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1 de septiembre de 2014

No puedo respirar


Me cuesta mucho respirar, mi pequeña.
Me cuesta dios y ayuda aspirar aire con este cuchillo de amor que tengo clavado en el pecho. No sé como arrancarlo. Es un cáncer que mina el alma.
Un dardo de amor y ternura que duele infinito. Como en Toy Story: hasta el infinito y más allá.
Como duele Paulita...
— ¡Papi...! —me dices abrazándote a mis piernas si estoy de pie, o a mi cuello y me das un beso.
Y siempre quieres estar sentada a mi lado en el sillón. Nadie lo quiere, solo tú.
Eso no está bien, no hay nada que duela más que dejarte.
Si la vida fuera un ser, le diría que no se ensañe conmigo, que no es justo este aire que respiro sin ti.
No podía imaginar hasta que punto podría amar a alguien, mi pequeña Paula. Como solo los padres aman a sus hijos, así me siento de partido en dos.
Llegué a tu lado por el amor de una mujer y acabo llorando por el de una niña que es mi hija aunque no lleve nada mío.
Ojalá no te acuerdes de mí, porque si fuera así, habría dolor y si supiera que ibas a sentir pena, yo me muero.
No puedo respirar sin dolor, sin lágrimas.
No soy tu padre, pero soy padre y sé que te amo hasta tal punto, que aspirar el aire de tu ausencia es un dolor que supera al cáncer.
No puedo dejar de llorar.
Me voy muy lejos para siempre, ya no te llevaré a la escuela ni te recogeré.
Como duele, mi amor pequeño.
He pasado muchos dolores, Paula, pero como el no verte, ninguno. Hacía años que no lloraba.
Eres el amor más puro, lo que jamás hubiera esperado sentir. No sabía que se pudiera amar tanto...
Me alegro de que no te hicieras mayor conmigo a tu lado y aprendieras que solo soy un hombre mediocre. Es el único consuelo.
Pero no lo es, porque me duele la vida entera. Me duelen todos los años que no te veré, me duele la muerte sin saber de ti.
Es un dolor que no te puedo explicar sin llorar. No es soledad, es simplemente que ya no te oiré, ya no iremos a tomar helado.
Es solo mi dolor, porque con cuatro años solo has de pensar en crecer y seguir haciéndote hermosa.
Me duele la cabeza de tanto añorarte, solo hace unas horas, pero lo definitivo de la separación tiene la edad de los planetas en su devastadora tristeza.
Te aman muchas personas, tus padres, tus hermanos, seguramente más que yo; pero yo soy el único que sabe lo que duele, eres mi dolor ahora. Solo yo sé lo que duele escribirte estas líneas y que se hagan eternas y que me superen en el tiempo y sean el testimonio de que Papi te amó hasta el llanto, que dejarte ha sido lo más desgarrador que he sentido jamás. Porque existe la completa certeza de que no nos encontraremos jamás.
Cuando seas mayor, estaré muerto, mi Paula.
Y cuando seas mayor, comprenderás el alcance de estas palabras y que un día un señor te amó hasta el llanto.
No te preocupes, la vida es hermosa para ti. Mi vida no tiene nada que ver con la tuya, soy una excepción de dolor y frustración.
No puedo respirar, Paula...
El dolor por perder a una hija que no lo es y se ama más que si lo fuera, supera las barreras de la cordura.
Me duele mucho, a Papi le duele horrores...
Pero Papi es fuerte, lo es por ti.
Necesito tu abrazo, no haría daño...
Me voy y me llevo todo este amor, no importa el dolor, pequeña.
Papi es fuerte, lo quiere ser, necesita serlo. Solo necesita poder respirar bien...
— ¡Paula...!  —te beso, te abrazo y nos vamos a ver las gallinas, los gallos y los pavos y luego comer unos tacos y una horchata, mi amor pequeño.
Que mi amor  te llegue siempre, aunque esté muerto.
Los viernes eran día de helado... Me siento  cansado, siéntate conmigo y vemos juntos una peli.
Muaaaaaaaa...










Iconoclasta