Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta sacrificio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sacrificio. Mostrar todas las entradas

3 de marzo de 2023

lp--El futuro de los jerarcas y políticos--ic

Es de puercos responsabilizar a nadie del destino del futuro. Y los políticos por su ambición y codicia no cesan de hablar del futuro para robar hoy lo que no podrán mañana.

Nadie se entera de nada, porque no hay inteligencia suficiente para sintetizar o analizar y resumir la idea de un discurso. Es por ello, que los lelos incapaces de respirar por la nariz, escuchan al político babeando y piensan que razón no le falta.

No son conscientes de la ofensa y el desprecio que el político o jerarca les está escupiendo a la cara con esa sonrisa subnormal en el rostro.

Los insulta y los denigra desde el mismo momento que a esa masa amorfa y anónima de ciudadanos, los condena en el presente, les perora que son un caso insoluble. No se pueden salvar de la ruina, sino dar su dinero y salud a los que no han nacido.

Que los vivos solo son combustible para las próximas generaciones.

Los presentes han de vivir como mierda para que los que vienen disfruten de su mísera vida sacrificada.

Estos mensajes paternalistas, pseudo filantrópicos de los avarientos y ambiciosos jerarcas y políticos se vienen repitiendo desde que un primer mono hijo de puta, fue nombrado jefe de una tribu o rey.

Han pasado más de seis mil años de civilizaciones sosteniendo la misma mierda de joder a los presentes por un bien de los futuros. Que la población viva miserablemente para que ellos, los ambiciosos y avaros en el poder, mueran ricos.

La humanidad no es inteligente, solo algún individuo lo ha sido. La masa humana tiene un certificado de retrasada mental que le asegurará, hasta su extinción, trabajar para futuras generaciones muriendo con la boca llena de mierda.

Tiene ese grado de imbecilidad clínica y no conseguirá sobrevivir para evolucionar y erradicarla de su genética.

Son incapaces de entender los lelos que lo que hoy se consiga, gane y disfrute; servirá para los que están por nacer, si llegan a ello. Y a ellos les tocará sostenerlo y mejorarlo si pueden. No requiere sacrifico alguno el futuro. Nadie vive para alimentar a los no nacidos y cada cual tiene su vida que disfrutar y mantener.

Los sacrificios solo los exigen sacerdotes, santones, presidentes, tiranos y reyes para morir podridos de dinero.

Y nadie los mata, no en suficiente número y frecuencia; sino que cada vez nacen más futurólogos de mierda.

El futuro de los jerarcas es la maldición eterna de los pobres, que lo son por idiotas.



Iconoclasta




5 de marzo de 2021

Diosa y paraíso


No existe nada tan fervorosamente religioso como soy yo ante ti.

Y dentro de ti.

Soy monoteísta y ti me debo. Eres mi tótem, mi cruz, mi aire y el fuego donde ardo en sacrificio a tu coño bendito por los siglos de los siglos.

Ni quiero ni me apetece adorar ídolos, porque cualquier dios es una figurita amasada con mentiras e ignominias.

Soy absolutamente ajeno a los Diez Excrementos.

Ningún dios ha prometido jamás en la vida un paraíso como tú lo eres.

Diosa y paraíso…

Se podría decir que pagas por adelantado y comulgo con el miembro henchido de sangre.

No es sacrificio cruento, es cremoso y cálido. En tu cuerpo no hay un solo rincón de infierno.

Llevo la condenación, el estigma del obsceno amor a mi divinidad; mi semen brota sorpresivamente, como una meada que no se puede retener, sin tocarme. Solo con pensarte se me escapa un gemido imposible de contener y en mis calzoncillos la hirviente leche se enfriará lentamente hasta la siguiente e incontenida lefa.

Metértela es mi bucle temporal, soy un moderno y cremoso condenado eterno.

Todas estas venas palpitantes aquí abajo…

Duelen, cielo.

Mi Diosa, mi Paraíso.





Iconoclasta

9 de septiembre de 2018

Sacrificio


Hay un imbécil con manos chapadas en oro puro que pide sacrificio a los pobres, a los idiotas, a los crédulos, a los ingenuos, a los ignorantes, a los esclavos, a los que sonríen a todo sin ser necesario y a los que acarician con elaborada ternura repugnantes gusanos vomitivos, en nombre de la tolerancia y la bondad intrínseca del ser humano. Su espiritualidad de mierda es tan solo una pose astuta para recrear un sentimiento de ingenuidad y santidad en la conciencia insectil humana.
El sacrificio es la maldición que a lo largo de la historia hace crónica la miseria y la esclavitud. El sacrifico enriquece y hace las tierras más valiosas a los grandes amos de posesiones inmuebles, de grandes extensiones, de montañas y prados plagadas de putas alambradas que instalan con codicia esos ambiciosos puercos y pervertidos.
Para que sus posesiones sean más valiosas, se han de abonar con muerte y pobreza.
El cuento del sacrificio lo escuché en una clase de catecismo impuesto por aquella cultura dictadora y asesina. Pretendía que sacrificara mi vida o lo que contenía, para honrar a un puto dios y sus sacerdotes o a un viejo militar asesino y maricón con gafas de sol que, no podía hablar sin cagarse encima.
Cuando escuché el cuento de Dios ordenando a Abraham que sacrificara a su hijo, lo entendí todo. Y pensé: una puta mierda.
A los diez años entendí la basura que me querían meter en la cabeza una gente mucho menos inteligente que yo. Identifiqué el gesto envidioso de mi profesor, cuando mis compañeros de clase escuchaban con interés y risas mi redacción sobre los perros.
No me hizo falta follar para hacerme hombre perdiendo la inocencia en un coño. Aquellos dos momentos de comprensión en la escuela prisión me provocaron una náusea, y devolví el vómito que me subió a la boca, al estómago de nuevo. Así que a los doce años me fumé mi primer cigarro y no dejé de hacerlo; porque para tragar mierda, elijo yo.
Cuando oigo “sacrificio” siento aquella náusea infantil de nuevo. Al ver la envidia en ojos ajenos, busco una navaja para pincharlos.
No ha cambiado nada de la humana miseria en los cuarenta y pico de años que han pasado desde mi inicio a la madurez intelectual, solo el decorado.
Siguen apareciendo hijos de puta predicando sacrificios, mesura, paciencia y obedecer sus designios repugnantes. Sus ojos porcinos ansiando la inteligencia que no tienen y las palabras que no saben colocar. Les viene grande el lenguaje y la cultura.
A la chusma se la pone dura o se le empapa la entrepierna ante un crucifijo, una virgen, un himno, una bandera o una sonrisa rastrera y carroñera.
Es como vivir un bucle, siempre la misma mierda.
Es cíclico.
Frente a un botón rojo para hacer estallar mil bombas nucleares, mostraré complacido en que consiste mi espíritu de sacrificio.
Si no consiguieron engañar a un niño de diez años, tampoco podrían sobrevivir a mi torva mirada y mi puño pulsando con un golpe, toda la muerte posible.
No quiero un mundo mejor, quiero morir en un mundo sin ellos. Sin iluminados, mesías y generales con gafas de sol color mierda.
Quiero ver sangrar las uñas de las manos que se entrecruzan encima de los genitales ante discursos repugnantes que insultan mi inteligencia. Esas manos que pretenden demostrar la más repugnante bondad mentirosa, el más sucio paternalismo.
Quiero una última cena en una mesa llena de armas humeantes con un cristo arrodillado ante mí y apóstoles sangrando.
El único sacrificio que podría satisfacerme tras estos años de vida, es el de millones de idiotas deshaciéndose en las calles y esos miles de iluminados, derramando los intestinos sobre sus pies.
Cualquier otra consideración de espiritualidad y sacrificio de un futuro mejor, es pura cháchara sin gracia e ingenio.
Alguien debería detener toda esta cíclica e iterativa mediocridad.
Una extinción sería deseable.
También me gusta follar con una o tres mujeres voluptuosas y golosas como yo; pero ya es otro tipo de retórica más amable y familiar.




Iconoclasta