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21 de noviembre de 2019

Universos finitos


¿De verdad el universo es infinito?
Solo la nada es infinita y no lo es tampoco, puesto que no existe.
Ergo el universo es nada.
¿Qué se puede esperar de la nada? ¿Un accidente como La Tierra? Con todas su consecuencias. Malas consecuencias…
Sin embargo la nada no es un ente, es ausencia de todo, no se puede accidentar lo que no existe.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
ES AUSENCIA DE TODO.
Como cuando mueren humanos que dejan un espacio, un vacío allá donde respiraban y no influyen ni en una molécula de aire.
Solo puedo entender que el universo es un cajón lleno de restos de infamias de un ser más grande que el humano.
El tamaño importa, las putas lo saben aunque sean piadosas con sus clientes.
Si a su vez, ese tipo grande ve un universo, es que la cajonera está dentro de otra cajonera; pero ambas finitas.
Hasta que el último gigante caiga muerto y toda su mierda tripas se conviertan en meteoritos cruzando el puto universo lleno de residuos biológicos y piedras que son huesos.
Coño…
Es agobiante la filosofía astrofísica, es tan estéril como el jadeo de una puta barata.
¿Por qué asocio universo con putas?
Tal vez ambas cosas sean un fraude para la imaginación.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

5 de marzo de 2019

Buitres y nuestra carroña


El buitre vuela muy alto y no sabe nada del bebé muerto aún enganchado a un trozo de placenta, abandonado pérfidamente bajo un coche estacionado.
El buitre planea alto, lejos de la puta que vendió su coño y su boca por un papel en una película o por un tiempo de fama. Y ahora vende con lágrimas de mierda su “violación” por más dinero.
El buitre no mira abajo por los fanáticos patriotas que claman tierras que no les pertenecen, que sufren el complejo patológico de ser hijos de ella, de esa tierra. Patriotas asesinos de libertades…
El buitre busca cualquier cosa que le sirva de comida.
Tal vez el bebé, si no estuviera bajo el coche…
El buitre planea ajeno a todo lo que no sea comida y altura.
Yo soy un buitre con la extraña habilidad de caminar por la puta tierra y hacer mosaicos legibles con trozos de mierda.
Soy el buitre que piensa sin asomo de moral o juicio, en la madre que parió al bebé y lo tiró. En mi mundo, hay madres de otras especies que devoran a sus hijos o los dejan morir de hambre, por las razones que sean.
Si te sirve de algo vivir, si acumulas experiencia; no es extraño, no es antinatural que una madre mate a su hijo.
Por otra parte, los genitales están desligados de la voluntad del cerebro en gran parte de la chusma o población humana. Es una conclusión un tanto escatológica fruto de la aburrida experiencia de estar entre ellos. De soportarlos.
Sobrevuelo con curiosidad por encima de la cabeza de mamá asesina, intentando picotear su miedo y soledad. Como querer saber para nada, como quien ve una película. Hay tiempo para ocuparse de ociosidades si eres un buitre hábil.
No me importan los patriotas juzgados y los frustrados, en ellos simplemente hay una ambición tan vulgar y mórbida que siento deseos de vomitar.
A la puta que llora su falsa violación, simplemente me la follaría solo por saber si vale la pena tanto dinero que ha cobrado por su coño torpe.
Así que soy el buitre que caga sobre las putas oportunistas y las emotivas patrias y lo que contienen. Sobre jueces, mandatarios y sus decisiones que arruinan vidas.
Solamente picoteo cosas que son realmente dolientes y el bebé produce cierta desazón que trasciende más allá del bostezo: su sangre mezclada con aceite de motor y la mierda de la ciudad.
Apetece la metafísica de la muerte tierna, tiene morbo. Más interés, definitivamente. Es una buena performance en un mundo tan vulgar.
Siempre es mejor lo malo intenso que lo bueno anodino.
Lo sórdido suele tener una expresión artística mucho más impactante que una bandera de mierda o una puta que mal actúa. O los que lloran su repugnante poder.
Al fin y al cabo, los buitres comemos mierda, carroña. Queramos o no.
Seguramente lo mismo que come la madre asesina, seguramente lo que hubiera comido el bebé muerto. Todo encaja…
O tal vez, la madre no quería dejar de teclear el móvil y vivir una eterna adolescencia cobarde y miserable. Hay hembras humanas infinitamente menos nobles que las de otras especies y venderían un hijo por unos miles de “likes” mierdosos a su “selfi”.
Son tiempos de protagonismo para los idiotas envanecidos por ninguna razón.
Luego, los que no son buitres, debatirán en programas televisivos para deficientes mentales, la necesidad de reglamentar el parir y su edad, se hablará del aborto y de la situación social y económica de algunas de las reses de las ciudades pocilgas.
Mientras tanto, en algún poblado miserable, una mujer joven se lanza al suelo de nalgas desde unos metros para desprender el feto que lleva en el vientre sin necesidad de permisos ni espectáculos. Y en soledad.
Posiblemente muera, la picotearé si estoy cerca.
Soy un buitre que ve cosas, no juzgo si son buenas o malas, yo solo vuelo aburrido; como mi colega que cuelga a un millón de metros sobre mí.
Asisto a una mala película porque no puedo hacer otra cosa mientras espero la muerte.
Me alimento de carroña; pero no me gusta.
Es mi puta idiosincrasia e ineludible vida: comer mierda y restos.
Todos los días.
Porca miseria…




Iconoclasta

11 de octubre de 2018

Con putas



¿Por qué con putas?
Para follarlas y no quererlas.

¿Por qué con putas?
Para no saludarlas.

¿Por qué con putas?
Para no sonreírlas.

¿Por qué con putas?
Para mentirlas.

¿Por qué con putas?
Para que me mientan.

¿Por qué con putas?
Para que no me quieran.

¿Por qué con putas?
Para que me ignoren.

¿Por qué con putas?
Porque solo cuestan dinero.

¿Por qué con putas?
Porque al semen no le importa
gotear sobre la piel que no siente.

¿Por qué con putas?
Porque son solo carne, es sencillo.

¿Por qué con putas?
Para dejarles el dinero entre las piernas.

¿Por qué con putas?
Porque me dicen que la tengo gorda.

¿Por qué con putas?
Porque su coño huele mal y soy bestia.

¿Por qué con putas?
Porque las humillo y me aceptan.

¿Por qué con putas?
Porque las jodo en silencio,
y me conforta.

¿Por qué con putas?
Porque soy macho en celo
y tengo prisa.

¿Por qué con putas?
Porque compartimos decrepitud.

¿Por qué con putas?
Porque se compran y se venden,
son cosas como yo.

¿Por qué con putas?
Porque no importa que mueran.

¿Por qué con putas?
Porque nací viejo y me falta tiempo.

¿Por qué con putas?
Porque sus mentiras no duelen.

¿Por qué con putas?
Porque tengo dinero y
me llaman corazón cuando me chupan la polla.

¿Por qué con putas?
Y ¿por qué no?

¿Por qué con putas?
Porque existen.




Iconoclasta




1 de julio de 2018

El Probador de Condones reflexiona sobre parafilias



Paseando por la Cataluña rural y profunda este primer domingo de julio, he encontrado un lugar en el que se celebraba no sé qué cojones y había la hostia puta de mucha gente.
Ya estoy acostumbrado a las desdichas de ser esclavo, salir poco de viaje y si sales, que lo encuentres todo podrido de tanta chusma.
A veces, desearía volver rápidamente a mi tranquilo departamento de control de calidad en la fábrica de condones cuando veo estas aglomeraciones de pobres; pero sonrientes.
Cientos de tiendas de campaña y rostros legañosos a las 11 de la mañana moviéndose en grupos de cuatro o cinco cabezas hacia los meaderos y aseos comunitarios.
Yo no podría. Cagar requiere cierta intimidad.
Y por otra parte no estoy interesado en ver como defeca otro ser humano, aunque tenga las mejores tetas del mundo y el coño más terso y lustroso.
De todos es conocida esa paranoia sexual o parafilia: la escatología, el “arte” de follar y cagarse encima del follado o embadurnarse la mierda por el cuerpo.
Mi cerebro no está podrido como el de esos fetichistas escatos y meones.
Aunque si la puta que pago bebe cosas sanas y no tiene infección en las vías urinarias, no me importa verla mear de pie sobre el colchón a tres o cuatro metros de distancia y masturbarme elegantemente ante ella para que se sienta mujer de verdad.
Lo del mear está bien si no me salpica. Al fin y al cabo, Dios se mea en el Papa, éste en sus secuaces y éstos en forma de bautismo en los crédulos.
Sinceramente, a mí no me mea ni Dios.
Tengo mis gustos, no soy un santo (lo digo con orgullo). Una fusta, un consolador rudo y un trapo negro para los ojos, son complementos muy apreciados en el cuarto de follar. Junto a una navaja muy afilada.
Hace tiempo, a mi santa (no solo follo con putas) le corté suavemente la piel del muslo con una navaja de afeitar, muy cerca del coño (cuando se lo lamía) y se me corrió como pocas guarras he visto. Es mi mujer y la amo por estas cosas obscenas y porque limpia la casa y cocina bien.
Siempre es más higiénica la sangre que la mierda o los meados.
Me gusta a veces jugar duro y dejar las mariconadas como Sombras y Greys para las amas de casa mal folladas, esas que desean encontrarse con un hombre como yo de una vez por todas.
Seguiré paseando a ver si acaba ya el puto domingo.




Iconoclasta

6 de agosto de 2014

Puta de trescientos


¡Oh puta entre las putas!
Tus mamadas son grandiosas, me arrancan la leche y la sangre dejándome vacío. Hacen débiles mis huesos.
Y provocan mil blasfemias, donde la virgen recibe un sagrado rabo meándose de placer.
Sé que tu boca vale más que trescientos cincuenta pesos. Tu arte no tiene precio, puta.
¡Oh, ramera, naciste para esto! No necesitas amar ni ser amada, tu vanidad basta para que me destroces la polla con lengua, labios y dientes.
No haces ascos, no temes.
Si tuvieras hijos serían presidentes, escritores, artistas, jueces...
Si no tuvieras una matriz tan podrida...
Te ríes cuando te llamo zorra. Eres una delicia, mi puta. Por trescientos cincuenta pesos rompes la monotonía que destroza mi ilusión convirtiéndome en un pene triste que escupe su lefa sin alegría.
Contigo el semen brota como cuando tenía dieciséis y ya han pasado dieciocho.
Trescientos cincuenta pesos y va incluida alegría y buen humor. Si no fuera un pobre de mierda te pagaría tres veces más.
Si no fuera porque mis hijos tienen que comer, al menos mañana, te abriría la boca y te haría tragar otra vez lo que hace pesados mis cojones.
 Me perteneces, eres mía en estos minutos que tu increíble boca da placer a toda esta carne entre mis piernas.
Provocas dolor dentro de mis huevos cuando me corro. Es tanta la presión que provocas en los cojones...
Estoy seguro que si durmiéramos juntos, el hechizo se iría a la mierda, como ocurrió con la madre de mis hijos. Tiene una boca cuidada y limpia, no fuma; pero es aburrida como el puto dios que la parió.
Y tu coño... Es tan prieto, tan tenso. Si pudiera pagar más, te la metería sin condón más a menudo.
Es tan prieto, tan tenso...
Quien lo diría, con las vergas que te han clavado.
Las putas sois tan especiales...
Ojalá mi madre hubiera sido una puta como tú, porque ahora sería un cochino presidente o un juez como esos subnormales que van disfrazados por los juzgados, así podría meterte diez mil pesos en tu puta boca de puta ramera, puta, puta, puta mojados con mi semen.
Soy un asqueroso pobre, ramera. Y por unos segundos tu boca y tu coño eficientes son míos.
Si no tuviera hijos o no comieran, te daría más dinero para pagar los pezones que te arrancaría con los dientes.
Pero estos trescientos cincuenta, es lo que he ganado en estos tres días en la obra. Date cuenta cuanto te valoro, cuanta admiración... Vales más que el hambre de mis hijos y la de mi patética esposa.
No te puedo pagar más tiempo, puta.

Juan Greco Zamora hunde una vieja navaja oxidada y sucia entre las costillas de la puta, el aire que escapa por la herida es como el de un neumático pinchado. Se encuentran bajo las oscuras escaleras de un bloque de apartamentos sucios y ruinosos, en un barrio bajo de Puebla.
La puta no puede separar la cabeza de entre las piernas de su cliente, una mano ancha y fuerte de piel sucia de cemento, mantiene su nuca inmovilizada contra esos cojones que huelen a orina y sudor. Se ahoga con el pene, con el semen que baja por la garganta y la sangre que sube de su pulmón reventado. Son las últimas cosas que percibe Evangelina antes de que su boca se llene completamente de sangre. Tiene treinta y cuatro y hace quince que es puta barata. Especializada en mamadas rápidas, muere también rápidamente con una polla en la boca y trescientos cincuenta pesos metidos en el sostén blanco y sucio.
Así mueren las putas: con las pollas puestas.
Una vida de mierda y una muerte igual. Es de risa...
Cuando Juan llega a casa, su mujer le pide dinero para comprar huevos, él le dice que no le han pagado. Mañana...
Toma a su parienta por los hombros y la dirige a la mesa, donde la obliga a postrar el pecho. Le levanta la bata, le baja las bragas y le mete el pene sucio de sangre en el coño. Ella jadea desganada y aburrida. Él eyacula silenciosamente y los dos pequeños juegan en el suelo con las colillas de un cenicero, no prestan atención a la follada.
Cenan gelatina y se van a dormir muy pronto.
A la puta muerta la descuartiza un forense en una especie de matadero con azulejos que jamás serán ya blancos.
Y a la mañana siguiente no habrá variado absolutamente nada; porque otra puta ocupará la vacante del portal y Juan Greco Zamora, un mediocre peón de albañil que no es hijo de una ramera, comprará carne de puta cuando vuelva a cobrar su jornal de mierda por ser analfabeto.
En otro lugar de México muere una cantante y cientos de miles de seres lloran su muerte y otros piden justicia por la muerte de un periodista.
Es de risa...






Iconoclasta