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15 de octubre de 2015

Psicoamantes


Psicópatas del amor que se dan a tumba abierta sabiendo que va a doler el aterrizaje en la realidad. Psicópatas malditos que se matan con duros golpes de melancolía a sí mismos, imaginando serenos cafés compartidos en albas y  ocasos, soñando conversaciones íntimas en lugares donde solo existen ellos.

Imprudentes afirman ser; es cierto, lo son con el mundo y consigo mismos. Escriben lo que aman para que el amor y el deseo se hagan táctiles pagando con sangre y lágrimas. Están malditos con su habilidad para cifrar en el papel eróticas cábalas y enigmas que se esconden en el pecho y entre las piernas.
Los sentimientos más profundos... Desesperanzadores...

Se despeñan en sus intimidades y la cuerda se deshilacha en el borde de la razón.
"Voy a morir un poco, aún tengo vida para ello" y escriben lo que aman dejando que la pluma se alimente de sus venas.
Y por una cuestión de estadísticas, de improbabilidades y escasez, lo que se ama es extraño, es exótico y está en otra galaxia, está en otro lugar, está en otras manos.

Psicópatas porque la realidad les golpea con un dolor que es suicidio, con una cadencia de muerte lenta. Con las voluntades últimas gemidas en un cadalso que nadie ve y que a sus cuellos se ciñe con una risa maliciosa.


Sostienen su vida con las ingles encendidas, con el corazón arrítmico, con un sexo que no acaba de dar consuelo con su explosivo orgasmo psicótico; un derrame de semen, unas braguitas manchadas, dientes que muerden los propios labios y unos pechos dolorosamente erectos.
Apenas pueden llevar su psicosis en secreto, es agotadora la locura consciente.
La insania cultivada, los dedos crispados y el pensamiento vectorial directamente acelerado a un único ser. Es una pesada carga.
Que se jodan, por locos.

Cabrones, cabrones... Cómo sufrís...
Deberían morir, algo los debería matar como única esperanza mitológica de resolución a un amor que a veces colapsa los pulmones y cuesta dios y ayuda aspirar el bendito aire.
Se crean y recrean sus propios e íntimos tótems para hacer altares que nadie pueda descifrar, para que los dolores se queden en un dije apresados.
Relicarios de amor y amantes templarios en tiempos electrónicos.
Estáis locos, hijos de puta, sois un alarde de auto-tortura en un mierdamundo, en una mierdarealidad.
Escribas que se apresuran a realizar papiros que les sobrevivan de conversaciones secretas y sueños.
Estáis fuera de tiempo, locos hijos de puta.

Me enciende el coraje ese denuedo vuestro por preservar el calvario de amar.

Dan vueltas al café y no diluyen el azúcar, se están diluyendo a sí mismos en otras dimensiones. Un día, durante esos tristes y solitarios cafés de tinta y papel, se esfumarán en el aire, saldrán de la mediocre dimensión y sus moléculas se reintegrarán en la dimensión que ellos buscan y se buscan.
Psicópatas, psicoamantes... Sois unos hijoputas, porque hacéis del mundo un muladar con esa exclusividad íntima. Tan secreta, tan doliente...
Con esa constancia por odiar todo lo que os rodea que no sea vuestro amante.

Lo que temo, es que un día, podáis matarnos a todos con la fuerza de ese amor psicótico, provocando masacres sísmicas que alteren la forma de la tierra, de las galaxias y del finito universo.

Tal vez un día tomen café en una mesa llena de papeles escritos, viejos y apenas legibles, en un lugar donde camareros inmóviles dejan escapar escarabajos por sus bocas congeladas y sostienen una bandeja en sus manos embalsamadas desde eones.
Sois terroríficos, psicoamantes.
Me dais miedo...
Y un poco de pena.




Iconoclasta

5 de enero de 2015

Amante secreto


Quiero ser desconocido.
Oculto e ignorado.
Que nadie sepa lo que te amo. Que nadie imagine que eres deseada por mi cuerpo y mi alma hasta la obscenidad y la paranoia.
Porque los hay mejores que yo, y si te pierdo, me muero.
Y me da igual morir; pero no así, sin ti.
Podría llorar con solo pensarlo.
No hay nadie mejor que yo, te lo juro, solo tienen suerte. No hay nadie mejor que yo amándote.
Es mi íntima vanidad este deseo titánico por tu piel y por tu pensamiento todo.
Los fuertes y tenaces no tenemos suerte, perdemos y ganamos a pulso, abatidos por el cansancio, con los párpados escaldados por el sudor. Nos mordemos los labios de deseo.
Y los puños.
No es de extrañar esta sonrisa un poco torcida y sangrienta.
No soy inteligente, pero amarte así, no es de tontos.
Tú puedes decir que soy idiota y nadie nos molestará. La chusma está tranquila si no siente la mordedura de la envidia.
No soy vanidoso, no quiero lucirte como un premio. Ocúltame.
No le digas a nadie que eres para mí un ser de otra dimensión. No le cuentes a nadie que el café humea íntimamente para nosotros en la mesa todas las mañanas. Su aroma es el inquebrantable testimonio de que la noche nos ha cubierto y la mañana nos ilumina juntos de nuevo.
No le digas a nadie que te amo con esta importancia casi agónica. Porque irán a por mí y no tengo tiempo para pelear, no quiero hacerlo. Toda la vida he peleado, y si me sobran fuerzas, es para quererte.
No quiero perder más tiempo, me lo he ganado todo. Te he ganado palabra a palabra, segundo a segundo, beso a beso, silencio a silencio...
Esperando, esperando, esperando...
Es mi turno de amar tenaz y serenamente.
Secretamente.
Yo estaré tras un árbol admirándote, esperando que no haya nadie en la calle para besarte toda; a traición y con alevosía, por la espalda con mis brazos apresando tu vientre.
Con una erección entre tus nalgas, así de obsceno, así de hombre, así de loco.
Así te amo.
Déjame ser la bestia solitaria en el día que te ama secretamente bajo el sol y con descaro en la oscuridad o bajo la luz artificial del hogar. 
Déjame ser la fiera que te asaltará en lugares despoblados, en los momentos en el que la humanidad dormita o celebra sus inutilidades, miedos y frustraciones.
Estoy a salvo de esas cosas contigo, amándote. Soy tu androide aparcado en el armario de las escobas, esperándote.
Mantenme oculto y secreto, mi amor.
Es por mi bien, es por mi tranquilidad.
Que nada ni nadie me robe un instante para amarte.
Perdona que te cargue con esta responsabilidad.







Iconoclasta

11 de diciembre de 2014

Oscuro y oculto


Qué hermosa intimidad
con la madre noche
cuando el planeta duerme
y yo fumo.
Cuando el planeta despierta
y cierro los ojos a la luz,
negándola.
Soy oscuro, soy noche,
mi propio sueño tangible
milenario y ancestral.
Una erección lunar
una sangre maldita
una piel oscura y doliente.
Después de tanto tiempo,
de tanta lucha,
tantos años...
Oscuro y oculto
la más grande y discreta
íntima libertad.
A salvo de envidias
de dioses y gusanos.
Oscuro y oculto...











Iconoclasta