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16 de octubre de 2023

lp--Derechos internacionales y nacionales: papel mojado en hipocresía y fascismo--ic

La chusma infantilizada, ingenua e ignorante de los decadentes y cobardes países occidentales consumistas, no acaba de comprender la realidad y esencia más básica del ser humano: si alguien mata a tu hijo, padre, madre, hermano, etc…, te pasas todo derecho internacional, nacional o nazi de mierda por el culo.

La guerra es la única forma posible de libertad en estas sociedades consumistas, globales y decadentes de mierda. Matar libremente como se hace en la guerra, sin que nadie te aplique las mierdosas leyes del Estado es la libertad más pura y primigenia.

Retornar a nuestra verdadera naturaleza sin un bocado en la boca como llevan los caballos.

Ernest Hemingway lo reflexionó así: Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más.

Y buscando venganza por tus muertos, no podría ser más espectacular esa salvaje y libre libertad. Matar al enemigo… No existe mejor y más apasionante caza.

No importa la patria, no importa el puto general: importa dar caza a quien ha matado lo que querías o quien lo amenaza.

Es por ello, por esa libertad que gozan los humanos soldados, por lo que las guerras jamás son breves. Nunca cesará una guerra hasta que alguno de los bandos se sienta satisfecho con los muertos que se ha anotado y el otro abatido por la cantidad de muertos que ni siquiera puede enterrar.

Lo han prohibido todo en Occidente con el surgimiento en las pseudo democracias de un Nazismo venenoso de carácter sanitario, homosexual, climático, y corruptor de la biología humana; surgido con la epidemia del coronavirus o “la covid 19” a inicios del año 2020. La libertad hoy sólo se puede encontrar en la violencia ante la continua presión del Estado Nazi contra los ciudadanos asalariados no funcionarios; como el derecho simple, claro y biológico de ser mujer u hombre. Un derecho que el Estado ha abolido y dicta, independientemente de los órganos sexuales con los que se ha nacido, quién es hombre o mujer con su doctrinal sintaxis perturbada. Se ha prohibido y perseguido respirar libremente a cielo abierto debilitando y enfermando a la ciudadanía asalariada no funcionaria; se ha extorsionado a la misma población a meterse en la sangre una vacuna que no vacuna, se ha encarcelado policial y militarmente a esa misma población en sus casas arruinándola, prohibiendo su sustento. Se le ha prohibido deambular como todo animal libre con el acoso policial y militar. Se pervierte la educación de los hijos tergiversando la historia en hagiografías hacia el nazismo sanitario y su homosexualismo, confunden a la infancia con complicados seres extra sexuales que padecen todo tipo de parafilias, como ninguna especie animal en el planeta ha sido castrada de su esencia.

Los graves delitos de los políticos son perdonados e incluso galardonados cuando hay gente asalariada no funcionaria pudriéndose en las cárceles por delitos leves.

La guerra y su violencia es el último reducto de libertad y dignidad humanas en este momento.

El Estado ha hecho lo peor, los que lo forman son hijos de la endogamia, líneas sanguíneas malas con malas inteligencias y malas naturalezas: han acorralado a la presa (la población) sin permitirle otra opción que la violencia, la defensa de su naturaleza misma.

Muchos violentos no saben porque actúan así, pero es instintivo.

El primitivo instinto con el que nacemos dicta cuando es el momento de luchar, cuando la esclavitud y su humillación es insoportable como forma de vida.

No saben muchos que están combatiendo un nazismo feroz, biológico y sectario que los castra de todo pensamiento y libertad con la colectivización insectil. Que pudre su instinto reproductor básico.

Pudre la ética y la justicia de la naturaleza humana.

El derecho internacional o cualquier otro, solo sirve de papel para limpiarse el culo cuando hay una guerra. Los derechos internacionales no son más que un trabajo descansado que se han buscado los miles de funcionarios que forman el Estado.

En la guerra matas, por placer y coincide con lo que te pide el Estado.

Y la venganza es una justicia explosiva y llena de luz y esperanza; porque matas también al jerarca que te oprime cuando apuntas y disparas a un enemigo no conocido.

La humanidad corre sin poderlo evitar y por necesidad, hacia una gran nueva guerra mundial, buscando ciegamente la dignidad de la especie humana reducida hoy a una vida insectil y ganadera. Porque ante la destrucción total y los soldados embrutecidos, el actual nazismo homosexual sanitario climático no podrá imponerse de nuevo. Y morirán, por fin, los que deben morir en justicia y conciencia.




Iconoclasta

27 de agosto de 2022

La bendita y libertadora guerra

Esa libertad e impunidad que da la guerra para vivir y matar indiscriminadamente debe ser tan maravillosamente adictiva…

Yo quiero…

Solo debes pensar que estás prácticamente muerto.

Y todo aquel que mates, es un placer que obtienes antes de que tu cuerpo empiece a pudrirse.

Es mejor que follar.

Después de pasar decenas de años encerrado en una ciudad-pocilga, acosado por los sebosos cerdos del estado como presidentes, ministros, jueces, policías, sacerdotes, etc… La guerra y su salvaje libertad de matar a quien te plazca y que además te paguen (lo que sea por ello), es un auténtico oasis en la vida.

La definitiva culminación como ser humano.

Matar y saquear…

Para correrse.

No le veo dignidad ni ventaja alguna a la cobardía del pacifismo; pero entiendo perfectamente que los borregos balen cuando sienten a los lobos.

Al final, después de tanto conocimiento y sabiduría, resulta que lo que más ansío ahora es un guerra; sin importar cuanto pueda durar yo en ella.

Cualquier cosa que destruya esta sociedad podrida y sus habitantes, es mejor que vivir como un triste puerco bañado en mierda, controlado por las asfixiantes leyes de jerarcas, sacerdotes y jueces hijos de puta.

Todo el puto estado muerto y los que lamen sus genitales también decapitados.

Hemingway sabía bien lo que decía.

En una película alguien llevaba un collar con orejas humanas cortadas a los que asesinaba o cazaba, yo no lo llevaría por lo maloliente; pero me hace sonreír con ternura.

La joie de vivre… C'est la vie.



Iconoclasta

10 de junio de 2022

La maldad

Hay formas y estilos de escribir, multitud.

Yo uso la ausencia total de escrúpulos y ética, como la crueldad, la maldad y la sordidez.

La crueldad no siempre es representativa de la maldad. Y lo sórdido es una cuestión económica, de miseria. En algunos casos, de enfermedad mental.

La maldad es un requerimiento biológico para el control de la especie humana. Solo un humano puede matar a otro con eficacia cuantitativa. Es mi reflexión y método más gratificante para disfrutar de mi imaginación escribiendo.

Pero la maldad es un hecho, no solo una pose o creencia. Es biológica.

El ser humano necesita un cazador, y como no existe ninguna especie que se alimente de seres humanos, los humanos se deben cazar a si mismos. No hay otra especie que pueda depredar a la humanidad y controlar su reproducción conejil.

La maldad es el medio grabado en la cadena ADN de la especie humana que evita su autoextinción por agotamiento de recursos y espacio en el planeta.

Para asumir y comprender el concepto de maldad se ha de tratar a la especie humana como una especie animal más, sin considerarla romántica y filosóficamente una especie con un intelecto superior a otras y por lo tanto más importante. No lo es, porque incluso lo que cagan las vacas tiene un valor intrínseco en la cadena trófica y la vida del planeta.

A partir de esta condición todo encaja y el hombre se vislumbra como una especie más a tratar sin privilegios.

Y así, como las serpientes tienen veneno, la especie humana goza de la maldad.

Es por ello que en las zonas más civilizadas del planeta donde la religión y leyes castigan el asesinato con excesivo celo y rigor, es donde mayor tasa demográfica hay. Porque no existen suficientes cazadores que se alimenten de seres humanos y hay serias trabas moralistas, religiosas y legales para evitar los necesarios asesinatos, trabas que acaban desbocando los nacimientos y ralentizando la mortandad.

Las civilizaciones próximas a alcanzar el estado de plaga, de una forma u otra a lo largo de la historia, se han extinguido.

Y ha sido gracias al gen de la maldad.

Los religiosos han inventado un dios bueno y colérico para combatir la maldad y crear líneas genéticas humanas más dóciles; como se ha conseguido a través de los siglos con las vacas, ovejas, cerdos, etc… Seleccionando el ganado.

Fue gracias al gen de la maldad, por lo que los primeros humanos consiguieron fortalecer a su especie. La selección natural era ejercida más por los humanos que por otros especies cazadoras.

Sin la maldad, se agotarán los recursos y la humanidad se canibalizará a sí misma para alimentarse.

Si la maldad fuera aceptada, los poderosos y herederos de brutales y pornográficas riquezas, correrían peligro de perder su posición social elevada. Eso explica la implantación de las doctrinas de la bondad y la sumisión con la invención de los distintos mitos religiosos como Jesucristo, Mahoma, Buda y otras filosofías amables con el medio ambiente que llevan a hacer del ser humano un animal más débil y maleable por el poder.

Los poderes económicos, religiosos y políticos son los que determinan el momento en el que se ha de decretar una guerra que frene el desmesurado crecimiento demográfico de sus poblaciones, es una cuestión meramente ganadera. Las guerras aportan las muertes por combate; pero también las de la enfermedad, hambre y frío. Son perfectas; pero el fallo reside en que los representantes de estos poderes, también están sometidos a la misma decadencia que el pueblo del que se alimenta y enriquece, y sus decisiones se toman tarde, sin inteligencia, con negligencia y desidia. Cuando se dan cuenta de que es necesario crear una guerra que mate a millones de seres humanos, suele ser tarde incluso para ellos mismos; con lo cual las sociedades implosionan como estrellas densas que se colapsan en el universo.

Se debe definir la maldad como la capacidad de la especie humana para hacer daños graves e incluso provocar la muerte a otro ser humano por causa de envidia, ambición o puro placer. De aquí surgen otras causas más concretas, que se encuentran englobadas en las tres primeras: la frustración de la incapacidad del individuo por realizar algo que desea y la propia torpeza que justifica con “actos de sabotaje” de terceros.

La bondad no existe, es una creación que se remonta a los primeros hechiceros, parásitos humanos con ambición de vivir sin cazar, recolectar o trabajar a costa del resto de la manada humana. Y para ello inventaron un dios al que rezar y ser ellos portavoces de la divinidad. Quien no obedeciera, sería castigado y acusado de maldad. El dios de la maldad es el diablo, otro invento de la paranoia místico-religiosa.

Con el tiempo, se crearon mandamientos que a su vez crearon religiones firmes, con multitud de creyentes. Los mandamientos se hicieron leyes penales.

Cuando los poderosos adquirieron conocimiento de su medio ambiente y la capacidad para dejar constancia documentada en la historia: lenguaje y escritura; los mandamientos se convirtieron en códigos penales que los religiosos certificaron como sagrados.

Sin embargo, el progreso de la ciencia y la cultura, contradecía a la religiosidad y su bondad. Se ejerció entonces un fuerte adoctrinamiento por medio del terror y el castigo a las manadas humanas, para que además de obedecer la ley, acataran preceptos religiosos que a su muerte, tras una vida de penuria y sacrificios, les otorgaría el acceso al paraíso. Este método de adoctrinamiento o lavado de cerebro ha durado miles y miles de años, y es ya un proceso prácticamente evolutivo donde los poderes fácticos seleccionan los especímenes ideales para su reproducción, crianza y adoctrinamiento.

Pero las eras geológicas y la evolución de las especies, dicen que una especie mutará o evolucionará hacia una carencia o nueva habilidad durante cientos de miles de años.

Cuando el conocimiento se impuso sobre la religión en un tiempo en el que los religiosos declaraban quién era rey y creaban naciones conforme a sus intereses; se pactó entre religión y ciencia dividir la historia en antes y después de los mitos religiosos que personificaban la bondad que la población debía abrazar. Así, para que los científicos no fueran asesinados por herejía por los papas de la época y otros líderes religiosos, aceptó la ciencia que la historia de la humanidad se dividiera en dos periodos: antes y después del nacimiento del mito. Si das un carácter científico a una leyenda, la población, mayoritariamente analfabeta, debe asumir que personajes como Mahoma o Jesucristo existieron, junto a sus milagros de bondad y sus autosacrificios para ensalzar las leyes dictadas como mandamientos, las mismas del código penal.

A grandes y básicos rasgos esta es la razón y el proceso por la que la maldad se trata como algo sucio y que castigar; cuando realmente es la salvación de la especie humana y su auténtica idiosincrasia.

En la actualidad no se puede erradicar la maldad de la especie humana no hay tiempo para que la evolución haga su trabajo; no sobrevivirá tanto tiempo como especie.

Así que requiere una mutación artificial destruyendo su ADN, pervirtiéndolo por medios quirúrgicos o medicinales, durante la formación del feto o un tratamiento en la edad infantil.

Es justo que se le llame maldad a esta característica biológica humana que nada tiene que ver con el instinto del resto de las especies animales.

Ninguna otra especie sufre por la ambición de cosas artificiales y superfluas.

Se puede afirmar que la inteligencia humana, es sinónimo de maldad.

Escritores y filósofos apadrinados por el poder, son los que se preocupan de maquillar o solapar la maldad con esa sobrevalorada espiritualidad de amar, exclusiva del ser humano.

Es otra mentira, cualquiera que esté en contacto con la naturaleza, verá que todos los animales crean vínculos afectivos.

Al final, tal como ha evolucionado el ser humano hasta hoy, digo que el amor es tan solo un ritual reproductivo, sin ninguna trascendencia metafísica o espiritual.

Y digo que el amor es un sentimiento que nace directamente en los cojones.

También se dice que lo cortés no quita lo valiente; pero no he conseguido ver valentía ni cortesía en ningún rincón del planeta. Además de malo, el ser humano tiende a ser indecentemente onanista en todo momento con su naturaleza desaforadamente amorosa y espiritual.

Algo no marchó bien con la selección de las especies viendo y conociendo a la especie humana.

Alguna mutación por un accidente nuclear y su radiación estropeó a la humanidad definitivamente y ocupó un espacio que no se merecía gracias a la maldad. Un desastre como el que acabó con los dinosaurios.

Algo así.

Por último, se debe puntualizar que la venganza no es maldad. Es la reacción lógica a una ofensa.

El sadismo es una maldad improductiva; una aberración que no conduce a nada, matar a un sádico no es maldad, es selección natural.

La locura y su asesinato, aunque enfermedad mental, nunca podrá ser usada como atenuante ante el juicio humano individual y biológico; al igual que el sádico, para el agredido o su familia, será causa de venganza y su muerte. Los locos de una forma natural deben pagar por su locura y los borrachos por su borrachera, etc…

Estas son las únicas leyes biológicas y justicias intelectuales, sencillas y comprensibles, adecuadas a la morfología y química del cerebro, con las que nace la especie humana antes de ser castrados los especímenes por el adoctrinamiento o educación social.

No hay que olvidar que con la maldad no se va a extinguir la especie humana; porque para ejercerla, debes estar dispuesto a padecerla. Y no hay mayor equilibrio en ello y mayor obstáculo para usar la maldad como forma de vida para medrar por encima de otros animales humanos.

La maldad es una libertad salvaje que tiene consecuencias, exactamente las mismas que tus actos. Y esto la hace equilibrada, hermosa y temiblemente justa.



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


2 de marzo de 2020

Inadecuado


¿Soy inadecuado? Y si lo soy ¿para quién?
Inadecuados son gran parte de los que me rodean, una mayoría aplastante. No pasa nada si los inadecuados me consideran así. Bien al contrario, me place. Es bueno ser molesto para otros, pagar con la misma moneda, y con mayor cantidad a ser posible.
Donde las dan las toman ¿no?
Nunca es suficiente el resarcimiento que obtengo por ser inadecuado. Pido la pena máxima y una fuerte indemnización por tener que estar rodeado de la mediocre estulticia.
Ha sido siempre así: enfermando, doliendo, peleando, despreciando, engañando, driblando, follando sin alegría, respirando con hastío, escribir con saña escarificando el papel…
La crueldad es defensa, no es siempre ataque. Es justificable.
Que haya crueles que deben morir, lo saben hasta las ratas. Yo no soy uno de ellos.
Todo son matices de mierda. Matices que me dan dolor de cabeza y estropean juicios rápidos. Matar es puro, no hay medios tonos en la consecuencia de asesinar en defensa propia de la dignidad. Es legal.
Respecto al mal follar con esas putas que se creen diosas del sexo… Mejor masturbarse. Ya sabes, si quieres un trabajo bien hecho…
Esto no puede tener un buen final, aunque tampoco necesito buenos finales. Me conformo conque morir no sea doloroso, estoy harto del dolor.
Tal vez por eso lo de la masturbación y las putas…
Soy asombrosamente consecuente y lógico. ¿De dónde habré salido? Mi padre no era tan inteligente ni tan inadecuado. Murió sin conocerme, tal vez fuera mejor así.





Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

29 de marzo de 2016

Llamada obscena


No contestes, no hables.
No sueltes el teléfono.
No es una llamada obscena, es una venganza a tu sensualidad, al placer que me inspiras, a la animalidad a la que me abocas.
No te toques aunque te diga que tengo tus braguitas negras dando vueltas entre mis dedos. Que mi pene siente espasmos ante la proximidad de la suave y transparente blonda que tantas veces ha empapado tu coño.
No te permito que acaricies tus pezones, no quiero  que uses tu mano libre para dar consuelo a la humedad que empiezas a derramar, a la dureza implacable de tus pezones que se marcan sobre la suave tela que los cubre.
Solo quiero oír tu gemido desesperado, impaciente porque sabes que estoy envolviendo mi bálano con tu braguita, que ciño con fuerza la tela, que descubro mi glande y se marca entre el pérfido dibujo que en otros momentos a dejado de manifiesto la voluptuosidad de los labios de tu coño, que los he besado a través de la blonda con el dulce sabor de tu flujo.
Me conviertes en un perro sediento. Me sometes.
No hables, escucha. La humedad viscosa de mi glande parece literalmente deshacer la tela que cubría tu coño. La tela que yo despegaba y que arrastraba filamentos de deseo de entre tus labios henchidos y hambrientos.
¡Te he dicho que no te toques! Es una venganza por lo que te deseo, por hacerme descender a lo más profundo del animal que soy.
Separa tus muslos, quiero hablarle a la mujer obscena que hace de mí una red de venas que trabajan exclusivamente para ella, para llevar la sangre necesaria al miembro que parece reventar.
Sé perfectamente de como se forma la viscosidad entre tus labios, como se ha endurecido el clítoris. Sí, cielo, te permito gemir; pero no te toques.
Te lo prohíbo, maldita.
Maldita amada.
Maldita bella.
Maldita lujuria.
Como te amo, te odio, te deseo... 
No estás ahora aquí para besar el glande cubierto con algo de ti; pero te ordeno que beses la tela que cubre mi desesperación, que escupas en ella, que poses tus labios y yo te invada la boca furioso.
¡No hables, no te toques!
Ahora el glande parece querer abrirse paso entre los dibujos de la tela, hay mortificación en mi sensible carne.
Si vieras como mi vientre se contrae ante la proximidad del orgasmo...
¿Me oyes gemir? No es solo placer, hay un dolor por tu ausencia, porque no estás.
Es la paja más triste... ¿Me sientes?
Es la masturbación más desesperada.
Te prohíbo que te toques. El semen empieza a brotar, como una marea blanca aparece entre los poros de la tela. Extendiéndose, haciéndola invisible.
¿Te imaginas mi corrida desesperada? La tela ya no la siento, me pasa como con tu coño, no distingo donde empieza mi piel o la tuya.
¿Has escuchado mi ronquido? Mi pene sufre espasmos escupiendo el esperma que debería estar en tu sexo, entre tus dedos, en tu boca...
Sí, preciosa, quiero esos perfectos y tallados labios jadeando, es mi venganza. Es el castigo a tu sensualidad implacable.
Desde aquí, mamo tu coño. Te lo juro por el semen que ha empapado tu braguita.
El placer solo es comparable a la tristeza de que no sea en tu sexo donde ahora suelte mis últimas gotas.
No te toques, gime, sufre; pero no te toques.
Ahora acaricio mis testículos, como tú  lo haces, con suavidad, dando paz a todo esto que siento por ti; recuperando, ascendiendo a la cordura poco a poco desde lo profundo a lo que me has llevado.
 Ahora ya solo puedo decirte que te amo, que me faltas a cada instante, que me llevas a mundos que no hubiera pensado.
Mundo de fetichismo y blonda...
Que observo tus braguitas empapadas de mi semen y siento ganas de llorar.
Y las froto en mi vientre.
No digas nada, calla.
Sufre, maldita amada, maldita hermosa, maldita mujer adorada.
Beso tu coño, muerdo tus pezones.
Buenas noches, adorada mía.


Iconoclasta

25 de enero de 2016

Mis repugnantes suegros


Hola suegros de mierda.
Teníais razón: vuestra hija es inteligente, hacendosa, piensa en vosotros, es limpia y cocina bien.
Pero lo que no me habíais dicho de ese ángel, es lo bien que folla.
Tanto molestarme, tanto aburrirme con vuestras loas diciendo que vuestra hembra era un ser excepcional y angelical que yo no merecía. Y resulta que follando supera a todas las putas que he comprado a lo largo de mi vida.
Os felicito por tal hija, mis tarados suegros.
Que sepáis que se la he metido a vuestra hija hasta que ha gritado como un animal herido.
Y no es mala persona por ello, entendedme, pero me gusta más cuando me come el rabo que cuando limpia. Es que me contasteis todo lo bueno de ella, menos la forma en que la chupa.
Estoy de acuerdo, es un ángel con los pezones salpicados de mi leche.
Os lo escribo y comunico por certificado para que sepáis lo bien que me cabalga, los gemidos tan desgarradores que lanza, su forma de frotarse el clítoris en un orgasmo. Es que era tan santa según vuestra enfermiza y pequeña mente, que ya pensaba que me iba a follar al Mesías con tetas.
Estoy pensando en comprarle una corona de espinas, para follármela mientras sangra, hijoputas.
La de veces que he tenido que soportar vuestra cháchara, vuestra devoción por esa hija, viejos de mierda.
De mesías nada, hijos de puta, papás políticos de mierda. Es una zorra en toda regla.
Os adjunto la foto de la boca de vuestra hija rebosando mi semen. Es magnífica.
Esperemos que también sea una buena hembra paridera que solo transmita vuestro santos genes mierdosos y no los míos, que no se los merece, mis puercos suegros.
Su ano sangraba; pero no dejaba de pedir más. Tiene un buen músculo, he  tenido que esmerarme para poder metérsela en ese agujero estrecho.
Y ahora en serio: todos vosotros, familia de tarados, no sois unos santos porque de lo contrario, ahora tendría mi pene bendecido con un halo brillante, porque los padres santos tienen hijas santas que no dejan mi glande sucio de excremento tras darles por culo.
Vuestra hija no es santa, es un tía que traga todo lo que le clavo y que me clava las uñas en la espalda desgarrándome la piel para que le meta hasta los cojones mismos.
Me merece, podéis estar contentos, porque la hago feliz como no lo ha sido con nadie: grita como un cerdo cuando se corre.
La habéis adorado y la queréis tan psicóticamente que a veces he tenido que vomitar al salir de vuestra casa de mierda. La habéis convertido en modelo a adorar y yo le he regado sus enormes tetas con mi leche caliente, cosa que ella ha agradecido lamiendo sus pezones empapados y relamiendo mi glande aún convulso por la eyaculación.
En definitiva, he perfeccionado a vuestra hija, subnormales.
Es buena persona, pero en modo alguno es la santa que me vendisteis durante años de noviazgo. No hay milagros y no transforma las cosas sórdidas en golosinas y flores. Tampoco vuelan a su alrededor decenas de pajarillos cuando camina.
Y para no merecerme semejante ejemplo de integridad, laboriosidad y bondad, también os envío un audio de sus gemidos: "métemela más adentro, más fuerte, hijo de puta", aunque no lo creáis es su voz.
En una próxima entrega, os enviaré una foto de su santa vagina para que veáis que por ese coño dilatado, pueden salir dos niños de golpe cuando cansado de follármela, la use para que tenga hijos.
Espero que ahora conozcáis bien a vuestra hija; pero sobre todo, que me conozcáis bien a mí, tarados santurrones.
Ahora me la voy a tirar mientras friega los platos en la pica. ¿Os gusta la idea?
El fin de semana que viene, iremos a cenar a vuestra casa, avisadme si queréis que os haga una demostración de como me la come ¿eh?
Nos vemos, idiotas.
Con asco:
Vuestro yerno, siempre inferior al valor de vuestra hija; pero no os lo creáis.



Iconoclasta

4 de octubre de 2013

La Parusía, segunda venida

 
Monto los dedos de la mano el uno sobre el otro en un ejercicio de elasticidad, coordinación y habilidad para formar una figura que no sirve para nada; me recuerda una caracola rota y duele un poco. Duele la hostia puta.
A según que edades, no hay que hacer este tipo de ejercicios. No es extraño que los dedos se hayan roto. Los huesos han rasgado la piel, pero no sale sangre; solo un polvo amarillento que se acumula en un montoncito encima de la página del cuaderno donde escribo.
Soy una momia que no debería haber sido expuesta al aire.
Conservo la mano derecha porque aún tengo locura que contar: "Padre, ahora sí te amo. Te perdono mi primer sufrimiento en la cruz. Las humillaciones que me hiciste pasar".
La vida se acaba cuando no queda ya nada que romperse.
Cuando me quito la ropa, en el pantalón hay piel pegada de mis nalgas, una calcomanía macabra que me recuerda que es hora de acostarse cómodamente en un ataúd y esperar que alguien cierre y selle la tapa.
Mirar parte de mi culo pegado en el pantalón es un aviso como el de los dedos frágiles de la izquierda mano.
Me sentaré a la diestra de Dios, y esta vez sonreiré.
Han eclosionado huevos en mi reseco tuétano, oscuras  cucarachitas de nerviosas antenas salen por los extremos de la falanges rotas y se detienen curiosas para examinar las palabras de la degeneración escritas en el papel, para después ocultarse deprisa entre las mangas de mi camisa.
"Si una vez busqué el perdón de los hombres, hoy ejecuto su destrucción desde la más sórdida y mediocre existencia, nadie creerá en nosotros, Padre. ¿Lo hago bien? Bendíceme Dios mío."
Supongo que la piel, la externa (la interior, el alma, es un cuero viejo y duro), tiene algo más de sustancia que la tinta seca que asusta a la humanidad.
Las cucarachas pueden elegir lo que comen como yo elegí: mi Santo Padre me dio a escoger entre redimir de nuevo o castigar e ignorar el dolor. Elegí lo segundo y sonrió.
No me puedo quejar, hubo un tiempo en el que violaba, asesinaba y desmembraba mujeres y niñas. Cuando disfrutas, la vida corre a velocidad super lumínica. Ahora me descompongo para llegar a  Mi Padre sin la humillación de una crucifixión que no sirvió para nada.
En un mundo de idiotas y cobardes me he hecho mi propio y discreto espacio y paraíso (uno aprende de los errores si no es demasiado imbécil).
Si pagas tus impuestos y consigues hacer creer que trabajas hasta el desfallecimiento por unas miserables monedas, puedes follar y asesinar todo lo que quieras y jamás pensarán que eres un predador; o un Jesucristo en su segunda venida.
 Solo hay que ser cuidadoso a la hora de dejar el cadáver, si puede ser, que no lo encuentren. Ni a mí cerca de ellos.
Me he rascado, siento comezón en mi costado izquierdo, cerca del corazón (esas cicatrices son eternas). Se ha levantado la piel de las costillas y la carne. Un trozo de pulmón negro ha salido formando un globito que se hincha y deshincha con cada inspiración y expiración.
Lo cierto es que hay más expiraciones que inspiraciones. Se nota que ya no se airea bien la sangre: una oruga ha salido royendo la ampolla pulmonar en busca de un aire más rico en oxígeno y con menos locura.
Es fácil llamar a esto locura cuando no se entiende la degeneración y la degradación divina.
La oruga se arrastra por mi costado para caer al suelo y con sorprendente agilidad, llega hasta el cadáver de la pequeña Lourdes de ocho años, se arrastra por su pierna izquierda y llega a su sexo impúber y macilento por la muerte de dos días para alojarse en su  raja ensangrentada por la impía dureza de mi falo. Se toma un tiempo de diez minutos para hacerse mariposa y desplegar sus negras alas mojadas, esperando que este aire infecto las pueda secar.
Ha preferido hacerse crisálida en un cadáver apestoso antes que en el cuerpo del Hijo de Dios. Mi Santo Padre tampoco es infalible.
Me levanto y dando una patada al coño infantil, aplasto a la mariposa de la muerte.
No tengo porque sacar el cadáver de aquí antes de que mi Padre me llame de nuevo a su lado. No me gusta el olor de lo podrido aunque sea yo la causa; pero no molesta. Será un muerto testimonio, como todos los de la biblia.
De la fosa izquierda de mi nariz se escurre una  baba rojiza y espumosa que cae en el diario, encima de la frase: "Los he matado con tanto placer, Padre mío, que mi pene incircunciso no descansa de una erección eterna".
Padre me apoya en cada acto de asesinato, en cada descuartizamiento.
Quemé un millón de judíos.
Ojalá hubieran sido aquellos que me apedrearon y me arrastraron hasta el bueno de Pilatos, que los despreciaba.
Lancé trescientos mil niños vivos a los hornos crematorios, yo era un soldado alemán que creía en su trabajo. Y me ascendieron a cabo del servicio médico donde arranqué más de diez mil penes circuncisos.
"Me gustaba especialmente ver a las preñadas judías a través de la pantalla de rayos X, y me fumaba cigarros mirando el feto, pensando en cómo se achicharraba en la barriga de su madre. Te lo debo a ti, Padre Mío. Te doy gracias por esta segunda oportunidad".
Metí cosas en los coños judíos deseando impúdicamente la venganza de aquellos hijos de puta que me asesinaron en Jerusalén.
Y se creían que mi segunda venida sería para dar nuevas esperanzas...
Idiotas.
Mi parusía ocurrió hace más de cien años, nadie lo supo. Mi Padre me dijo: Esta vez no sufrirás, gozarás, Hijo Mío. No hay que redimir, hay que castigar.
Nací en el seno de una mediocre e ignorante familia, y muy pronto, al cumplir los catorce, violé a mi madre con el pene de mi padre; se lo seccioné limpiamente mientras dormía y como hiciera dos mil años atrás, le di paz espiritual a mamá y la penetré con el pequeño pene mientras le hacía una gran herida en su seno izquierdo para arrancarle el corazón y ahogar a su marido con él.
Yo no la follé, me daban asco sus negros muslos ennegrecidos en las grasientas ingles. Su raja estaba casi siempre abierta por el peso de una barriga repugnante.
Disfruté más masacrando a mis padres que convirtiendo el agua en vino o caminando por encima del mar.
Durante decenas de años he matado todos los seres que he podido, viviendo en la oscuridad, en la ignorancia de la humanidad. No he sido líder, solo una bestia que acecha y mata.
Matar niños es la burla, venganza y escarmiento por aquella estupidez que una vez mi Padre me hizo decir: Dejad que los niños se acerquen a mí.
"Santifiqué su muerte hundiendo los dedos en su sexo virgen y pinté la cruz en sus pechos apenas desarrollados con la sangre de su virgo roto. Luego le abrí la garganta con mis dientes. Llené un cáliz bendecido con su sangre, con su vida".
Yo he dicho ya cientos y cientos de veces: Dejad que raje a vuestros hijos y después os quemaré vivos a los padres.
Ahora muero ya agotado, cien años y pico son demasiados, incluso para Jesucristo resucitado.
Mis apóstoles son las ratas que alimento en el sótano de la casa. Les lanzo pequeños trozos de carne de pecadores para que coman, para que aprecien el amargo sabor de la humanidad.
Me acerco hasta el coño de la niña. Es sexo sin vello, me pregunto si a su edad pensaba que un día su vagina se tornaría peluda, que tendría tetas. Seguramente estaba a punto de pensar en esas cosas.
Le arranqué los ojos con un cuchillo sucio y mal afilado de cocina, no sé si gritaba por el dolor o por la violación, estaba demasiado ocupado derramando mi semen sagrado en ella.
Aparto a la mariposa que se debate en agonía medio aplastada entre sus pocos desarrollados labios mayores y metiendo el dedo en la llaga de mi costado para mortificarme, la lamo.
El sabor de la orina no es peor que el vinagre en los labios cuando estás muriendo en la Cruz.
Me sangra la lengua, está a punto de caer. Mi Padre no deja que mi degeneración física duela demasiado, solo un poco; pero no puede controlar la ponzoña que he acumulado a lo largo de estos años en mi mente prodigiosa y ejecutora de los más letales milagros.
Escribo: "La pequeña Lourdes es mi última víctima y la ofrezco en sacrificio a Dios, mi Padre. Me siento bañado por el Espíritu Santo. Me ha pedido cientos de veces en su cautiverio,que no  le hiciera daño. He llorado con ella, porque he sentido su horror en mi propia carne".
Cierro el cuaderno con toda mi vida detallada, para que la humanidad  sepa que se llevó a cabo la Segunda Venida. Y que el anticristo era solo un cuento de las mentes drogadas de mis apóstoles ignorantes.
A los ignorantes los has de alimentar con mentiras para que funcionen como quieres.
Morticia, la rata más vieja y gorda (está conmigo desde mi adolescencia) muerde el dedo pulgar de mi pie derecho porque ya está muerto. No me molesta, además, pretendo dejar un cuerpo completamente abominable para que se joda la humanidad entera.
Una luz blanca inunda esta casa en ruinas de suelo sucio y mugriento. Los rostros de tantos seres que he asesinado lloran en un sufrimiento eterno: reviven su tortura y muerte eternamente.
Mi Padre sabe ser impactante.
Morticia se lleva mi uña a lo oscuro y se la come sentada sobre sus patas traseras, observando como la luz me lleva al trono de la diestra de Dios Todopoderoso. Observando atentamente como mis brazos y piernas se desgajan como ramas podridas de mi tronco.
Había anotado en el cuaderno, escribiendo sobre la baba rojiza que se desliza de mi nariz corrupta: "Volveré si Mi Padre lo pide, y cuando me lleve por tercera vez a su diestra en el Cielo, os arrastraré a todos al infierno, judíos y hombres de mierda."
El cardenal Juan Bautista, recogerá mi diario por un mandato de Dios y será incluido en la biblia como el libro llamado Verdadero Testamento, a continuación del Nuevo.
El cuerpo de Lourdes será embalsamado y ocupará un lugar preferente en el Vaticano, para que todos sepan que se cumplió la parusía y que el apocalipsis solo era una colección de postales infantiles comparadas con lo que Yo Jesucristo , he ejecutado en el nombre de Dios Padre, del Espíritu Santo y de Mí Mismo en un misterio  que no es tal.
Soy libre, soy Dios y soy Espíritu. Me llevo la sangre de la humanidad como un sabor dulce en el paladar y en el alma.
No sé si volveré de nuevo; pero no lo deseéis jamás.
Una última anotación, antes de que se desprenda mi mano derecha:
"Ego no os absolveré jamás, jamás existió el perdón, judíos".




Iconoclasta