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23 de diciembre de 2014

Lo malo no es ser puta

"¿Te apetece coger?" le preguntó a su compañero elevando las tetas por el escote al ver un motel de carretera, camino de un pueblucho. Han visto videos porno en la oficina, han fumado mota y van calientes. Detienen el coche en el motel "El salto del tigre". ¿No es precioso y romántico?
En un sórdido, sucio y polvoriento barracón del servicio médico de una obra, pedía que se la metiera a cualquiera que le decía que tenía unas buenas chichis. Sobre todo si era güero, ario, polaco, inglés...
 "Qué tetas tienes..."
 "Métemela, te amo" les respondía con palabras y por mensajes de chat.
Y mostraba su título universitario entre los labios de su oscura y rozada vagina.
El burdel de la licenciada... El doctor era el portero y palanganero.
Es internacional su coño. Como el de cualquier puta del tercer mundo. Solo que las putas, tienen dignidad.
Lo malo no es ser una puta que llega a casa a besar a su marido con el sabor de otras vergas en su boca y con el coño sucio. Y sin cobrar...
Lo podrido es pretender ser la gran madre, que redime la podredumbre de su cerebro y su coño con sus hijos, un amor enfermizo y desagradable. Y los alimenta con mentiras.
Lo malo es que su cerebro es tan idiota como su coño ya insensible por tanta vanidad embutida con tantas pollas.
Lo malo es que pide que se la meta a cualquiera, sin pudor. No es cuestión de ser liberal, es una cuestión de una vanidad psicótica para un cuerpo que no vale lo suficiente para ponerlo en venta, solo para donarlo a borrachos e idiotas. A abogados, ingenieros, oficinistas, albañiles, mecánicos y algún mediocre carpintero, siempre y cuando estén suficientemente calientes y borrachos.  Gente sin demasiadas exigencias.
Lo podrido, lo asqueroso es aguantar el asco y el rechazo de su marido que la huele como algo sucio. Que le mira su coño empapado con repulsión cuando llega borracha después de una sesión de acupuntura, dice.
Y ella, muy digna, evade esa mirada.
Lo podrido es aguantar la repugnancia y el desprecio de su marido en la casa, en nombre de los hijos y de una prostitución vestida de letras y llanto. Del falso dolor de algún muerto. Porque cuando sale del barracón, del carro o  del motel con su agujero y boca sucias, no se acuerda del padre, solo dice: "Qué rico me has cogido" y envía un mensaje a su marido para decirle que lo ama.
Una deficiente mental que cree que todo el mundo lo es.
Su máxima aspiración es mamársela a su jefe... No tiene mucha ambición, la vanidad no deja espacio para eso.
Lo malo es que él le dice que se acabó que no la quiere, que folla con otros  y le da asco su coño. Y ella le escribe poemas de amor y grita que no le llega su amor, que es un insensible.
Da golpes de mala actriz en las paredes y en las puertas.
Y dice ver fantasmas de gente que amó para ser más trascendente en su mediocre vida.
Lo malo de ser esa puta, es la hipocresía de serlo por una soledad convenientemente inventada. Cuando es una simple cuestión de vanidad, de enfermiza vanidad. De una egolatría nacida de la estupidez. 
Y una borrachera la hace olvidar lo mala persona que es.
La puta lo es en su propia casa; a cambio de unos pesos, aguanta las miradas indiferentes y el desprecio que el marido siente por ella y por sus hijos, porque son la maldita excusa para aguantar a la furcia un día y otro y otro y otro...
No tiene donde ir la idiota. Unas cervezas, vodka y a tragar el desprecio que le espera en la casa de su marido, no por puta, sino por mala víbora.
Lo malo no es que la gran madre, admirada hermana y amiga de miles de seres, cumpla su primer aniversario de follar con otro hombre al que mantiene, y a su vez el aniversario de repugnancia que siente su marido por ella.
Lo podrido es que se cree divina, que sigue exhibiendo su coño, sigue ofreciendo sus chichis a quien mejor las mire y dice ser que es la mártir de la soledad. Con su coño goteando varias muestras de semen. Con el tanga del revés.

Lo malo de la puta es que no cobra y se gasta el dinero y el tiempo de educación que le debe a sus hijos sin ser necesario. Es joven la furcia que todos se tiran. Una joven con arrugas y tetas blandas...
De vientre fofo y nalgas caídas... Un pubis adiposo...
Cualquiera se la mete si omite su decadencia.
Lo malo no es ser puta, lo malo es que desde un coche en el centro de la ciudad, le griten que lo es: "¡Puta!".
Su cerebro tarado la hace sentirse famosa y divina...
Lo malo no es ser puta, lo malo es ser una mala persona, lo malo es esa vanidad de una fracasada de coño fácil y tetas apretadas en brasiers adecuados. De una vagina oscurecida de tanto usarla, encallecida.
Un coño infeccioso, porque sus trompas están cortadas y el condón ya no es necesario para evitar embarazos.
Lo malo de una mala mujer, porque no es puta, es mala como el veneno; es que arrastre sus infecciones y mentiras durante meses. Lo malo, es que conviva con el desprecio de quien un día la amó y finja ser una mujer rechazada sin razón. Lo malo es la prostitución que hace padecer a sus hijos en su propia casa.
Lo malo son los llantos y la frustración de no ser feliz en su hogar, cuando llega con el olor a semen y babas de otros hombres.
Y a todo eso lo llama depresión.
Es demasiado idiota para follar con muchos hombres que ha escogido y ser feliz en su matrimonio.
Y esa frustración la hace llorar y sentirse la más desdichada.
Lo malo es decir que ama como nadie puede amar a su marido "es mi dios, es el amor de mi vida". Para que todos crean que es la mujer más romántica y abnegada del universo; pero se mete en el coño la verga de otro, tecleando en su teléfono que enseguida llega a casa, que el tráfico está fatal.
Lo malo, es que miente y no recuerda sus embustes. No se lava las chichis saladas por las babas de otros hombres. Los moretones en sus piernas tras una "buena cogida" que la ha hecho chillar como una marrana.
Lo malo es que se cree inteligente y es un ladrillo.
Lo  malo es que cree que engaña y al final llora de rabia e impotencia, no consigue gestionar adecuadamente su puterío.
Lo malo para el hombre es sentir que al final, es una pobre imbécil.
Y sentir lástima por la pobre madre ramera.
La no puta, sabe que quien la amó, le tiene asco y vuelve a casa cada día con su rictus de mujer abnegada y cansada, con su coño fértil, ahora enfermo y tonto.
Eso sí que es ser una mala puta.
No es la madre del año, no es una puta realmente.
Es solo una mala mujer, un mala persona.
Un veneno que nunca debería haber nacido.
Las putas no son malas. Nunca lo han sido.
Y se mira cada mañana en el espejo al alaciarse el cabello dejando caer una lágrima de maternidad, soledad y literatura que la redima de su miserable y mentirosa vida.







Iconoclasta