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23 de abril de 2023

lp--Mosén Jacinto Verdaguer: San Francisco--ic

No lo puedo negar, a veces tengo suerte. Buena, quiero decir, buena suerte.

Hoy ha sido el mejor día de Sant Jordi (San Jorge) o día del libro que he vivido.

Estoy harto de encontrar sólo literatura de consumo, automatizada, estereotipada, sin alma o simplemente infantil. Lo que las grandes editoriales publican como misioneras de un dogma que han de extender. El dogma de la globalización y el pensamiento insectil, banal y pueril. Fácil y sin sobresaltos, sin inquietud alguna; parábolas de tolerancias e inclusiones artificiosas y doctrinales de corte fascista. Lo que antes se conocía como simple educación y hoy elevan a pretenciosos decretos y preceptos pagano-religiosos. De esos que se convertirán en audiolibros para que aprendas lo que debes y pienses lo que quieren, sin entender siquiera como se escriben las palabras que tragas.

Hace años, desde inicios de los ochenta del siglo pasado, que no consigo encontrar literatura de verdad, limpia de la búsqueda de la fama o el “me gusta” o los refritos histórico-esotéricos. Sin adoctrinamientos para mentes simples.

Liturgias que insultan a la inteligencia.

Así que en una bonita tienda de antigüedades y ojeando en una vintage caja de madera (restaurada al efecto) he encontrado esta edición bilingüe (catalán-castellano) de Jacinto Verdaguer de ¡1909!

Además de mi económico, pequeño y pueril capricho de comprar un libro de ciento catorce años. Al abrirlo me he dado cuenta de que tras más de un siglo, no lo ha leído nadie.

Al llegar a casa, hemos sido mi hijo y yo los primeros en comenzar a leer sus páginas, cortando cuidadosamente con una afilada navaja los pliegues de las páginas aún unidas de cuatro en cuatro.

Me he sentido como un ingenuo y torpe explorador ante un descubrimiento. He vivido una sorprendente y gran odisea.

No está mal para un tullido.

Yo no sé escribir ni quiero, de la piedad y la bondad, de la amabilidad, la ingenuidad y ternura desenfadadas y humildes. De una fe o una aceptación a lo establecido.

Pero me gusta conocer aquellos estilos que jamás podría emplear. E intuir el fascinante proceso de aquellos autores, para construir instantes que contagiarían de su pasión o paz a los lectores.

Así que me fascina Lorca y su cuasi metafísica poesía. Y también me conmueve que escritores como Jacinto Verdaguer, dedicaran una parte de su ilusión a escribir poemas de instantes amables, bellos en su simplicidad. Donde se siente en cada verso el fruto de la experiencia mística de la soledad o recogimiento, y el contacto con la naturaleza.

Hoy ha sido un día bonito. Dos veces bien.

No puede hacer daño.

Y ahora a ver cuanto me cobra la usurera vida por el buen momento.


Iconoclasta

4 de marzo de 2023

lp-- Hay días en los que…--ic


Hay días en los que quisiera dar las buenas noches a las estrellas y a ti a mi lado.

Sin palabras escritas, con la inmediatez de la proximidad.

Hay días en los que quisiera dar los buenos días al sol, y a ti frente a mí.

Sin tristeza escrita.

Hay días en los que quisiera decir te amo a la vida y a ti entre los brazos.

Sin tinta, con un jadeo en tus labios.

Hay días que quisiera acabar el día con la última palabra en tu oído, en la oscura e íntima horizontalidad de la noche, sin papeles mojados lanzados en el rincón lóbrego de los deseos muertos.

Hay días en los que quisiera dejar escapar la última silaba de mi palabra entre tus labios, en un desfallecer.

Y saber que al día siguiente, en nuestra íntima mañana y tu rostro dorado como la arena al sol, susurrarte el tierno cuento de los dos ángeles que no pudieron ser.

Que dios tenía tantos ángeles a los que dar sus alas, que cuando dos cogidos de la mano llegaron a su presencia, se le había agotado el pegamento.

Y se le escapó un estornudo tan fuerte en aquel instante, que fueron arrastrados por su viento todopoderoso y sus manos se soltaron.

Sintieron un desgarro en el alma como si se hubieran roto las alas que debían tener, cuando sus manos se quedaron vacías.

Y caían infinitamente solos a La Tierra.

Y dios les gritó desde el trono: ¡Tranquilos! ¡Os envío a Gabriel para que os traiga de nuevo desde la tierra! En cuanto acabe el desayuno se pone en marcha. Y recordadle que compre pegamentooooo...

Y hay días que quisiera decirle hola a Gabriel con cierta displicencia, porque los momentos en el cielo son casi vidas en La Tierra. Y tú llegabas con él con cara de niña disgustada; pero se te escapó una risa al verme.

Hay días que quisiera que los cuentos fueran reales y recuperar los momentos perdidos, los que ni siquiera pudimos imaginar. Arrancarte al fin de la mano de Gabriel y tomarte yo.

Decirte sin palabras escritas, que no te sueltes, que si dios estornuda, nos agarramos a su barba y se joda si le duele.

Quisiera no escribir más tonterías. Dejar de escribirle a dios que cuide su resfriado y que Gabriel es negligente y que no hay derecho.

Y así dar los buenos días a tu sonrisa tras la taza de café y desnudarte de las alas.

Que dios mire a otro lado con embarazo.

Quisiera un día dejar la pluma en el cajón y su tinta del color de la melancolía, que ya no sea necesaria; pero miro el reloj y cierro con fuerza la mano que sostiene la pluma, porque es tarde.

Entre dios y Gabriel, escribieron un cuento de tristes sonrisas de ángeles de plomo sin alas y un bote de pegamento vacío.

Hay días que no deseo escribir un final que duele un millón.

Y estiro las palabras para que sin darme cuenta, como si durmiera, el final no sea jamás escrito.

Solo dejar unos puntos suspensivos.

Como un tic sin…



Iconoclasta


25 de febrero de 2023

lp--Ella trae colores a todas partes, amor y ternuras inspiradas en She’s a rainbow--ic


She’s a rainbow (Ella es un arcoíris), es una bellísima canción de The Rolling Stones, de 1967. Forma parte del álbum Their Satanics Majesties Request (Sus Satánicas Majestades Solicitan).

He escrito los versos de la letra traducida del inglés y resaltada en negrita, para responder a cada verso en texto normal con la torpeza y la urgencia de mis emociones, de la ternura, del amor que rompe los corazones y los recompone y los pinta y los saca fuera y los mete dentro…

Que los Rolling me perdonen.

Y ella por mi torpeza.

 

Ella trae colores a todas partes

está todo tan oscuro, mi amor…

y el cielo me pesa en los hombros

peina su cabello

cada mañana la sueño así a ojos abiertos, y desespero

es como un arcoíris.

solo ella puede dar color a mi sangre

Llegan colores en el aire.

cada vez que aparece, con su mirada…

¡Oh, por todas partes!

en todos los rincones de mi mundo y dimensión

 

Ella viene con colores

¡Como os espero!

trae colores a todas partes

mi amor hace magia

peina su cabello

y coquetea consigo misma

a veces, con una melancolía hermosa en la mirada.

es como un arcoíris.

es un rayo de amor y deseo

Llegan colores en el aire

y su voz arrasando mi serenidad

¡Oh, por todas partes!

¡Oh, desesperación!

 

Ella viene con colores

es la fuerza armada de la esperanza

¿La has visto vestida de azul?

la he besado en todos los colores

Ves el cielo enfrente de ti

y crees estar loco de contento

y su rostro es como una vela

plena de mis besos al viento

de un color tan hermoso y pálido

que siento ser cosa sin vida

¿Has visto a una mujer más bella?

es imposible, no hay cosa más hermosa

 

Ella trae colores a todas partes

no cesa, contagia el mundo de luz y color

peina su cabello

¿sonreirá pensando en mí en algún momento?

por favor…

es como un arcoíris.

es un trallazo de amor que deslumbra

Llegan colores en el aire

y se prenden en mi piel ceniza

¡Oh, por todas partes!

en toda mi carne

 

Ella viene con colores

soy un dibujo sin colorear sin ella

¿La has visto toda en dorado?

y he sentido mi alma retroceder al corazón mismo

Como una reina en la antigüedad

siempre existió, nací para ella

dispara sus colores a todo alrededor

no tiene piedad con su desmesurada sensualidad

como una puesta de sol

como una diosa

¿Has visto a una mujer más bella?

da terror no ser suficiente para ella

 

Ella trae color a todas partes

como si fuera fácil

peina su cabello

y cubrirá mi rostro con él en una caricia vertical

es como un arcoíris.

y yo la tierra mojada donde nace

 

Llegan colores en el aire

qué pasará cuando me pinte de ternura

¡Oh, por todas partes!

Desesperadamente…

 

Ella viene con colores

viene con mi vida goteando de sus dedos

es como un arcoíris.

y yo una lluvia que cesó ante ella

 

Llegan colores en el aire

que no tarden, no hay tiempo

¡Oh, por todas partes!

mis ojos están llenos de ella

 

Ella viene con colores…

y conjura la pálida muerte

 

 


Iconoclasta


6 de enero de 2023

lp--Con los pies en el suelo--ic

Nació para ser amada, con la carne y la piel que cubre y protege su pensamiento perfectas. Cálida y sedosa su mirada y sus urgentes labios.

No puedo creer estar amando a una diosa. Solo ocurre en las películas.

Sin embargo, me rebosa agua ácida de los ojos. Se me irritan y el mundo se hace difuso.

Una costura se ha rasgado en el tejido de mi mediocre existencia y ha hecho mierda mis defensas.

Es lógico que plante los pies en el suelo. Podría elevarme hacia ella, por ella.

No puedo permitirme soñar despierto, debo afianzarme a la tierra.

No soy pájaro, cometa o meteorito. Sino una piedra tallada por las presiones telúricas y los volcanes.

A menos que te quede un respiro para la muerte, no importa fracasar y caer.

Y aún no siento ese olor a moho en mis pulmones que deja la muerte cuando está demasiado cerca. Huele como las hojas que se pudren con la escarcha invernal. Las que piso con la firmeza de mi peso y la ingravidez del amor.

Se me desprende la carne de los huesos por su poder de atracción gravitacional.

Amar duele.

Quiero ir, llegar a mi estrella.

Pase lo que pase, cueste lo que cueste.

Soy un asteroide al rojo camino a la desintegración. Mi diosa no lo quiera…

Y antes de seguir con mi letanía de amor y deseo, me aseguro de nuevo que los pies sigan ahí, pegados en la tierra.

Caer duele millones de lamentos luz.

Y el dolor no aporta misericordia ni dignidad a la mística tragedia de amar.

No puedes curarte con aceite hirviendo una quemadura.

Desea a gritos, pero no dejes la tierra, no te separes de ella. Toda una vida llena de grisentería no puede tener un final feliz.

Ni lo sueñes.

Me digo que es un espejismo; pero no resulta y es más doloroso. La vida sin ella duele más.

Solo sé que soy un pensamiento perdido en la muerte gélida y árida del cosmos, un astronauta desecado y congelado sin posibilidad de putrefacción desintegradora.

Soy un trozo de plástico espacial.

Y un viaje incierto a un destino ineludible.

Porque si no amas ¿cómo vives?

Siendo un mierda.

Me fascina cuando se estira desnuda y felina entre las sábanas, ronroneando universos extraños e intensos, hambrienta de ser tomada. Imaginando su piel cubierta por el deseo y el coño palpitando en una ascensión a la cima del placer violento y animal.

Aquí en la tierra fría, mis pies parecen hundirse; fundirse con el calor que produce su tormenta de amor solar.

No puedo dejar de evocar mi semen deslizándose entre lo más prohibido y secreto de sus muslos, un goteo viscoso que se bebe la sábana cálida que la sostiene.

Mis pies en el suelo…

Y me duele el corazón de luchar contra su tirón orbital.

Durante unos minutos permanecemos en silencio. Recuperando el aliento y retornando suave e inevitablemente a la realidad con el corazón pleno y el coño agotado, ahíto de placer. Mi pene decreciendo, escupiendo algún semen residual, humillado silenciosamente ante la diosa.

Con leves jadeos se desvanece la violenta lujuria que nos abandona a un amor relajado y caníbal.

Observo sus pezones aún duros mojados de mis labios.

Es mía, mi diosa…

Y un pie se alza traidoramente. Me apresuro en contraer los dedos en la bota haciendo un puño para dar potencia a la pisada, si eso es posible.

Peso lo que peso…

Es mi desesperación y tortura, un castigo a mi impío amor que detesta y ofende a la humanidad y sus interferencias constantes entre ella y yo.

Soy una triste mitología.

Somos de la misma especie: el amor nos hace feroces, desinhibidamente irracionales.

Pero tengo mis limitaciones, no soy un dios y si dejo la tierra que me mantiene vivo también perderé lo poco que tengo de ella.




Iconoclasta

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15 de diciembre de 2022

lp--Desde mi nube--ic


Hay momentos en los que me permito subir a las nubes y desde ellas te busco. Sé que mirarás al cielo cuando me acerque altamente a ti.

Son cosas infantiles, lo sé; pero me canso de ser adulto y la desesperanza que conlleva la sabiduría de vivir. Necesito unas breves vacaciones de mí mismo, evadirme de mis nefastas certezas durante unos segundos. Soñar que te doy un simple beso, que tomamos un café con esa tranquilidad de saber que no hay tragedia de distancias e imposibilidades de la historia de cada cual.

Así que desde allá arriba te gritaré mi amor y tú con un gesto de la mano, me dirás que baje. Sin dejar de sonreírte, espiando tu escote, te diré que no puedo. He dejado mi cuerpo abandonado en el bosque y podría morir. Y si muere el cuerpo, muere toda esperanza, aunque de hecho, nunca hubo ninguna.

Solo unos segundos para descansar de la presión de la realidad, sentado en una nube de tinta y papel. Ilusionado como el crío que muerto dentro de mí, imaginaba momentos con ojos brillantes de ilusiones.

Lo maté porque no podía permitir que supiera la verdad de todo. No podía permitir su llanto de tristeza, miedo y frustración.

Cuando te haces adulto debes asesinar al niño que fuiste.

Una muerte piadosa…

Ningún niño tiene que sufrir la ausencia de magia e ilusión que hay en la vida de los adultos, en su madurez.

Porque si el pequeño llora de tristeza y decepción te contagiará el miedo y la pena.

Y construirás castillos en el aire indignos de un hombre, cometiendo delito de infantilismo e ingenuidad.

El hombre solo debe soñar cuando duerme agotado de trabajo, errores y decepciones. O duerme sereno después de follar, cuando inopinadamente algo salió bien por el esfuerzo de bregar entre tanta mierda todos los días. Y si fue por azar, mejor así, menos cicatrices.

Cuando empieza la jornada rasgas todos los sueños y lanzas los jirones al viento que se desintegrarán en la luz antes de llegar a ningún lado.

Y así se crea y mantiene tu vida, palpable y firme. Tuya y solo tuya.

Cruel y salvaje con toda ilusión, con toda libertad que quieren arrancarte de tus dedos aún no muertos.

Vivir es un esfuerzo atroz para un niño. La vida cuesta millones de unidades de dolor en algunos momentos. Entiérralo, duérmelo para siempre si prefieres llamarlo así; si te hace sentir menos asesino. Que su infancia no se enturbie por la violencia y los jadeos de esclavitud y mezquindad de los adultos.

El niño ya hizo lo que debía, dale su descanso y tú, sé hombre.

Y lo hice, el cadáver del niño que fui flota en mi pensamiento, dulcemente. A salvo de todo lo malo que vivo y de la muerte que llega rápida, con adelanto sobre la hora establecida.

El pequeño está a salvo.

Sé que le hubiera gustado viajar conmigo en la nube y agitar la mano saludándote.

Cuando llegue mi fin, intentaremos ir juntos a saludarte desde lo alto; si la muerte fuera más dulce que la vida, nunca se sabe (otra esperanza sin fe desde mi nube).

Vuelvo a mi vieja piel.

Bye, amor, hasta nunca.

Hasta siempre…




Iconoclasta

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27 de agosto de 2022

La bendita y libertadora guerra

Esa libertad e impunidad que da la guerra para vivir y matar indiscriminadamente debe ser tan maravillosamente adictiva…

Yo quiero…

Solo debes pensar que estás prácticamente muerto.

Y todo aquel que mates, es un placer que obtienes antes de que tu cuerpo empiece a pudrirse.

Es mejor que follar.

Después de pasar decenas de años encerrado en una ciudad-pocilga, acosado por los sebosos cerdos del estado como presidentes, ministros, jueces, policías, sacerdotes, etc… La guerra y su salvaje libertad de matar a quien te plazca y que además te paguen (lo que sea por ello), es un auténtico oasis en la vida.

La definitiva culminación como ser humano.

Matar y saquear…

Para correrse.

No le veo dignidad ni ventaja alguna a la cobardía del pacifismo; pero entiendo perfectamente que los borregos balen cuando sienten a los lobos.

Al final, después de tanto conocimiento y sabiduría, resulta que lo que más ansío ahora es un guerra; sin importar cuanto pueda durar yo en ella.

Cualquier cosa que destruya esta sociedad podrida y sus habitantes, es mejor que vivir como un triste puerco bañado en mierda, controlado por las asfixiantes leyes de jerarcas, sacerdotes y jueces hijos de puta.

Todo el puto estado muerto y los que lamen sus genitales también decapitados.

Hemingway sabía bien lo que decía.

En una película alguien llevaba un collar con orejas humanas cortadas a los que asesinaba o cazaba, yo no lo llevaría por lo maloliente; pero me hace sonreír con ternura.

La joie de vivre… C'est la vie.



Iconoclasta

12 de marzo de 2021

Poseído de amor


A veces ocurre que me olvido de respirar porque interpreto como sería besarte en ese mismo instante en el que me apremia la necesidad de ti.

Dichosas apneas de amor…

Por ello me da no sé qué imaginar que te follo; el corazón es cosa seria, no puedo ponerlo a prueba tan osadamente.

Y aun así, tengo la sensación de inminente fatalidad porque será inevitable que un día me deje llevar por esa ilusión.

Pensarás que exagero; pero a mi médico se le ha escapado un grito cuando ha reventado el manguito del tensiómetro en mi bíceps..

Le he dicho que no se preocupe, que es solo cuestión de amor, pensaba en mi novia.

Y de repente ha gritado “hostia puta” porque manaba sangre de una de mis orejas.

No podía parar de reír al ver su expresión, cielo.

Y por eso se me ha escapado un vómito.

Se lo han llevado de la consulta por el ataque de nervios que ha sufrido. Ya sabes son tiempos del puto coronavirus y los médicos no se eligen por ser valientes, es cosa de que ofrezcan la titularidad adecuada y tener un buen padrino si quieren acceder a trabajar para el gobierno.

Bueno, pues antes de ponerme la camisa para salir de la vacía consulta, me he tomado la temperatura por si tuviera algo de fiebre; al pensar en tus cuatro labios he fundido la pantallita digital.

Como olía a quemado, ha llegado una enfermera a la consulta y me ha dicho que o me iba por las buenas, o llamaban a un exorcista.

Y tal vez sea ese el problema: que me has poseído, mi bella diablesa.

En otro momento ya te contaré de lo mucho que me crecen las uñas en las noches de luna llena (sobre todo las de los pies, que me hacen sentir como una iguana), cuando imagino tu piel desnuda bajo su luz, concretamente tus magníficos pezones.

Te dejo, que el teléfono empieza a humear.

“¡El poder de Cristo te obliga!” ¡Ja! Me encanta tenerte dentro de mí; pero espera y verás cuando yo te la meta, listilla… Besos, mi amor.





Iconoclasta

24 de febrero de 2021

El aire que me envuelve

 


Me abraza con el aire que me envuelve.

Es la razón de buscarla en las hojas secas que revolotean, en la espuma que el viento arranca a las crestas de las olas, en los rayos de sol que entran a través de los polvorientos cristales de mi ventana, en el humo de un cigarro, en los torbellinos de arena y polvo del camino que me lleva inexorablemente a ella.

Un destino de amor al que no podré llegar.

No es una queja, caminar hacia ella es mi privilegio. Solo hago constar un hecho para frenar mi poderosa imaginación. Duele un millón amar a distancias inhumanas y si te crees tus propios sueños, te perderás para siempre en la locura.

Perderás el rumbo y a ella.

Un hecho como la voluptuosidad de sus labios que provocan pequeñas distorsiones en la claridad del aire cuando susurra sus palabras de amor y ternura, con la frecuencia precisa para destruir mi cultivada serenidad llevándome a acelerar el paso; porque si ha deformado el aire con sus palabras, debe estar cerca, es posible llegar…

Es solo un espejismo de amor, cuando el aire deja de ondularse invisiblemente, la distancia se hace sobrecogedora de nuevo y continúo caminando sin esperanza porque es lo que debo hacer, no hay otra opción. Intentar llegar como sea, a pesar de que el tiempo me erosiona arrancándome jirones de carne y piel cada vez más grandes.

Así que durante el viaje espero con trágica ilusión que me envuelva de nuevo un aire, como un conjuro, como el canto de una sirena… Y cuando eso ocurra de nuevo, detenerme y cerrar los ojos al sol musitando la oración del amor.

Sonrío, a menudo se me escapa una sonrisa porque le digo al aire que me abraza que soy un enamorado errante, una bella condena; pero condena al fin.

¡Shhh…! Un aire bendito.







Iconoclasta

17 de febrero de 2021

Entender el amor


No se puede entender el amor como ocurre en las películas, la literatura, la música o el arte.

Se debe tener muy presente, porque las artes existen para evadirse de la realidad. De la mediocridad.

Ir a un museo o al cine para ver más de la misma decepcionante realidad sería un asesinato a la imaginación.

El amor real (si lo hubiera) no alimenta el cuerpo ni construye decorados preciosos.

El amor real se diluye, se asfixia con mil y un problemas que lo sepultan todos los días a lo más ignorado del pensamiento. Cuando el amor debe compartir espacio con la supervivencia, ésta lo pisa, le mete la cabeza en el barro. Porque la supervivencia es feroz, nada puede oponerse a la instintiva lucha por la vida.

Podríamos pues, concluir que el amor, el romanticismo es el producto de una sociedad acomodada, ergo decadente. Tal vez… Pero para eso existen las artes y el cine, para proteger el amor de la decadencia y la indignidad.

Y la dura realidad es que solo unos pocos privilegiados decadentes pueden vivir del amor bohemiamente.

Además de esto, el amor es sesgado porque el hedonismo va de su mano. Y la búsqueda del placer per sé, es una de las grandes aspiraciones de cualquier ser humano.

Es lógico pedir otro amor, y otro, y otro. Renovación. Es tan bello tan trascendente que, sería estúpido castigarse, castrarse.

Y también es cierto que la lealtad es una virtud hermosa: ahí radica también la lucha, la tragedia de amar.

El mundo, la vida está llena de posibilidades y cuanto mayor es la imaginación, las ansias de amar son más voraces.

El único amor, esa unión religiosa de por vida, es una imposición de los poderes políticos, religiosos y económicos que pretende limitar la felicidad y el placer para dedicar todo el tiempo de vida posible del trabajador al enriquecimiento de los que ostentan esos poderes.

Tampoco hay que confundir la búsqueda de amores con la poligamia; el amor debe ser único en su justo momento, es su naturaleza voraz y acaparadora; fiel hasta que se extingue y dure lo que dure. La poligamia es solo ganadería, reproducción. Putas y putos en un corral de gallos y gallinas ponedoras que follan como si cagaran.

Necesitamos la literatura, las películas, la música y las artes para que nuestros sueños e ilusiones adquieran el tinte de la posibilidad, aunque solo sea por un par de horas un día en el cine, frente al televisor, escuchando esa música preciosa que nos transporta a un tiempo y lugar que está lejano, tanto en el pasado como en el futuro. Un par de horas de amor hermoso en esta vida inmersa en una sociedad venenosa que es pura mezquindad y mediocridad, puta mentira y abuso.

Y estafa.

Hay mentiras hermosas por las que vale la pena abandonarse un tiempo y solazarse en una desinhibida ingenuidad.





 Iconoclasta


27 de mayo de 2020

Los mejores años de nuestras vidas


Neil Diamond canta a los mejores años de nuestras vidas.
Pues no sé… He vivido demasiado y se amontonan tristezas sobre frustraciones; no consigo recordar semejantes años buenos.
Ni siquiera estoy seguro de que hayan ocurrido.
Es descorazonador. ¿Si no recuerdas un mejor año, quiere decir que es hora de dejar de vivir?
¿Que he fracasado?
Es como una tristeza que cubre a otra y debajo hay otra, y otra, y otra…
Me gusta la canción porque es hermosa la existencia de los mejores años que puedan ser celebrados con una canción.
Maldita suerte la mía…
Me contagia una euforia melancólica y triste.
Quisiera creer que hubo un año especialmente memorable, hermoso.
¡Pero, cuál!
Es como si quisiera llorar y estoy seco.
Duelen en el corazón las lágrimas que no brotan.
¿Es posible que existan periodos tan largos de plenitud?
El mejor año de mi vida….
Algo ha ido terriblemente mal, no hay nada semejante en mi vida.
Un buen año se merece una canción; pero unos minutos, incluso unas horas tan solo merecen un pésame.
Las canciones que se escuchan cuando eres joven son amables y no acaban en un precipicio. Y al cabo del tiempo, se convierten en un refinado y rítmico sarcasmo.
O una broma un tanto pesada.
Y sin embargo, se me cierran los ojos suavemente ante el placer de lo que no sucedió mientras la canción dice cosas.
Nadie sabe de mí, no puedo hacer el ridículo por escenificar algo inexistente.
Es solo una mentirijilla venial sentir que tengo algo que ver con esa canción. No puede hacer daño.
No debería ser castigado por ello, sería prevaricación por parte de Dios.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

16 de mayo de 2020

Solo contigo


Solo contigo quiero vivir en el paraje de la Inmensa Soledad.
No aceptaría a nadie más.
¿Te has fijado, amor?
Es un caos de libertad.
La soledad más hermosa grita con furia su grandiosa libertad inquebrantable de precisos y sólidos matices indestructibles.
Hay una senda infinita a un horizonte aún por descubrir, por la que nadie más caminará.
Te quiero avanzando hacia mí con esa voluptuosidad tan tuya, con esa sonrisa que ilumina el universo.
Sin que nada te detenga.
Ven a mis brazos abiertos, a mi rostro que exhibe una sonrisa feliz y cansada. Ha costado tanto tiempo crear este lugar, cielo…
Por favor…
Sé que es mucho pedirte habitar esa inmensa soledad.
Perdóname. A veces no pienso en lo poco que valgo; pensar en ti me hace valioso.
Es inevitable.
No tengo derecho a pedirte semejante soledad.
Solo es una muestra de deseo, cielo.
No puede hacer daño.
Ahí, en el centro de la soledad, no puedo dejar de pensarte. Lo llenas todo.
Y sueño tenerte sin más consideraciones. Como si por una vez en la vida algo fuera fácil.
No me siento solo.
Estoy bien, amor.
Simplemente te necesito en cualquier universo.
Pudiera ser que en esa soledad me eternizara y no debiera preocuparme el tiempo que pasa y no tenerte.
No sé… Amarte me hace confuso a mí mismo.
Solo contigo, cielo; es en esencia lo que quería decirte por enésima vez.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

6 de abril de 2019

Un dragón se acicala


Un solitario camina y mira al cielo porque entre la tormentosa nube, se abre un agujero por el que el sol intenta desesperadamente lucir.
En principio el hombre ajeno al mundo piensa que dios le va a dejar caer a los pies una tabla con diez mandamientos obscenos y se ríe.
Es un cínico demasiado curtido que sabe todo lo que es imposible.
Al solitario le lloriquean los ojos ante esa luz, o porque está un poco cansado del dolor. No importa, es divertido sentir emociones por banalidades que no pesan demasiado.
La realidad es demasiado aburrida, más de lo mismo y más y más y más…
Y ocurre que sus ojos quieren ver un dragón que se ha detenido en pleno vuelo para acicalarse flotando con absoluta naturalidad, ajeno a él y a La Tierra.
Mi amor, era yo el solitario…
Y el dragón, tal vez.
Estar solo tiene sus ventajas y desvaríos, lo digo por mí. El dragón me parece cuerdo, sinceramente.
En lugar de aparecer tú en el cielo, se formó el dragón.
Podría haberse rasgado la nube en vertical, en dos franjas que dibujaran tus muslos y el delta que forma tu deseado coño. Algo que me evocara a ti, me sobra indecencia para imaginarte.
Porque imaginar tu rostro entre las nubes, es demasiado complejo para el azar y las divinidades; y si lo viera pensaría que sufro una enfermedad mental.
No creo en dragones, ni tengo una especial predilección por ellos; pero ahí está.
Y yo debajo…
Faltabas tú para que apremiándote y señalando la mancha de luz, te preguntara qué ves.
Y besarte a traición el cuello apresando tus soberanos pechos en un abrazo de lujuria y posesión.
El hombre solitario siente aún más la fría y serena soledad observando al dragón aseándose. Lamenta no poder flotar hasta él y decirle: “Hola dragón ¿me puedes llevar lejos con tus poderosas alas? Me duelen lo pies, por decir lo mínimo. Adonde tú vayas me parecerá bien”. 
Se cierra la nube devorando al dragón y siente una triste sensación de pérdida que crea un leve rictus de dolor en su rostro que ahora mira el suelo.
Clava con firmeza el bastón en La Tierra y empieza a caminar pensando en la improbabilidad de la magia.
El del bastón, soy yo, mi amor, atrapado en el triste final de un cuento de dragones y mazmorras.
Sin ti de nuevo…




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


9 de julio de 2018

Doler tanto


Nada duele tanto como no tener lo que amas.
Nada duele tanto como ser solo posibilidad.
Nada duele tanto como ser ilusión y morir siéndolo.
Nada duele tanto como un abrazo vacío y un beso que se deshace en el aire.
Nada duele tanto como oírla y no acariciar su piel de oscuro y terso bronce.
Nada duele tanto como el cortante y quirúrgico filo de amarte.
Nada duele tanto como de repente saber que murió, que no volverá.
Y sin todo ese dolor la vida no es posible.
Nada duele tanto como una lluvia sin ti.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

9 de mayo de 2018

Una nube indecente

Como esa nube que sale tras la montaña, así quiero salir de entre tus piernas abiertas. O de tu boca que aún jadea el placer de un orgasmo ansiado.
Enroscarme en tus pezones duros y lloverlos con mi lengua ardiente, pesada, reptante…
Salir de ti como una nube satisfecha, que te ha arañado, besado, lamido, mordido, acariciado y anhelado los labios de tu coño y lo más íntimo de tus muslos.
Aparecer lentamente, de entre el temblor de tus muslos, con mi boca nebulosa llena aún de tu coño. De la baba del deseo que has derramado en mí, en mi rostro gaseoso. Mi rostro agotado de tanto desearte.
Soy tu lluvia y me has llovido…
Lluvia sobre lluvia…
Yo no soy la nube bonita que saluda al mundo y aparece para acariciar el verde de la montaña y sustentar a pájaros de primavera que pareciera que la saludan.
No soy la nube ufana y hermosa.
Soy la nube indecente que te ha follado, que se ha metido entre los labios de tu coño y te ha besado vertical y profundamente.
Que ha lanzado y clavado un puto rayo lácteo y ahora tu raja llora blanco.
Soy una tempestad de amor y obscenidad que habita en lo más sagrado que hay en ti: tu coño, la puerta dimensional por la que acceder a tu alma, a toda tú.
Yo no soy la nube bonita de algodón.
Soy la nube que te jode, que te desgarraría toda sin control, si perdiera la poca razón que me queda.
Solo quiero ser eso, cielo.
Una nube indecente que emerge vanidosa y satisfecha de entre tus divinos muslos voluptuosos.
Y luego no importa deshacerme en jirones, porque habré hecho lo que debía. Para lo que fui parido.
Veo el hermoso cielo, y no puedo evitar pensar en ti de la forma más íntima e indecente.
De la forma más desesperada.
¿Verdad que me entiendes, cielo?
Besos de algodón en tus cuatro labios divinos.





Iconoclasta
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15 de marzo de 2018

La necesidad de tu luz


Evoco tus ansiados dedos siguiendo el contorno de mis labios, de mi viejo rostro; como un sueño que me da paz.
Es una necesidad pensarte, es soporte vital.
Sin estos momentos no es factible la vida.
Si no te pensara, no existiría.
Tu voz no es sonido, hablas y susurras luz que rasga mis penumbras.
Soy alguien oscuro y tú tienes la única llave de mi sima. Solo tú puedes entrar y tomar mi rostro entre las manos y decirme: “Ya, está cielo, estoy aquí. Vamos a la luz”.
Y en ese momento lumínico, me sentiré repentinamente cansado, sumido en el rumor de tu luz. Porque cuando un amante está cansado, el otro lo cobija y le da la importancia que jamás tendrá para el resto del mundo. Yo quiero importar.
Importarte…
A veces sueño que estás a mi lado en la mañana y cuando despierto, siento el vértigo de la realidad. Trago el vómito, creyendo ser fuerte; pero toda la tristeza del mundo gravita en mis hombros, esperando tu voz para ser barrida con un fogonazo de luz que entre por mis oídos e ilumine el pensamiento.
La única oscuridad que deseo es la indecente que esconden húmedamente tus muslos, con mis manos separándolos en una sacrílega misa de deseo. La oscuridad de los ojos cerrados ahogándome en tu boca…
No puedo dejar de pensarte, no es una cuestión solo de amor. Es una cuestión orgánica.
Si un día no te pensara, sería destrucción.
Yo solo quiero que mi vida dependa de ti, amada mía.
Nada más, con eso basta para consumir con plenitud lo que me queda de vida.
Podría decirte que te amo; pero es que te necesito.




Iconoclasta
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30 de diciembre de 2015

Un buen estómago


Me gustaría tener la suficiente inmadurez para desear algo fervientemente y tener la fe de que ocurrirá; pero me es imposible someterme a ese engaño.

Barajo las posibilidades tangibles, cercanas, reales. Soy un técnico.

Entonces llega el momento de escribir, en el que ejerzo una medida traición hacia mí mismo y sueño creyendo en cada palabra, en cada tristeza, en cada barbaridad.

Y en cuanto he levantado el plumín del papel, mi mente sube como un buzo sin oxígeno a la superficie y sufro la embolia de la realidad.

Observo a mi alrededor con los ojos lacrimosos, porque duele, duele un millón salir de mis mundos interesantes, brutales, crueles, impúdicos...

Aún siento las contracciones de su vagina oprimiendo mi pene.

Hay sangre entre mis uñas del pecho desgarrado de mi enemigo.

Y mis músculos tiemblan con el inconmensurable dolor de haber perdido a lo que más amo en un viaje en el espacio profundo.

Observo a mi alrededor, oigo palabras y me consuela el haber descendido a pesar de tener que resucitar en mi árida realidad. A pesar de la embolia que está a punto de reventar una arteria.

Tengo un alto umbral del dolor.

No es un consuelo verlos a ellos, es un acto de constatación. No necesito sonreír o relajar mi gesto. Prefiero parecer triste y aborrecer sin decoro esa tremenda aridez que es mi vida en la superficie.

Si conmigo ejerzo esta bárbara represión, a los humanos trato igual. Sus vidas son áridas como el desierto más mortal del planeta.

Lo que me diferencia de ellos, es que soy consciente de mi respiración y de mi fragilidad a cada paso, a cada segundo.
Los he visto que con solo intuir un milésima parte de su intrascendencia, han debido apoyar sus manos en un muro para vomitar sin consuelo.

No me puedo quejar de mi estómago.




Iconoclasta

19 de abril de 2015

Mi compañero Cooper


No sé si fue una maquinación del destino. Una situación creada por el planeta, un acto de empatía voluntario: la de la Tierra con uno de sus habitantes.
O simplemente fue un azar, algo fortuito.
Prefiero escribir que tuvo la magia de lo primero, porque simplemente, es más bonito así.
A pesar de lo que escribo, mi pensamiento no se engaña. Soy un espécimen adulto que jamás he experimentado más magia que la creada con mi imaginación.

Acababa de romper una relación enfermiza, de hecho estaba muerta hacía más de dos años. En aquellas fechas en las que conocí a Cooper, se puede decir que más que una ruptura, conseguí la libertad y el bienestar, aunque a costa de sacrificios y tristezas batidas con esperanzas.
Solo que las alegrías no pesan suficiente para luchar contra las tristezas, la vida es así.
Al menos la mía.
En esas fechas me compré un buen reloj, me hice tatuajes nuevos y... Conocí a Cooper un  domingo, era 9 noviembre del 2014. Ya hacía muchos meses que iba solo al cine, solo a todos los sitios.
Me senté en la butaca muy cerca de la pantalla, como siempre.
Iba a ver Interestelar.
Desde que iniciaron las primeras escenas me olvidé por completo de los malos años de engaños, corrupciones, vanidades hipócritas y enfermedades mentales ajenas que viví.
¿Por qué disfruté tanto de Interestelar hasta el punto de convertirse un hito en mi historia, en mi vida?
Las analogías surgieron luego, tras el impacto visual y emocional de la película. Argumentadas a mi conveniencia, es inevitable; pero había razones para ello.
La música penetró profundamente en mi cerebro. Marcaba con su persistente ritmo un tiempo urgente, que se comía la vida velozmente. La vida de la familia de Cooper, la de él mismo.
Aquella música se convirtió en una banda sonora de mi vida, que marcaba segundos de engaño, estafa, avaricia y paranoia corrupta de aquella mujer. Un tiempo que se lo comía todo, como se comía todo lo que Cooper amaba.
En aquellos momentos, cuando el astronauta lloraba ante mensajes viejos de sus hijos y por los años perdidos en un instante, en un error; yo en mi butaca sentía en mi carne el cáncer que comía a Cooper y el alivio de haber dejado atrás ese tiempo de mierda. Yo estaba a salvo, fui Cooper, hasta que pude escapar de la relatividad del tiempo y de la órbita de un planeta venenoso.
Tenía que decirle a mi compañero que todo se arreglaría, amigo mío.
Debía partir en busca de un planeta mejor porque la Tierra estaba enferma.
Y decidió sacrificar el tiempo de vivir con sus hijos, con su familia.
Se equivocó, pobre...
Yo tenía que partir de aquella casa que no era mi hogar. Todas sus paredes evocaban una torpe e ineficaz estafa, la hipocresía de una mujer ambiciosa y su más vulgar vanidad.
Y mi angustia, como la de Cooper, era la de dejar atrás a los seres queridos. Tenía que sacrificar el amor, el cariño y la ternura de una muy pequeña amiga. Una niña que vi crecer y aprender a hablar y caminar; la ayudé un poco en esas cansadas tareas. Sacrificaría a mis amados amigos, dejaría atrás a dos preciosas gatas que me querían con maullidos y suaves garras, se sentaban en mi regazo para dar y recibir calor en las  noches, fueran cálidas o frías.
La angustia de Cooper la entendía tan bien, que me encajaba en el estómago como un puñetazo.
Mi hijo estaba lejos, y necesitaba acercarme a él, me quisiera o no.
Al igual que Cooper, eligiera lo que eligiera, de un modo u otro causaría dolor la decisión.
Mientras tanto, el tiempo para nosotros, pasaba veloz sufriendo tristeza y miedo a perder lo que queríamos por cada segundo que pasaba.
Sufría pensando en como resolver el asunto de una partida amando a tantos seres, unos en el punto de origen, otros lejos.
Ambos mirábamos por las ventanillas del Ranger, de la nave espacial. Cooper observaba la Tierra corrupta y peligrosa para la vida, cada vez más lejos y pequeña. Yo evocaba el rostro de aquella mujer ya borroso en el espacio y el tiempo. Tan irreconocible ya, que llegué a no entender como un día pude sentir algo de aprecio por ella.
Fue a través de la pena y tristeza de Cooper, de todo aquello que perdió en el viaje: años en los que sus hijos se hicieron adultos sin él, esa juventud inhumana que le dio la relatividad del tiempo y le hizo sobrevivir a ellos.
A través de toda esa tragedia tuve el consuelo de que yo no viviría esos horrores. Mi pequeña amiga, mis amigos y mis gatas me sobrevivirían, moriría antes que todos ellos, no sería como Cooper  y su triste e inacabable soledad.
Cooper y yo iniciamos el viaje de partida con el peso de los muertos en nuestras espaldas. Ambos perdimos seres amados mucho antes del gran viaje. Eso nos hizo valientes, pero no certeros.
Hubieron errores.
Llegó el final y la hora de viajar a otro lugar y hacerlo bien, si fuera posible.
A pesar de toda la tristeza, la decepción y la soledad; partimos con esperanzas, con ilusión y ánimo rumbo a otro lugar  donde no teníamos que respirar el engaño, el dolor, la corrupción, el peligro y la muerte. Cruzamos el espacio y el tiempo en busca de amor y serenidad.
Salí emocionado del cine y comparé tristezas. Concluí que yo tuve más suerte que Cooper, obviando que yo era real.
Aquella mujer, su forma y palabras se desintegraron en el momento que encendí el primer cigarrillo al salir del cine. Sonreí y se iluminaron con fuerza los rostros de aquellos a quien amaba y de los cuales sabría a cada momento como se encontrarían, podría saludarlos, hablar, expresarles cariño y añoranzas. Vivir con ellos en un presente común.
Con aquella música de un tiempo veloz y voraz aún en mis oídos, me sentí libre y afortunado.
Interestelar se constituyó así en un hito en mi historia, en mi vida. Como el toque de un hada buena... Se convirtió en el agujero negro que se tragó una era de meses y meses de engaño y paranoia, representados en aquella silueta desdibujada de una mujer de la que ya apenas recordaba su rostro.
Verifiqué y chequeé los sistemas de navegación de la nave con alegría, sabiendo que mi viaje no sería tan triste y solitario como el de Cooper hacia una nueva galaxia.
Ambos nos equivocamos en algún momento, concienzudamente, porque creíamos hacer lo mejor, lo que menos dolía. Que nadie nos haga pagar errores, mi amigo Cooper, que nadie sea juez. Porque todos los seres de este planeta son imperfectos y falibles.
Yo llegué, estoy bien.
Seguro que también has llegado feliz a tu destino, Cooper, me lo dice mi alma.
Se acabó, compañero. Cambiamos un tiempo atroz por el de la esperanza y la sonrisa franca.
No te olvidaré, amigo mío, te recordaré siempre. Recordaré el día y la hora en que te conocí, igual que disfrutaré de mis seres queridos en este presente, ahora.
Programa a TARS con estos parámetros, compañero:
Nivel de humor: 100 % (aunque no te guste).
Nivel de felicidad: 100 %
Nivel de sinceridad: 0 %, no la necesitamos, conocemos si algo es sincero sea cual sea el parámetro programado.
Tal vez nos encontremos en algún agujero negro que nos haga compartir un ahora común, espera a que muera, no tardo.
Un abrazo a ese personaje, su dolor y esperanzas que de una forma (quiero creer mágica) compartimos.







Iconoclasta