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23 de octubre de 2017

Diez céntimos


Una anécdota de la enseñanza catalana.
Entre el 2007 y el 2011, mi hijo estudiaba ESO (enseñanza secundaria obligatoria) en un IES (instituto de enseñanza secundaria) de Barcelona, en el distrito de Nou Barris.
Una tarde cuando llegó a casa de la escuela, me dijo que uno de los profesores exigía de cada alumno de la clase diez céntimos para pagar el bolígrafo que uno de los alumnos perdió durante la hora del recreo o descanso. Ya que todos eran responsables de lo que ocurre en la clase, según el profe que además, era tutor de ese curso.
Fue como si me retorcieran los cojones; y lo que es peor sentí que me pellizcaban los sesos.
Le expliqué alto y claro a Iconaclastito (mi hijo) que él no era responsable de la negligencia o torpeza de otra persona. Cada cual ha de cuidar y proteger sus propiedades.
Escribí una carta para que se la entregara en un sobre al tutor de su clase.
En la carta le decía que incluso tenía suficiente dinero para pagar veinte bolígrafos y que aceptaba pagar los diez céntimos exigidos; pero como ayuda a una familia pobre. En ningún caso aceptaría la responsabilidad de mi hijo y así se lo había hecho saber. Esos diez céntimos, para mí y para mi hijo, serían un acto de caridad y en modo alguno una multa por alguna alienante "responsabilidad".
El tutor me citó a la tarde siguiente para conversar. Me dijo que era un asunto de disciplina, los adolescentes precisan un buen control precisamente por la edad tan problemática en la que se encuentran. 
También agradecía mi interés por la educación de mi hijo, ya que ningún padre se había puesto en contacto con él por este asunto.
Yo le respondí que hay una tiranía moral y una acto de deliberado adoctrinamiento en esa medida de responsabilizar a terceros de la torpeza, dejadez o mala suerte de otra persona.
Insistí en que pagaría caridad para una familia sin recursos, en ningún caso el coste de un bolígrafo que otro ha perdido.
También le dije, que en el caso de que mi hijo perdiera el reloj de doscientos euros que le regalé para su cumpleaños, la clase deberá pagarlo ¿verdad?
Torció el gesto como si algo no fuera bien. Me dijo que no me preocupara, que solo era una forma de imponer disciplina y que no se llevaría a cabo el cobro de ese bolígrafo.
Yo no me preocupaba de nada, ya había dejado definitiva y clara mi postura.
El tema derivó en otros sobre anécdotas y problemas de alumnos y profesores.  Nos despedimos cordialmente tras una larga charla variada.
Ahora pienso que por aquel entonces ya se intentaba en los alumnos anular la creatividad, el individualismo; para formar un rebaño en el que se identificaran todos con una misma causa, independientemente de si esa doctrina era justa, ética y lógica.
Precisamente lo que ha ocurrido con las grandes manifestaciones por el independentismo que se han hecho en Cataluña: años de adoctrinamiento en colegios y de familias mirando la televisión autonómica TV3 (púlpito machacón de arengas pseudo paternalistas sobre la importancia de ser un rebaño unido y con un solo pensamiento), ha creado un comportamiento unidireccional y colectivo. Absolutamente sectario.
La chusma no necesitaba ninguna independencia, puesto que hay una democracia consolidada; y mucho menos precisa un gobierno como el de la Generalitat, desde hace mucho tiempo obsesivamente controlador y represivo (de los más caros en España con sus impuestos para el ciudadano). Es el gobierno que se ha instaurado con un golpe parlamentario en Cataluña. Formado además, por políticos tan corruptos y acusados de ello, como tantos otros en cualquier país del mundo.
Así ,con ese pensamiento unidireccional si un catalán se siente víctima todos lo son y por tanto, las víctimas son mártires. Y los políticos, santos.
Ninguna novedad, eso ha ocurrido en Bosnia, en la Italia fascista, en la Alemania nazi, en las sociedades radicales islámicas...
En el caso catalán, este lavado de cerebro ha sido posible gracias a la decadente indolencia de una sociedad demasiado acomodada y endiosada en un espejismo de superioridad racial (no son raza; pero han asumido que lo son) y geográfica; que ha perdido la autocrítica en favor de una infantil ingenuidad cebada con una facilona y paternalista retórica.
No existe tiempo en el que no sea posible o no interese al gobierno de una nación  la violencia y la guerra cuando de apropiarse de un territorio se trata. Es una candidez de cerebro enfermo e inmaduro pensar que una independencia fuera de la ley se resuelve con unas manifestaciones "pacíficas" (que no lo son) y unas flores.
Es habitual ver llorar a la chusma emocionada por las homilías de un presidente con estética de beato y gesticulación de predicador. Qué chochos...
Y me encanta ser testigo directo de la actuación y progreso de una fascismo y un fanatismo; porque reafirma lo que pensaba, sabía e intuía de la humanidad.
Mi pensamiento libre y certero me llena de vanidad.
Yo no pedí ser catalán, español o terráqueo. Mi situación geográfica fue accidental, no pude elegir.
Por ello, no le debo nada a nadie; y mucho menos, mi pensamiento.
Ni diez céntimos...



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.