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29 de octubre de 2016

Bohemios...



Se le achacan méritos y romanticismos exagerados y facilones a los que escriben, pintan o dicen algo ingenioso desde una bohemia comodidad. Desde un bienestar u holganza donde el sudor de la esclavitud laboral y su precariedad, no marca sus inspirados días.

Es fácil y poco meritorio ser intelectual y transgresor cuando eres un afortunado.

Soy adicto al combate, al dolor, la ira y el cansancio. Que se emborronen las palabras con el sudor y escupiendo rabia. O con los dedos mojados de un semen eyaculado con tristeza...

Y así sacar el in-genio de las venas de mis brazos.

De un pene inconsolable...

Bohemios y pensadores de vida fácil y resuelta...

Os enseñaré la verbigracia, el romanticismo y la irreverencia que contienen una gota de sudor y otra sangre. Y a falta de absenta, brindaré por toda la mierda de este mundo con un trago de agua turbia y recalentada.

Ebrio de agotamiento y rabia.

Narcotizado de frustraciones.

Bohemios y sabios de club...

No sabéis nada, ingenuos.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

7 de octubre de 2016

Salvajes deseos



No sé cómo, ni dónde, ni con quién vives. Ni a quien amas.
No me interesa.
Y si alguna vez lo supe, lo he olvidado.

Metértela anula cualquier otra consideración en mi mente que no sea tu piel y desgarrar tu alma con mi rabo y mis uñas.

No quiero saber nada de ti ahora y lo que sé, lo anulo; me basta con arrancar violentamente tu blusa.
Tan violentamente que se pudiera decir que es violación.

No me dan miedo las palabras para susurrarte puta al oído.
Y  la envidia la capto mejor de lo que quisiera.

Me gusta que los ojos vacuos de los ajenos sientan envidia al ver como te penetro con brutalidad y gimes impúdica conmigo dentro.

Clavada a mí, clavado a tu coño. Rezumando entre la cópula viscosos líquidos de un placer que es más de bestias que de humanos.

Quiero hacer de nosotros un sucio pensamiento en la mente mediocre de los ajenos.

Alguien pudiera pensar que estoy loco, alguien pudiera decir que no te merezco; pero también podrían morir al tiempo que lo expresan ante nosotros, ante la cópula cuasi animal.
Te follaría encima de cadáveres, ignorándolos.

Que rabien rechinando sus dientes mientras los míos amenazan tus pezones ofrecidos con tus propias manos crispadas, temblorosas.

Separa tus piernas, sé obscena y méate ante el mundo gritando tu placer.
Méate, méate, méate...

Córrete, puta.
Y acaríciate con los dedos sucios de mi semen.

Córrete para mí, ante ellos y su sudor insano que les resbala por la frente como un cáncer viscoso y caliente.

El deseo es salvaje...
No... Somos nosotros los que hacemos salvaje el deseo.




Iconoclasta


25 de enero de 2016

Mis repugnantes suegros


Hola suegros de mierda.
Teníais razón: vuestra hija es inteligente, hacendosa, piensa en vosotros, es limpia y cocina bien.
Pero lo que no me habíais dicho de ese ángel, es lo bien que folla.
Tanto molestarme, tanto aburrirme con vuestras loas diciendo que vuestra hembra era un ser excepcional y angelical que yo no merecía. Y resulta que follando supera a todas las putas que he comprado a lo largo de mi vida.
Os felicito por tal hija, mis tarados suegros.
Que sepáis que se la he metido a vuestra hija hasta que ha gritado como un animal herido.
Y no es mala persona por ello, entendedme, pero me gusta más cuando me come el rabo que cuando limpia. Es que me contasteis todo lo bueno de ella, menos la forma en que la chupa.
Estoy de acuerdo, es un ángel con los pezones salpicados de mi leche.
Os lo escribo y comunico por certificado para que sepáis lo bien que me cabalga, los gemidos tan desgarradores que lanza, su forma de frotarse el clítoris en un orgasmo. Es que era tan santa según vuestra enfermiza y pequeña mente, que ya pensaba que me iba a follar al Mesías con tetas.
Estoy pensando en comprarle una corona de espinas, para follármela mientras sangra, hijoputas.
La de veces que he tenido que soportar vuestra cháchara, vuestra devoción por esa hija, viejos de mierda.
De mesías nada, hijos de puta, papás políticos de mierda. Es una zorra en toda regla.
Os adjunto la foto de la boca de vuestra hija rebosando mi semen. Es magnífica.
Esperemos que también sea una buena hembra paridera que solo transmita vuestro santos genes mierdosos y no los míos, que no se los merece, mis puercos suegros.
Su ano sangraba; pero no dejaba de pedir más. Tiene un buen músculo, he  tenido que esmerarme para poder metérsela en ese agujero estrecho.
Y ahora en serio: todos vosotros, familia de tarados, no sois unos santos porque de lo contrario, ahora tendría mi pene bendecido con un halo brillante, porque los padres santos tienen hijas santas que no dejan mi glande sucio de excremento tras darles por culo.
Vuestra hija no es santa, es un tía que traga todo lo que le clavo y que me clava las uñas en la espalda desgarrándome la piel para que le meta hasta los cojones mismos.
Me merece, podéis estar contentos, porque la hago feliz como no lo ha sido con nadie: grita como un cerdo cuando se corre.
La habéis adorado y la queréis tan psicóticamente que a veces he tenido que vomitar al salir de vuestra casa de mierda. La habéis convertido en modelo a adorar y yo le he regado sus enormes tetas con mi leche caliente, cosa que ella ha agradecido lamiendo sus pezones empapados y relamiendo mi glande aún convulso por la eyaculación.
En definitiva, he perfeccionado a vuestra hija, subnormales.
Es buena persona, pero en modo alguno es la santa que me vendisteis durante años de noviazgo. No hay milagros y no transforma las cosas sórdidas en golosinas y flores. Tampoco vuelan a su alrededor decenas de pajarillos cuando camina.
Y para no merecerme semejante ejemplo de integridad, laboriosidad y bondad, también os envío un audio de sus gemidos: "métemela más adentro, más fuerte, hijo de puta", aunque no lo creáis es su voz.
En una próxima entrega, os enviaré una foto de su santa vagina para que veáis que por ese coño dilatado, pueden salir dos niños de golpe cuando cansado de follármela, la use para que tenga hijos.
Espero que ahora conozcáis bien a vuestra hija; pero sobre todo, que me conozcáis bien a mí, tarados santurrones.
Ahora me la voy a tirar mientras friega los platos en la pica. ¿Os gusta la idea?
El fin de semana que viene, iremos a cenar a vuestra casa, avisadme si queréis que os haga una demostración de como me la come ¿eh?
Nos vemos, idiotas.
Con asco:
Vuestro yerno, siempre inferior al valor de vuestra hija; pero no os lo creáis.



Iconoclasta

28 de septiembre de 2015

Puercos (o la cardíaca ira)


No puedo creerlo, hay tantos metros cuadrados... Hectáreas y hectáreas de montaña y me he encontrado con esos dos asquerosos.
La pareja que va unos metros delante mío consigue ir tan lenta como yo y todo es rojo.
Par de asquerosos... No  puedo rebasarlos, caminamos a la misma velocidad y yo no puedo ir más rápido. Solo me queda sentarme en un banco y  esperar que esos apestosos se alejen.
Que se pudran.
Mi lentitud me da un tiempo precioso para odiarlos, para desear su exterminio entre dolores atroces que se arranquen los ojos de dolor.
Es tan fácil odiar a esos dos puercos con solo ver sus lomos semi curvados, como si estuvieran cansados siempre. Cansados de ser la mierda que son.
Pienso que están parasitando un estado evolutivo que no les pertenece. Que viven por ser garrapatas de otras genéticas que sí son aptas para la vida. 
Ningún hombre o mujer con algo de clase, interés o energía, puede caminar tan lento sin convertirse en algo que meter en una trituradora de carne.
Si fueran viejos lo entendería, si fueran tullidos también; pero dejan una estela en el aire que huele a mierda, como si cagaran al mismo tiempo que caminan.
Tienen tiempo para ello, hijos de la gran puta.
Huelo lo puerco y lo miserable, soy sensible a ello. Siento mi piel sucia y mis pulmones enfermos por compartir el aire de esa pareja de marranos abúlicos, inapetentes, átonos, mal formados...
Con tan poca clase que hacen necesario y justo el asesinato.
Entendería esa lentitud y abulia si el macho de mediana edad le metiera la mano en el coño para acariciarla; pero son dos marranos de mierda que solo saben meterla y tragarla mecánicamente, en la oscuridad, con asco de verse a sí mismos. Solo espero que no tengan hijos, y si los tienen, que mueran sin dejar descendencia.
Que mueran ahora, todos.
Pareja de vagos, parias, mediocres.
Vuestro ánimo es un gas apestoso que ofende todos mis sentidos.
Puercos lentos...
Tarados abúlicos que estáis en el mundo con la única función de ser estiércol, abono.
Si hubierais existido unos siglos más atrás, os hubieran comido los lobos, los osos. Os hubieran destripado vuestros propios compañeros de tribu, pareja de puercos.
Puerco él, puerca ella.
Lo noto, siento correr vuestra mísera genética por mi ropa. Si mi bastón tuviera punta afilada, os desgarraría las entrañas entrando por vuestros repugnantes esfínteres, hasta que vomitarais vuestros propios intestinos.
Os odio con cada paso lento que dais. Me ofende vuestra vida, me agrede el sonido de vuestros putos pies casi arrastrándose.
Os metería un caballo de petróleo en vena.
Parias puercos...
Vuestra energía cae al suelo como un excremento y me siento sucio de pisarlo.
Ojalá el cáncer os coma y muráis entre sufrimientos inimaginables.
Putas de la especie humana... Os deseo tormento, desgracias hasta la hora que dejéis de respirar.
Subnormales que vivís una evolución que no merecéis que otros trabajaron.
 ¿Por qué estáis vivos? Es desesperante ver durante tantos minutos vuestra lomos, vuestras nucas ideales para clavar algo metálico y agudo en ellas.
Durante todo el puto camino...
Hijos de la grandísima puta... Me van a estallar las venas de las sienes.
Si yo he tenido mala suerte de encontraros, os deseo la suerte de padecer la enfermedad más terrible y más dolorosa.
Y encima votaréis en elecciones como si tuvierais inteligencia para ello.
Os odio, siento asco solo por veros. Todos mis sentidos dicen que deberías estar perdiendo los dedos y las manos, infectos de lepra.
Hijoputas.
Falta justicia y falta selección natural.
Tarados que vivís de los esfuerzos de otros genes.
Morid, puercos. Y vuestros hijos.
Que no quede rastro de vosotros en toda la capa de la tierra.
Ojalá os aplaste un camión.
Mierda de paseo, me lo han jodido.



Iconoclasta

13 de junio de 2015

Frustrivas lágrimas



A veces se me escapan unas lágrimas porque pierdo el control de la realidad. Porque el pasado dejó de ser un hecho y el futuro es solo imposibilidad.

Y perder el control conlleva también que no puedes concretar con precisión el porqué de esas lágrimas.

Cuando eso ocurre es porque estoy en el momento y lugar adecuado: en la soledad.

El cerebro sabe cuando aflojar las riendas del control, porque nos daría pánico (a mí y a la razón, al cerebro), que este llanto incomprensible e incomprendido se desbordara en presencia de alguien.

La soledad es la libertad del llanto.

Y el llanto nace en las altas montañas de la Frustración de Llegas Tarde o Ni Siquiera Llegas a lo Bueno.

Las lágrimas producen una comezón en la piel y siento la angustiosa y humillante sensación de que corren gusanos por mi rostro. Me quito las lágrimas a manotazos antes de que horaden la piel y pongan huevos.

No quiero ser el rostro de una vaca, que nadie me vea como una res con el hocico lleno de moscas.

Soy la vergüenza de la elegancia.

Soy la decepción íntima de un hombre al que llaman P. No recuerdo el nombre, no tengo control de mis funciones racionales.

Soy una extremidad que causa desequilibrio mental, físico y sexual en P. Es mejor que nadie sepa, que sea anónimo. De hecho es anodino (por ello ni su propia razón recuerda su nombre). Se parecen un poco anónimo y anodino, sobre todo porque empiezan por ano (y se me escapa una risa pérfida, aunque no sé si es la razón o la ilusión la que se ríe, no tengo el control). Anónimo es cualidad (buena) y anodino es fracaso (inevitable). La diferencia no tiene sutilidad alguna y revienta cualquier tipo de alegría sin piedad alguna.

También soy la vergüenza de P.

Son las lágrimas de la ira, de cosas que no me dejó hacer la envidia ajena.

Es una mentira de mierda, si quieres no puedes, solo puedes si te dejan todos los hijos de puta del mundo.

Son lágrimas de amores posibles, imposibles, pasados, futuros, eternos, efímeros, muertos y latentes. Y amar es una gran mierda dice la razón, dice P escondiendo su rostro con una mano para que la oscuridad no lo vea. Dice la ira al otro lado del espejo dejando caer una baba feroz de entre sus dientes rotos de morder metales.

Son lágrimas de una erección salvaje y venosa que fertilizaría la tierra misma en un desconsuelo primigenio, como el celo de las bestias.

Bendita soledad que oculta las lágrimas del desconocido y descolocado P.

De la obscena erección de la tristeza.

Hoy no hay sonrisas P.

Caminar es dolor y el dolor espanta las emociones amables si un día las hubieron.

Soy la campana que toca a muertos, porque los deben haber, siempre muere alguien a cada momento.

El llanto y la muerte van de la mano, es una pareja entrañable.

Sin embargo, no oiré mis propias campanas, estaré ocupado en conseguir que el corazón lata y los pulmones tomen otro trago de aire.

Soy la sonrisa de un padre muerto, de una madre muerta, de una abuela muerta...

Una sonrisa inerte.

Los muertos se acumulan a lo largo de la vida.

Son como loros en hombros de piratas con patas de palo que cargan con ellos sin darse cuenta, sin hacer caso a lo que dicen. Los muertos siempre dicen cosas inaudibles.

Soy un desgaste de cuerdas vocales que apenas saben qué decir.

Los hombres no lloran... Entonces ¿qué coño soy? ¿Lloran los cerdos?

Todos están tan lejos, todo lo que quise (lo poco), todo lo que quiero (lo ínfimo). Soy un oso polar atrapado en un iceberg roto, arrastrado por la corriente, allá donde lloran las ballenas y mueren en mares fríos.

Donde las lágrimas se congelan y los ojos se rompen como cuentas de cristal.

Algo no hice bien y lo lloro.

Bendita soledad y el papel empapado de penas.

Las lágrimas se han secado (agotado) y queda un latido encolerizado (las venas de las sienes parecen electrodos en manos de un torturador).

Males que no pude devolver, venganzas que se pudren incumplidas como podridas son las sonrisas de los bastardos impunes. Viviría como espíritu atormentado, vomitando sangre para acabar con ellos y sus descendencias.

Los pequeños seres duelen como los grandes y los insectos son tiburones, y los caballos pequeños son la maldad pura y una serpiente es la bondad arrastrada.

Y lloro unas lágrimas de incomprensión, es el funeral de la razón, es el funeral de un hombre al que llaman P y no acierta a recordar lo que fue, ni siquiera si alguna vez quiso ser algo.

Ser algo es imposición y las lágrimas resbalan por bautismos y hostias que no pidió.

Entre los genitales rasurados, el semen es un río cálido que desborda en cascada por los testículos y las ingles. Y todo está bien. 

La caricia de una caricia.

Soy un acto obsceno, la lágrima depravada.

Es hora de reír:
Hay un perro que se llama chiste. Se murió el perro y se acabó el chiste.

Es que me meo.

Empiezo a tomar el control.




Iconoclasta

9 de octubre de 2012

Una madre que despellejar



Soy un hombre rencoroso y descontento con el mundo. Tengo una angustia interior que crea una presión espantosa y necesito liberarla.
Aún me asiste el control y el cinismo para reír y parecer cortés en lugar de vomitar mi hígado podrido sobre la faz de la humanidad.
Necesito un solo motivo, tener la suerte que algunos tienen para hacer pedazos a alguien con la total satisfacción de haber cometido una buena obra. Es mentira, me da igual que sea una buena o mala acción. Solo quiero denigrar y destruir a alguien, a ser posible, lo que personifique lo más sagrado.
Una mala madre me hubiera servido de entrenador para desfogar toda esta ira.
Quiero una madre como esa, como “eso”.
Esa madre repugnante que hirió con un cuchillo a su propia madre loca.
Madre lo es una rata, no es algo tan divino la maternidad. Que no se crean algunas que por haber rasgado su coño para parir, son santas.
Yo hubiera querido una madre como esa para tener a alguien cercano a quien escupir y sentirme mejor.
Esta ira que me pudre en vida busca un motivo…
“¿Sudas maltratando a tu madre, mamá?”. Le diría arrancando mis profundos mocos de la garganta.
Daría lo que fuera por haber tenido una madre como esa que dice: “Aguanta. Es tu marido y el padre de tus hijos”, cuando llega la hija con la cara reventada a puñetazos y la sangre de su coño violado y reventado bajando por las piernas como dos ríos indecentes.
Necesitaría eso, un motivo para bajarle las bragas y destrozarle las nalgas con el cinturón, hasta que le sangrara el culo como mana la sangre de la nariz partida y el coño forzado de su hija.
No he tenido suerte, no tengo una madre así, que junto con su otra hija, hagan pasar hambre y necesidad a mi padre. Que le roben todo porque él es más viejo e indefenso.
Yo quiero una madre puta así, a la que poder pegar todas las palizas que me apetezca y cuando me apetezca. Dar rienda suelta a toda esta violencia que tengo reprimida. Yo no quiero una madre buena; quiero una rata como esa.
Mi ira es un cáncer que me amarga la vida.
Ojalá mi madre lo hiciera: follarse al hombre que ha violado y maltratado a su hija. Quisiera encontrarla mamándole la polla al hijoputa y con una vara fina arrancarle la piel de la espalda mientras se bebe el semen de ese cabrón.
“Madre puta… La cerda del vecino también ha parido, no eres para tanto”.
Quisiera una madre que no me deja libertad para follar con quien quiero y meterle mis condones usados en la boca mientras come su mierda de sopa.
Quiero una puta madre como esa que miente diciendo que su hija maltrata a sus nietos. Miente para arrebatárselos y criarlos con el puerco que violó y maltrató a su hija. El mismo que le mete esa polla pequeña en su vagina estéril y fría.
Yo quiero una madre así a la que poder hacer rodar a patadas hasta romperle todos los huesos, porque tengo tanta ira en mi sangre, que necesito cometer actos de crueldad que ni siquiera están legislados.
Ojalá mi madre mintiera, me despreciara y diera cobijo a mi asesino. La mataría a golpes, la escupiría, me orinaría en sus ubres secas y viejas.
Y saldría a la calle más tranquilo y desahogado.
Si mi madre fuera como esa, cuando muriera celebraría un fastuoso festín y su foto quemaría en una tarta de cumple-muerte.
No he tenido suerte, no puedo desahogarme.
Solo me queda soñar con una madre como esa, a la que darle una bofetada cuando les arrebata los juguetes a sus nietos para que no puedan jugar, porque es su capricho.
No soy un hombre con suerte, y tengo que tragar toda mi hostilidad en sorbos amargos día a día, sin encontrar a una mala persona a la que destrozar.
Y así, sufro de envidia cuando hay gente que disfruta de tener una madre cerda, a la que un día ir a visitar para arrancarle la piel a tiras.
Un sparring que me ayude a desfogar esta hostilidad y que me dé algo de paz en vida.
Envidio tanto a quien tiene una madre así…
Mierda.







Iconoclasta