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25 de diciembre de 2017

De la navidad, de una ternera y un perro


Es navidad, hace un día soleado, frío y un tanto ventoso. El hielo ha estado presente en toda la ruta y se ha acumulado en los frenos de la bici, el tumor palpita y pienso que se joda.
He visto a una ternera y un perro guiándola. Es bonito.
Todo es precioso cuando pierdes de vista la ciudad y lo que guarda.
Fumar lejos de todo, es todo un placer.
He pensado en los que esperan de la navidad, sentirse mejor. Los que anhelan ciertas fechas para encontrar paz al estrés y un momento para la concordia y olvidar pequeños o grandes rencores.
Me parece una indecencia esperar que una superstición arregle el ánimo de nadie. Me parece patético carecer de fuerza de voluntad para sobreponerse en cualquier fecha y en cualquier momento.
Seguir tradiciones o supercherías es el gran error cultural y social.
Las tradiciones han nacido de la ignorancia y el miedo de los antepasados. Una tradición eterniza el error y crea intelectos ineficaces y comportamientos erróneos.
Sin embargo, las tradiciones no se conservan y prolongan por voluntad de las clases que precisan trabajar todos los días para cubrir sus necesidades básicas. Las impone el poder político y religioso (de la fe que sea) para mantener el control sobre los contribuyentes o ciudadanos.
Como el perro que pastorea a la ternera…
No es teoría conspiratoria, es un hecho escandalosamente obvio para cualquiera que tenga un pensamiento autónomo. Es un acto cotidiano e iterativo.
Como ocurre con todos los rebaños, las reses solo ven los vallados, escuchan los ladridos del perro y siguen el cayado del pastor. Es lógico que algunas fechas les haga sentirse mejor, porque por sí mismos, carecen de cualquier inquietud intelectual libre e imaginativa.
De ahí que los poderes que rigen sus estados de ánimo hayan decidido crear más tradiciones, tantas como para cubrir un año entero: días de celebraciones regionales o nacionales, día del niño, de la madre, del maestro, del padre, de la mujer, del libro, de la rosa, del cáncer, la amistad, del gay, de los mendigos, leprosos…
Tradiciones que ya son oficiales a nivel planetario y que conducen con dulzura, amabilidad y alegría, a las reses al matadero.
Las tradiciones son un tumor social que inmoviliza y frena libertades.
No es una novedad, algo que se me haya ocurrido ahora este planteamiento. La navidad es un día tan bueno como cualquier otro para, reflexionar sobre tanta miseria que debo sortear día a día para no entrar en el redil de un ganadero con sonrisa de hijo de puta.




Iconoclasta