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18 de enero de 2023

lp--La religión: una selección ganadera de genética humana--ic

La selección genética de la especie humana por parte del poder religioso ha sido las más larga de la historia y su proceso aún sigue. Porque la política es otra religión preñada de ideologías y mandamientos. Y dada la baja intelectualidad y formación técnica o cultural de los líderes que surgen (corrupción, endogamia), se constituyen en sectas paganas lideradas por simples profetas o chamanes con corbata que predican sus ofertas sociales y económicas, que jamás cumplen, a una masa humana hambrienta de regalos, milagros y culto a la vida fácil.

Nacionalismos, comunismos, fascismos, liberalismos… Hay una amplia oferta de teología política. Y no tardará demasiado tiempo en llegar la adoración de los jugadores de deportes de masas como un rito importante. De hecho, hay visos de ello en la actualidad.

Hay un cómico que ha accedido a la presidencia de Ucrania y actores como presidentes, actores, gobernadores, alcaldes, alcaldes y empresarios sin formación humanística no técnica.

Unos apuntes sobre la evolución humana:

“Primeros homínidos: entre 7,5 y 5 millones de años atrás.

Homo sapiens sapiens la única especie que aún sobrevive de todo el género Homo, surgió hace 130000 años.

Desarrolla un lenguaje complejo 60000 años atrás.

A partir del 30000 AEC (antes de la era común) pueden hallarse objetos rituales de piedra y hueso.”(*)

Desde que surgieron los primeros cultos y ritos (animismo) a montañas, ríos, árboles o animales. Guiada la manada humana o tribu por un hechicero, comenzó la discriminación, persecución, exilio y exterminación de los ateos y agnósticos, o adeptos de otras sectas minoritarias en los asentamientos o campamentos nómadas.

En los primeros cien mil años de vida el homo sapiens sapiens consigue expandirse por el planeta sin aparente religiosidad, aunque es probable que desarrollara pequeños ritos de superchería.

Y la cima de la evolución humana: desarrolla el lenguaje.

A partir de treinta mil años atrás se encuentra en suficiente cantidad para teorizar sobre la aparición de los primeros ritos religiosos, objetos de culto de hueso y piedra.

En todas las civilizaciones y aún hoy en las actuales, los disidentes de la religión o superstición tribal eran eliminados de la población, de los puestos de poder y administración de los asentamientos humanos.

La religión o superstición servía además como excusa para invadir y apropiarse de territorios vecinos.

Durante milenios solo los creyentes y sumisos sobrevivieron y sobreviven al totalitarismo religioso. Actualmente se producen periodos de grandes genocidios contra las minorías religiosas, en Asia y África principalmente. En el siglo pasado además, en la Europa del Este con la guerra croata-bosnia. O el exterminio alemán de los judíos en la Segunda Guerra Mundial que incluye lo racial, social y religioso (una minoría cuantiosa de los exterminados, no eran judíos).

Hablan los historiadores, antropólogos y periodistas de limpiezas étnicas; pero poco se diferencian muchas de estas razas genocidas en sus continentes de la gente que exterminan, como las africanas, asiáticas o europeas, salvo en el culto religioso.

La población mundial mayoritariamente fue inducida por una selección genética violenta a aceptar la imposición y existencia de cualquier tipo de divinidad.

Con esta limpieza religiosa social, los individuos con el carácter predispuesto a adoptar una fe o superstición se reproducían entre iguales y naturalmente educaban a sus crías en la fe impuesta y sus ritos. Crías humanas que replicarían el mensaje genético que los predisponía a la credulidad y por tanto, al temor y la obediencia.

Lo que explica la propensión de abrazar la idea de la divinidad en el actual imaginario de la especie humana. Y la sumisión y adoración a las autoridades político-religiosas perdiendo alarmantemente desde inicios del siglo XXI libertades e incluso sacrificando sus necesidades biológicas a los decretos o mandamientos de los líderes político-sectarios.

El pensamiento libre y sin contaminación religiosa, desde 30000 años atrás hasta principios del siglo XIX era condenado y perseguido de forma cruenta, lo que marcó un retraso colosal en el progreso de la civilización, ya que todo esfuerzo debía estar dirigido hacia la adoración de los símbolos religiosos creados, que se traducía en el enriquecimiento de sus brujos, chamanes, ulemas, rabinos, sacerdotes, santones, reyes, aristócratas, terratenientes, militares, presidentes y dictadores.

Cualquier idea no religiosa, se consideraba herejía, penada con muerte o en el caso de las castas de prestigio, clases altas o aristocracia, con el exilio.

Fue en el siglo XIX donde tímidamente dio comienzo la alfabetización de la población, aprender a leer y escribir como un requerimiento indispensable para encontrar trabajo.

La especie humana a lo largo de estos miles de años ha derivado en otra raza de carácter endogámica, defectuosa, castrada de los atributos de la especie primigenia. Una raza más cercana a los mamíferos rumiantes. Y en la actualidad a los insectos sociales, como los himenópteros (hormigas, avispas, abejas) y neópteros (termitas).

Pasada la Edad Media, se eligió para los grandes asentamientos o ciudades la técnica arquitectónica de las abejas u hormigas para la estabulación de las reses humanas. Los ricos, dueños de las grandes extensiones geográficas, disponían así de un gran espacio, sacrificando pequeñas regiones para apilar o estabular a sus obreros o clases votantes.

A medida que pasaba el tiempo y se desarrollaba un código económico religioso de tributos y leyes contra la población a favor de las castas hechiceras o religiosas (las ricas), la política paulatinamente su fundía con la religión en el gobierno de los países. Hoy día la política se impone a la religión (salvo el islam, hinduismo y budismo), que permanece como un poder negro y oculto que da consuelo y un espejismo de dignidad a la explotación humana pobre o trabajadora.

La iglesia sentenció mundialmente en el año del coronavirus 2021: “Vacunarse es un acto de amor”.

Los endogámicos linajes religioso-políticos también sometidos a su propio sistema ganadero de mejora de la raza; religiosos en cuanto a que cualquier ideología como el nazismo o el comunismo son meras doctrinas conductuales basadas en la fe en un ser superior: el jerarca nazi o el presidente del comité. En la actualidad se afanan con febril actividad y con todos los medios disponibles de emisión de propaganda doctrinal en erradicar el intelectualismo, libre pensamiento e individualismo.

Se debe tener en cuenta que el poder o casta rica (una especie endogámica y castrada también) no es especialmente inteligente, solo hereda un estatus social y político. Con lo cual su escaso intelecto o mediocre inteligencia queda en evidencia ante intelectuales, libre pensadores y académicos. Esto no lo pueden permitir, mostrar su ignorancia e incapacidad; de ahí que se colectivice (globalización) el ingenio y la creación, para que toda autoría sea el resultado de una masa amorfa sin rostro y sin nombre, que un jerarca político “democrático” (eminentemente lerdo) sea el ejecutor de pastorear o liderar hacia tal fin.

El individuo es la pesadilla del estado y de toda religión.

No puede ni debe resaltar más humano que el que se encuentre en los círculos de poder. A excepción de los necesarios bufones de distracción de los rebaños humanos, como cantantes, actores, personajillos gurús de redes sociales y bustos parlantes televisivos que son designados por el poder político-religioso.

Es por esta endogamia de las razas gobernantes o pudientes, la razón de que al llegar un político a liderar el gobierno de un país, precisa de una corte de educadores con un presupuesto millonario a cargo de los insectos de la colonia, para que ofrezca una ilusión de cultura, conocimiento y capacidad intelectual ante la masa votante.

En el caso religioso, los conocimientos llegaron de Dios, por supuesto; a través de una legión de sacerdotes y frailes recopilando y transcribiendo información de libros, códices y pergaminos que almacenaban en sus sótanos para exclusivo uso y disfrute: oscurantismo. Actualmente el cristianismo y su iglesia, dedica un gran presupuesto en legiones de arqueólogos, historiadores, antropólogos y lingüistas buscando una mínima prueba de la existencia de Jesucristo. Quien dice cristianos, dice musulmanes y judíos.

Las democracias son gobiernos de estructura insectil, apoyados por el voto de esa raza humana primorosamente seleccionada y evolucionada mediante técnicas ganaderas como cualquier raza de vaca, toro, perro o gato; para el fácil pastoreo y obediencia y la longevidad del poder de los ricos o político-religiosos.

Cuando hablo de estructura insectil, me refiero a la comunicación estado-población. La población en esta era tecnológica recibe los impulsos eléctricos y químicos (como los insectos coloniales en sus colmenas y termiteros) que el estado envía como decretos de restricciones de libertad y necesidades biológicas; la población las recibe a través de sus teléfonos móviles y televisión, reaccionando esta masa insectil globalizada con obediencia o temor.

Según sea la frecuencia y tensión de los impulsos electroquímicos que emita el estado, la masa insectil reaccionará con obediencia, conformismo o euforia; pero jamás con violencia o crítica, porque la castración física y mental es total en las castas inferiores.

No hay guerras entre naciones desde hace siglos. Las guerras son entre las distintas sectas ideológicas o endogámicas familias millonarias que desean obtener todo el poder, el que otras sectas ostentan. Es prácticamente una guerra entre mafias.

Que los fenómenos meteorológicos llamaran la atención del hombre prehistórico tanto como para achacarlos a actos divinos (algo que teorizan los antropólogos e historiadores como el origen del culto religioso); no me parece una buena hipótesis. El clima no era nada nuevo, nacían y crecían con él, era su vida. No era fácil que llamara la atención algo tan cotidiano como las flores que se abrían y cerraban o los frutos que surgían de los árboles, la lluvia, el viento, la nieve... No había nada extraordinario en estos fenómenos.

Tuvo que haber una experiencia que sirvió como comburente para prender la idea de religión o ritual; como el delirio por fiebre, por narcosis, por ingesta de vegetales tóxicos, por locura, etc… Convirtiendo éstas alucinaciones en experiencias místicas que narraban a los miembros del clan.

La locura, cerebros enfermos de algunos de aquellos humanos.

Un cazador (cazadora no, puesto que olían más por la menstruación en un mundo sin compresas ni desodorantes) hambriento en un mal día de caza come los frutos que el bosque ofrece, algunos son tóxicos o narcóticos y alucina cosas raras que narra a su clan como una epifanía.

Entiendo así la aparición de lo religioso o esotérico por causa de delirios narcóticos, o enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, cuyas imágenes se extendieron venenosa y paulatinamente durante miles de años hasta hoy.

Una vez creado un culto, al hechicero o sacerdote no le costaría demasiado inventar leyes y condenas así como mitos para impactar en los crédulos. Un ser que vive a costa de otros, al verse libre de tareas de supervivencia como la caza y recolección, disponía de mucho tiempo para perfeccionar sus mitos y profecías.

La religión, en los inicios de la humanidad, en sus primeros asentamientos se convirtió en ley y autoridad. Había tan escasa capacidad de comunicación (solo había comunicación oral, la escritura aparece sobre el 3100 a.C.,  o sea, 27000 años más adelante tras la aparición de los primeros cultos) que templos y parajes de culto se hicieron sumamente necesarios para el adoctrinamiento de la población.

El control estaba en el miedo y el castigo. A partir de estos dos conceptos, la religión se convirtió en el medio de gobierno que se ha mantenido durante más de treinta mil años.

En la actualidad y en la práctica el método de gobierno es el mismo: la fe, el oscurantismo y la credulidad insectil de la masa. Con otro decorado y otros ritos menos cruentos, pero infinitamente más psicológicos en una humanidad pervertida por los milenios, ya nacida para ser pastoreada o globalizada sin pudor ni escrúpulos por parte de los mismos endogámicos sacerdotes y hechiceros de la antigüedad.

 

*Breve historia de las religiones del mundo, Roberto Vivo.

 

 



Iconoclasta


15 de enero de 2023

lp--¿Y si existiera Dios?--ic


Que ya no fuera necesaria la fe, ni imaginarlo como ahora, con la imagen que cada uno cree que tiene.

Que existiera con rostro y cuerpo, grande o pequeño; pero táctil, opaco.

Lo que existe no tiene magia ni misterio.

¿Es que nadie lo entiende? Tener a ese Dios sería como ver siempre, durante toda la vida al mismo jerarca. Sus superpoderes e impunidad provocarían el odio hacia él.

El miedo y siempre el mismo rostro, como un castigo durante toda la vida llevaría al hastío.

La gracia de Dios está en su inexistencia inofensiva, protectora y bonachona de quienes le rezan por sus penas y banalidades.

Crédulos…

Es aterrador el infantilismo mezquino de la masa humana.

Si Dios existiera te haría daño, te arruinaría, te asesinaría por tus errores que son pecados en su ley.

Solo una vez mueras, se apiadaría de ti.

Sus cochinos volubles designios…

Devoraría a tus hijos para poner a prueba tu obediencia a sus órdenes, decretos, mandamientos.

La existencia de Dios sería la absoluta humillación y esclavitud de la especie humana.

Un rostro vulgar, una hipócrita y venenosa voz, una mirada malvada.

Ver todo eso todos los días, sin poder escapar de él…

Desearías asesinarlo antes de morir.

Su existencia sería el infierno, con millones de miserables adorándolo.

Algo tan sucio y grotesco como el cerdo que se folla a la puta en las películas enfermas.

Así de obsceno sería ese Dios y sus creyentes.

Un tirano inmortal que pasaría de padres a hijos, a nietos, a bisnietos...

¡Qué desesperanza de vida!

El Dios que te hundiría la cabeza en mierda porque tu vecino reza más.

¡Hijo de puta!

Imagina a Dios palpable, audible y visible destruyendo tu vida ocupándola en cada segundo con su mierdosa omnipresencia, hurgando en tu pensamiento. Destruyendo a los que amas por sus humores inescrutables, paranoicos y depravados. Favoreciendo a los indeseables, ignorantes, ruines y cobardes, colocándolos en el poder terrenal político.

Desearías no nacer en semejante mundo.

E imagina que naces, que ya estás en él.

La tristeza y la grisentería en tu piel como un aceite ácido que te deshace día a día lentamente, sin cura.



Iconoclasta


27 de septiembre de 2022

lp--Hacendosos insectos--ic


Algún semi hombre impotente frente a una hoguera prehistórica nocturna con un collar de abalorios modelados con excrementos secos, predicó a aquellos monos humanos de la tribu que, se folla con la misión de procrear. Gozar es pecado, promiscuidad.

A medida que la civilización adquiría asentamientos fijos, los pecados, faltas y leyes se predicaban en templos construidos con el esfuerzo y la sangre de los creyentes para el brujo o sacerdote. Y más adelante, una casta de sacerdotes se hizo política.

Pocos hicieron caso de este follar reproductivo y gozaban; pero por mansedumbre, por miedo a las leyes de los dioses inventados por brujos y sacerdotes, aceptaron con falso arrepentimiento el pecado. Y por ello el castigo por el placer.

La humanidad es una especie imbécil y ha sobrevivido y evolucionado físicamente durante miles de años porque es plaga, como los insectos. Por muchos humanos que mueran, quintuplican sus nacimientos insectilmente.

Esta prédica religiosa y política, sobre la obediencia y el pecado de gozar se graba en las mentes de los niños con ejemplos de virtud, como pueden ser las hormigas y las abejas que trabajan hasta morir y sin lamentarse (de ahí también el uso actual del bozal o mascarilla en jerga nazi o fascista), para engordar a la puta reina.

Es un concepto llamado ahora “trabajo en equipo”, que se inculca desde tiempos inmemoriales en las mentes de los niños, para convertirse en la madurez en un mantra laboral siempre en boca del insecto u obrero productor humano. El trabajo en equipo consiste en anular la creatividad humana para evitar que ningún insecto sobresalga y usurpar el equipo de idiotas la inteligencia del individuo.

Al final, el 99,99 % (la minoría restante son líderes políticos religiosos y millonarios) de los cerebros humanos útiles solo trabajan como receptores de timos, dogmas y mandamientos fascistas, todo entra y nada sale de ellos.

Y como los líderes del panal u hormiguero son humanos, también son imbéciles; pero gracias a la enfermiza ambición genética y una paranoica codicia, han desarrollado instintos para convertirse en putas reinas del sucio termitero, con su imbecilidad intacta. Es la denominada suerte de los tontos, a los que se les aparece dios o la virgen y se consideran mesías de la mierda.

En fin, este pequeño ensayo explica que la especie humana, a pesar de los miles de años que holla sobre La Tierra, no pueda evolucionar: su reproducción insectil irremediablemente eterniza el gen imbécil.



Iconoclasta


12 de septiembre de 2022

lp--Orgullo y vanidad--ic

 


Las águilas son vanidosas, afirmo.
Porque vuelan muy alto sin ser necesario.
La vanidad es un pecado inventado por los religiosos. Una forma de decir y adoctrinar a los devotos y crédulos que solo dios es digno de sentirse orgulloso de sí mismo y todos los hombres y mujeres son indignos de respetarse o enorgullecerse.
Vanidad u orgullo no es pecado, es la envidia y codicia del religioso. La enfermiza obsesión de los sacerdotes porque los creyentes sean débiles y tristes.
Temerosos hasta la obediencia indigna e imbécil.
Dicen curas y sacerdotes que ellos son los reparadores y sanadores de pecados. Y si no hay pecado se quedan sin trabajo y por tanto; su codicia desconsolada.
Y quieren enfermar para curar con oraciones que matan. Quieren la miseria para dar limosnas que provocan más hambre y debilidad.
Me gustan las águilas porque vuelan sobre toda mísera religión e ideología, como yo que soy mi propio dios.
Y soy perfecto.
Los fabricantes de pecados, miserias, debilidades y enfermedades, lloran cuando observan mi sombra planeando en el suelo.
Mientras yo viva, habrá un hombre en la tierra. Un hombre portentoso.
Y follo con las diosas.
Y desde sus sexos de labios húmedos que me enloquecen de deseo y vanidad, gotea mi semen que riega las catedrales, iglesias, pagodas, sinagogas y mezquitas, dándoles un perfume humano y noble, bendiciendo los templos y sus ministros y sacerdotes con la cremosa verdad tangible e indiscutible, sin debilidades ni enfermedades. Con la vanidad que yo cultivo celosamente en mis cojones.
Mis diosas orinan con traviesas sonrisas sobre crucifijos, lunas, tótems, pirámides y candelabros.
Preciosamente…
Soy el hombre dios que existe, suda y folla. No como esos dioses modelados con excrementos amasados con envidia, pereza, codicia, cobardía, fe y obediencia.
Si Dios existiera, se hincaría de rodillas ante mí.
Y le tiraría unas monedas al suelo y un trozo de carne podrida.






Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

25 de octubre de 2019

Rescate


Si fueras la primera mujer, Eva, lamería tu hoja de parra hasta deshacerla en baba para llegar a tu coño y erizar con mi lengua dura, violadora y hambrienta tu clítoris; convertirlo en gelatina temblona.
No pretendo ser Adán. Soy un montaraz diablo.
Y no será necesario que muerdas la fruta prohibida, bastará con que te lleves mi rabo a la boca para ser rescatada de ese repugnante paraíso en el que te encerraron, amor.




Iconoclasta

21 de noviembre de 2017

Últimos lamentos de impureza


 “Tu menstruación es un excremento líquido, las partes podridas de tu naturaleza corrupta.
No deberías sentirte orgullosa de menstruar, solo aliviada por expulsar todo ese veneno y podredumbre de tu organismo.
Esa misma sangre sucia que en tu cabeza y corazón hace las ideas pestilentes.
Te odio por encima de todas las cosas y seres.
Te odio porque me haces impuro, por ti deambulo con esta cosa que crece y se endurece entre mis calzones.
Mi padre es La Palabra y a él me debo.
Mi odio es bíblico.
Tus paños de entrepierna son mortajas de la miseria humana. Cada coágulo mezclado con los pelos de tu coño, es un feto de algo deforme y ominoso.
Padre creó cosas hermosas; pero tus calzones sucios de sanguínea impureza anulan cualquier consideración de belleza y amor.
Te cosería el coño con tiras de piel de puerco para que la sangre no saliera y te ahogara por dentro; pero estoy hambriento de ti.
Envuelve esto duro que me humilla y me hace hombre vulgar, con ese paño sucio que anida como una babosa destripada entre tus piernas. Que mi flujo seminal diluya la sangre sucia de tu coño.
Retuerce así mi cosa dura con dolor y que la menstruación que se escurra del obsceno paño me bañe el vientre. Le gritaré a Padre que por él, me sacrifico ensuciándome de ignominia.
Por su amor me hago impuro contigo, prostituta.
Pero ningún hijo mío crecerá en tu repugnante matriz.
Llévate como siempre a la boca mi cosa dura y goteante. Y gime falsa y corrupta por las monedas que he tirado en el rincón de tu casa donde habitan las ratas y los restos de hijos que no nacieron.
Cuando me claven en la cruz, que mi sangre limpia y divina bañe tu rostro. Que Padre no te perdone y menstrues así, hasta quedar vacía de sangre y alma.
Me has hecho impuro al yacer contigo, porque no puedo dejar de hacerlo sangres o no. Te pago con las monedas que los pobres necesitan; por lamer la sangre que mana espesa por tus muslos.
Estoy condenado.
¿Quién me redimirá?
Tú me condenas, serpiente.
Por ti muero impuro, Magdalena.”





Conservo como un tesoro este trozo de tela donde Jesús escribió su paranoia de remordimiento en Getsemaní. Se lo arrebaté de las manos cuando lloraba su hipocresía arrodillado y humillado, le escupí a la cara y no lo decapité porque quería verlo clavado en la cruz.
Estaba tan enfermo como lo está su padre Dios y sus leyes idiotas.
Cuando lo mate, cuando rebane su divino cuello; le meteré en su muerta boca el testamento de su Hijo crucificado tan teatralmente para nada.
Mi Dama Oscura no menstrua, la sangre que mana de su coño es la hemorragia que le provoca mi impúdico y brutal rabo. Ella no es de Dios, es solo mía.
Y es absolutamente pura e incontaminada.
Salvaje…
Siempre sangriento: 666

“Cuando la mujer tenga la menstruación permanecerá impura siete días y quien la toque será impuro hasta la tarde. El lecho en el que ella duerme mientras dura su impureza y los muebles en los que se siente durante la menstruación, serán impuros”.
“Si un hombre yace con ella, contraerá la impureza de la menstruación y será impuro siete días. Todo lecho sobre el que él se acueste será impuro”.
(La Biblia. Levítico, capítulo 15, versículos 19 y 24)




Iconoclasta

21 de diciembre de 2013

Semen y perdón


Yo practico la expiación y provoco la de mi amada.
Si Cristo expió los pecados de la humanidad, yo expío los de ella, mi propiedad, y los propios con cada una de las venas palpitantes de mi bálano.
Nuestro hijo será un cúmulo de pecados y nacerá maravillosamente culpable de nuestros miedos, goces y perversiones.
Si Cristo escupe sangre en la cruz, yo eyaculo sobre la faz de la humanidad e impido la resurrección de los muertos.
La sábana sagrada conserva la efigie y la piedad del nazareno. Mis sábanas conservan el acre olor del esperma endurecido. Entre ellas jugará nuestro hijo para purificarse, como los cristianos mojan sus cabezas para lavar las miserias con las que nacen.







Iconoclasta

29 de marzo de 2013

El costalero y el nazareno (especial semana santa)






Los costaleros ya están jadeando, llevan treinta minutos acarreando el paso del Jesús del Gran Poder. Las camisetas están empapadas y se pegan a la piel de los torsos, las fajas se han oscurecido con manchas húmedas. Los pañuelos anudados a sus cabezas ya no recogen el sudor y los ojos se escaldan. La gente y el bullicio intentan sobreponerse a las saetas sin que nadie ni nada consiga una clara victoria.
Manuel no puede apartar la mirada de la espalda de Federico, el joven costalero que marca los músculos dorsales contra la tela de la camiseta.
Cada costalero parece querer cargar con todo el peso de la imagen, como una prueba de fuerza y poder reproductor; el pertiguero con su traje de terciopelo y bordados de oro, pica en el zócalo del paso para llamarlos al orden y les manda enderezarse y sincronizar el esfuerzo. Federico es un joven que lleva cuatro o cinco años en su hermandad, la Hermandad de las Tres Caídas.
El paso es lento y pesado; cada año lo mismo, la misma angustia, la misma culpa, el pecado recalentado entre sus piernas. Manuel es un nazareno de cirio, y lleva la enorme vela inclinada hacia la izquierda, apoyando el peso en el grueso cinturón de esparto que ciñe la túnica. El capirote azul oculta su vergüenza y dispara su libido. Sus ojos siguen con las pupilas dilatadas los esfuerzos del joven cuerpo de Federico.
Bajo la prominente barriga de Manuel, pende el pene envuelto en una lía fina de esparto, un cilicio en la polla. Una penitencia, un castigo a su deseo de coger el fuerte cuerpo de Federico y lamer su espalda, meter la lengua en su ano. Meterle la polla hasta hacerlo sangrar.
Es tan joven… Le consta que Federico no es marica, lo ha visto con chicas, llegar con resaca a los ensayos. Se han invitado a alguna cerveza y unos pitillos, Manuel le invita con la excusa de darle consejos de veterano, como casi todos hacen con los más jóvenes.
Pero él tampoco parece marica, su mujer jamás lo diría. Sólo que cuando la folla, piensa en un cuerpo velludo, en una piel seca y curtida. Cuando la folla, piensa que está metiendo la polla forzando un duro esfínter de hombre. Cuando la jode, desearía tener entre sus manos una polla enorme latiendo y retorciéndose como un gusano en su mano.
El tormento… Si Jesús lo viera… Quiere que Jesucristo le perdone, que vea como le sangra la polla que se endurece ante los jóvenes cuerpos.
Los pantalones de Federico han bajado mostrando la rabadilla y el inicio del canal que conduce a un ano que desearía herniar. El pene de Manuel, se dilata lentamente, el cilicio no puede evitar que el bálano crezca; aprisionada la piel, el músculo se desarrolla y el glande sale al exterior como si brotara de entre la lía de esparto. El dolor es intenso, y va paralelo a un placer, la túnica disimula la erección pero, hay una pequeña mancha oscura a la altura de sus genitales, es la sangre del deseo. El pago a su lujuria.
El Cristo del Gran Poder le da la espalda, pero él le reza y le ruega que le libre de este tormento.
― ¡Jesús del Gran Poder, deja que cargue tu cruz! ― rezaba extasiado sin apartar la mirada del culo de Federico.
― ¡Nazareno, dame un caramelo! ¡Nazareno, dame un caramelo!
Un niño le ha tocado la barriga para llamar su atención, golpeándole accidentalmente el pene, su cara se descompone de dolor bajo el capirote. Con dificultad y mordiéndose los labios mete la mano en el bolsillo de la túnica, tardando más de lo necesario saca un puñado de caramelos que pone entre las manos del niño que forman un cuenco. Ese simple roce que se ha hecho con la mano, lo ha excitado más. Quiere hacerse una paja y si no fuera por el cilicio, se acariciaría el pijo gordo hasta correrse. A la espalda de Cristo, como un traidor felón y perverso.
Está anocheciendo, el cielo se muestra anaranjado como si ardiera una hoguera más allá del horizonte. Como arde él de deseo, como arde su pene lacerado. Como le arderán durante días las llagas que evitarán que se masturbe compulsivamente en cualquier sitio apartado.
― ¡Manolo, viva la madre que te parió! ― le grita su mujer al reconocerlo, está entre un grupo de esposas, novias, hermanas y amigas de nazarenos y costaleros. Animan el paso y llevan agua y toallas.
Seve es una cincuentona como él, gorda. Sus enormes pechos reposan en sus piernas cuando se sienta a la mesa y sus rollizos muslos se bambolean con cada paso que da.
Aún le pone ese culo enorme en el que tantas veces ha hundido sus dedos soñando que eran nalgas duras y ásperas. Seve apaga la luz y cierra los ojos cuando la folla. Y a él siempre le ha parecido bien, no le gusta ver su cara simulando placer. Ella debería azotarse como penitencia por falsa. Cuando se corre en sus muslos haciendo la marcha atrás, ella siempre le llama “machote”. Pero no ha sentido jamás verdadero placer entre sus rollizos muslos.
El paso llega de nuevo a la parroquia tras ser bendecido en la catedral. Los participantes de la procesión, irán después al local de la hermandad a tomar una copa antes de cambiarse y encontrarse con la familia para cenar de pie en el mejor de los casos en los atestados bares. Sevilla no descansa y la ruidosa ciudad en Semana Santa es un auténtico hervidero de gente extraña. Tal vez por ello, los sevillanos tienden a formar sus propios grupos, fuerzas de choque contra la ocupación.
Manuel se ha separado de los cofrades y se ha metido en el oscuro almacén de la parroquia donde han dejado los pasos para mañana limpiarlos y protegerlos del polvo y la luz.
Ha dejado el cirio deformado por el calor en el cesto con tantos otros. Se escabulle entre los compañeros para meterse en el almacén dejando la puerta un poco entornada para que entre luz.
Se oculta tras el paso y levanta de vez en cuando la mirada hacia la puerta, vigilando las sombras por si alguien entra.
Ha subido el faldón de la túnica por encima del vientre y está liberando el pene. La sangre se ha enganchado entre el esparto y la piel; cada tirón de la cuerda para liberar la polla, por lento, suave y cuidadoso que sea, le hace gemir de dolor; pero su glande está brillante de humor sexual, lo nota húmedo y al rozarlo ha suspirado. Está oscuro para verlo, pero huele el semen, se le ha escapado una pequeña eyaculación y aún no ha podido desenvolver el pene entero.
― Manolo ¿qué haces?
Se ha sobresaltado y ha dejado caer rápidamente la túnica.
Federico se dirige de frente hacia él y a pesar de la penumbra, seguro que ha podido percatarse de que algo raro se estaba haciendo.
― Me estaba quitando esto de encima. ― dijo levantando la túnica, sin mirarle a la cara.
Federico enciende una vela que ha cogido de un candelabro del paso e ilumina lo que Manuel le muestra.
― Lo tienes en carne viva ¿Por qué? Acabo de rezar un rosario por una promesa, pero lo tuyo... Tienes que tener mucho tormento para llegar a esto.
Federico se arrodilla dejando el cirio en el suelo y coge el pene aún envuelto en esparto.
― Yo te lo quitaré.
Escupe en la cuerda y en el miembro extendiendo la saliva, reblandeciendo la sangre seca. Con la lengua va separando poco a poco el esparto pegado a la piel.
Manuel llora e intenta contener unos suspiros de placer sin conseguirlo. No hay dolor, siente que la polla va a estallar con esa continua expansión. Federico le acaricia los cojones gordos y pesados, que acaban reduciéndose a la vez que se endurecen.
Quedan apenas tres vueltas de cuerda por soltar, cuando la leche inunda la boca de Federico, y él no aparta la boca. Se mete el glande y succiona de él. Las piernas de Manuel flaquean y ahoga un ronco estertor de gusto.
Mientras la lengua de Federico lame y reparte el semen por todo el pene, la cuerda cae por fin al suelo, en el charquito de semen.
El Cristo allá en lo alto, con su cruz al hombro, los mira de soslayo. Con la misma expresión de dolor con la que fue tallado. Parece cruzar una apática mirada con la Virgen, salpicada de cera roja, que se encuentra frente a él.
Federico se coloca a la espalda de Manuel y le conduce las manos a la base del paso. Manuel obedece sin decir palabra, se deja llevar como un crío, con una vergüenza que le come las entrañas.
― Dobla más la espalda. Abre las piernas. ― le susurra al oído Federico anudándole el faldón de la túnica por encima de los riñones.
Las risas y recias voces de los hermanos llegan tan nítidas que Manuel teme que puedan entrar en cualquier momento.
Siente la lengua del chico recorrerle la raja del culo, y sus recias manos separar los glúteos. Se apoya fuertemente en la base de madera y levanta la vista al Cristo, le gustaría santiguarse, pero no quiere soltar las manos de donde Federico las ha llevado. Abre más las piernas cuando siente unos dedos calientes y húmedos invadirle el ano, el dolor no importa comparado con el placer, y un fino hilo de saliva se desprende de su boca. Sus propios suspiros le escandalizan por lo elevados de volumen. Los dedos le invaden tan profundamente las entrañas que le ha estimulado la próstata y su pene se ha puesto tieso de nuevo.
― Manolo, te la voy a meter, no te muevas.
Y primero siente como si se le rasgara el ano, siente un tremendo calor y tiene la impresión de que no es un pene lo que le está penetrando, si no un palo gordo que se esfuerza en entrar. Manuel se defiende.
― Relájate Manolo, y te dolerá menos; no me aprietes el culo. ― la voz de Federico está entrecortada, está excitado y lo nota empujar con fuerza.
Sus uñas se clavan en la madera cuando por fin siente que la polla se ha entrado. También suspira con alivio. Las primeras embestidas llevan un ritmo lento. Fede ha cesado el movimiento para mojarse el pene con saliva y proseguir con mayor ritmo.
La polla del chico parece meterse por dentro de la suya, haciendo que se le enderece casi dolorosamente. El continuo golpeteo en la próstata le ha provocado una ligera incontinencia, se le escapan unas gotas de orina. Siente el pubis de Federico en sus nalgas y ya no hay dolor. Sólo un placer que se expande desde la raíz de la polla hacia su vientre y los huevos. Siente la recia barba de Fede en su espalda, sus jadeos. Su barriga se mueve al ritmo de las embestidas.
Un ronco gruñido y el chico queda quieto, apresando sus pectorales con las manos; nota las contracciones de la eyaculación, como si sufriera un ataque epiléptico. No sabe que coño hacer. La leche caliente inunda su intestino y resbala luego por sus testículos. No se ha dado cuenta pero, se ha vuelto a correr, su pene gotea un semen demasiado líquido y apenas blanco.
Cuando la polla se desliza saliendo de su culo, se siente desfallecer por el placer que le proporciona ese resbaladizo bálano aliviando la presión en las paredes del esfínter. Tiene su propia polla en el puño, ajeno al dolor de las heridas.
― Manolo, déjame 200 €, que no tengo para llevar a mi Pili a cenar.
Aturdido se baja el faldón de la túnica y saca la cartera, acercándose a la temblorosa luz del cirio mira en su interior.
― Sólo tengo 170 €.
― Pues ya está bien, Manolo. Muchas gracias. ― el chico le ha cogido los billetes de la mano.
― A la próxima te pongo yo el culo ¿eh?
“¿Así de fácil? Soy más maricón de lo que pensaba, ¡Qué asco…!”, piensa mientras contempla a Fede salir con prisa del almacén.
Levanta la mirada al Jesús del Gran Poder y se santigua. Besa los pies de la Virgen.
Apaga el cirio y en la penumbra avanza unos pasos inseguros y dolorosos; cuando posa la mano en la maneta de la puerta, como si un costalero fuera, consigue enderezar la espalda y andar con normalidad a pesar de un dolor que se va haciendo más intenso por momentos. Y ahora, camino de casa para cambiarse de ropa, hará su propia estación de la crucifixión, como un Cristo maricón.
Con el capirote bajo el brazo, camina entre la gente que aún está gritando, riendo y charlando en grupos, el sonido le molesta. Las tenues luces le molestan como si fueran soles, los niños hacen pelotas con la cera que hay en el suelo. Y la imagen de su esposa se le antoja más repugnante que nunca.
― ¡Nazareno, dame un caramelo! ­― le pide un niño.
No lo ha oído, no ve al niño; mecánicamente se mete la mano en el bolsillo, pero en lugar de sacar un caramelo, vomita.
La Semana Santa ya no es lo que era.
Ni él.






 Iconoclasta