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15 de marzo de 2021

Un aventurero


Hay gente con suerte y no como yo.

Gente que ha vivido y amado los desiertos, las áridas estepas, los mares más tormentosos y la tierra helada.

Si hubiera nacido en el lugar y momento adecuados, tal vez hubiera tenido tiempo y medios para conocer esos lugares.

Mantengo un moderado rencor hacia mis padres, no puedo dejar de pensar que soy hijo de la mediocridad aunque ellos, como todos los padres, pensaban que cualquiera de sus hijos podía ser único y no la mediocridad que refleja todos los días el espejo, cuando me arranco las legañas y luego limpio con saliva la sangre.

No sé si hubiera tenido cojones, aunque me temo que sí. Y que ya estaría muerto. Ser valiente tampoco es un certificado de aptitud.

Mi gran logro en la vida ha sido caminar durante algunas horas sobre una pierna podrida. Follar no es un logro, es algo que ocurre quieras que no, siempre hay alguien con mal gusto.

No es deprimente, solo triste, yo no me deprimo ni ante Jesucristo vomitando sangre, ni ante el bebé que se descompone.

Soy absolutamente ira y rencor por todo aquello que jamás haré.

No me voy a ir dando gracias a la puta vida, aunque como dicen algunos, deba sufrir más por esa ira. No pueden hacerme nada que no me hayan hecho ya.

Mierda… Puta mierda.

Y podría ser peor si me rompiera una uña.

Las uñas son las cosas que más duelen ¿Te has rasgado alguna vez una uña con una púa de acero que surgía de una persiana metálica? ¿Te han taladrado una uña para drenar un edema por aplastamiento del dedo? ¿Te han arrancado una uña de un tirón?

¿Has gritado alguna vez a la luz de la luna “hijos de puta”?

Los dientes no duelen tanto, cuando se pudren te llevan directamente a la locura y encuentras tornillos de ti mismo en la almohada.

He aprendido que la locura es mejor que el dolor.

He aprendido que soy un mierda.

No, no he conocido ni un solo desierto, solo he conocido miseria y mierda.

Es triste y vergonzoso reconocer toda una vida de monotonía que ha pasado lenta y estéril.

Podría hablar de la alegría del amor y de un hijo; pero no me sale de la polla; yo no me consuelo tan fácilmente, he llegado a viejo por no ser un pobre iluso. O por que el planeta y lo que lo habita, no ha sabido como matarme aún.


 


Iconoclasta

16 de junio de 2018

Polluelo muerto


Había en la plaza mayor un polluelo muerto en el suelo, aún sin plumas, con el pico abierto; había quedado mudo de muerte durante un piar plagado de miedo e incomprensión.
Lo puedo imaginar.
Tenía el tamaño de mi dedo pulgar.
Miro al cielo y el sol me deslumbra y pesa como una losa en mi rostro. Ha debido caer del nido desde un tejado.
 ¿Se les habrá caído a sus padres de entre las patas? ¿Lo habrán empujado al vacío cansados de oírlo piar? Como hacen los humanos…
No sé… Quiero buscar algo más que un simple azar de morir, dar más importancia a toda esa muerte. Tan poca cosa y tanta aflicción…
¿Por qué los seres tan pequeños acumulan tanta tragedia?
El drama más silencioso del universo: nacer para morir.
Para morir rápidamente sin llegar a tener conciencia de la propia vida.
Y pierdo un latido del corazón, un pequeño paro ante lo fácil que es morir.
Hubo tanta angustia en su muerte… Se nota en su cuerpo desgarbado, el cuello estirado buscando un camino que lo alejara del negro sueño eterno que lo tragaba.
Y así, por un simple cálculo de media toda su vida fue agonía.
Existimos seres con el super poder de concentrar una ingente cantidad de mala suerte en poco tiempo y espacio.
Dan ganas de reír.
El polluelo pía mudo y abandonado entre gigantes y un sol que lo seca y lo pudre.
Malditas las ganas de reír.
Pienso si mi cadáver provocará ternura.
No.
Los cadáveres grandes solo apestan y dan grima.
Náuseas si han empezado a pudrirse.
Pienso si tendré tiempo de formar un pensamiento que dé algo de importancia a mi muerte.
Morir piando unas palabras como el polluelo.
Una oración a un padre muerto también.
A ella y su coño… Mmm…
Somos un selecto club los que lloramos muertes pequeñas y somos pequeñas muertes en potencia.
La parca es jocosamente sarcástica si la ves de cerca.
Y yo absurdo.
Tengo un pensamiento para el final: Perdóname padre porque no he pecado suficiente.
Es retórica romántica, no necesito perdón de nadie.
Escupo la colilla que pende de mis labios y camino.
Certifico que lo que se mueve no está muerto aún.
Precioso…



Iconoclasta