Powered By Blogger
Mostrando entradas con la etiqueta insignificancia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta insignificancia. Mostrar todas las entradas

1 de marzo de 2021

Nada que no sepa


Pareciera que la luna tiene sus días buenos y malos.

Un día aparece serena, flotando suavemente, iluminando las cosas inanimadas fría y tétricamente.

Y otro día parece desgarrarse en una lucha contra las nubes que la quieren asesinar en un desgarro tormentoso por pura maldad.

Y ahí abajo, invisible para el universo, un poca cosa como yo observa con un cigarro y cierto cinismo la gloria y el drama nocturno.

La luna no puede explicarme nada que no sepa yo.

Ni las nubes.

Ni siquiera el universo.

Ni siquiera dios.







Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


19 de diciembre de 2017

Mirando las estrellas


Observar el cielo nocturno incontaminado por luces artificiales cercanas, provoca dos estados de ánimo:
1º. Asombro, admiración y cierta euforia ante la exultante belleza que forman miles y miles de estrellas y sus nebulosas.
2º. Insignificancia, pesar y tristeza. Tras unos minutos, cuando la visión se ha acostumbrado a esa oscuridad y se hacen nítidas las luces y sus agrupaciones; llega la sensación de ser pequeño, un insecto que a duras penas es consciente de su propia existencia. Tras un tiempo indefinido, mucho más corto de lo que pienso, llega el pesar, la pura realidad: no he visto nada del universo en el que me hallo o me contiene. Soy extraño en mi propio mundo.
Y por fin la tristeza, porque jamás lo podré ver, me falta vida para abarcar tanta multitud, tanta grandeza.
Moriré sin saber, sin conocer.
Entonces te busco, quiero que me localices en toda esa tristeza cósmica, amor. Porque me he perdido en el universo inmenso, en mi insignificancia misma.
Solo el calor de tus labios o la caricia de tu voz en mis sordos oídos pueden rescatarme y vencer el desaliento, el temor y la tristeza que me embarga.
Tus labios me darán la temperatura que necesito para seguir viviendo, la que las gélidas y lejanas estrellas me han robado. El frío universo me ha secado los labios y se me abren por un desconsuelo en esa helada y bella soledad.
Tu voz me devolverá en un susurro a la existencia, me hará hombre y ser vivo.
Por ti y ante ti, soy.
Tu existencia y tangibilidad es lo que me da vida.
No volveré a mirar jamás las estrellas, no tan profundamente si no estás a mi lado. Podría haber muerto ahí solo. Sin ti.
Me doy cuenta esperanzado, de que eres mi universo, el que hace bombear mi corazón y llevar la sangre donde debe.
Te amo con toda mi insignificancia.



Iconoclasta