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22 de febrero de 2022

Consumo de vida y amor


No tengo claro cuanta vida consume el amor.

¿Y si es al contrario? Que sea la vida la que desgasta el amor.

Entonces también cabría preguntarse:

¿Cuánta vida consume la búsqueda del amor?

Sea como sea, has de ser muy cauto cuando juras que la amarás por toda la eternidad.

Y también debes preguntarte, dado el caso:

¿Qué clase de amor es el que no puedes jurarlo eternamente? Es una mierda de amor.

No seas estúpido, ama con pasión, sin razonar; porque de lo contrario estropearás una de las cosas más bellas de la vida.

Y que pase lo que quiera.

Tú, ámala. No tienes otra opción. No tienes otra cosa que hacer más digna.

Cuando todo deba ir mal, cuando se rompa, llora.

Y desgástate buscando otro amor. Consume la vida en la búsqueda de la belleza.

Además, te distraerá de la muerte que te pisa los talones.



Iconoclasta

6 de diciembre de 2017

A dos renglones de vida


Cuando muera y deje de existir ¿qué será de mí sin ti? Porque no habrá nada que contenga todo este amor que a duras penas me deja caminar, casi arrastrarme hacia ti.
No seré responsable de convertirme en una bola de fuego incinerador, una nube dejando caer cuchillos de hielo. Un humo radiactivo.
O un viento que ruge tu nombre arrancando la piel de los seres humanos.
¿Qué será de mí sin ti? Todo este amor… Tantas promesas de estar juntos toda la eternidad.
Desoímos la decadencia del cuerpo, no por ingenuidad; solo por supervivencia y evitar la mortificación de pensar en no tenernos un día.
Este que ha llegado para mí.
Te dejo sola, mi amor.
El corazón apenas late un segundo y se detiene cuatro.
¿Sabes lo que cuesta respirar? Los pulmones plegados como las alas de un murciélago durmiente.
Y la ira de dejarte…
No puedo combatir la fulgurante descomposición de mis células. Cuando lucho por tomar aire, me olvido de que te amo. No pienso en ti cuando llevo la mano al pecho y golpeo el corazón para arrancar un latido más.
Perdóname.
Duele un millón morir, cielo.
Te escribo en una agonía de cuerpo y amor, cuando llegues a casa seré cadáver.
Abre las ventanas, no respires el vacío que he dejado; podría ser malo.
Temo ser tóxico sin ti.
Te podría escribir que si encuentro algún medio para volver a ti, lo haré. Volveré contigo…
Pero morir es tan terrible que no puedo ejercer la esperanza o la fantasía, mi amor. Vivir un segundo más anula toda otra consideración.
Cada vez soy menos y veo el mundo por las rendijas de los párpados que apenas puedo mantener abiertos. Lo escrito desaparece dos líneas más arriba.
Dos renglones me quedan de vida, de amarte.
No he sido eterno, mi vida.
No nos engañamos, ¿verdad?
Pero fue hermosa la fantasía.
Y era necesario un grado de ilusión entre tanta realidad.
Te amo, ahora, en este último renglón de mi vida.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

22 de julio de 2017

Larga duración


No tiene gracia que una pertenencia dure para toda la vida. Ha de haber renovación.
Toda la vida viviendo lo mismo...
Toda la vida yo sin esperanza de que una mañana sea otro.
Hay quien se siente orgulloso de su reloj de toda la vida.
Yo no puedo.
Algo demasiado longevo indica que el tiempo ha pasado sin que ocurra nada. Y que hay cierta obsesión en el cuidado de las cosas y el personal.
Demasiada obsesión.
Nada cambia para muchos, igual que la historia humana: la misma envidia, la misma idiotez, la misma miseria, la misma esclavitud, la misma vanidad absolutamente injustificada: cerdos que ven belleza en el espejo...
Las mismas carencias nacidas de la cobardía.
Follar es feo decirlo, causa vergüenza; pero hacerlo no causa inquietud alguna. La palabra sigue causando estragos en la moral humana.
En la ignorante moral humana.
Hipocresías que se aceptan borreguilmente.
Todo lo malo dura una eternidad.
Dios es una vaca desangrándose colgada de los ganchos de un matadero.
Y la felicidad es un estado de permanente idiocia.
La felicidad y la fe, a dúo; solo existen en cerebros planos, poco eficaces.
Cerebros longevos que eternizan lo mismo, los mismos días, las mismas palabras mal escritas, mal pensadas, mentirosas.
Siento asco por los insectos, si fuera gigante contrataría a una empresa de desinsectación para que eliminara esa minúscula ciudad de mi jardín y sus habitantes.
¿Cuánto tiempo llevo escribiendo?
No mucho, ha sido un pensamiento corto que ya ha muerto.
Cuando el pensamiento ha adquirido tres dimensiones, es cosa, es acto.
No me importa lo mucho que duran las palabras, porque no están pegadas a mí.
No las veo en mi cuerpo al despertar. No van prendidas de mi cuello o la muñeca. No he de subir en ellas para ir a un trabajo eterno de esclavo.
Y cuando las leo, no entiendo como puedo haber escrito eso.
Que las palabras duren largo tiempo, me parece bien.
Indiferente.
Pero mi larga vida no me es indiferente, ni la de ellos los ajenos. Los que no quiero.
Un escritor tituló su novela: La insoportable levedad del ser.
Los seres no son leves, duran millones de años, duran toda la vida.
De lo que realmente se trata es de la desquiciante longevidad de las cosas y los seres.
Breve es su placer y el mío, cuando agitando sus pechos contraídos y agitados, se convulsiona y se deja caer encima de mi pecho, jadeando: "Me corro, me corro...".
Si la felicidad existe, solo dura unos segundos.
El rey ha muerto. Bien, que siga muerto que no viva más, ya ha habido suficiente.




Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.