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24 de julio de 2016

Indigentes de la Vida S.L.



- ¿Hay algún momento especialmente bueno para morir?
- No. Siempre es un buen momento para morir. Porque malvivir no es una opción, no hay momentos buenos para malvivir. Morir es todo ventajas.
- ¿Morir duele?
- Por supuesto que sí: los pulmones y el cerebro piden oxígeno y el corazón detenido es un instante angustioso y eterno. Aún así, no es más doloroso que malvivir.
Y es más digna la muerte que una vida como... pongamos por caso, la nuestra. Somos... como lo diría... alérgicos a esta vida.
- ¿Qué ocurrirá luego?
- Vamos, hombre, lo tengo por alguien inteligente. No me venga con esas... Es lo mejor de todo: no ocurrirá nada, no hay consecuencias. Y si las hubiera, que se queden para los vivos. No responderá de nada.
Así que antes de morir sea malo, deje deudas.
- ¿No es triste morir solo?
- No es triste, es de una admirable valentía, libertad y elegancia. Morir debe ser un acto íntimo. Imagine que le filman en plena agonía y se cuelga el video en internet. Recuerde la única ley inviolable en el planeta: cobardía con indignidad se paga.
- ¿Y qué será de los que me quieren?
- Nadie le quiere, no quiere a nadie. No estaría aquí si así fuera.
- Es cierto, solo quería parecer importante por un momento.
- Es usted un gran tipo, pero no es importante para nadie; ni falta que le hace. La importancia está basada en el interés y es precisamente por ese interés por lo que sentimos una náusea crónica al despertar. La tristeza de un nuevo día es un cáncer que nos come. No se trata de ser importante, lo que cuenta es ser único. Y le aseguro que usted lo es. ¿Qué decide: veneno, gas, cuchillo, disparo o lanzamiento desde gran altura? Todo está al mismo precio, al menos esta semana. Porque está a punto de subir el precio de los venenos y no sé si podré mantener la tarifa.
- Me quedo con el disparo.
- Quinientos euros y firma del documento de consentimiento.
- Me parece bien... Aquí tiene.
¡¡¡BANG!!!



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


17 de julio de 2016

La Sierra del Silencio


Tienen miedo, se sienten vergonzosamente inseguros.
Por eso gritan y demuestran euforia entre risas.
Son cabezas de ganado de sus poblaciones limitadas por hormigón, ladrillo y asfalto, por falsas arboledas debidamente urbanizadas.
Están tan adaptados a su entorno, tan necesitados del roce de sus congéneres, que gritan y jalean continuamente en sus bicis o marchando en grupo para alejar el temor que les inspira un lugar que no es habitual.
Ellos mismos marcan su libertad a unas horas, unos días. Sobrepasado los límites, necesitan volver a su redil, a sus ruidos, a sus fétidos olores.
Tengo una maravillosa carencia: no siento afecto por el lugar en el que nací. El lugar en el que nací se convirtió con  la edad en una celda de muros enmohecidos.
Porque yo no pedí nacer allí.
Quiero lo que busco, no lo que me dan.
No quiero patria, con el tiempo me aburren todos los lugares, todas las gentes.
Necesito amplios espacios para mi animalidad.
Para orinar en libertad o regar con semen el pie de un árbol cuando estoy en celo.
Caminar en silencio me da paz, me llena, reafirma mi libertad. Me molesta la cháchara humana, la que hace mierda el silencio, la magia de la soledad.
Están cagados de miedo porque no es su lugar, donde nacieron. Donde viven sus papás y mamás. Pobres hijitos que en su madurez aún necesitan los mimos maternos.
Caminantes parlanchines en multitud...
Siento vergüenza por los humanos y su necesidad de consuelo mutuo.
Quieren vivir y morir en grupo.
"Voy a morir (o a mear). ¿Me acompañas?", dicen, piden, ruegan...
Mierda, yo no quiero eso, me da cólicos el trabajo en equipo.
Doy gracias al azar por haberme hecho valiente. Por haberme hecho solitario. Cuando ellos lloran, yo fumo tranquilo paso a paso cerrando los ojos de placer por el aire frío que da consuelo a mi hostilidad.
Adoro la luna que saca lo mejor de mí en noches solitarias de silencios letales.
Doy gracias al azar por mi vagar tranquilo, por mis certeras palabras que toman forma en la intimidad de una montaña.
Doy gracias a la suerte por no ser un cobarde en crisis de euforia. Por mi capacidad de hacer de las personas vidrios completamente transparentes, trozos de carne alimenticios.
Tal vez, estoy viviendo una edad, unos años que no me pertenecen. Debería haber muerto hace tiempo, cuando sentí la aséptica mordida del hastío.
No soy un Bukowski o un Kafka, no soy alcohólico, no estoy loco.
No tengo excusa ni perdón por mi pensamiento gélido hacia la especie humana, soy cien por cien un descontento nato, sin aditivos, sin llantos narcóticos.
Poco a poco diluyo el mundo que me dieron y le doy forma al mío. Cada vez más solo, cada vez más sólido.
Y sin darme cuenta, he medido los tiempos por la aparición de animales, por la floración, por el calor y el frío.
Olvidé que una vez los tiempos los marcaban los colegios, las vacaciones, las festividades. Todo eso está tan lejano, es tan borroso. Como si no hubiera existido.
Lo hermoso tiene un contundente poder y barre las miserias con una facilidad pasmosa.
Encuentro rincones donde escribir sobre cobardes y ganado humano, y el tiempo se pierde sin que me pese.
El rumor de hojas y agua, el trinar de mil pájaros, el lejano pitido de un tren...
Todo ello me hace saber que estoy muy lejos de todo, al fin.
Estoy en la Sierra del Silencio, donde las reses humanas gritan su inseguridad de vez en cuando.
Soy un hombre lobo, un error: solo debería ser lobo.
Bien, nada es perfecto, soy tolerante.
Pronto se irán a sus queridos lugares de mierda.
Y los pocos que queden, serán mi alimento.
Me tranquiliza.



Iconoclasta

15 de julio de 2016

666 y la tentación



-No naciste, nunca exististe.
-Solo eres unas horas de insomnio, una carne triste e inmaterial.
-Eres solo tiempo perdido entre fatiga y frustración.
-Mejor muerto que vivo. Mejor la sangre fuera que dentro.
-Morirás. Lo que sea que queda de ti, morirá triste e ignominiosamente en el Vertedero de los Nadie.
-Una bolsa de basura que roen las ratas.
-Acaba con esta mierda.
-Acaba contigo.
- ¡Acábate!
-Toma la navaja, bebe lejía, respira gas, quémate, lánzate a las vías... Pero acábalo.
-No hay quien aguante tu existencia, si así se le puede llamar a tu respirar.
-Ni tú mismo te soportas.
666 aspiró una profunda bocanada de su habano Cohiba y observó al hombre fijamente, esperando una reacción. La Dama Oscura abrazaba su brazo y observaba con ojos brillantes de expectación acariciando los seises escarificados en el antebrazo, eternamente sangrantes.
El mendigo, sucio, con una barba que negaba sus cuarenta años y le otorgaba los sesenta. Lloraba con una arrugada foto de un niño en su mano.
Los dedos de sus pies desnudos e infectados, estaban contraídos en un dolor constante.
Se encontraban bajo el puente de una autopista y se sobresaltaba cuando un camión provocaba un rugido grave y profundo en la estructura de hormigón y el aire. El alumbrado de la carretera, creaba penumbra amarillenta allá abajo.
El hombre y la mujer lo despertaron en plena madrugada, hace apenas unos minutos.
Y la maldad con un cuerpo más ancho que alto y vestida con pantalones caqui, camisa holgada y botas, hablaba como una serpiente sibilante preñada de veneno. De un odio viejo como la tierra misma.
Hipnóticas, cadenciosas eran sus palabras...
La mujer frotaba obscenamente sus pechos en el brazo que era más grande que sus musculado muslo.
-No puedo, no tengo fuerzas para matarme ni para vivir -le respondió con la voz rasposa. Hacía semanas que no pronunciaba palabra.
666 cambió repentinamente su tono para pasar a expresarse coloquialmente, como si no hubiera existido toda esa malicia susurrante.
- ¿Lo ves, mi Oscura? No sé quien inventó esa patraña de que yo podía convencer con engaños a los primates. Puedo invadirlos y obligar a su cuerpo que haga lo que yo quiera, desplazar su alma a un rincón de su mente; pero no puedo, no quiero, me aburre convencerlos. No soy tentación, alguien se equivocó miserablemente en las Sagradas Escrituras.
El mendigo notó la muerte como un escalofrío en la nuca.
-Sé que debo suicidarme, estoy a punto de hacerlo. Créame, señor.
-Ya es tarde, me he aburrido -respondió 666 con el puro en la boca, mordiéndolo.
Un hilo de baba manchó su camisa.
Como una bestia sedienta.
Llevó la mano por encima de hombro y sacó el puñal clavado en vertical en la carne de sus omoplatos.
- ¿Te lo distraigo? -le preguntó en un susurro al oído la Dama Oscura.
-Sí... Vamos a darle algo de morbo al mono. Que el primate muera sin entender.
La Dama Oscura avanzó hasta el mendigo sentado entre cartones que olían a orina. Se colocó frente a su rostro, con las piernas del hombre entre las suyas y levantó su pequeña falda para mostrarle su vagina brillante y húmeda.
- ¿Quieres lamerme?
Una mano estaba hurgando en la bragueta de sus pantalones rotos y la mujer avanzó su pelvis hasta hacer que sus labios rozaran el monte de Venus rasurado, perfecto, suave...
El hombre sintió algo cercano a la excitación; pero duró un segundo.
666 le cortó el pene con un tajo rápido, no le dio tiempo a reaccionar. La Dama Oscura se situó a la espalda del mendigo sujetando firmemente su cabeza con las manos aprisionando sus mejillas.
666 metió el pene en su boca y le acuchilló los ojos.
La Dama Oscura dejó escapar su orina en la espalda del mendigo que no podía gritar; pero era todo él una convulsión absoluta, casi ingobernable.
-Te he dado la oportunidad, mono de mierda. No deberías haber vacilado tanto - le decía cortando la nariz y las orejas.
-No soy una puta tentación, no tengo que convencer a nadie. Estoy aquí para mataros a todos, primates. Porque sois el error de ese dios maricón. Y al final, lo mataré a él y les pudriré el ano a sus ángeles con mi pene maldito. No quedará nada de lo que un día ese anormal creó.
La Dama Oscura ya no tenía que mantener al mendigo sujeto, se encontraba en estado de shock.
666 acabó el trabajo abriendo la pared intestinal del mendigo y sacando sus vísceras para colocarlas a un lado, perfectamente amontonadas.
Luego, clavó certeramente el puñal en el pecho partiendo el corazón.
-Estoy muy caliente, mi dios... -le dijo la Dama Oscura mostrándole en la penumbra su vagina empapada.
La tomó por su negra cabellera y la obligó a ponerse a cuatro patas, con las rodillas en el vientre abierto del primate. La penetró con fuerza y ella gritó como una hiena en la noche cuando el negro semen hizo regueros en la piel de sus muslos perfectos.
-No soy tentación, mi Dama Oscura. Soy directo, soy la verdad oculta. Soy un acto imparable, soy la decisión implacable. Soy una polla que mata, mata, mata, mata...
-Eres mi tentación -dijo ella arrodillada, acariciando su pene, besándolo, limpiando con la lengua el semen que aún escupía.
La Dama Oscura hizo una foto con el teléfono móvil al primate descuartizado.
-Es para instagram -dijo con voz traviesa, con la falda aún levantada.
Y ambos rieron.
666 conjuró cerrando sus puños con fuerza y volvieron al infierno.
A su oscura y húmeda cueva donde las almas aúllan de dolor desde la creación y jamás tendrán consuelo.
Siempre sangriento: 666.



Iconoclasta

13 de julio de 2016

Rodilla de goma



Ella dice que es de goma, que no aguanta. Que tiene miedo.

Como no tiene boca, la hija puta lanza dolores.

Las rodillas deben ser firmes, es razonable que proteste.

Es legal.

Pero no le puedo hacer caso, ni decirle que se encuentra en el filo de una sierra de un cirujano indiferente.

Se deprimiría.

Tenso los ligamentos de la rodilla. Requiere esfuerzo, requiere sudor, requiere determinación y obviar el miedo.

El resultado es bueno y la sensación de que tiembla, de que desfallece en su paso firme, pasa a ser responsabilidad de la tierra.

Es el planeta, el mundo, el que no soporta nuestra firmeza.

Es el mundo el elástico, el que cede bajo el peso de mis cojones.

Así tranquilizo mi rodilla de goma.

Porque un día no estará al final del muslo.

No quiero ser sincero, no es necesaria la crueldad con quien amas.

La verdad es un mierda que no aporta nada bueno, para eso se inventaron dioses, budas, alás, cristos, zeus...

Y por otra parte, en un mundo de mentiras y cobardías, las verdades son como echar margaritas a los cerdos.

Mi rodilla de goma solo quiere ser una buena rodilla.

Así que la verdad, la mía y la del planeta, me las paso por el culo.

Y caminos mi rodilla de goma y yo destrozando la hierba para que no crezca jamás, como Othar el caballo de Atila.

Aunque duela.

Aunque el sudor haga cráteres en el polvo del camino.

Mi rodilla es de goma, mi hostilidad de acero.

Inquebrantable...




Iconoclasta
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12 de julio de 2016

Seremos sepulcro



No sé como será nuestro amor y nuestra pasión en los próximos años, no sé como nos besaremos y donde te follaré. No sé ni siquiera lo que ocurrirá dentro de un minuto.

Pero sé cual es el final.

Formaremos el obsceno sepulcro donde los afables abuelos y los buenos padres, se masturbarán. Donde las madres apretarán fuerte sus muslos estimulando su clítoris mal usado.

Seremos La Meca, la negra piedra de los hipócritas, de los que sudan pensando en cosas que no harían jamás porque no pueden, porque no saben, porque sienten asco de sí mismos.

Porque no son hombres, no son mujeres. Son rodillas gastadas de silenciosas mamadas sin luz, sodomías del alma y el ano que gozan de sus amos, de sus dioses.
Seremos los amantes muertos en un sepulcro con doseles de terciopelo rojo burdel y manchas pecaminosas en las sábanas.

La Santa Sábana Carnal, en la que la mariposa de tu coño dejó una huella indeleble, donde tu boca aloja mi polla y mamo tus pezones hasta el dolor de mis dientes, hasta el agua que brotará por tu coño.

Se masturbarán regando nuestras flores marchitas con el semen de los idiotas, con el semen corrupto de los fariseos que desean follar a sus hijas y nietas y callan y sudan la mierda de su cerebro, como un alquitrán pútrido que cubre las calles de sus ciudades.

Porque no encontraron la pasión, no encontraron la mujer, el hombre.

Se quedaron con lo que tropezaron, perezosos malos folladores, malos amantes. De negros pensamientos, de nulos actos.

Seremos mármol en el mausoleo sexual, donde te besaré cubriendo con la mano tu coño hambriento, y tú aferrarás mi polla goteante, ansiosa de ti.

Ante ellos, ante el mundo. Ante los enfermos y los locos.

Seremos el infierno en la tierra.

A pesar de la muerte.

A pesar de los puercos que orinan y piensan que eyaculan.

A pesar de los hijos que son de mierda, engendrados por sodomías esclavas, por sodomías cobardes.

Por narcóticas y alcohólicas frustraciones de un sexo que no comerán jamás.

Solo sé, amor, el final; lo que hay en medio, antes de la muerte, es maravillosamente ignoto.

Porque contigo no hay años de días iguales, contigo me espera el sepulcro de la lujuria. Morir clavado a ti.

Hundido en ti.

Ante ellos, ante su vergüenza y envidia, ante sus sexos húmedos de podredumbre.

La eternidad es tu coño.

Descansen sudando en su sepulcro los obscenos amantes.



Iconoclasta

10 de julio de 2016

Amar no es una vulgaridad


Amar es algo que se pide y se ofrece con demasiada facilidad, con demasiada frecuencia.
Amar de verdad, con necesidad y hambre, sin hipocresías ni correcciones morales o sociales solo ocurre si se tiene suerte, alguna vez en la vida. Hay tantas probabilidades de morir sin amar, que "amaos los unos a los otros" resulta una broma de mal gusto.
Un insulto a la vida y una banalización absoluta de la esencia del amor.
Confunden el amor con el cariño, la ternura, la amistad, la camaradería, el afecto filial.
No tienen inteligencia, no tienen vocabulario, acatan todas las órdenes, se integran los unos en los otros como las reses de una manada meten su hocico en el culo de la que va delante.
El descerebrado de Jesucristo pedía que se amaran todos.
Eso no ocurrirá, no conmigo.
En mi lenguaje, en mi universo que he creado y lo que hago, amar es follar con ella, despertar a su lado y gruñir juntos un despertar ante una taza de café y alguna sonrisa tranquila y legañosa.
Llevar la mano a sus muslos y acariciar su coño hasta que gima, hasta que aferre mi pene duro, mi pene ansioso. Mi pene cruel y enamorado como yo y lo conduzca a su sexo abierto, desflorado, brillante de humedad.
Y a su boca, a su adorada boca...
Cosas que no haría con mi padre, con mi hijo, con mi abuela...
Amar es demasiado exclusivo como para convertirlo en un acto de competición de dar amor a todos y ser el más querido del cementerio.
"Amaos los unos a los otros" es el título de una barraca de feria en un lodazal de un pueblo infecto.
Amistad no es amor y con los hijos no se folla (no siempre, eso según gustos).
Me revuelve las tripas la facilidad con la que se ama, es ofensivo para mi pensamiento, para mi mundo.
Para mi exclusividad.
Es un acto de ignorancia en el léxico.
Yo tengo otra cosa que decir, ante toda esa hipocresía y vulgaridad, ante ese adocenamiento del "amor": La puta ama el dinero, no al cliente. El cliente no ama a la puta, solo quiere su mamada y yo...
Yo digo que será mejor que tengas un buen coño que me pueda comer si me amas.
Porque de lo contrario, no tengo tiempo ni amor que perder.
Ni quiero dar amor a todo el mundo.
Tengo trabajo, tengo pensamientos que escribir y un rabo húmedo sediento de  amor verdadero.
Si crees en Cristo, besa su calzón ensangrentado amándolo y déjame en paz con todo ese puto amor mentiroso y facilón.
No necesito que se me ame si no puedo metérsela.
La vida es corta y hay poco amor y mucha mentira, mucho cobarde, mucho ignorante.
Esto es amor, el de verdad, sin pérdidas de tiempo.
Sin degeneraciones sensibleras.
Sin bendiciones de mierda.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

30 de junio de 2016

La Constelación Lacrimosa



Hay una constelación en mi universo, de día y de noche siempre presente en mi horizonte.
Pequeñas luces que brillan más que un sol y perfilan tus labios en cielos claros y oscuros.
Siempre húmedos, siempre frescos.
Qué labios...
Y tu coño...
Como las lágrimas de rocío que sostienen los pétalos de las flores al amanecer, así brilla también tu piel en los íntimos muslos.
La Constelación Lacrimosa es nuestro universo sagrado y carnal, invisible a los otros, a los ajenos.
No hay tristeza en amarte, es solo un afán desesperado por tenerte toda, por poseerte, esclavizarte, ser tuyo, ser tu esclavo.
En todo tiempo, en todo lugar.
Quiero estar sometido a tu carne y mis uñas impías que desgarren tu ropa para llegar a las pieles más íntimas.
Lloran mis ojos como tus labios brillan y llora el ciego ojo de mi glande blancas lágrimas.
Contracciones de mi vientre salpicado de un semen que arde por ti.
Y desgarro mi propio pubis desesperado por penetrarte con dureza, con brutalidad; arrancándote gemidos oscuros y profundos como las simas insondables de los océanos.
Tan adentro, con  tanta fuerza, que la reproducción no tiene cabida.
La Constelación Lacrimosa es mi luna llena de hombre-bestia enamorado.
Mi pene entumecido es un dolor de amor, es la condena de la humedad sin consuelo.
Lacrimosa marca el rumbo de amarte. Un viaje donde la tragedia de amar es el más bello de los dolores. A él nos sometemos con sonrisas de augustos: ríen tristes con ojos húmedos de ternura y deseo.
Es tragedia porque todo lo que deseamos, lo que soñamos, no es posible en esta galaxia. Está prohibido por una ley natural que los amantes nazcan cerca el uno del otro.
Pobres amantes dolientes, pobres nosotros, regidos por la Constelación Lacrimosa.
No somos conscientes que nos doblamos sobre nuestro estómago con cólicos de una melancolía que aplasta el alma.
Y sonreímos con tragedia mirando al cielo, a Lacrimosa.
Rogando piedad.
Por favor...
Ser exclusivos, ser uno del otro tiene un coste de un ansia que eterniza los segundos.
Un reloj de arena marca el tiempo con lágrimas y harina de sangre de corazón.
En nuestro cosmos, el dolor y la desesperación nos da trascendencia. Lo acunamos en nuestros brazos para demostrar que vale la pena vivir aunque sea tan solo compartiendo un mismo presente.
Camino y no me doy cuenta que mis labios en voz alta le dicen a Lacrimosa: Te amo, cielo.
Y al sentir mis propias palabras, siento la condena, la dulce condena de amarte en este cosmos de lágrimas y pasión.
Que Lacrimosa nos guíe con su húmedo brillo.
Que nos guíe en este océano de ansias.
Llegaré pronto, navego hacia a ti, cielo.



Iconoclasta


28 de junio de 2016

Igualdad y justicia



La igualdad entre los individuos que pueblan el planeta no puede existir.
Ni yo la quisiera.
No jodas...
La igualdad no sería justicia, si no todo lo contrario: injustica, prevaricación, soborno, etc...
Los hay que somos bellos, inteligentes, fuertes y valientes.
Y el resto de la población (un 98 % siendo generoso) que no son bellos, inteligentes, fuertes y valientes. No se merecen ciertos privilegios, que de haber justicia, YO gozaría.
Lo único que tengo en común con la mediocre población humana, es que soy pobre.
Me pagan una mierda.
Me falta mucho dinero.
Asaz...
Y aún así, de mi pobreza y gracias a mi poderosa inteligencia, hago de ella algo digno. Con clase y elegancia.
Así que nada de igualdades de mierda. Ya hay demasiada.
Que cada cual se joda con lo que es.
Eso es justicia.
Y la democracia es el medio político para tener contentos a los que no son como YO: bellos, inteligentes, fuertes y valientes.
Hay una vieja canción  con una refrescante, vivificante y alegre letra que dice: "Que se mueran los feos".
No quisiera decir tanto, sería misantrópico por mi parte; pero no puedo evitar tararearla mientras cojeo con elegancia y blasfemando por un mundo que quiere ser tan igualitario con todos, sin tener en consideración la ignorancia y la idiocia imperantes.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


20 de junio de 2016

Blasfemia en Sagrado



Piso la tierra y las ruinas que antes fueron sagradas, fumo y sudo entre centenarios muros. Y solo pienso en ti.
No tengo nostalgia ni respeto alguno por la historia, porque la historia es una sucesión de errores.
Yo soy la verdad y la hombría.
En mí no hay admiración por las piedras mal colocadas, solo hay una burla hacia tiempos de esclavitud moral .
De ser esclavos a cambio de un paraíso inexistente.
Porque solo concibo el paraíso entre tus piernas. Cargado de vida, de semen, de saliva goteando sobre ti.
Follarte entre los muros de sagrado. Quisiera tener el suficiente poder para comprar esa ruindad, toda esa miseria que huele a muerte, ignorancia y engaño.
Follarte en el altar roto de una ermita donde cagan los animales del bosque.
Encadenarte de cara al secular muro y metértela por detrás, ante los espíritus santos, ante las mentiras proclamadas miles de veces.
Que los muertos giren sus rostros sin ojos ante la vergüenza de mi polla reventando tu coño.
Seremos blasfemia ante los ojos de vivos y muertos, temerán y proclamarán mi castigo, nuestra condena; pero solo verán mi semen deslizándose por tus divinos muslos.
Y lameré el rastro que he dejado en ti susurrándote: "Perdóname mi puta, porque he pecado".
Fumo y observo rincones santos donde meter mis dedos bajo tu vestido e invadir tu coño, castigarte con placer ante los mentiras sagradas a las que somos inmunes.
Quisiera ser un cristo recién nacido chupando tus pezones hasta hacerte desesperar en el altar roto, donde las hostias se comían con hambre y con estupidez.
Donde se mantenía una pegajosa oblea en la boca pensando que ganaban un lugar en un paraíso.
No pienso en los muertos, en las gentes que un día asistieron con devoción lerda a una misa.
Pienso en el espacio duro, salvaje que es ahora; pienso en joderte donde los que ahora están muertos, propagaron la cobardía y prostituyeron su libertad y espacio a la falacia y la ambición.
Y todo para obtener más esclavitud.
Separaré tus piernas ante donde un día hubo una cruz y lamiendo tu coño, le diré a los que dejaron de existir que tu vagina goteante es el único cielo y que requiere vida y fuerza para acceder a él.
Requiere cojones y no oraciones.
Amarte y follarte no puede esperar a pasar a otra vida.
Te joderé en esta tierra entre estos muros. Aunque teman un castigo divino para mí.
El fluido de nuestra cópula regará el suelo y los cadáveres que un día creyeron en fantasías pueriles.
Quiero que me acusen de blasfemia con mi rabo duro en tu boca.
¿Has visto lo que es amarte?
Me haces salvaje e impío.
No hay nada en el planeta por lo que sienta más admiración que por tu piel y tu mente.
No hay nada que me inspire tanto fervor como besar tus cuatros labios.
Aquí lo afirmo, ante sagradas ruinas, ante una tierra donde unos creyeron en santos y pecadores.
Donde jamás nadie hubiera pensado que sería nuestro burdel del deseo más brutal y desinhibido.
Tú me absuelves y yo te la meto.
Pecadores, gozosos y carnales pecadores...
No hay pecado, solo tu carne, el auténtico paraíso.


Iconoclasta
Foto de Iconoclasta. Ermita de Sant Bartomeu, Ripoll.



17 de junio de 2016

Nubes de locura


Sin ser consciente, a veces sonrío y saludo a una pequeña nube que ha tapado al hijo puta del Sol.
Y acto seguido siento vergüenza, porque no sé si he hablado en voz alta.
Y no quiero hacer el ridículo ante el planeta.
Y volverá a ocurrir porque soy un hombre agradecido a las nubes.
Al final, acabas haciendo amigos, sean nubes o sapos muertos.
Aprecio sobre todo a mis amigas las nubes aunque me pudieran partir con sus rayos.
Me provocan un dulce sopor cuando aportan el fresco consuelo de cubrir los rayos del sol.
Mis ojos se cierran y mi alma suspira.
Ella está a mi lado y apoya su cabeza en mi hombro.
Entreabro los ojos para besarla y los entrecierro metiendo la mano entre sus muslos, acariciando los húmedos labios de su coño con posesión. Es ternura infinita y un deseo feroz.
A veces no me entiendo.
Los árboles y el aire crean un rumor que parece un saludo, una conversación con alguna parte de mi cerebro a la que no tengo acceso; pero siento que está porque relaja mis nervios, mis ansias.
Temo cuando callan, cuando no hay sonidos y el calor aplasta mi cuerpo y el pensamiento.
Cuando el silencio es expectación, como si el bosque pidiera tragedia, pidiera sangre.
También cierro los ojos para intentar buscar consuelo en la oscuridad; pero ella está a mi lado. Y la quiero, la amo, la deseo, la necesito...
Me gustaría decirle que se aleje de mí, pero los rayos de sol han cerrado mis labios, los ha fundido como si fueran de cera.
Mi mano entre sus muslos lleva una navaja y la acaricia con brutalidad, con el filo.
Muchas veces...
Por sus muslos bajan ríos de sangre. No puede gritar porque en algún momento le he cortado el cuello.
La sangre es más fría que el aire que me asfixia, me llevo las manos empapadas a la cara y me froto.
No me gusta ese sueño, esa imagen me da miedo.
Miedo de mí mismo.
Temo cuando las nubes no tapan el sol y nada intercede por mí ante el abrasador calor que enturbia mi pensamiento.
Por eso estoy tan agradecido a las nubes; me cuidan.
Se merecen que les hable.

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El celador observa detenidamente a Jonás sentado en uno de los bancos del jardín del hospital psiquiátrico forense. El enfermo habla mirando al cielo con los ojos entrecerrados, con una ternura en su rostro que le sobrecoge.
Entre calada y calada de cigarro, se pregunta cómo es posible que un cerebro pueda estar tan podrido.
Tira la colilla al suelo y se dirige hacia el interno.
- Vamos adentro, Jonás, ya hace mucho calor y no te sienta bien.
Jonás se pone en pie y le sonríe.
-Gracias Álex, eres como una nube que me alivia de mí mismo -le agradece el loco antes de que cierre la puerta de su celda.
Y Álex siente alivio cuando le da la espalda a la locura. Se siente a salvo cuando toda esa letal demencia está encerrada.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta



14 de junio de 2016

Siete campanadas


Está tan presente la superstición, la religiosidad... A todas las horas en punta, en las medias horas. Como si no tuvieran cosas interesantes que hacer y tocar las campanas fuera su gran cometido.
Es normal que cuando tañen las campanas, piense en todos esos mitos supersticiosos o religiosos.
Pienso en la posibilidad de que Cristo hubiera existido.
Y sus masturbaciones. Yo me hacía pajas, me las hago si me place. No veo porque Jesús no se las hubiera hecho.
Pienso en Jesús como líder de una secta y el sexo gratis que le proporcionaría.
Y yo pienso en lo que he follado y follaré y no veo distinción alguna con el mesías y conmigo respecto al deseo sexual.
También imagino a la virgen María y sus risas cuando pensaba que aquellos ignorantes creían que el niño Jesús no salió de su coño.
Jesucristo dejó de trabajar para vivir cómodamente, sin penurias de un trabajo esclavo. Como un telepredicador latinoamericano en estos tiempos.
Yo opté por trabajar como un hombre, llegar cansado a casa y metérsela a mi mujer por el culo.
Imagino a José el carpintero pusilánime, soportando el acre olor de la menstruación añeja y sin aseo de su mujer "virgen".
Y en los chiflados que aquellas leyendas propagaron creyéndolas ciertas.
Las campanas hacen pensar, hacen ser lógico.
Tengo una notoria intuición y un conocimiento exacto y profundo del ser humano.
Son las siete de la tarde y el viento arrastra hasta aquí los tañidos de tiempos oscuros e ignorantes.
La muerte del nazareno, desmontó la gran mentira del mesías, murió como cualquier hombre, rabiando de dolor.
Humillado. Si existió, fue un justo castigo a su timo, a sus pretensiones mesiánicas.
Y con él se derrumbaban como un castillo de naipes todos sus milagros y bondades.
Sus secuaces mal disfrazaron a uno de los suyos para que no se acabara el espectáculo, la fama y el dinero fácil; pero nadie conocía al resucitado, nadie sabía quien era aquel tipo. Lo dicen los evangelios como si trataran un misterio oscuro como la propia ignorancia.
No había tecnología digital para retocar mesías y hacer creíble la mentira.
¿Por quién doblan las campanas? Por todas las mentiras que quieren convertir en verdad.
Tañéndolas miles de veces.
Que el hombre no muere, pasa a mejor vida, como Cristo. Así que ora, labora y paga para ganarte tu parcela celestial.
Aparte de esto, pienso en follar y se me pone dura sorpresivamente, debido a alguna feromona que arrastra el aire.
Soy un animal sin amo ni dios.
No soy un místico y las campanas, al fin y al cabo tampoco son totalmente inofensivas. Inocuas, solo provocan divertidas divagaciones.
Tal vez las campanas doblen por las ruinas de la hipócrita y cobarde ambición.
Lo único que dejan dioses y enviados, son escombros  por todas partes, en los lugares más recónditos.
El planeta no puede soportar tanta mentira y acaba desmoronándolas.
Las ermitas derruidas son mentiras viejas, la insostenible ignorancia.
Ego los absolvo porque no saben.
Porque no piensan, no pueden.


Iconoclasta
Foto de Iconoclasta, ermita de Sant Bartomeu de Ripoll.


8 de junio de 2016

Tenías que existir



Hay un cansancio, hay un dolor
y hay un estado nervioso alterado;
pero nada de eso evita que te impongas
a todo ello.
Que estés intrincadamente presente
entre mis redes neuronales
y mis conexiones sinápticas.

Eres superior a la angustia y a la fatiga.
Y entonces llega la gran pregunta:
¿Cómo he conseguido sobrevivir sin ti en el pasado?
Y yo digo que mi alma,
mi pensamiento,
sabía de tu existencia.
Tenías que existir...

Hay tantas palabras escritas al viento, al vacío...
Y ahora fibrilan tu corazón
y se meten obscenas
por tus muslos dioses.

Si antes debía localizarte
en algún lugar del planeta,
ahora tengo que llenarte de mí.
Que colmarme de ti
a pesar de los momentos
aciagos.

No soy incansable,
no tengo valentía.
No soy irrompible.
Solo soy suicidamente tenaz.

A veces sueño
que se me desprenden
las piernas del cuerpo
y continúo arrastrándome
para beber de ti,
aunque sea solo una vez.

Y si fueras el diablo,
te regalo mi alma
agotada.

Mi vida exhausta
a cambio de tres palabras
que me liberen por fin
de la angustia,
de la necesidad de tomarte:
"Llegaste, mi amor".

Te amo por encima de todo dolor
y miedo.
Fatigadamente.
Corto y cierro,
he de llorar en un rincón oscuro,
donde nadie me vea.

¡Shhh...!
Los hombres no lloran si no están hechos mierda.
Tengo secretos...



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

3 de junio de 2016

Un horizonte de libertad y amor


No hay nadie que pueda estropear el momento diciendo que va a llover, que el cielo presagia muerte. Que hace viento...

Bendita la libertad de la soledad...

Cuando amenaza lluvia voy hacia las montañas, con psicótica ansiedad.

Cuando la gente se resguarda, yo emerjo.

Es el cielo que siempre soñé, es la fuerza que siempre quise sentir.

No ver un horizonte de tragedia ha sido la tristeza de cada día al despertar.

He estado  a punto de no llegar; pero no le hice caso a nada ni a nadie.

Sigo el camino del dolor ignorándolo. La soledad es compañía y me lleva adentro de mí mismo, con cariño, con paciencia. Calmando mis náuseas por el vértigo de la vida que pasa doliente.

Y un fuerte viento me dice que todo está bien. Me hace sentir indómito, salvaje.

El viento que me forja, que me endurece.

Él serena toda mi frustración pasada, la melancolía de no haber nacido aquí, de llegar a este cielo cuando ya he gastado casi toda la vida.

Mis nubes grises y de un azul cobalto que parecen amenazar con aplastar a todos los seres que vivimos bajo ellas, me dan una libertad que se eleva por encima de las montañas.
Mis moléculas quisieran formar de ellas.

Las nubes tiran de mi piel para arrastrarme allá arriba.

Entrecierro los ojos ante el viento que refresca dolores y cansancios, como si me acariciara.

Y el viento se convierte en los lejanos besos de ella. Ella que me ve como si fuera un hombre completo. El aire es fresco como tienen que ser sus labios, dice que nos olvide el mundo durante los largos besos.

Sus palabras y el cielo denso y funesto. El decorado hermoso y preciso para un vida y una muerte.

Porque es un buen momento para morir con dignidad y amado.
Amando...
Antes de que estropee, por favor.

En el íntimo y solitario camino, el viento se torna ráfagas de amor que arrasan, que me arrancan de mi rostro todo lo que dolió, lo que duele y lo que dolerá. Lo que no gustó y lo que no gustará.

Cierro los ojos pensando en su boca y en las marcas de su biquini, en  su culo... Y bajo las nubes que dejan ya caer gruesas gotas, tengo una erección salvaje y libre. Ella sonreiría y  me besaría muy pegada a mí para sentir lo que provoca.

Yo sonrío al viento que es ella.

Ella desnuda.

Ella húmeda.

Ella pegada a mí.

No me he dado cuenta del tiempo y la distancia que he consumido y recorrido, estoy tan lejos que soy nube.

Ya nadie me distingue, soy de color azul cobalto para alguien que mire el horizonte.

Me basta con ese privilegio.

Ha valido la pena.

Ahora toca volver, para ello utilizaré medio cerebro para obligar a mis piernas a no quedarse bajo el cielo lo que me queda de vida.

La otra mitad del cerebro trabajará en combinar la palabras adecuadamente para intentar plasmar la belleza de la que soy víctima.

Soy víctima de ella, mi amor.

De las nubes y el viento, mi libertad, mi hombría.

Mi naturaleza salvaje tanto tiempo aplastada por los mediocres días se rebela y se expande, quiere ser vapor y trascender.

Mi muerte digna...

Nadie tendrá que incinerar mi cadáver, un rayo me desintegrará.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.