros, biblias y discursos; y luego escribir sobre todas esas falacias mi última palabra.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

28 de enero de 2018

Un hombre averiado



Primero fue con una sonrisa,
los dientes se desprendieron.
Y ahora…
En su sangre hay clavos oxidados
desgarrando el corazón con cada latido.

Las máquinas de los médicos se rompen
filtrando el hierro hiriente y alguno
se ríe indecente ante esa suerte.

Su orina es óxido rojizo, su puta polla
se desintegra en escamas como
un tubo infecto de hierro podrido
clavado en las pútridas alcantarillas.

Aconsejan amputar; pero
el rabo se desprenderá solo.
¿Para qué más dolor?
En algún momento se averió
y no hay repuestos, no hay mecánicos.
Está abandonado.

Lágrimas de mercurio descienden
pesadas y letales a la comisura de los labios
y lo envenenan y lo matan.
Dolor al dolor…

No hay filtros depuradores para
el tóxico llanto de la imposibilidad,
tan solo le recetan colirios con mierda.

Los oídos son dos láminas de hojalata
melladas y peligrosamente afiladas
cortando todas las palabras
las bellas y las feas, quiera o no.

Unos audífonos creaban chirridos
que lo llevaban a la insania y licuaban
sus sesos y el cráneo que los contiene.

Sin quererlo sus caricias llagan
carnes amadas que profieren llantos
por los insondables daños de la incomprensión.

Y los guantes se rompen sin dar
solución al acto del cariño.

Sus hijos nacen muertos,
tornillos en los ojos y la boca,
desencajadas las bisagras.
Y uno que vivió unos segundos,
mordía con la paranoia del dolor
la teta que mamaba y al morir,
sus encías semejaban golosinas de sangre.

No hay antídoto que neutralice
la ponzoña que anida en sus cojones.

Los amores se funden y sus cadáveres
son escoria flotando en el magma rojo
de lo inconsolable y desesperante.

Y los psiquiatras recetan decapitación.

A pesar de ello, no siente demasiados
deseos de morir, aunque así vivir
es en definitiva morir al cuadrado.

Se limita a funcionar como aún puede,
un viejo juguete con la cuerda agotada y
los brazos arrancados por un malévolo niño.

Solo la tristeza y la soledad funcionan bien
muy bien. Perfectas.
Y piensa que hay que joderse.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

24 de enero de 2018

Un día magnífico


Se ha encontrado con ella en la silenciosa intimidad de la madrugada, ha sido un fogonazo de luz en su cueva-casa y en su hosco cerebro encallecido.
Se ha masturbado lánguida y tristemente, porque pareciera que las palabras de amor azotan directamente su pene. Ella es orgánica, pone en guardia todo su músculos y emociones.
Y ha sido magnífico.
Cerebro hosco… Es correcto. ¿Se puede nacer viejo, con el pensamiento ya cansado de más de lo mismo?
¿Es legal semejante mierda?
Luego, ha paseado por las montañas y ha visto águilas volando bajo, con sus alas sólidas que apenas se mueven, son salvajemente amenazantes en su silencio letal. Cazaban, acechaban silenciosas en prados y montañas flotando en el aire.
Cuando se elevaban, lanzaban chillidos; tal vez blasfemias, tal vez triunfos. No importa, él lo haría también sin ninguna razón.
Ha pensado que deben tener hambre tras días de hielo y frío.
La garza inmóvil y en pie, se dejaba calentar por los rayos del sol, mientras subían jirones de vapor del prado helado. Siempre se encuentran diariamente en los inviernos.
Y es magnífico.
No ha pensado en el calendario social, en el tráfico o el precio de la mamada de una puta barata.
Se ha dado cuenta de que se ha desgajado absolutamente de la vida urbana. Como si todos aquellos grises años, fueran un lejano mal sueño.
Ha fumado sentado en un banco de maderas retorcidas, sabiendo que, en unas semanas comenzarán a brotar hojas en las ramas desnudas y el polen se acumulará como blanca ceniza peluda en los bordes de los caminos.
Son los únicos eventos que le interesan.
Y no necesita saber nada más de calendarios humanos.
No importa quien sufre, muere, ríe o nace. No siente responsabilidad moral o empatía alguna más que por sí mismo y por los que ama; pocos, poquísimos.
Suficientes.
El daño que ha provocado, sufrido o aún pueda sufrir, no importa tampoco; está donde debía y lo demás quedó en el pasado, inservible, desperdiciada la vida.
Hay un liberador y revanchista arribismo en su pensamiento hostil.
No siente curiosidad ni necesidad de moverse a otro lugar, le basta con intuir cada sonido y movimiento que pueda captar a su alrededor, lejos de todo lo que está fabricado, rueda o ciega el horizonte.
Y cierra los ojos ante la sinfonía del viento y los sonidos de vida.
Uno hace lo que debe en el momento que puede, porque a menos que nazcas millonario de mierda, perderás años de vida encerrado en la humana granja, engañándote con conceptos artificiales de posesión, comodidad y compañía (cuanta más, mejor de los cojones). Evitando concluir que solo eres una cabeza de ganado más.
No todo el mundo está preparado para ser libre, para asumir la belleza de la íntima soledad y sentirse insignificante ante la grandiosidad de la naturaleza.
Hay quien con los años, se condiciona y asume su lugar en la pocilga. Él con los años, se pudría.
Se conmueve que la muerte sea tan aplastante en ese pequeño pájaro caído al pie del árbol. Son bellos los pequeños animales muertos.
Es un hecho: si hay tanta vida, hay tanta muerte.
Pero algunos seres son muy pequeños. Pobrecitos …
La muerte parece cubrir con luz sedosa los cadáveres; cuida el decorado, la hija de la gran puta.
Se le ha enfriado el culo en el asiento frío y húmedo.
Le parece bien, le gusta.
Mea y camina.
No tiene porqué hacer otra cosa.



Iconoclasta
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20 de enero de 2018

Hombres-mosca




Hoy he topado con un hombre-mosca.
Uno de esos mediocres que solo son visibles porque no saben caminar en línea recta. Con un rumbo errático y aleatorio, no tienen destino u objetivo alguno. Son como los gusanos, respiran y se mueven porque los parieron, simplemente.
Su función es molestar, molestarme a mí.
Estorban con sus interrupciones, se sitúan delante de otros para luego detenerse de repente y cambiar de dirección. No tienen reflejos ni cerebro suficiente para virar de dirección sin dejar de caminar. Son repugnantes y gordas moscas que necesitan un calibre .45 para dar caza.
Como las moscas. Igual de irritantes con su vuelo, con su acercamiento al rostro.
Aún quietos, los hombres-mosca, causan un rechazo que los identifica con solo un vistazo. A lo mejor huelen mal y por ello mi cerebro los descubre con solo atisbar su repelente cogote.
Cuando los miras directamente a la cara, se puede ver su minúsculo cerebro a través de sus ojos absolutamente transparentes, vacíos. Otra característica es que no saben respirar por la nariz y caminan-zumban con la boca semi abierta, haciendo alarde de su imbecilidad profundamente genética.
Tienen el repelente carisma de las nerviosas cucarachas, me causan repulsión.
Las cucarachas las aplasto sistemáticamente, estén cerca o lejos de mí, las piso crujientemente. Porque el mundo es mejor y más higiénico sin cucarachas y sin hombres-mosca.
Si hubiera tiras-trampa para hombres-mosca, llevaría una colgada de cada oreja, y una vez enganchado el asqueroso, le pincharía los ojos con una navaja. Luego lo quemaría, antes de que muriera.
Suelen reptar-revolotear estúpidamente por los mercados semanales de los pueblos y barrios, como las ratas rondan por las noches los contenedores de basura. En todas las regiones del puto planeta.
También hay mujeres-mosca, aunque en mucha menor cantidad; pero todo lo que tiene tetas, me causa simpatía y erección; soy demasiado complicado para este mundo.
Sin poder evitarlo, me ha rozado uno y con los dedos llenos de mi propio vómito (lo he provocado al llegar a casa, me sentía sucio por dentro), he escrito esta vivencia.
Parece que no; pero cuando conviertes el asco y el odio en palabras nítidas y precisas, uno se siente mucho mejor.
Si alguien piensa que los lunes son malos, que vaya el sábado a un mercado.
Mierda.





Iconoclasta

18 de enero de 2018

Una mañana hermosa



Es una mañana preciosa, fría como mi pensamiento; que no es precioso.
Solo eficaz.
La niebla es alta y hace velo en el rostro de las montañas.
El sol luce blanco y relajado, sin presiones sobre mis hombros y ojos. Tanto, que una luna llena de gris plata se dibuja nítida en pleno día, suavizada como la piel del melocotón.
Nadie lo puede estropear, ninguna palabra, ninguna presencia. Está tan lejos la belleza, tan inalcanzable…
No deseo tocarla, me conformo con que me cubra.
El sol y la luna no parecen fuerzas antagónicas. Simplemente charlan sobre mi cabeza, mirando distraídamente el planeta. Como si la batalla planetaria fuera un trabajo y ahora descansan los dos operarios fumando un cigarrillo en el patio.
A mí no me miran, no me mira nadie. Ni lo quiero, soy un animal oculto que no deja que su animalidad y humanidad puedan ser detectadas.
Solo soy árbol de raíces incómodas e irritadas, de savia roja como la sangre oxigenada de ira.
A veces todo es perfecto, el decorado…
Tal vez debería anotar este día como efemérides, recordar que un día la luna y el sol se tomaron un café sentados en una mesa cálidamente desdibujada por una fría bruma.
Fría como mi pensamiento que jamás se toma un café charlando con la bondad si la tuviera.



Iconoclasta
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16 de enero de 2018

El filo de la sonrisa


Alguien no entiende bien las cosas.
Entonces la navaja corta el abdomen y las vísceras se salen del cuerpo. Las manos intentan retenerlas, que no caigan, que no toquen la tierra. En ese instante, un certero tajo en el cuello acaba con cualquier esperanza de sonreír sinceramente algún día.
Alguien tiene que hacerlo.
Lo cierto es que no debería estar en este planeta; y si no hubiera vida en ninguna parte del cosmos; entonces no debería estar vivo.
Sonreír es mucho más difícil que llorar. Y además, son escasas las oportunidades de hacerlo.
De ahí que en el cine se hagan más dramas que comedias.
De ahí que dure más el miedo y el dolor de morir que la dicha de nacer.
De ahí que no pueda sonreír ni provocar sonrisas. He nacido para crear dolor y miedo que combatan las hipócritas felicidades. Y después la muerte. No importa, es un trabajo como otro cualquiera.
Lo intentan, ellas y ellos quieren reír de verdad; pero la sombra de la frustración se adivina en sus encías como la fiebre de la imposibilidad.
Es mejor no intentar reír, hay gente como yo que sin pretenderlo lo sabe todo.
Nacemos algunos con el don de la certeza. No existe duda alguna en mi pensamiento, al menos que sea mínimamente trascendente.
Ese don hace las infancias infelices y de la madurez, la libertad tan ansiada.
Y los intestinos se deslizan en cascada entre sus dedos crispados.
¿O tal vez autonomía? Porque el concepto de libertad cambia según lo que se piensa en un momento determinado.
Cuando corto la carne, no sé si soy libre o soy esclavo del filo hiriente que cauteriza las malas sonrisas.
La libertad es como un animal salvaje que apenas se deja ver más que un segundo.
En cualquier caso, la libertad no es sonreír, es lo contrario: no tener que humillarse ante nada ni ante nadie. La sonrisa esconde tanta humillación que me avergüenzan las ajenas.
La libertad no provoca sonrisas ni pretende crear felicidad.
La libertad es esto que cometo impunemente: saber y juzgar.
Sin que importe el resultado, a veces pueden parecer simpáticos los culpables y repugnantes lo inocentes; pero me importa lo mismo que la colilla que dejo caer al suelo de la forma más espontánea.
No mato para juzgar, asesino para evitar repeticiones, no tener que ver de nuevo lo mismo en el mismo rostro.
El mundo es un pañuelo, hay demasiadas probabilidades en la vida de cruzarte con la misma persona
Es una forma de evitar tanta monotonía.
No hay prejuicio, no importa quienes son y lo que podrían haber hecho; solo es un juicio sumario y breve a cada mirada, sonrisa o tristeza con las que me cruzo inevitablemente.
Los que ríen demasiado sin ser necesario, arrastran el estigma de la indignidad y simplemente es mejor morir que vivir humillado.
Yo pongo las cosas en su sitio. A los muertos donde deben estar: en la tierra desangrándose con el rostro contraído de miedo y dolor.
Es algo que no puedo evitar.
Por ello la soledad es descanso y paz.
Porque cuando estás solo no matas. No hay esa necesidad.
Nací solitario entre la muchedumbre.
Soy la auténtica prueba de un error de nacimiento.
Os juzgo, os he juzgado a los vivos y muertos. Apenas recuerdo siete miradas hermosas y diez palabras emocionantes en toda mi vida.
Este balance vital es una tragedia que me ayuda a no sonreír, ni siquiera a quien podría salvarme la vida. Mi descontento me hace enemigo de todos.
Sin vehemencia, sin pasión. Cuando los destripo, no sonrío, ni hay odio.
Solo hay control y objetivo: no repetir la misma miseria en un mismo rostro.
A quien amo, no mato; pero mi sabiduría y su conclusión, no me permiten vivir con quien amo, sería inviable mi vida y la suya.
Vivo en una constante ansiedad de amar y un control férreo de mi naturaleza.
Así, la sonrisa es un acto banal que traiciona la sabiduría acumulada.
Ergo me traiciona a mí.
Pudiera ser que algún día, pudiera ser detenido, es posible que ocurra antes de que muera; pero no es preocupante, no hay diferencia alguna, ya estoy en una prisión.
Una prisión dentro de otra prisión, es prisión. No se eleva al cuadrado.
Tengo muchos rostros de falsas sonrisas flotando en mi cerebro, y ya he consumido el ochenta por ciento de vida.
Será una vida plena acabe donde acabe.




Iconoclasta
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5 de enero de 2018

El espíritu y la carne


Tengo un relajante dolor y una descarada de falta de pudor.
El dolor es de amor, siempre lo es.
La impudicia es una erección y un pensamiento de una obscenidad absoluta.
¿Cómo puedo conciliar la espiritualidad del dolor con la carne dura, obscena y goteante que está firmemente presa en mi puño violento?
Tal vez pienso demasiado, tal vez la amo demasiado e inútilmente y mi organismo conjura el dolor con un bálsamo blanco que escupo como una plegaria hirviente.
No sé… No quiero entender.
Me basta correrme con tristeza, me lleva a trascender más allá de esta mediocridad.
Lo sórdido es densidad, cuanto más humilla, más importancia adquiere la vida.
Un sacrificio lácteo, un deseo rojo en mi cerebro; como la sangre fuera de las venas.
No hay conciliación de soma y psique, soy demasiado absurdo.
Son reacciones lógicas a la monstruosidad de amar y desear sin consuelo.
Solo soy una consecuencia de mí mismo.




Iconoclasta
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31 de diciembre de 2017

El control perfecto


Idea germen:

Para cagarse: miles de pusilánimes llorando en rebaño y en el extranjero, por un imbécil político tele-predicador y millonario que puede vivir donde quiera y todo el tiempo que le dé la gana sin preocuparse por el dinero. Y la mayoría de los que lloran, no tienen apariencia de ser millonarios, ninguno lleva un reloj que supere los doscientos euros.
No jodas… Robin Hood al revés, y los pobres felices por ello.
Menos mal que no vivo en Bélgica, qué descanso.
Diciembre 2017.

El posterior desarrollo del pensamiento autónomo:

La gracia de los timadores-políticos de las actuales democracias occidentales, radica en su habilidad y medios para desviar adecuadamente la atención de la mayoría de la población hacia un mismo programa televisivo, una película o un libro determinado.
Y por supuesto, las redes sociales de internet.
Si un libro es promocionado por medios televisivos y prensa, el pensamiento resultante de cada individuo será razonablemente similar en todos ellos. Suficiente para los fines de control de adocenamiento.
Evitar el pensamiento autónomo es el secreto del control eficiente.
Aún así, la televisión y las indicaciones de lectura y cine por parte de los entes institucionales, a veces no son suficiente; queda la herramienta definitiva: las bebidas alcohólicas.
El alcohol es el ajuste fino. En otros tiempos, gobiernos totalitarios fascistas derechistas o izquierdistas, usaron el alcohol como principal medio para el control de la sociedad; pero por sí solo, provocaba mucha abstención y negligencia entre los funcionarios y obreros.
Dada la baja capacidad intelectual de la especie humana (salvando alguna minoría irrelevante), la palabra o la lectura por sí solas, causa bostezo en las ovejas humanas, aunque vayan bien colocadas de vino o maría; si al alcohol u otra droga se le suma música (himnos y otras músicas adocenadas) y colorido (banderas y luces de neón brillantes y móviles), el manejo de la chusma roza casi la perfección.
Y todo ello, sin asesinatos, torturas y encarcelamientos por parte del poder judicial y el legislativo. Además, con la ilusión de absoluta libertad. Debería tomar nota el gobierno chino.
Aun así, queda un muy pequeño porcentaje que piensa de forma autónoma por alguna tara genética o por una voluntad atípica; este porcentaje no importa. No es preocupante, puramente anecdótico y sin peso alguno. Lo único que importa son las mayorías que dan votos y se manifiestan con uniformidad.
Es por ello por lo que los miles que se manifiestan por una causa, cuando son llamados para la causa contraria, también se manifiestan con idéntico alborozo.
Si al rebaño se le da cualquier motivo festivo que lo arranque de su monótona existencia, morderá el anzuelo sin que le duela el paladar.
Se sentirán además, protagonistas absolutos y no serán conscientes en ningún momento de su insignificancia como entes individuales; ni de la maravillosa propiedad que los caracteriza: ductilidad.
La sociedad occidental actual es prácticamente la de Un mundo feliz de Aldous Huxley; pero con un decorado amable, musical y colorido.
Sobre todo, sin consideraciones funestas sobre la pérdida del pensamiento autónomo.
Y si improbablemente algo fallara, siempre quedará youtube.
Amén, borregos.

La política es un fraude constante, sea cual sea su ideología.
Políticos que se pueden permitir el lujo de pagar millones de euros en dinero y propiedades para evitar la prisión. Y son aclamados por la chusma.
Políticos que pueden vivir sin preocupaciones económicas y legales en un país que han elegido para evadir sus responsabilidades. Y son aclamados por la chusma.
(Si yo no pago impuestos, me revientan el ano, me embargan lo que pueden y si con eso no basta, a mi hijo le arrancan los ojos, riñones y corazón para venderlos.)
Políticos que se llaman a sí mismos “legítimos presidents”, mientras su “legítima república” se va a la mierda junto con el trabajo de sus ciudadanos. Y son aclamados por la chusma.
Estudiantes y trabajadores (que suelen coincidir con los más tontos, estadísticamente hablando), adoran y defienden a esos millonarios y fasciosos políticos tele-predicadores que se están gastando en un mes, lo que ellos no ganarán en diez vidas.
No hay que ser muy avispado para saber a quien le han robado el dinero que ahora se gastan; pero como dicen las estadísticas: fanáticos y mediocres, muy listos no son.
Esto demuestra que cualquier época, por muy moderna o contemporánea que sea, es buena para que cualquier político sea elegido con total fervor por su capacidad de acumular dinero para sí mismo y pedir más conmoviendo a los no muy despiertos, mostrando estigmas dibujados groseramente en sus manos. Y luego, como premio, cantar en familia el lúgubre himno “Els segadors” con una mano en la bragueta.
Esa misma chusma, llorará lágrimas amarillas emocionada perdida.
Si naciera Hitler otra vez, las cruces gamadas serían europeístas, amarillas y pacíficas. Y tendría una cuenta en tuiter donde colgaría videos de judíos sodomizando a Blancanieves sin piedad, y así conmocionar y emocionar a la chusma votante.
Estupidez con violencia se paga.
Y es bueno, porque la violencia, al final, pone las cosas en su sitio y selecciona a los más fuertes y menos tontos.
Urge una depuración, ya.
El 2017 ha cerrado con una espantosa, mediocre e ingenua chusma pensando que viven en un mundo perfecto; y lo que es peor, tienen fe en que unos tele-predicadores, los hará vivir en el paraíso.
A ver si el 2018 es un poco más violento para evitar tanto empacho de hipócrita pacifismo.




Iconoclasta

25 de diciembre de 2017

De la navidad, de una ternera y un perro


Es navidad, hace un día soleado, frío y un tanto ventoso. El hielo ha estado presente en toda la ruta y se ha acumulado en los frenos de la bici, el tumor palpita y pienso que se joda.
He visto a una ternera y un perro guiándola. Es bonito.
Todo es precioso cuando pierdes de vista la ciudad y lo que guarda.
Fumar lejos de todo, es todo un placer.
He pensado en los que esperan de la navidad, sentirse mejor. Los que anhelan ciertas fechas para encontrar paz al estrés y un momento para la concordia y olvidar pequeños o grandes rencores.
Me parece una indecencia esperar que una superstición arregle el ánimo de nadie. Me parece patético carecer de fuerza de voluntad para sobreponerse en cualquier fecha y en cualquier momento.
Seguir tradiciones o supercherías es el gran error cultural y social.
Las tradiciones han nacido de la ignorancia y el miedo de los antepasados. Una tradición eterniza el error y crea intelectos ineficaces y comportamientos erróneos.
Sin embargo, las tradiciones no se conservan y prolongan por voluntad de las clases que precisan trabajar todos los días para cubrir sus necesidades básicas. Las impone el poder político y religioso (de la fe que sea) para mantener el control sobre los contribuyentes o ciudadanos.
Como el perro que pastorea a la ternera…
No es teoría conspiratoria, es un hecho escandalosamente obvio para cualquiera que tenga un pensamiento autónomo. Es un acto cotidiano e iterativo.
Como ocurre con todos los rebaños, las reses solo ven los vallados, escuchan los ladridos del perro y siguen el cayado del pastor. Es lógico que algunas fechas les haga sentirse mejor, porque por sí mismos, carecen de cualquier inquietud intelectual libre e imaginativa.
De ahí que los poderes que rigen sus estados de ánimo hayan decidido crear más tradiciones, tantas como para cubrir un año entero: días de celebraciones regionales o nacionales, día del niño, de la madre, del maestro, del padre, de la mujer, del libro, de la rosa, del cáncer, la amistad, del gay, de los mendigos, leprosos…
Tradiciones que ya son oficiales a nivel planetario y que conducen con dulzura, amabilidad y alegría, a las reses al matadero.
Las tradiciones son un tumor social que inmoviliza y frena libertades.
No es una novedad, algo que se me haya ocurrido ahora este planteamiento. La navidad es un día tan bueno como cualquier otro para, reflexionar sobre tanta miseria que debo sortear día a día para no entrar en el redil de un ganadero con sonrisa de hijo de puta.




Iconoclasta

23 de diciembre de 2017

Democracia: una mierda


Argumentación:
La miseria humana alcanza su más alto grado en los actos deportivos; pero con mayor virulencia en los religiosos y políticos.
La razón es bien sencilla y obvia: la humanidad (chusma) necesita dogmas e ideologías ajenas por la incapacidad de cada individuo para crear la suya.
La humanidad es absolutamente inútil, a nivel de individuo, para crear una idea o convicción que le haga actuar en consecuencia.
Necesitan con desesperación que alguien les diga lo que han de creer, cómo actuar y cuando follar. Esto último es de lo más cotidiano y triste. Si un gobierno dice que hay que tener hijos y que darán una paga por hijo, los borregos se hincharán a follar hasta tener suficientes hijos como para venderlos a macdonals y que hagan hamburguesas con ellos, o como ahora está de moda, venderlos desnudos en internet.
Hubiera preferido nacer ciego o no nacer, a parecerme a la chusma.

Testimonio:
Cataluña, diciembre 2017. He visto gente cuidar de los carteles electorales, recogerlos del suelo con devoción e intentar pegarlos de nuevo o dejarlos bien alisados sobre una baranda o un banco. He visto quien cuida de unas tiras de plástico como bolsas de basura amarillas (emblemas de protesta política), como si fueran delicadas flores. Las volvía a asegurar y las componía como si tuviera una reliquia entre sus manos.
Me han recordado al pobre y mega-divertido Scrat (la ardilla prehistórica de las películas de dibus, Ice Age), cuando con desesperación e ingenuidad, con sus patitas delanteras y con agudos jadeos, intenta cerrar la brecha que se abre en un glaciar y evitar así que el continente se rompa.
Solo que Scrat es divertido, una genialidad. Los ciudadanos que he visto solo son patéticos.
El ánimo de los fanáticos está gobernado por sus amos: obedecen consignas de sacrificio, de ira, de alegría, de tristeza… Con diligencia mutan sus rostros y sus emociones. Se sienten esclavos o libres si así lo desean sus presidentes o líderes.
Les encanta que les digan que son mártires, que todos son un solo pensamiento.
No conocerían ni sabrían que hacer con la libertad si se la pusieran delante de las narices, o se la tatuaran en la frente.
Y siento náuseas, porque no existe nada peor que la uniformidad. No existe mayor degeneración de la dignidad, que una manada de seres humanos gritando lo mismo. Es un insulto a mi singularidad, una amenaza a mi individualismo.
Lo peor que pudiera ocurrirme es verme integrado en un rebaño. Me siento sucio por dentro con solo pensarlo.

Conclusión:
Es la razón por la que jamás votaré: mi voto es mucho más valioso que el de un borrego, jamás dejaría que mi sobre cayera en la misma urna.
Si alguien me aconseja que vote, al igual que al diablo, me bese el culo.
Solo votaría si una junta electoral colocara una sola urna para mí y esa urna tuviera un identificativo: 1x 250000 (mi voto equivale al de un cuarto de millón de votantes). Sí, ya sé que es una cifra muy pobre; pero es solo simbólica, no soy usurero; conque marque una pronunciada diferencia me basta. Algo que explique que mi voto es inteligente, preciso, magnánimo y que he perdido un tiempo precioso para votar.
Una mierda, la democracia es una burda trampa.
Un espejismo para esclavos con pocas inquietudes intelectuales y sin sentido de la dignidad.




Iconoclasta

22 de diciembre de 2017

Yo y Mi razón


Escribir es el más fascinante acto de egoísmo.
Todo deja de importar salvo el propio pensamiento. Cuando escribo solo existo Yo y solo existe Mi razón, mis ideas precisas y perfectas.
Impúdicas y sórdidas como los sueños de un enfermo mental.
La realidad que me rodea carece de importancia, porque la verdad la creo yo dentro de mi cerebro.
Las personas se convierten en cosas inferiores y sacrificables o utilizables en mis manos.
La moralidad es una hipocresía inconcebible en mi pensamiento y la ética es absolutamente despiadada.
Hay quien usa su habilidad literaria para alentar el intelecto, educar o emocionar. Bien por ellos, pero no son ejemplos que me gustan o me sienta tentado de seguir.
Yo soy otra cosa.
De hecho, no existe nada que me sirva de ejemplo.
Es fácil ser dios sabiendo plasmar precisa y claramente el pensamiento de forma tridimensional haciéndolo duradero, táctil e inviolable en el tiempo.
Escribir me eleva por encima de cualquier ser humano y cualquiera de las leyes humanas.
Soy absolutamente amado y envidiado.
Y nada ni nadie, puede impedir mi divinidad. Nadie…
Ninguna ley, ningún dictador, ninguna sociedad.
Siempre seré absolutamente libre e indomable, sea cual sea la situación. Los líderes de cualquier índole mueren en el mismo instante que nacen en mi ano; el excretor de miserias de todo tipo.
Mi vanidad es absolutamente impermeable a cualquier contaminación ajena a mi pensamiento hermético.
Acabo siempre concluyendo que todo está mal hecho (incluyendo humanos) porque no nací antes.
Y firmo mi pensamiento ajeno al mundo, con el humo de un cigarro cegando interesantemente mi ojo.
La ceniza ha caído sobre el papel y por tanto mi pensamiento, me gusta; da carisma. Soy perfecto hasta el final.




Iconoclasta
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19 de diciembre de 2017

Mirando las estrellas


Observar el cielo nocturno incontaminado por luces artificiales cercanas, provoca dos estados de ánimo:
1º. Asombro, admiración y cierta euforia ante la exultante belleza que forman miles y miles de estrellas y sus nebulosas.
2º. Insignificancia, pesar y tristeza. Tras unos minutos, cuando la visión se ha acostumbrado a esa oscuridad y se hacen nítidas las luces y sus agrupaciones; llega la sensación de ser pequeño, un insecto que a duras penas es consciente de su propia existencia. Tras un tiempo indefinido, mucho más corto de lo que pienso, llega el pesar, la pura realidad: no he visto nada del universo en el que me hallo o me contiene. Soy extraño en mi propio mundo.
Y por fin la tristeza, porque jamás lo podré ver, me falta vida para abarcar tanta multitud, tanta grandeza.
Moriré sin saber, sin conocer.
Entonces te busco, quiero que me localices en toda esa tristeza cósmica, amor. Porque me he perdido en el universo inmenso, en mi insignificancia misma.
Solo el calor de tus labios o la caricia de tu voz en mis sordos oídos pueden rescatarme y vencer el desaliento, el temor y la tristeza que me embarga.
Tus labios me darán la temperatura que necesito para seguir viviendo, la que las gélidas y lejanas estrellas me han robado. El frío universo me ha secado los labios y se me abren por un desconsuelo en esa helada y bella soledad.
Tu voz me devolverá en un susurro a la existencia, me hará hombre y ser vivo.
Por ti y ante ti, soy.
Tu existencia y tangibilidad es lo que me da vida.
No volveré a mirar jamás las estrellas, no tan profundamente si no estás a mi lado. Podría haber muerto ahí solo. Sin ti.
Me doy cuenta esperanzado, de que eres mi universo, el que hace bombear mi corazón y llevar la sangre donde debe.
Te amo con toda mi insignificancia.



Iconoclasta

17 de diciembre de 2017

No son meras palabras


Paso demasiado tiempo pensando en ti.

Si te digo que te amo y eres un ser superior, no son simples palabras.

No hay nada de simple en amar, es todo demasiado complicado.

No es simplemente complicado amar, entiéndeme. Es que en estos tiempos es un trabajo imposible: infinitas injerencias, horizontes artificiales, dolores y ausencias que se intercalan entre breves y escasos momentos de besos y caricias.

Los premios sucumben a los castigos, mi amor.

Vivir con angustia un decorado atroz y tú mi salvación.

Un sonido que me orienta en el sórdido caos es tu voz.

Amarte hace de mis palabras un mensaje secreto y desesperado. Grabado a conciencia en el alma y en la piel.

Porque no puedo perder el tiempo en banalidades; la vida se acaba, cielo.

Mis palabras son la justa frecuencia del sentir en un cifrado íntimo.

Eres insoportable en tu sensualidad.

Una perdición para un mortal como yo.





Iconoclasta
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