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3 de agosto de 2017

El moderno oscurantismo


Desde el momento en el que un ignorante aprendió a escribir su ignorancia y ambición enfermiza con tinta en un papel, nació la política.
Y los que veían aquellos símbolos escritos, debían pensar: es magia.
Y se postraron ante los genitales de aquel señor tan listo.
El tiempo perfecciona el engaño hasta convertirlo en dogma, verdad y al final: ley.
Una mentira o una ignorancia pronunciada mil veces, se convierte en ley.
Los códigos penales, la biblia, el corán, la torá... Todos esos libros sagrados eran las herramientas básicas para la propagación del oscurantismo.
Solo que no son llamativos para el actual gusto de la chusma y son lentos transmitiendo su mensaje de dependencia y obediencia ciega.
Ahora se ha conseguido repetir las mentiras mil veces en muy pocos segundos. Es lo que tiene la informática y la tecnología.
Los actuales presidentes, jueces y magistrados son los sucesores de aquellos ociosos y bien acomodados borrachos que sabían escribir su nombre con suficiente legibilidad, creando así los primeros documentos para mantener a la chusma o pueblo bajo control económico y social. Los de ahora publican un tuiter de mierda, que no dice nada y la peña se vuelve loca retuiteando lo que no entiende. O dando un "me gusta" en el feisbuc, porque hay muchos que lo hacen.
Ahora es internet la que salvaguarda el mismo oscurantismo creando desinformación y mentiras que la chusma sin ningún criterio, ni tipo de análisis medianamente inteligente, asume como verdades y por tanto leyes.
Los bulos (noticias falsas o amañadas según el interés de quien las propaga, siempre alguien con mucho poder) de internet, esos que llaman virales, son asumidos como verdades por la chusma que se cree todo lo que ve en una pantalla.
Hay miles de videos en la red que instruyen para que seas feliz con tu mierda de vida, que lo que importa es la felicidad interior (¿será eso que mana del coño o el pene en forma de blanquecino maná?). Hay tanto consuelo espiritual hoy día que dan ganas de meterse los dedos en la boca y vomitar el veneno.
Un pueblo ignorante era una fuente inagotable de dinero y mujeres a las que someter a pernada.
No ha variado en absoluto, solo que se ha optimizado el engaño porque los hay que ya saben leer e incluso entienden (de una forma primitiva) algo de eso que descifran. En el tercer mundo, cualquier ignorante peón especialista de una fábrica de automóviles, puede conseguir una mamada de una putilla por tan solo dejarla subir en un coche llamativo. El estúpido obrero se siente potentado y se conforma. Y el que está en el poder se conforma con vampirizar su vida y economía .
Se permite que la chusma tenga sus momentos "prohibidos" para que se sientan transgresores y por tanto, sufran el espejismo de ser libres.
De ahí que la droga no se legalice: es un válvula de escape controlada por el poder para aliviar ciertas presiones.
Y el dinero del "perico" que recogen esos ilustres próceres siempre va bien para comprar ciertas posesiones como grandes casas, coches y humanos para las tareas domésticas y del follar.
Pongamos que mientras un papá abraza a su hijo con cariño y lo instruye sobre la felicidad y la grandeza de su planeta, y con ello el orgullo de ser humano, todo ello frente a un paisaje de impactante belleza; el juez o el político sodomiza a la madre que grita verdaderas obscenidades tras toda esa sensibilidad de teatro pueril.
Las redes sociales han conseguido ocultar los gritos y blasfemias de placer de papá y mamá violados, con una andanada aburrida de mensajes de superación y consuelo barato.
En fin, más de lo mismo, los esclavos han cambiado el uniforme a lo largo del tiempo y los repulsivos jueces y políticos siguen haciendo lo que sus decadentes, ociosos y borrachos antecesores hacían con los palurdos aldeanos.
El oscurantismo, la inmersión del pueblo en la ignorancia de forma sistemática y doctrinal, se propagaba hasta hace unos años por medio de los programas de televisión a horas determinadas; ahora, gracias a internet y la tecnología de consumo, está presente las veinticuatro horas del día en el bolsillo de cada borrego.
Bueno, es una simbiosis donde el esclavo vive bien (no importa el espejismo) y su amo, mejor. Los dos contentos.
Y yo deseando que ocurra alguna catástrofe a nivel planetario, sinceramente.




Iconoclasta

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