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2 de marzo de 2019

La vertiginosa decadencia


1. En el pasado:
¿Capitular? Yo no sé capitular, yo no sé rendirme. Después de muerto hablaremos de ello.
(General Palafox 1776-1847. Aunque estoy seguro de que por ser general, él no iba a morir y pensaba realmente: "Cuando mis soldados mueran, hablaremos de ello".)

2. Más acá:
Plegaria de los paracaidistas.
Dame Señor lo que todavía tienes,
dame lo que nadie reclama.
No te pido riqueza
ni éxito, ni siquiera salud:
la gente te pide todo eso con tanta frecuencia, Señor
que ya no te debe quedar más.
Dame, Señor, lo que todavía tienes;
dame lo que la gente se niega a aceptar de ti.
Quiero la inseguridad y el desasosiego,
quiero el tumulto y la lucha.
Y si me lo concedes, Señor,
de una vez por todas
asegúrame que los conservaré
porque no siempre tendré el coraje de pedírtelos.
(André Zirnheld, paracaidista francés del SAS. 1942.)

3. En el presente (ahorita en mexicano):
Yo te hago una mamada cuando y donde quieras; pero porfi, no me hagas pupita, soy gente pacífica. ¿Okis?
(Con absoluta probabilidad, cualquier usuario de redes sociales elegido al azar. En este instante.)

Humillante e imparable es la vertiginosa caída hacia las decadentes ñoñería e ingenuidad adultas. Cerebros enfermos de ansiedades banales… El complejo de Peter Pan no existe, es pura y simple cobardía; nada de lo que sentirse orgulloso.
Y una educación de puta pena.
¿Paz? Para los muertos.





Iconoclasta

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