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29 de octubre de 2015

Estoy bien



El cielo pega un último estallido de color para luego oscurecerse rápidamente, más rápidamente de lo que puedo caminar.

Un camión lleva troncos de árboles y deja una estela fragante de madera en el aire que mi alma aspira. Y es bueno.


Oscurece... Un tractor cansado arrastra un remolque con balas de heno que dejan su olor y briznas en el aire.


Y mi alma también lo aspira.

Y es bueno.


Estoy dos veces bien.


Ya apenas se ve el camino, la oscuridad trae un calor extraño que conforta y acentúa todos los aromas de la tierra.


Recortado en una loma, apenas contrastado el color de sus pelajes, un rebaño de ovejas muy juntas, desprende su fuerte olor a lana y a perfecta existencia.


Se extiende alrededor de mí y parece un ser vivo que olisquea mi rostro.


Y mi alma aspira también el rancio olor.


Y está bien.


Cuando llego al pueblo de nuevo, huele a leña ardiendo y la perfección del momento alcanza el grado de una extrema unción.


Porque es un momento que sería perfecto para morir.


Para dejar de respirar sabiendo que has llegado a lo más precioso. Que tantos años de estar en lugares erróneos, se han borrado con solo una hora en la que el alma ha aspirado todo lo que debía, lo que necesitaba. Donde yo mismo era un aroma, una nostalgia, un ser formando parte de ello.


Dan ganas de sentarse en la total oscuridad de un árbol y dejar que la noche me convierta en un aroma, fundirme, dejar la carne. Evaporar, ser humedad, ser todas esas cosas, todos esos aromas que forman una vida tan íntima y tan intensa, capaz de azotar el pensamiento hasta arrancarle un gemido.


Porque hacen de la noche algo que puedes tocar y acariciar.


Debería aprovechar la oportunidad de morir, ahora que es perfecta la vida. Antes de que se estropee de nuevo.


Duele tanto el tobillo y la rodilla que la idea de fallecer es un mero trámite para ser noche en las altas montañas.


Pero pienso que la amo, marco su número y se lo digo: "Ojalá estuvieras aquí". No le digo que quiero morir ahora, no es justo para ella. Me dice que me ama también. Disimulo un gemido con una tos, porque hay simples palabras que se conjugan con los aromas de la más pura vida. Y lo hacen todo más precioso.


Debería aprovechar el momento para hacer mutis por el foro.


No sé cuando se alinearán de nuevo los aromas de la noche; tal vez tarden tanto como los cometas que cruzan el universo ante nuestras narices cada cientos de años.


Mi alma aspira sus propias emociones impregnadas de este universo, en este instante.


Y está bien.


Y es bueno.





Iconoclasta