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3 de agosto de 2021

Una mariposa en mi bici


Érase una mariposa boba que revoloteando tontamente se posó en mi bici y me preguntó con cierta picardía: ¿Me llevas?

Le dije que sí, farfullando como un idiota. Muy nervioso, pensando en la magia con la que la paranoia te premia en la intimidad del planeta.

Ocurrió una vez que la diosa del mar me preguntó si me gustaban las mariposas. Aparte del sobrenatural nexo común entre ambos sucesos; si fue mágico hablar con la diosa, hablar con una mariposa me pareció de lo más normal.

Mi cerebro está bien, lo malo es el corazón y esa arritmia de amor y ternura que me provoca cierta dificultad para respirar el aire de la realidad.

Cuando me colgué la mochila (hace unos segundos ya) para emprender la marcha con mi mariposa, voló. Se marchó.

Y una lagartija me sacó la lengua desde el borde del bosque.

Está bien, puede que esté loco, o que mi cigarro presentara trazas de marihuana o algo así; pero la cuestión es que la mariposa se llevó mi corazón y quedé boqueando.

Me pegué dos puñetazos en el pecho para lanzar sangre al cerebro.

Me quité la mochila y me senté, de repente ya no tenía donde ir.

La tristeza muy afanosa ella, un poco harta de tener que salvarme el pellejo día sí y otro también; hizo crecer un corazón que comenzó a latir como un motor de dos cilindros de nuevo, mientras la imaginación se retiraba muy lejos de mis ojos, al fondo del cráneo; asustada por el riesgo que habíamos corrido todos los que soy por una pequeña mariposa bonita y un poco descarada.

Escupí sangre residual que se había metido por algún agujero de los que dejó el corazón que se llevó la mariposa y pedaleé sin alegría de nuevo a casa.

Y aún así, no podía evitar sonreír.

Hubiera sido una muerte linda, mejor que la que se me echa encima, el camión está demasiado cerca de mis ojos y yo en el carril equivocado, la tristeza no podrá reparar semejantes daños.

Si existen las almas ¿revolotean como mariposas alrededor de las dio…



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


5 de julio de 2015

Una mariposa en mi mano


Algo debe estar bien en mí, pequeña.
Supongo que ya soy de aquí, de la naturaleza. Soy reconocido. Me gusta, porque nadie me ha dado la bienvenida jamás, nadie me ha esperado con una sonrisa en la boca, con una caricia. Nadie me ha dicho "eres de aquí".
Supongo que soy bueno para alguien por fin.
No pesas nada, bonita.
No imaginaba la levedad de tus patas. No esperaba que revolotearas a mi alrededor y posarte de nuevo en la otra mano.
Debes ser una mariposa con complejo de loro, como aquellos que siempre iban en el hombro de un pirata.
Qué casualidad, preciosa, casi tengo una pata de palo...
Tan pequeña y tan valiente... Supongo que sabes que no te haría daño, estas cosas las sabemos todos los seres con mirarnos a los ojos, solo que algunos son tan malos, ignorantes y porfiados que imaginan su propia maldad  e ignorancia en todos los seres.
Ahí, posada en el anillo de la calavera, luces como un monumento a la gallardía, con esas alas tan blancas y tan pequeña pisando el rostro de la muerte.
Me gusta mi anillo cuando estás en él, me ha gustado tu valentía tan sencilla que ni lo parece.
En la Teoría del  Caos, dicen que hay un efecto llamado "mariposa". Vivimos en un mundo tan hipócrita, pequeña, que algunos sueñan con hacerte responsable de un tifón, un tsunami o cualquier desastre por el batir de tus alas.
Si el aleteo de tus alas en un mundo sin mariposas pudiera provocar un huracán, el efecto de mis pasos destruiría el planeta.
Son idiotas y no tienen valor, necesitan crear cuentos y leyendas, ahora cuánticas, para explicar la muerte y el dolor.
Pretenden que la conciencia insectora de la humanidad, acepte una desgracia natural con la ilusión de que tú la has empezado a crear con tu batir de alas.
Pequeña, ambos sabemos que tu batir de alas no moverá ni una hoja de este bosque, son unos hijoputas cobardes. 
No pueden aceptar que son simples insectos también ellos y buscan en su mortalidad una causa maravillosa, fantástica, mágica.
Como si los humanos fueran tan especiales que para morir, necesitan una causa extraordinaria.
Pobre pequeña... Mirándote tan de cerca, tan frágil, el efecto mariposa se me hace una obscenidad, una mala fotografía de una revista pornográfica.
La humanidad lo contamina todo.
Los desastres vienen de alas de acero que sueltan bombas y se estrellan en las ciudades y las montañas, vienen de los errores, abusos y perversiones de seres que buscan la felicidad en su cochazo de mierda, en el plástico del dinero o en el acero de un reloj costoso. Las miradas de la envidia crean los genocidios y la ignorancia atesorada, miseria.
Que no se inventen cuánticas leyendas, teorías solo para ilusos idiotas sin ningún fundamento.
Es la retórica ignorante y cobarde vestida de ciencia.
"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino).
Nada se amplifica en el mundo; para que algo se amplifique, alguien tiene que construir un instrumento que lo haga todo peor.
No hagas caso, los chinos dicen tantas tonterías como los africanos, los caucásicos o los latinos. Son solo humanos pedantes con ambición de ser los más sabios. Quieren romper el entusiasmo de las ideas de los creadores e innovadores con sofisticadas retóricas pseudo filosóficas.
Mi soplido perderá fuerza a diez centímetros de mi rostro y tu aleteo se diluirá a un centímetro del vello de mi mano.
No trascendemos más allá, ni queremos.
Sabemos que somos insignificantes, tengo memoria histórica y sé de lo que soy capaz. No hay amplificadores para el aleteo de una mariposa.
Que no vistan su decepción y su mediocridad, su muerte insignificante como lo es su vida, con cuentos de aleteos de mariposas que crearán una debacle cósmica.
Son idiotas, pequeña.
Vuela y acaricia mi piel, dime simplemente que soy de aquí.
Sé que morirás pronto, bonita, pero no soy como ellos, sé que tu vida habrá sido plena y que tu conciencia dirá dentro de unas horas, que es hora de morir, que la vida se ha cumplido.
Y no habrá miedo, ni habrás dejado ninguna posibilidad de catástrofe.
La muerte de otros, será mediocre, sin sortilegios ni cuánticas teorías caóticas.
Vuela pequeña, no temas, no importamos, somos fósforos que se apagan en dos segundos, no nos convertimos en volcanes.
Soy como tú, moriré en otra escala de vitalidad, pero igual que tú.
Gracias por tu bienvenida, por tus caricias.



Iconoclasta