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28 de enero de 2016

Acoso y derribo


Esas vibraciones de amor que solapas entre las frecuencias de tus cuerdas vocales me impactan con dureza en el ánimo.
En la polla. No puedo con más sutilezas sociales, tú ya me entiendes.
Estoy cansado de dulzuras y ternuras.
Mi pene no es suave, no es hermoso. Es un tronco venoso e impúdico.
Soy el acoso a tu piel y a tus labios, a los cuatro...
No hay parangón en la naturaleza o el arte con mi elaborada obscenidad.
Espoleas mi instinto de caza. Me haces predador en un mundo de civilizadas mentiras, de elaborados rituales donde hombres y mujeres visten ropajes de llamativos colores, con vistosos accesorios, con teléfonos que se meten entre las piernas, en sus coños y anos.
Mi sonrisa esconde el deseo obsceno y fiero de tu carne, la absoluta posesión de tu alma.
Sin importar el decorado, te follaría en el más sórdido rincón del mundo.
Entre cadáveres. En un matadero entre despojos viscosos, resbaladizos...
Me la pones dura y pierdo el control, cualquier asomo de humanidad.
¿Cómo te lo diría? Tu coño es mío.
Eres la más fascinante presa.
Te deseo, te ambiciono íntegra y completa, quiero ser tu pensamiento y una carne clavada en ti.
No puedo perder más tiempo evitando desgarrarte la piel con caricias preñadas de voracidad. Necesito el derribo, que cedas a mi animalidad.
¿Acaso no ves esta erección? ¡Me duele!
¿Crees que esos labios en movimiento, sonriendo, besándome bastan para rendirme? Soy un animal que orina en alto, tu belleza exalta mis instintos más básicos.
Y la víctima soy yo, no me engaño.
Un cruel enamorado, tu furtivo predador. Sin opción, no puedo elegir.
Eres mi desquiciado deseo.
Soy la torva mirada clavada entre tus muslos, acechando sediento y hambriento el momento en el que cedas y tus piernas se separen rendidas a mi fiera ansia, mi desbocada voracidad.
Mi goteante y lácteo deseo.
Una bestia encelada que se frota salvaje contra las ásperas  cortezas de los árboles. Castigándome, intentado evitar llevarte a un lugar donde no hay humanos, agotando un último acto de racionalidad.
Donde las bestias sangran de pasión al follar...
Sangro por ti, me mutilo por ti.
Te derribaré, está próximo el momento.
Soy un hombre que desea ser tu pensamiento, penetrar en ti, en toda tú.
Arrancarte del mundo y llevarte al mío.
Me despojas de escrúpulos, me haces bestia, maravillosamente animal.
Lo sabes, cielo. Te gusta ver mi desesperación, disfrutas con ello, mi hermosa hembra de miradas indecentes.
El acoso es un hecho, llega el derribo, mi amor.
Y el derribo, cuando te llene y te invada, avergonzará al mundo entero.
Pero... el derribo es tuyo ¿verdad? Lo has logrado, has conseguido lanzarme a las profundidades, arrancarme todo rastro de sucia y mediocre humanidad.
Eres hermosa en tu soberbia.


Iconoclasta