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24 de febrero de 2021

SUPREMACÍA DEL INDIVIDUO POR ENCIMA DE CUALQUIER COLECTIVO O SOCIEDAD


Cuando alguien o una cosa como un organismo social, político o religioso roba, impide el libre movimiento y exige al individuo un sacrificio por una sociedad que no lo vale, y la cual no ha hecho ni hará nada por él, ha llegado el momento de desatar la ira y la liberadora y justa violencia.

No existe otra salida para el individuo más que el odio, el desprecio y la violencia hacia el opresor, sus cómplices y simpatizantes.

Los grandes y graves asesinatos colectivos e indiscriminados que se cometen por un individuo, son la conclusión lógica a la represión y al acoso de la sociedad contra una sola persona. Que dichos crímenes se consideren ilegales, no les exime de que sean justos para él y una defensa del propio individuo ante la ferocidad caníbal de una sociedad formada por mentes y cuerpos castrados en una decadente y vergonzosa comodidad consumista parasitaria.

Ante una masa humana que lo quiere sojuzgar, al individuo solo le queda el legítimo (en cuanto a ético) derecho y deber de defenderse. Ante tal magnitud de represión, la violencia es absolutamente imprescindible para la supervivencia del individuo y su pleno desarrollo humano.

EL INDIVIDUO PRIMA POR ENCIMA DE CUALQUIER SOCIEDAD, GRUPO IDEOLÓGICO, SOCIAL, RELIGIOSO Y ECONÓMICO; POR ENCIMA DE CUALQUIER ETNIA O GRUPO GEOGRÁFICO.

ES INDISCUTIBLE E INNEGOCIABLE EL ESTATUS DEL INDIVIDUO POR ENCIMA DE LA SOCIEDAD MISMA, BÁSICO PARA LA DIGNIDAD DE TODO SER HUMANO.

CUALQUIER OTRA CONSIDERACIÓN ES GANADERÍA HUMANA; UNA ACTITUD QUE, EVIDENTEMENTE UN DEPREDADOR COMO EL SER HUMANO NO PUEDE ASUMIR.

Las leyes no juzgan y castigan a una sociedad, castigan al individuo porque es el único capaz de actuar y someterse a una condena. Por tanto las leyes reconocen al individuo por encima de la sociedad, al estar así mismo dichas leyes, imposibilitadas para juzgar los crímenes y delitos de una sociedad. Lo han demostrado hechos como las masacres de judíos en la Alemania nazi, por los cuales en modo alguno castigaron a una sociedad asesina y cobarde. La historia está llena de colectividades asesinas que han quedado impunes de sus delitos.

La violencia del individuo en su defensa, es un acto lógico y loable por digno.

Por tanto la imposición de esos días de prisión, hipócritamente llamados “confinamiento”, son ilegales; pero ante todo, faltos de toda ética. La prohibición del libre movimiento por medio de la policía política de las nuevas democracias fascistas que impide al individuo realizar las actividades necesarias para la supervivencia como trabajar o la búsqueda de comida, son crimen puro.

Hay pueblos que viven constantemente con la enfermedad (malaria) y no impiden el libre ejercicio de la supervivencia.

Igual ocurre con la imposición del venenoso bozal o mascarilla, cuyo fin primero es la humillación del individuo. El bozal o mascarilla es una medida que pretende proteger de la indignidad a una sociedad mayoritariamente cobarde que no quiere quedar en evidencia ante individuos que no sienten la cobardía institucional y confían en su fuerza y determinación.  Es el individuo quien decidirá si quiere ponerse el bozal en el hocico en función de su grado de coraje ante la posibilidad de contraer una enfermedad, la obligatoriedad es un delito contra el individuo, es una imposición criminal, porque enturbia su respiración y su libertad. Quien sienta que deba llevar su bozal, que se lo ponga; pero que no le roben el aire sano a quien decide no llevarlo.

LA SOCIEDAD ES EL MONSTRUO QUE PARASITA LOS ESFUERZOS DE UN INDIVIDUO, SU ARTE Y SU CAPACIDAD DE CREACIÓN. SU DIGNIDAD Y LIBERTAD.

Cuando una sociedad formada por seres débiles, sin apenas inteligencia o memoria histórica, indolentes y perezosos, se alimenta de alguien que trabaja y lucha, la violencia no solo es un acto justificable, es un acto necesario incluso para el futuro de la especie humana.

Porque hasta que llegue el momento en el que diez hombres se follen a la misma mujer y ésta para un monstruo con diez cadenas de ADN distintas, el individuo seguirá primando sobre todo colectivo o sociedad.

Cuando diez machos compartan a una mujer y salga de su coño una masa irreconocible de todos ellos, entonces se podrá hablar de sociedad de facto, realmente.

Y cuando las leyes sean capaces y tengan la decencia de castigar a una sociedad que ha cometido delito o crimen, EL INDIVIDUO DEBERÁ SER INDEMNIZADO POR AÑOS DE ABUSO, ACOSO, ESCLAVITUD Y EN DEFINITIVA, PARASITACIÓN.





Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


23 de octubre de 2018

Confesiones del último hombre decente.


Soy un hombre decente, porque la decencia no consiste en respetar una moralidad de mierda. Ser decente es seguir o intentar conseguir el ideal de vida en el que uno cree: venganza, valor, inmoralidad, desinhibición, violencia, injusticia e irrespetuosidad. A veces leo para reconocer las mentiras que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de su historia. Conocimientos útiles cuando juegas al Trivial o al Scrabble…
Tengo un nombre que a nadie le importa y que muchos se han arrepentido de conocer y otros, los menos, se sintieron extasiados al conocer a un ser como yo. Con eso basta.
Durante un tiempo conviví con un ser absolutamente imbécil, un retrasado mental que no sabía ni respirar por la nariz (tenía tetas, era hembra). Obtuvo un título universitario pagando con mamadas a los catedráticos (en México es fácil y habitual el pago en especie sexual, es tan cotidiano que las putas ni se dan cuenta de que lo son). Que fuera una absoluta puta, me la pelaba; mi abuela era puta y no por ello me sentí traumatizado. Es más, lo decía con orgullo; era muy exótico decir “mi abuela es puta”. Y además internacional. Granada, Barcelona, Londres, Canadá…
La puta no me engañaba, por algunas razones prefería estar con ella que en otro lugar a pesar de que era sucia. A veces hay que elegir lo menos malo. Sin embargo, lo golfa que era no me llevó a darle la patada. La razón es que usaba el teléfono celular hasta de tampón. Cuando capté que la conversación no sería posible, sin más preocupación dejé de hablarle e hice mierda cualquier asomo de relación cordial.
Solo la follaba, porque ya que tienes una puta en casa, la usas o bien te hace una mamada si está bien borracha y se ha empolvado la nariz.
Así que a los seis meses de haberla conocido, ya empecé a desear enviarla a la mierda con sus putos hijos, hermanos y hermanas, y sobre todo con sus amigos y clientes sexuales, tan retrasados mentales como ella.
Al cuarto mes de compartir la casa le dije mientras sonreía como una mongólica ante la pantalla del teléfono y los dedos agitados: “Si quiero estar solo, no quiero que nadie me moleste, me gusta estar solo de verdad. Vete a tomar por culo”.
Me miró con los ojos abiertos sin acabar de entender, mostrando aquel cerebro vacío y liso. Creí estar delante de una caricatura como Homer Simpson.
Al sexto mes se lo confirmé de una forma más clara, para que lo entendiera: le rompí el móvil y le di tal paliza que pasó cuatro meses de operaciones reconstructivas de nariz y maxilar inferior. El brazo roto no le dio más problemas que un yeso terapéutico.
Como tengo dinero, la investigación y el juicio se retrasó, se retrasó y se retrasó tanto que la putarra ya se estaba follando al subnormal de su jefe y al guardia de seguridad de la entrada a la oficina, a cambio de un par de porros. Se olvidó de la paliza que le di e incluso me ofreció hacerme una mamada (quería que le regalara un celular nuevo), le dije que se fuera a la mierda y me sonrió cariñosamente diciéndome “hasta luego”. Recordé que su coño olía a mierda y pensé “Hasta nunca, corto y cierro”.
Ocurre que la imbecilidad siempre sobrelleva una inmerecida vanidad.
¿Veis? Con un par de huevos y decisión se arregla cualquier problema. Si no fuera por la violencia, hubiera llevado muchísimo tiempo de tortura psicológica, cosa que para una retrasada mental no es nada bueno tampoco.
El subnormal me lo tiene que agradecer.
Si alguien amenaza mi íntima libertad, me importa poco que sea macho o hembra, golpeo hasta quedarme satisfecho y seguro de que ha entendido bien mi punto de vista.
De México me fui a Guatemala a comerciar con niños indígenas, los usan de cenicero y para otros menesteres hospitalarios, domésticos y sexuales.
La vida es una mierda, lo sé; pero el dinero mejor tenerlo que no tenerlo.
Y la verdad es que putas y niños, hay muchos en el mundo.
Es importante ser decente en estos tiempos de degeneración mental.
Alguien tiene que tener cojones.
Bye.




Iconoclasta