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26 de febrero de 2023

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La bondad no es una virtud, sino la reflexión y el acto que surge de la inteligencia y la búsqueda o intuición de la justicia.

Esa justicia que degradaron y humillaron en códigos de leyes los gobiernos de las naciones del planeta Tierra, hasta convertirla en un puré corrupto de hipocresía para protección de la riqueza y sus poseedores.

Esa inteligencia que ha pervertido la sociedad hasta reducirla a un único mensaje electroquímico insectil; millones de veces chirriado por los millones de humanos-orugas.

La bondad es un acto medido, una emoción razonada.

Y no persigue recompensa.

Ser bondadoso indiscriminadamente es el mayor acto de injusticia para los que se la merecen; traicionarlos está muy lejos de la bondad, de la justicia y de la ética.

Sin embargo la superchería o ideología o religión, prostituye la bondad como método para alcanzar una santidad, un paraíso, un premio. Y exige ante todo, bondad hacia los líderes, amos y ricos (el perdón, respeto y obediencia a pesar de sus delitos y negligencias). Luego, hacia todos los seres humanos; excepto a los infieles cuando un gobierno decreta guerra.

No todo ser humano merece un acto de bondad.

En algún momento las grandes supercherías o ideologías o religiones del mundo pervirtieron la bondad amasando mansedumbre y fanatismo. Esta “bondad” es conocida como moral, un libro sagrado del buen ciudadano según los dogmas escritos a lo largo de la historia de la especie humana.

La bondad predicada por las más importantes supersticiones o religiones o ideologías del mundo es un mero trámite que da ciertos privilegios ante los dioses inventados por los líderes salvadores y redentores.

Una cartilla de cupones.

La bondad solo se da en anónimos seres humanos que viven el día a día sin mirar a nadie y hacen lo que deben cuando deben. Lo hacen según la razón y la justicia, sin exigir dinero, votos o fama. Sin exigir la fe en ellos.

Sin exigir el paraíso.

Luego se encienden un cigarrillo paseando a donde quiera que vayan hasta diluirse en el paisaje.



Iconoclasta


30 de septiembre de 2017

Manifestantes


Es repugnante, en estas fechas más que en ninguna de las que he vivido, ver la televisión. A todas horas aparecen manifestaciones y mogollón de idiotas gritando aborregados como una única bandada de moscas de la carne coloridas e irisadas. Gordas y decadentes.
Y así se torna lógica la matanza de judíos en la 2ª Guerra Mundial por parte del pueblo alemán.
Que nadie olvide que la chusma (los ciudadanos manifestantes) escupía a los judíos saqueados de sus viviendas y aplaudía con alborozo su cremación o extinción.
Gente de mierda (el correcto y mediocre ciudadano de cada día) sin cerebro que decidió dejarse adoctrinar por un borracho de taberna que supo lamer profundamente y con delectación los anos de quienes le facilitarían el acceso como candidato en el partido Nacionalsocialista Alemán.
Esta batalla de los medios de comunicación comprados por el poder para poner de manifiesto el apoyo del pueblo de uno u otro bando, es pura componenda zafia que cualquier niño con capacidad de síntesis comprende (pero hay solo uno por cada veinte millones de habitantes). Si un ventrílocuo le pusiera voz a un trozo de mierda, la gente admiraría y se manifestaría por la mierda.
La chusma se daba de hostias por comerle los pelos de culo a Franco cuando aparecía en público, con Hitler, Stalin, Milosevic, etc... Cualquier tipo que les dirija la palabra desde una tribuna hace de los cerebros de los ciudadanos una máquina tragaperras programada para dar siempre lo mismo: tres plátanos para el culo y las orejas. La boca ha de quedar libre para poder gritar y cantar.
O escupir a quien es más inteligente que ellos.
Es lógico que los adoctrinados se manifiesten y hagan toda clase de sacrificios que en su vida cotidiana no harían, por apoyar a una banda de ladrones que claman por la libertad (la libertad de seguir robando más, con más impunidad).
Es lógico que esos ciudadanos con flores en las manos e himnos en sus bocas, mañana exijan y aplaudan la extinción de otros seres humanos en nombre de una libertad que es basura, mentira y puro adoctrinamiento. Cháchara pura y dura.
Y es lógico que acudan con sus hijos, en familia y con una rosa en la mano, para aplaudir ejecuciones públicas como las de la Edad Media.
Y la chusma es como esa mujer enferma con el cerebro podrido, que cuanto más le pega su marido, más lo quiere y protege.
Está bien, no tengo nada que objetar porque la esencia humana es la estupidez.
Y de alguna forma deben morir todos esos idiotas para que la especie evoluciones, tal vez mejorando. Solo tal vez, es una probabilidad remota.
Lo que ocurrirá realmente es que la especie humana se extinguirá antes de haber alcanzado un estado evolutivo decente y mentalmente útil; pero no hay otra cosa que hacer mientras esto ocurre, que vomitar cada vez que enciendo  la tele y la observo ese breve espacio hasta que se conecta la consola de videojuegos.
No hay otra cosa que hacer más que reflexionar obscenamente despreocupado por las masacres humanas.
Uno se acostumbra a todo, como los matarifes a matar vacas y los ciudadanos a quemar judíos o lo que el trozo de mierda que adoran, les indique.
Y siempre, siempre es en nombre de la libertad y justicia.
Margaritas a los cerdos, porque no sabrían que hacer si la mierda que adoran, de verdad los dejara en libertad.



Iconoclasta