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Mostrando entradas con la etiqueta repulsión. Mostrar todas las entradas
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14 de diciembre de 2022

lp--El voto repulsivo--ic


El Caudillo Penitenciario Fascista Español Homosexual Sanitario, con el eufemístico título de presidente Pedro Sánchez, con sus ademanes paterno-hipócritas y homosexuales de mal actor aficionado causa repulsión.

Si la chusma lo ha votado, aunque no lo suficiente para ser presidente, solo puede deberse a que esta chusma votante pertenece a la misma especie venenosa que el Caudillo Sánchez.

A la legua y desde su nacimiento, el Caudillo Penitenciario Fascista Español Homosexual Sanitario, causa repelencia con su sola presencia, sin abrir la boca.

Ha ocurrido en España como ocurrió en Alemania, cuando se votó masivamente a aquel retrasado mental con complejo de Napoleón Divino: Hitler.

No sé que tienen los cerebros podridos que tanto fascinan a la chusma votante.

Sí que lo sé: comparten la misma podredumbre, son de la misma raza mezquina.





Iconoclasta

26 de octubre de 2022

lp--La podredumbre ética de los políticos--ic


La podredumbre de los actuales políticos es tan nauseabunda como esas orugas peludas y urticantes retorciéndose entre las viscosidades de sus nidos.

Es tan repugnante observarlos que causa fascinación, una hipnosis que impide apartar la mirada de esa asquerosidad pulsante.

En su pornógrafa vanidad, arribismo e hipocresía, se han autoproclamado los auténticos mesías salvadores de vidas y almas. Pero sus fauces babean de pura codicia de dinero y poder. Esa obscena voracidad viscosa de la riqueza fácil, de una pornográfica y publicitada impunidad que pringa toda dignidad.

Y apenas unos pocos ven esa malignidad.

En el año 2020 esta plaga de vomitivas orugas se expandió e infectó el planeta con el coronavirus o covid, retorciéndose impúdicas en sus nidos-poltronas, esperando que la seda del nido se rasgara para devorar la ética, la decencia, la libertad y todo asomo de razón.

Jamás la plaga de políticos procesionarios fariseos había sido tan grande, tan numerosa. Lo han infectado y ensuciado todo, incluso a la especie humana.

Los nidos de orugas políticas llenaron e infectaron las calles y el bosque mismo como nunca antes se había visto en ninguna era.

Y pudrieron el clima y el agua.

Mientras nos subían arcadas del estómago, ellos, los políticos-orugas, engordaban y erigían nuevas dictaduras analfabetas y usureras creando crisis con burda y obvia alevosía ante una masa humana ciega de miedo e ignorancia, de inmovilismo y amén.

Oscurantismo y expolio…

Cada día y a cada minuto las repugnantes orugas se retuercen lujuriosas de poder y mentiras en las pantallas de televisores, teléfonos y ordenadores, en las páginas de los periódicos. Y nadie las mata, nadie las extermina cuando dicen que la libertad es enfermedad y usan la doctrina evangelizadora del homosexualismo y su esterilidad para frenar la reproducción humana en las ciudades superpobladas por humanos y ratas.

Las asquerosas y voraces orugas exigen más espacio que infectar. No pararán a menos que las quemen o envenenen en sus nidos.

Y lo peor que podía ocurrir está pasando, que la mayor parte de esta sociedad decadente, infantilizada, superficial, asexuada, cobarde y analfabeta ha desarrollado amor, respeto y fe hacia ese horror repulsivo de las venenosas y voraces procesionarias.

En algún aciago momento la repulsión y lo sucio se convirtió en adoración, como ocurre con toda religión.

Sucede aquí y ahora. En todas partes.

Estamos abandonados…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

 

30 de octubre de 2019

Fríamente


Se acercó a su coño como otras tantas veces, para besarlo, lamerlo y penetrarlo.
Y olía a mierda.
Su poya perdió la erección en ese mismo instante, sintió asco.
Cuando se muere el amor, en su vida, los sexos huelen a mierda.
Las razones cayeron como las hojas rasgadas del libro de los amantes decapitados, con las páginas impregnadas del hedor de su vagina babosa.
Siempre fue un poco despistado con los asuntos de los odios, desamores o engaños; cosa que inevitablemente te lleva a salpicarte de porquería.
Nunca le preocupó el fin de las cosas, porque él mismo tenía una muerte.
Cosa que es buena: los finales. En la variedad está el gusto. 
Aunque la vida sea corta, está el problema de la repetición, de siempre lo mismo; con lo cual se puede hacer insoportablemente larga.
Se da cuenta también junto con las marranadas que dice su coño, que hacía ya unos meses que dejó de amarla, la follaba porque no costaba dinero.
La puta jadeaba ante un beso que no llegaría ya.
-Me voy a tomar un café -le dijo a los babosos labios antes de incorporarse de entre sus piernas.
Ella lo miró con desprecio por encima de las tetas.
Se fumó un cigarrillo con un café y ella le gritaba desde la habitación que estaba amargado.
Puede que sí; pero no se sentía desdichado, malhumorado o decepcionado, solo molesto con ese olor a mierda que quedó como un vapor denso en su nariz.
Fríamente salió de la casa sin responder a los insultos de la puta apestosa.
Cuando dobló la esquina de la casa, desapareció el olor y caminó tranquilamente alejándose. Casi con alegría.
Una vez le dijo una mujer que su corazón era frío como un trozo de hielo.
Bueno, lo importante es no oler a mierda; pensó.
Subió a un taxi, sin más complicaciones.




Iconoclasta

18 de octubre de 2019

La falacia de la atracción de los polos distintos


Eso de que incluso en las relaciones humanas los polos opuestos se atraen es una metáfora mentirosa y sin sentido lógico alguno.
Solo ocurre con el magnetismo, en la física.
En las relaciones animales, entre ellas las humanas, son los mismos polos, los de idéntica carga o nombre los que se atraen.
Es por ello que existe el polo rico y el pobre y jamás se atraerán si no es porque un rico quiera pagar a un pobre por un acto sexual. Los pobres se juntan con los pobres y los ricos con los ricos, así de simple, sin ramplonas y elaboradas metáforas que intentan hacer la sociedad más preciosa.
El polo rico siente asco, repulsión por el pobre. El polo pobre siente envidia por el polo rico. ¡Y admiración! (es un efecto de la indignidad de ser pobre).
Los fascistas de derechas se agrupan bajo las mismas ideologías y los de izquierda bajo las suyas propias, repeliéndose siempre aunque usen idénticos totalitarismos y ostenten sus imaginarias supremacías.
Follar no es una atracción, es un instinto reproductor. Hembras y machos no son de signo contrario, son la unidad reproductora sin la cual no existirían.
Su química hormonal los engaña creando ilusiones de amor y devoción cuando en realidad están más calientes que una castaña asada. El amor es un cortejo reproductor.
Nunca me he engañado: amor sin sexo es un fraude, una fiebre infantil, pueril y sin beneficio alguno.
Cualquier otra consideración de atracción macho/macho, hembra/hembra, hembra/macho/hembra o macho/hembra/macho, es pura deficiencia que solo tiene alguna trascendencia en las endogámicas granjas humanas que son las grandes ciudades, donde el hastío y una pésima diversidad genética (por una endogamia inevitable) lleva a estas anomalías genéticas o psíquicas.
Las relaciones animales están muy lejos, incluso metafóricamente de comportarse como el magnetismo.




Iconoclasta

10 de octubre de 2019

Yo Apátrida


Me erizan los vellos los actos y declaraciones de patriotismo.
Los himnos me provocan eccemas y prurito genital. Siempre me llevo la mano a los cojones, nunca a mi podrido corazón.
Viendo a los patéticos patriota llorar sus himnos emocionados, me considero afortunado y superior por ser absolutamente impermeable a apegos de nación y raza.
Siento una verdadera repulsión por las banderas que no son de piratas o las que anuncian burdeles.
Padezco de un odio atroz por el lugar en el que nací y me hizo esclavo desde el primer día de mi vida. Un odio del que no quiero curarme, porque es mi privilegio y mi dignidad.
Gozo de un rencor cancerígeno hacia los que murieron y los que viven de mi esfuerzo, los que con sus impuestos y morales han intentado esclavizarme y asfixiarme en los excrementos de la pobreza y la mediocridad.
Porque en esta repugnante y leprosa sociedad de naciones, he perdido más de la mitad de mi vida y salud para alimentar a los altos cerdos.
Como deseo que mueran, como me alegro cuando al mear imagino que mojo la cara de esos muertos…
Es imposible no sonreír insanamente cuando un jefe político, un ministro, un presidente, un rey, un juez, un obispo o un multimillonario, muere, sufre, se le escupe o le nace un tumor.
No existe forma humana en esta puta y puerca sociedad de que pueda tener un pensamiento, siquiera neutro, hacia un político.
Siento y aliento el profundo desprecio y repulsión hacia todo patriota sea cual sea su pelaje. A esos esclavos y mediocridad en estado puro que vitorean a sus amos y divisas como banderas y fronteras piojosas de mierda.
Esto es un mundo asqueroso, yo no lo pedí. Me jodieron, me estafaron, intentaron mutilarme intelectualmente, hacerme creer que era libre nadando en una alcantarilla; sucio por los excrementos que llueven de los altos puercos de allá arriba.
Deseo la violencia y sus consecuencias, rezaría ante cualquier altar, piedra o muñeco si diera resultado. Con sangre, muerte y hambre de los ciudadanos patriotas o no, me sentiría libre y menos sucio.
Ojalá pudiera escribir esta náusea con algo de humor para poder dejar un rastro de sarcasmo. Pero no es posible, hoy mi química dice que no hay espacio para el humor, estoy asqueado.
Escribo imaginando que la pluma se clava en los ojos de los patriotas y sus amos, en lugar de una forma tan incruenta, en el papel y solo con tinta.
Y es algo que debo hacer,  mi naturaleza lo dicta: mi pene late furioso, está erecto y amoratado el glande de tanta sangre que le llega. Y si ella estuviera cerca, la follaría con animalidad, sin cuidado por el culo, por el coño, por la boca hasta que vomite…
Yo nací en este planeta. El que una gente me metiera en la boca su coño o su polla en un determinado idioma y color cuando nací, fue mi mala suerte.
Pero jamás sacaron ni sacarán de mí un respeto a sus cochinas banderas y sus himnos de maricones.
Muy joven aprendí a pensar cuando un alto puerco moría: “Y así hasta que no quede ni uno. Hijoputa… Cómo me alegro…”. Ahora, impaciente pienso día sí y día también: “Cuánto tardan en morir, joder”.
Mierda para dios, jueces y jefes.
Vuestra respiración es mi ofensa, vuestro asma mi esperanza.




Iconoclasta

21 de octubre de 2016

Escamas entre tus dedos



No quiero ser un buen hombre sensible y comprensivo.
No quiero ser tu confidente o amigo.
Tu apoyo moral...
No quiero ser guapo, ni fuerte.
Ni siquiera ser hombre.
Deseo ser una bestia reptante entre tus muslos. Que me amputen los brazos y las piernas si es preciso.
Fascinarte con mi repulsión, sacar de ti lo más morboso y no puedas evitar separar las piernas para que mi lengua azote nerviosa tus ingles y llegar a tu coño por la vía de un placer tan inevitable como repulsivo.
Clavar mis colmillos y sorber tu clítoris.
Vampirizar tu vagina temblorosa...
No quiero que me ames, solo roza mi cabeza cuando entre en tu coño. Y sabré la verdad: a pesar del asco, me quieres dentro, retorciéndome en tu sexo baboso como yo. Causando vibraciones casi eléctricas que estimularán tu clítoris hasta hacerlo enorme.
Porque es enorme como un universo.
Desesperándote en la indefinida frontera de la repulsión y una hedonista adicción que destruye voluntades.
Acariciar con mis húmedas escamas los labios de tu coño al entrar.
Siseando obscenidades que rimen con tus gemidos de placer y alarma.
Que susurres "Dios mío" al sentir entre tus dedos mis escamas deslizándose dentro de ti: impías, viscosas en tu sexo tan abierto, que parece destripado.
Te diré que yo soy Dios, el creador y tu dueño. Que estoy formando un universo en tu coño. Que obligo a tu mente que observe el mundo a través de visión infrarroja y animal convulsionándome entre tus muslos.
Mi cola asomará entre tus piernas como una obscenidad indomable que lanza violentos latigazos.
Cierras los puños y separas las piernas hasta el dolor, porque quieres más.
Porque quieres como yo lo que nadie nos ha dado jamás: lo extraordinario, lo imposible. La puerta de emergencia de este decorado insulso en el que nos encontramos.
Córrete, báñame, ahógame dentro de ti. Contrae tu coño y hazme sentir que me aplastas, acaricia la inquieta obscenidad que asoma entre tus labios obscenos y secretos.
No soy hombre, soy un desesperado y brutal deseo reptil sin amor, ni cariños, ni compresiones.
Solo voraz de ti.



Iconoclasta

7 de julio de 2015

Hay ratas que sí


Aún se despierta acostado de lado en el extremo del colchón, en el borde mismo. Debe evitar el contacto con el sucio pelaje de la rata.
Cuatro años durmiendo con una rata al lado, crean un hábito difícil de erradicar.
Cuando adquiere conciencia, se da cuenta que no hay rata. Huele las sábanas: no hay el hedor de la rata impregnada por la suciedad de otros ratos. Entonces extiende los brazos en cruz y separa cuanto puede las piernas. Se esfuma la repugnancia inicial que le acompaña aún algunas mañanas y noches.
Observa por la ventana del comedor: ya no hay un precioso y majestuoso volcán; pero se compensa con un aire más limpio que huele a clorofila y lavanda. No hay cenizas que lo hacen toser y enturbian la luz.
Se ducha  y tiende a emplear demasiado tiempo para limpiarse el hedor de la rata que parasitaba su cama. Y se relaja, deja que simplemente el agua caiga templada por su cuerpo, sin frotar fuertemente. No es necesario.
Es sábado, ya no siente la profunda decepción y temor a tener que soportar la hedionda rata durante horas sin consuelo. Ya no tiene que aspirar el acre olor de la rata sucia y la mezcla almizclada de hedores de otros ratos. Sus chillidos histéricos provocados por los amarillentos y viejos incisivos que se le clavaban en el cerebro provocándole paranoias y calenturas que solo calmaba con vodka, cerveza y alimentos de mala calidad en sucias cloacas.
Dicen que las ratas son astutas; pero siente un escalofrío y el olfato se le llena de aquel repugnante olor a miseria y mezcla de orina y otras cosas innombrables. No, la rata no era astuta; solo repugnante. Solo evocaba asco.
No astucia, no inteligencia, no simpatía. Asco, asco y asco...
En sus patas anidaba la miseria como un hongo que impregnaba todo por donde pasaba.
Llega por fin al banco de madera y toma asiento con un suspiro, la caminata ha sido larga, como siempre. Es fácil caminar largas distancias en esa catedral de vida que son las altas montañas.
Saca de la mochila una bolsa de plástico, la rasga y la extiende frente a sus pies, hay restos de embutidos y frutos secos.
El río hace cantar a las piedras con una suave y apacible melodía.
Como siempre, aparece entre las hierbas de la orilla. Se acerca hasta la comida, se sienta sobre sus cuartos traseros y se limpia las patas delanteras como si fuera un saludo.
Él sonríe ante esa ternura y gracia. La menuda rata de negro pelaje brillante y húmedo come tranquilamente sin prisas, sin temor. Una avellana la toma entre las dos patas delanteras para poderla roer y comer. Mira al hombre aún con curiosidad mientras mastica.
Cuando acaba el festín, se sienta de nuevo sobre sus cuartos traseros, se limpia las patas en un adiós (eso quiere creer él) y desaparece de nuevo entre la hierba hacia el río.
-Son muy listos estos animales -le dice un excursionista habitual de aquellos parajes que ha estado viendo la escena.
-Sí, ésta sí -responde evocando el olor repugnante de la rata de aquel volcán.
-Y pensar que hay gente que las mataría...
-Hay ratas malas, repugnantes y sucias. Las ciudades esconden demasiada miseria, y hacen miseria de los seres humanos y todos los animales. Hay ratas que sí deben ser exterminadas. Y personas -responde con un deje melancólico, como si se encontrara lejos de algún lugar.
A veces es duro y demasiado directo; pero es mejor que ser hipócrita, no se arrepiente de haber contestado así.
El excursionista sonríe pensando que se le ha complicado un poco la conversación.
-Bueno, éste es un buen lugar, no hay ratas de esas -responde tras unos segundos de reflexión.
-Así es, jefe. Buenas tardes -le responde levantándose del banco y colgándose la mochila de un hombro.
-Buenas tardes. Salude a su amiga de mi parte la próxima vez.
Y sonríen, es un buen lugar para hacerlo.
Un buen momento.
Está bien no sentir asco, está bien conversar banalidades con simpatía.
Ríe durante un buen trecho del camino de vuelta a casa sin ser consciente.
Poco a poco recuperará el centro de la cama para dormir.
Una rata hace olvidar otra rata.
Dicen que los clavos hacen lo mismo, solo que siempre se queda un clavo.
La rata se va y deja una sonrisa. Ésta sí.
Y está bien otra vez.
Hace tiempo que todo está bien.




Iconoclasta