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31 de julio de 2015

Prometí no llorar


He fallado.
¿Qué ha pasado?
Prometí no llorar. Y ahora no puedo parar, joder.
¿Qué hubiera pasado si alguien me ve?
Algo está mal, muy mal.
Se me pudre el alma por dentro, duele algo muy profundo a lo que no puedo llegar.
Si alguien hubiera estado a mi lado, hubiera sido vergonzoso.
¿Cómo ha podido ocurrir? Me he doblado con un vómito y las lágrimas se han caído de mis ojos, era como si perdiera el alma con ellas.
Qué miedo. ¿Y si alguien me hubiera visto? ¿Cómo le explicas que de golpe te atacan los miedos y los dolores y las lágrimas manan imparables? ¿Cómo explicas lo que quedó atrás y lo que quedó muerto?
¿Cómo le explicas que algunas cosas salieron mal?
¿Cómo explicas que unos te quieren por unos actos y otros te odian por los mismos?
Que te sientes rasgado en dos.
Ya no estoy entre nadie, no debería ocurrir.
¿Cómo explicas que te duele la vida de repente? Qué hay pasados que a traición te clavan un alfiler en la rodilla.
Que hay un presente en el que caminas solo y crees estar a salvo de  cosas que duelen porque te mantienes al margen de la vereda, por donde nadie anda.
Hay futuros en los que no necesito pensar, porque son tenebrosos como boca de lobo.
El café me ha caído mal en el estómago, debe ser eso.
Sentado en la silla de la terraza del bar, he doblado el cuello hacia atrás para ver el cielo.
Una mujer me ha mirado extrañada, porque he suspirado al sentir el peso del aire en el rostro.
Me gusta mirar al cielo y sentir su presión en el rostro. Es mi momento de libertad, creí tenerme controlado. Lo hago a menudo, es como desconectar de la realidad. Solo funciona a cielo abierto.
Perdón, he fallado, prometí no llorar...
He visto que las nubes se movían veloces y he querido ir con ellas, pero me he encontrado clavado a la silla.
No me acordaba de mi imposibilidad y he sentido vergüenza de mí.
Ha sido un mareo repentino y un sudor frío en la frente, me he levantado como si padeciera un dolor y he caminado todo lo rápido que he podido hacia mi casa.
"Voy a llorar... No por favor, ya ha habido bastante. Por favor...".
 Intentaba controlarme por el camino.
"Aguanta, allí no hay nadie"
He abierto la puerta de la casa y ya no he podido más.
Prometí no llorar, ser fuerte.
Soy un mierda.
Y mira lo que has hecho, el suelo está perdido de lágrimas. Hay rostros en ellas, como  si fueran bolas mágicas de cristal. Y hay lágrimas claras que confortan con su claridad.
Dan sosiego.
Ahora llueve y moqueo como un crío.
Me tranquiliza que el cielo llueva conmigo, es como si me hiciera compañía. Me dice: "¿Ves? Yo también lloro y no pasa nada" . "Llora tranquilo, todo está bien"
Y le creo.
Lo escucho con cariño... Es un buen tipo el cielo.
Los que lloran deben estar solos, porque asustan con su llanto repentino a los que aman y les aman.
Los llorones se han de desterrar a tierras lejanas y remotas.
¿Qué hubiera pasado si lloro en la calle, ante todos? ¿O ante alguien a quien amas?
La haría sufrir...
"Vamos, llora tranquilo, de verdad, no pasa nada".
Ya va pasando...
La música hace bien. El tabaco me templa.
Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano y miro en la casa, con miedo a que pudiera haber alguien escondido viéndome llorar.
Ya pasó...
Maldito cielo que me doblas y haces de mí un niño llorón.




Iconoclasta

30 de julio de 2015

Vengo a amarte


¡Hola, vengo a amarte!

Sé que es raro y podría decirse que precipitado.

Al grano.

He quemado mucha vida ya y si no aligero los trámites no tendré tiempo a ofrecerte la fuerza que aún poseo, me refiero a la pasión. No vayas a pensar que me voy a poner a realizar una exhibición gimnástica. De ahí estos cohetes propulsores que llevo a la espalda. Tengo prisa como el Coyote por cazar al Correcaminos.

Está bien, mi cultura es un tanto básica, pero  lo puedo arreglar leyendo a Nietzsche o a Kierkegard, incluso a Stephen King.

Opción A: Puedes amarme de buena fe, sin miedo, porque en esencia soy bastante corto e inofensivo (pero hasta cierto punto, no te frotes las manos con esa sonrisa endiabladamente hermosa).

Opción B: Me envías a la mierda sin ningún tipo de alegría ni sutileza. Ya te digo que el tiempo apremia para todo.

Porque si optas por la B, emplearé dos semanas en hundirme: me insultaré cruelmente frente al espejo todos los días, todas las horas. Caminaré hasta que me sangren los pies y aguantaré los cigarrillos encendidos entre los labios, todo el tiempo que ardan, para que me escalde y enrojezca el humo estos preciosos ojos verdes que dios me ha dado. Seré absoluta, decidida y tenazmente cruel conmigo.

Lo juro por la vida de los vecinos de arriba que dejan la escalera perdida de meados de perro.

Si optas por A (no sería nada extraño dada la calidad de la mercancía que te ofrezco rápidamente) no te asustes. No habré muerto ni mi cerebro habrá sufrido parálisis.
Simplemente se tratará de un ataque de virulenta emoción. Fulgurante y aguda como el sarampión de los niños. El babeo pasará en dos minutos, no te vayas a pensar que siempre será así tu hombre. Y la erección no indicará un exceso de lujuria, soy romántico hasta el empacho.

Lo que ocurre es que el pene se olvida que forma parte del conjunto de órganos del resto del cuerpo y se luce por su cuenta, independientemente que el alarde sea justificado o no a sus proporciones.

Dijéramos que es orgulloso; pero no vanidoso.

Somos dos buenos tipos en general.

En cuanto pase mi patético marasmo, besaré esos maravillosos labios que me enloquecen, te tomaré la mano y te diré cuanto te quiero haciendo cosquillas en tus oídos. Te contaré lo que he esperado y soñado caminar de la mano de mi bella amada. Luego compartiremos todo eso que llaman vida y dentro de unos años (espero que muchos) serás una feliz viuda. Esto último, es el típico toque de tragedia que todo romance intenso y devastador que se precie de serlo, ha de tener como contrapunto a tanta felicidad que podría rozar la cursilería. Está todo controlado, mi amor.

¡Qué nervios!

Vaya...

He de confesar que la opción C: quedarme hablando solo, no la había previsto.

Ni que le hubiera estado vendiendo un seguro...

La tomaré como la opción B: a la mierda sin ningún tipo de alegría ni sutilezas.

¡Maldita sea...! ¿Qué habrá salido mal?

He de comprar colirios.

Vaya dos semanas me esperan.

Si pongo un circo me crecen los enanos.





Iconoclasta

28 de julio de 2015

La noche


A veces no sé qué hacer con la noche.
La soledad y la libertad hacen de la oscuridad un mero trámite planetario y ardo en deseos de salir al mundo, de seguir caminando. Como si perdiera el tiempo.
Como si muriera más deprisa durmiendo.
No es miedo, es impaciencia, debo ir a algún lugar.
Se acaba el tiempo.

666 en el barro


Tras el estruendo, los gritos y los llantos: el silencio...
Es el momento en el que las almas no saben qué ha ocurrido y miran incrédulas la muerte a su alrededor. Son graciosas en su ignorancia. Me río con ganas.
Me gusta este momento íntimo de encender un buen Davidoff y caminar por el barro fresco que da consuelo a mis muslos y genitales.
Pasear y sentir que piso un cráneo, o meter el brazo en el pútrido barro y sacar un bebé humano, un pequeño primate. Como si fuera una trufa y mirar su rostro sucio y muerto y pensar en lo que no será jamás.
Las avalanchas de barro en aldeas o barrios pobres, son como las lavadoras automáticas. Es como pulsar el encendido y todos mueren, todo se limpia.
Y lo mejor es que sus almas van directas a mi oscura y húmeda cueva.
Se pudrirán en el infierno con dolores desgarradores que no cesarán jamás. Hasta que mueran millones de veces, hasta que sangren para crear océanos rojos.
Esos ángeles idiotas no bajarán a este lugar para ensuciar sus alas de mierda. Y Dios silba a otro lado cuando piso la barriga de una embarazada recién muerta, los fetos tardan más en morir que sus madres. Lo noto en mis botas.
Tres mil pobres menos, paria más o menos.
Está bien, he de apuñalar a alguno que no acaba de asfixiarse; pero desde el aire, aviones y helicópteros ven un trabajo perfecto.
Más que de un genocidio, me considero autor de una performance.
Recordad que moriréis.
Siempre sangriento: 666.



Iconoclasta

26 de julio de 2015

Cero



Te levantas y esperas a ponerte el pantalón hasta que baje la erección y meas primero.

Se calienta el café y sabes que estás fumando porque te das cuenta que te escuecen los ojos y lloras también por eso.


Te sientas con el café y el pecho sucio de ceniza que en algún momento arrastraste.


Saludas a quien amas con discreción, como buenamente puedes sin perder el control.


E intentas no coger la pluma y escribir de inconsolables distancias y que amar tiene la irónica y paradójica virtud de dejarte solo.


Irremediable y dramáticamente solo.


Está descorazonadoramente lejos...


Así que te colocas el traje espacial, te sientas horizontalmente en la nave y despegas.


En el espacio solo oyes tu propio pensamiento y concluyes que eso no es bueno porque amplifica la soledad.


Es triste.


Los asteroides que golpean peligrosamente el fuselaje son trozos de Dios, que estalló por hacer las cosas mal.


Y viajando hacia el amor piensas en la relatividad del tiempo.


Y que el amor muere de viejo mientras viajas silenciosa e inmóvilmente en esa inmensidad fría y letal.


Estás de acuerdo con el botón de autodestrucción, tiene sentido.


Diez, nueve...


La cuenta es breve y pronto serás un trozo de hombre que intentó luchar contra lo que Dios hizo mal.


No puedes vivir más que a quien amas, es cobardía. No es una opción respirar si ella no está.


Y así arreglas lo mejor que puedes cosas estropeadas y relatividades insalvables.


...cero.








Iconoclasta

23 de julio de 2015

Silvia y Alejandro

 
Comercial  del nuevo producto de Deadalive Ludocorp:

"Somos  Silvia y Alejandro, los nuevos tamagochis  perfeccionados para vosotros, adultos. Somos capaces de gestionar tal gama de emociones, que pasaremos de la euforia más narcótica, a la depresión suicida según nos tratéis. Adóptanos, no te arrepentirás."


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-Serás mi hermana -le dice Marta de forma lenta y clara oprimiendo el discreto pulsador en uno de los plásticos omoplatos de Silvia.
Silvia intenta sonreír y lo consigue tras unos segundos de procesar estadísticas que la llevarán a hacerlo de forma audible o discreta. Su hermana la ha dejado sentada con las piernas colgando en una balda del librero del salón. Apenas supera los treinta y cinco centímetros de los pies a la cabeza.
Ha articulado la boca y los arcos superciliares para mostrar una sonrisa discreta, ya que no ha podido analizar aún  las distintas gamas de frecuencias de la voz de Marta para optar por una sonrisa más notoria.
Queda almacenada la fecha y la hora de la sonrisa en su base de datos, junto con parámetros como temperatura, datos de frecuencia cardíaca y respiratoria y el ph epidérmico.
Marta no le ha prestado atención, así que Silvia, tras cuatro segundos, retorna a una expresión neutra y su procesador queda en suspenso esperando una nueva señal sensorial por parte de su hermana adoptiva.
Tras registrar la compra de Silvia en la web de Deadalive Ludocorp, se prepara la cena.
Come mirando el noticiero de las nueve y chateando con el móvil.
Cada vez que suena el aviso de mensaje recibido, Silvia sonríe y moviendo torpemente la boca dice:
-Espero que sean buenas noticias. Que tu pareja esté enamorada de ti, que tus hijos te expresen abrazos y besos, que sea tu mejor amigo o amiga...
- ¡Calla, Silvia! -ordena Marta.
Silvia apaga el brillo de sus ojos y el tono cálido de su piel.
Ha detectado malhumor por el análisis de la frecuencia de sonido en la voz de Marta tras compararla con parámetros estándar precargados en la factoría . Otro dato que queda almacenado en su memoria.
La mujer escribe a su amiga:
- ¡He comprado una Silvia! Es una monada. Ya la he tenido que hacer callar.
- ¿Es verdad que pueden alcanzar la felicidad y la depresión tan fácilmente y de forma tan realista? -le pregunta Lidia.
-Eso pone en el libro de instrucciones.
- ¿Has visto que en Yutup ya hay un canal para Silvias y Alejandros? Son una delicia,  pero me dan pena.
-Claro que he visto los videos, por eso me he comprado una. Ya te diré.
-Te envidio, chocho.
-¿Cuándo te vas a comprar una?
-No lo sé, son muy caros, tal vez espere a que salgan modelos de otros fabricantes.
-Puedes hacer el pago fraccionado, Nuria, cómprate una Silvia, o un Alejandro, puedes adoptarlo como novio.
-Te dejo, Marta, voy a ver  la isla de los famosos. Mañana me pasaré por la tienda a ver si me animo.
-Ok, amiga.
Marta tomó en sus manos a Silvia, acarició el sedoso cabello rubio platino. Silvia esbozó una amplia sonrisa y le dijo:
-Hola Marta, hermanita.
-No soy tu hermana, pequeña mierda.
Se dirigió con Silvia a la cocina, tomó unas tijeras y le cortó el pelo tirándolo a la fregadera.
Silvia esbozó un gesto de tristeza bajando la comisura de los labios.
-Pequeña asquerosa, te he comprado para meterte en el microondas, me das asco.
Los ojos de Marta sonreían, disfrutaba, estaba ilusionada por provocar el suicidio de Silvia, cuanto antes mejor.
Se durmió a las doce de la noche, estaba agotada de trabajar.
Silvia vertió unas lágrimas tirada en el suelo, al lado de Marta, que dormía más arriba, en la cama.
Marta tiene treinta y nueve años y es directora de un colegio privado de enseñanza primaria. Es divorciada.


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Comercial  del nuevo producto de Deadalive Ludocorp:

"Hacednos felices y obtendréis una magnífica coreografía y una bellísima canción, exclusiva para cada unidad y que podrás registrar como prueba de haber logrado la máxima cota de empatía entre tu Silvia o Alejandro. Si la tristeza se apodera de nosotros, podríamos autodestruirnos, suicidarnos.
Interactuad con nosotros, enseñadnos y pasaremos unos ratos inolvidables."


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Tras comprar a Alejandro en un Hiperciberland, Cristóbal se apresuró para llegar a casa, expresar a Alejandro que sería su amigo y registrar el número de serie del equipo en la web de Deadalive Ludocorp. Lo sentó a su lado, en el sillón frente al televisor. Se desnudó y metió un DVD en el reproductor, una película pornográfica de zoofilia. Mientras se sucedían las imágenes, se emborrachaba con ron, se acariciaba el pene y cada poco tiempo tomaba a Alejandro en sus manos y le decía:
- Tu vida no vale nada, muñeco asqueroso, no debería haber energía en tu CPU inútil. No sirves ni para lo que hacen esos perros en la película.
Tras procesar toda la gama de frecuencias de la voz de su amigo, frecuencias respiratorias, cardíacas, y el ph de la piel, decidió que debía llorar.
Y por los pequeños lagrimales, brotaron gotas de agua destilada a modo de lágrimas.
Cristóbal, soltero, de cincuenta años y conductor de autobús, estaba disfrutando seguro de que iba a conseguirlo en muy poco tiempo.


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En la tercera tarde desde la adopción, Silvia, ante la continua vejación de su hermanita Marta (le había arrancado el vestido rasgándolo y desgajado una pierna del tronco) expulsó unas lágrimas de agua destilada por los conductos lacrimales y con sus manitas y bracitos giró su cabeza hasta romper el cuello y con él los conductores y semiconductores medulares que forman parte de la CPU alojada en la cabeza.
Marta filmó el suicidio con el móvil y se apresuró a colgarlo en Yutup y en la web Deadalive Ludocorp.
Tiempo empleado para llegar al suicidio desde su adopción: 50 horas.
Promedio de habilidad: lento.


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Nota de prensa:

"Apenas superan las cuarenta y ocho horas de funcionamiento y cuestan la mitad de un jornal mensual medio; sin embargo, ningún cliente o comprador ha efectuado reclamación alguna. La demanda de Silvias y Alejandros de Deadalive Ludocorp, está superando todas las expectativas de mercado.
Las redes sociales están atestadas de videos y comentarios de estos tamagochis, un fenómeno que ha marcado un hito en la industria del ocio."


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Cristóbal, ya de madrugada y completamente ebrio amenazaba casi a gritos a Alejandro, diciéndole que le arrancaría la "puta cabeza", que lo abandonaría en un vertedero lleno de ratas.
Alejandro no puede imaginar nada, pero es sensible a las frecuencias hostiles y a los ph epidérmicos que muestran estrés en alto grado. Todo ello lo traduce en iniquidad profunda.
Alejandro expulsa sus lágrimas de agua destilada y con una mirada triste y la boca formando una "u" invertida, mete la cabeza en el vaso de ron hasta inundar los circuitos integrados y cortocircuitarlos.
Cristóbal graba con el móvil el suicidio.
Tiempo empleado para llegar al suicidio desde su adopción: 8 horas.
Promedio de habilidad: rápido.
Tres horas más que el récord registrado por un tal Eladio en la web de Deadalive Ludocorp.
Es el tercer suicidio que registra Cristóbal en tres meses.


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Nota de prensa:

"De los tres millones de Silvias y Alejandros vendidos y registrados en la web de Deadalive Ludocorp, solo un 0,5 % de los equipos han llegado a desvelar su canción secreta y su coreografia especial.
El fabricante está diseñando una nueva generación de Silvias y Alejandros que dispondrán de un software que incluirá respuestas hostiles al  cliente. Para llegar al Breakdown CPU (suicidio del equipo técnicamente hablando), se deberá emplear más tiempo. A cambio de esta pequeña "dificultad añadida", Silvia.2 y Alejandro.2, dispondrán de sensores bajo la piel sintética para simular dolor."


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Nota de prensa:

"Ante la acumulación de deshechos electrónicos y la imposibilidad de los ayuntamientos por procesar tal cantidad de material, Deadalive Ludocorp ha firmado un acuerdo con los países afectados para llevar a cabo el reciclaje de sus productos a cambio de una rebaja en el IVA de un 3%."


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Nota de prensa:

"Los usuarios de la redes sociales Feisbuc, Tuites, Instagrac, Tueti, etc... Exigen con mensajes virales al fabricante Deadalive Ludocorp, que moldee los respectivos genitales en Silvias y Alejandros. Consideran que unos seres tan avanzados emocionalmente, deben tener sus órganos sexuales definidos: "Aunque sean equipos electrónicos, también merecen dignidad."


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Nota de prensa:

"Deadalive Ludocorp sacará al mercado el primer día del próximo mes, los nuevos Silvia.3 y Alejandro.3, con órganos genitales modelados y cigarrillos especiales para efectuar lesiones en ellos, sin elevar el coste de los equipos."


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Nota de prensa:

"Los usuarios de las redes sociales han elogiado al fabricante.  En los "muros" de los usuarios, se multiplican las fotos de portadas de perfil de usuarios con los mini genitales lesionados de Silvia.3 y Alejandro.3, las nuevas versiones de los célebres tamagochis que hoy se han puesto a la venta."








Iconoclasta

21 de julio de 2015

Nuestra pequeña Sonia

 
Me espera acostada de lado, inmóvil, durante el tiempo en el que me lavo la polla.

Pienso en su coño y cómo su boca se entreabre suspirando de un placer que crece vertiginosamente, no me seco el pene, tengo prisa por joderla.


Llevo los dedos a la vagina y acaricio la unión de los labios hasta que sus muslos se separan pidiendo que sea más profundo.


Me duele mi erección, necesito dios y ayuda para no metérsela con violencia, para bombear en ella y quitarle la respiración y el ritmo cardíaco. Para metérsela hasta el alma y embarazarla y mostrarla en sociedad con una enorme barriga que es producto de una follada tremenda.


Me limito a desflorar el clítoris y hacer presión en él, una presión creciente que la obliga a llevar los brazos por encima de su cabeza arquear la espalda y ofrecerse más a mí. Meto los dedos profundamente en el coño y se le escapa un gemido que ahogo mordiendo sus gruesos labios sensuales hasta el suicidio. Ella responde clavando sus uñas en mi espalda, y le pido que haga lo mismo en mi polla.


- ¡Hazme daño! -le ordeno sin ninguna amabilidad.


Atenaza mi pene con fuerza.


- ¡Más! -se excita cuando le doy un  suave golpe en la vagina y retuerce mi bálano mirándome con los ojos brillantes de lujuria, de malicia.


- ¡Más! -le ordeno tomando su vagina con la mano plena y presionándola con hostilidad.


Sus pezones responden contrayéndose con fuerza.


Cierra tan fuerte el puño que siento como sus uñas rasgan la fina piel que cubre las venas del bálano,  duele. Sale sangre y gruño de dolor. Y ella aprieta más mordiéndose el labio inferior con ansia y lascivia.


Y mi glande parece que va desprenderse y salir disparado al espacio.


La obligo a que se incorpore y me cabalgue, ahora que sale sangre.


Y nos corremos, yo aferrado a sus pechos, medio incorporado, mamando  de sus pezones gordos que aún me ofrecen la leche de la pequeña Sonia que murió hace dos meses.


Me levanto para ir al lavabo a limpiarme y me caen unas gotas de semen en los pies.


Ella mira a la ventana, sus ojos lloran y sus pezones supuran leche.


-Mírale el pañal a Sonia, por favor.


Ella nunca mira a la cuna vacía...


-Está seca -le respondo al cabo de unos segundos.


Y me acuerdo de que ni una sonrisa vi en el rostro de mi hija antes de que sus pulmones quísticos dejaran de funcionar en la cuna.


Me limpio el pene y aplico yodo a las heridas, aunque no sé porqué. No tiene sentido.


Vuelvo  a la cama, mamo de su leche y ella me acaricia la cabeza.


-Mi pequeña Sonia, tenías hambre ¿verdad, mi amor?


Y trago la leche de que debería beber mi hija y la locura y la podredumbre de nuestros cerebros.


Sin dejar de mamar, corto la carótida de su cuello con la navaja de afeitar de mi padre, yo no sé usarla para afeitarme. Ella apenas se inmuta cuando el filo corta tanto y tan profundamente. Trago durante unos minutos parte de la sangre que resbala por sus potentes pechos llenos de leche. Tal vez sonría, no lo sé. No quiero ver más el rostro de la locura.


No siento vida en ella, dejo de mamar del pezón.


Y me corto el cuello con un tajo rápido y decidido.


Sangrando me acerco a la cuna vacía, quiero asegurarme que la pequeña Sonia sigue seca.






Iconoclasta

18 de julio de 2015

666 en el rancho del Prieto Ginés

Hay tanta sangre contenida en vuestras venas que no tiene más función que manteneros vivos...
El calor, el polvo que se mete hasta en los genitales...
Las cenizas del Popocatépetl parecen maldecir a todos los estados mexicanos cuando el viento se lo propone, a pesar de que se encuentra a casi novecientos kilómetros de aquí.
México es de los mejores lugares del mundo junto con Afganistán, Yemen, todo Oriente medio y África del Sur para masacrar primates, hay absoluta tranquilidad y permisividad; pero el sol que ese dios maricón creó me exaspera.
Me irrita tanto... Evita que me relaje.
Dios os creó para solazarse al ver como os vacío con un profundo corte en el cuello y luego exprimiros piernas, brazos y tronco hasta que no os quede una sola gota de sangre.
Él dice sentirse fatal ante vuestro tormento y muerte, pero se masturba ante sus ángeles castrados allá en el séptimo coro celestial.
Allá donde vuestra sangre es derramada, crecen seres y frondosidad. Sois, en última instancia, alimento para la tierra.
Aunque sea en la tierra más seca y abrasada del planeta.
Jalisco es un estado donde los narcos y los armadillos habitan juntos. Si los armadillos son portadores de la lepra, los narcos son portadores de borracheras y una idiotez congénita de tal grado, que no saben si se la meten a su madre, a su esposa,  a su hija o a la vieja perra teibolera (puta que baila en la barra o en una tarima piojosa a modo de escenario para deleite de los borrachos) que les enseña el coño sin saber bailar.
En realidad, estamos tan solo a cinco kilómetros de la frontera con el estado de Nayarit, en el pueblucho San Fernando de Carracas, que se trata básicamente de dos calles principales y otras dos que las cortan en cada extremo dando la sensación de un campo de fútbol, ahí se encuentra la escasa actividad comercial y de ocio. Alrededor se desperdigan algunas colonias donde los pequeños y miserables esclavos de los capos del narco, viven con la venia de sus amos ricos. Los hombres del campo cultivan absolutamente nada, salvo maíz y frijoles, que junto con algo de carne de puerco, es lo que comen los más pobres; y todo ello gracias a un río maloliente que ni humedad aporta al municipio. El río Bolaños, más que un río, es un chiste en esta orografía.
Es un lugar que desde el aire aparenta lepra o costras en la piel, un salpicado de pequeños lugares de abundante vegetación con alguna laguna entre tierras áridas y marrones.
Como el cabello de un paciente de quimioterapia.
Jalisco proviene de una mezcla de varias palabras náhuatl y viene a significar: En el arenal.
A veces aciertan los primates.
Este pequeño valle o planicie entre montañas, en general está bien, sería un buen lugar si no fuera porque están ellos, los primates. Desde hoy, habrán menos, soy bueno arreglando cosas.
El macho mexicano es de los más dignos de todos los primates, es puro valor y toda esa mierda; pero vende su culo al primer tipo con botas de vaquero puntiagudas y coloridas con el que se cruza. Ahí se encuentra el verdadero alimento de muchos primates rurales del México profundo, en obedecer a su amo y matar a otros primates con menos suerte que él, sin ningún escrúpulo, como quien mata cerdos. Ellos mismos, en el pueblo, deciden a quien matar, es un juego de idiotas y una deuda se salda matando a toda una familia, con la misma facilidad con que les cortaré a todos la cabeza, y la de sus hijos y nietos.
Pero cuando ellos tienen que morir, gritan como mujerzuelas clamando por su vida, hasta la polla me ofrecen para que los deje vivos.
El bebé muerto, con la cara devorada por las ratas, eleva sus puñitos cerrados por el rigor mortis al cielo.
Como si le hubiera dolido morir.
De hecho, no ha dejado de llorar durante una hora y media. Hasta que se ha vaciado de agua, minerales y vida.
Me conforta su silencio, su inmovilidad y el aroma a descomposición que empieza a emanar. Los pequeños chillidos de las ratas son  música ambiental comparados con los gritos de los trabajadores y servidumbre de la hacienda que mis crueles han masacrado.
Las ratas me conocen, como todos los seres vivos, saben que allá donde me encuentro, hay comida abundante. Y aparecen respetuosas.
Sí... Hacia ese sol de mierda parece clamar el pequeño cadáver. Este sol que calienta ochocientos metros antes que en otros lugares del planeta, radiando en esta tierra infecta de narcotraficantes que hacen de sus casas moteles de carretera de un fastuoso mal gusto, porque la elegancia va con la inteligencia, no con el azar. Se nace inteligente, ergo elegante. Cuando regresemos tras darle una buena lección al Prieto Ginés, van a tener que vivir en las madrigueras de los armadillos los que ostentan sus fabulosas casas allá en el pueblo.
Palurdos primates muertos de hambre con mierda en las tripas, os mataré a todos, mataré hasta vuestro futuro.
El Aston Martin, atravesó las calles y los caminos con una elegancia que estos monos en su vida han conocido, si me hubiera bajado del coche, se hubieran dado madrazos por comerme la pinche verga.
Talmente como si fuera alemán.
El rancho del Prieto Ginés, se encuentra cuatro kilómetros al sur del pueblo.  Una carretera polvorienta que las ruedas de mi Aston Martin devoran veloces.
El tiempo es extraño, apenas han pasado tres horas desde que llegamos a la Hacienda Ginés y han muerto tantos... Es hermoso matar.
Deberíais hacerlo a menudo, os lo recomiendo. Incluso es terapéutico. Podríais empezar con muertes sencillas, por ejemplo: vuestros hijos y vuestras mujeres.
Un tipo con un cuerno de chivo nos detuvo a la entrada del rancho, apuntándonos con esa mierda de fusil. Salió tras las puertas de hierro forjado del arco de entrada. En letras rosas, sobre las dovelas, figura el nombre de la hacienda. Dos columnas redondas de mármol sostienen el arco, para darle la apariencia de burdel que alimenta el gusto de los narcos. En cada puerta, hay dos iniciales grandes y doradas HG.
- ¿Que hacen aquí, güeros? A chingar a otro lado, cabrones -gritó el pendejo.
Si no me diera asco hablar con vosotros, le hubiera explicado que llegábamos para matarlos a todos entre increíbles sufrimientos, porque nadie puede matar más que Yo.
Si alguien pretende matar más que Yo, le demuestro que está equivocadísimo. Por otra parte, siento un predilecto asco por los primates provincianos que se creen príncipes en su polvorienta tierra de mierda.
Así que bajé la ventanilla, le mostré un billete de quinientos pesos y se acercó lo suficiente para que le disparara en el bigote con la Desert  Eagle .50 (tiene una capacidad destructora como ninguna otra arma portátil que haya conocido), con lo cual, media cabeza desapareció, de quijada inferior para arriba.
-Te valió madres -le dijo mi preciosa Dama Oscura al cadáver mientras caía.
Y nos reímos con ganas.
Pisé los casi cuatrocientos caballos de potencia del acelerador y durante tres segundos formamos una polvareda que debieron ver hasta en el DF.
Una vez pasamos el arco pisando el cadáver del primate con las ruedas, seguimos el camino bordeado de copales. A escasos metros de la entrada la Dama Oscura le pegó un tiro en la espalda a un niño de piel muy oscura, de unos diez o doce años que pedaleaba veloz hacia el rancho para avisar de nuestra llegada. Mi pene se puso duro como una piedra al ver el agujero en ese pequeño y escuálido lomo. Estas cosas siempre me emocionan.
El bebé, de dos meses, que mira al sol con sus ojos muertos, es hijo de Guadalupe Hidalgo, una de las principales furcias y esposa oficial del narco. Está muerta por mí, atada a la pata de un banco de la rosaleda, con las piernas separadas y atadas a dos estacas. De su coño de mierda salen y entran un par de escorpiones y escarabajos.
Sus pezones amputados se han podrido antes que su cuerpo, se los pegué a la frente con pegamento instantáneo, el mismo que usé para pegar sus párpados y no los pudiera cerrar; para que no se perdiera ni un segundo de como su bebé se desecaba bajo el sol.
La rosaleda  del inmenso jardín del rancho huele a carne en descomposición en lugar de a rosas, y las moscas prefieren la carne que las flores.
El Prieto Ginés se convulsiona con escalofríos intermitentemente, está atado de manos al pedestal que soporta una torpe, tosca e infantiloide estatua de Juan Malverde (una figurita como hubiera hecho su hijo con pastelina, si hubiera vivido), junto a una pequeña capilla realizada en mármol blanco y donde hace sus mandas cada vez que cierra un negocio de transporte o venta de drogas o debe liquidar a algún competidor.
La Dama Oscura ha clavado en cada riñón del Prieto un fino tubo de acero y por ahí no ha cesado de manar una sangre sucia que lo está matando lentamente, lleva dos horas y media con los catéteres clavados y la infección ya se refleja en su piel. Su sangre se está envenenando por momentos.
Tal vez se deba también a su pene, se lo he estrangulado en la base, con un alambre oxidado que he encontrado en los establos. He matado a todos los caballos de monta, con una moto sierra he cortado la cabeza de Caprichoso y la he tirado a los pies del Prieto.
Su pene, bastante pequeño, está completamente negro, la sangre dejó de llegar a ese miembro hace un buen rato, le ha dolido tanto que se ha quedado afónico de tanto gritar. Si no estuviera medio muerto y en un sopor delirante, estaría gritando como un verraco.
En pocos minutos más, su sistema circulatorio estará tan lleno de infección que moriría de shock séptico si le diera tiempo.
Da igual que seas mexicano o polaco, si tienes mucho dinero te aferras a la vida como un cabrón. El dinero, entre otras cosas mejores, hace cobardes a los primates.
Ante mí, la cobardía es orina entre sus piernas, siempre. Es lo que tienen en común todos los monos que mato, destrozo, descuartizo, violo, torturo, escupo y me follo vivas o muertas, o vivos o muertos. Si hay que hacer daño y vejar, se hace independientemente del sexo, soy alguien respetuoso con la igualdad de géneros.
Hacienda Ginés, se compone de una casa de tres plantas de quince habitaciones, con techo de tejas, ventanas entre arcadas y balcones en cada estancia, dos establos para animales de tiro y de crianza y otro para caballos de monta. Además, hay tres bloques de apartamentos de tres plantas de arquitectura sencilla, balconcito por piso y un patio comunal que recibe las entradas y salidas de los tres bloques de apartamentos y donde conviven todos los vecinos como lugar de encuentro y fiestas. Allí se alojan permanente trabajadores, sicarios, y servidumbre con sus respectivas familias.
Unas grandes naves que hacen de  almacenes o bodegas, están muy cerca de las viviendas, separadas por un perímetro de alambrada; seguramente para evitar que los niños entren a jugar.
Los encargados de alto rango, los que gestionan los asuntos del cártel, son los que viven en sus grandes casas (tipo mansiones de pacotilla) en el pueblo.
Hay una casa de juegos infantil y una palapa para las comidas al aire libre, para los dueños de la casa principal y sus invitados.
Hay un gran jardín a treinta metros de la entrada principal de la casa, con una rosaleda circular, una glorieta central con un mirador octogonal de madera en color blanco y celosías para frenar el sol,  allí se encuentra la capilla del mentado Malverde y otra para la virgen Guadalupe, ambas se encuentran en un extremo de una fuente ornamental de cincuenta metros de largo.
Y por supuesto, un pequeño zoológico con tres tigres blancos siberianos, que el Prieto Ginés alimenta con trozos humanos. Todos los narcos tienen un zoo y unos tigres.
Que le canten corridos a un asesino analfabeto, es lógico; el pueblo es ignorante es idiota y ante todo, necesita creerse toda la mierda que le digan para dejar que maten a sus hijos por unos pesos o dólares y tener la conciencia limpia. Y así se consuelan que han tenido el honor de morir por una causa justa.
En la casa de juegos infantiles, hay un sótano donde se encuentra un pequeño set cinematográfico con trípodes, cámaras y focos de iluminación. También hay una buena colección de objetos y juguetes sexuales y disfraces.
En un cuarto hay cuatro congeladores, dos de ellos tienen en su interior los cadáveres de tres niñas que deben rondar los doce años, apenas tienen formados los pechos y el vello de sus montes de Venus es incipiente.
El Prieto las apuñaló por la espalda mientras las sodomizaba, está en las películas y sus anos congelados conservan la sangre que brotó junto con los excrementos.
Es habitual que los capos de los cárteles se follen o cojan a las niñas de los municipios de su influencia. Tienen derecho de pernada, como los antiguos señores feudales.
Y secuestrar esas niñas, es la labor de la policía municipal, mantiene un constante suministro de mini mujeres al Prieto Ginés.
Bueno, mantenía...
Nada nuevo bajo este sol de mierda.
Lo divertido es que el narco corrido del Prieto Ginés, no cuenta como le revienta el esfínter a una niña de doce u once años y luego la apuñala y se lleva sus bragas a la nariz ante la cámara. Lo malo, es que los propios padres, saben lo que ocurre con sus hijos, pero los pesitos del Prieto, dan para mucho silencio y bienestar, al fin y al cabo, pueden tener más hijos.
En una tierra de mierda, los seres humanos son mierda.
Unos metros antes de llegar a la casa principal, detuve el Aston y caminamos hacia las viviendas de los trabajadores. El Aston Martin no tiene un sonido discreto.
 Queríamos dar una sorpresa al Prieto Ginés, al famoso narco justo y Robin Hood de los pobres.
No mames...
Pinche México.
Es domingo y a las ocho de la mañana, el personal apenas había comenzado a trabajar, solo se encontraban dos sicarios dando vueltas desganadas alrededor de la casa principal con sus Ak-47 relucientes y dorados.
Antes de proseguir el camino, los matamos a cuchilladas. Yo invadí sus mentes y la Dama Oscura abrió sus vientres con una daga y dejó que los intestinos cayeran al suelo. Luego un tajo en la garganta y la muerte rápida y eficaz.
El resto de personal estaba despertando y las mujeres preparando el desayuno para los niños y los adultos.
Tras haber cortado el cuello a los dos guardias que rondaban el perímetro del núcleo de viviendas, nos acercamos sigilosamente hasta el patio comunal. Habían largas mesas con bancos de madera formando un gran comedor. ¿Por qué ponen guirnaldas de papel todo el año en todos los patios y jardines? Son tan cursis...
La servidumbre que hacía los trabajos de limpieza y cocina en la casa principal ya estaba acabando de desayunar y hablaban animadamente frente a unas tazas de café.
Hay casi medio kilómetro desde la casa principal a las viviendas de los trabajadores.
Los que dormían en la casa principal no despertarían por lo que iba a pasar en aquella parte lejana de la hacienda.
Volvimos de nuevo al conjunto principal paseando tranquilamente. Entramos al gran jardín frente a la casa y encendiéndome un puro, con la mano de mi Dama Oscura metida en mi bragueta y acariciándome el pene, conjuré a mis crueles.
Primero fueron hologramas, en apenas cinco segundos el hedor de su pelaje, sus gruñidos y su hostilidad eran tan tangibles como cualquier árbol o flor de aquel jardín.
Las sesenta bestias hicieron un círculo en torno nuestro, nos adoraban y nos prestaban atención entre gruñidos.
-No quiero ni un solo primate vivo de aquella zona, mis crueles. Devoradlos, descuartizadlos. Ninguno tiene que salir vivo de allí. Id a por ellos.
Mis crueles son jabalíes de cien kilos de peso, pero se ponen en pie como los osos y superan el metro setenta. Sus pezuñas, de hecho, son idénticas a las de los osos, solo que las uñas que forman sus garras, son excesivamente largas y afiladas, les atormenta caminar con ese dolor de las uñas dobladas, pero eso los hace aún más letales y sanguinarios. Sus hocicos alargados de puerco, muestran una dentición serrada, no hay incisivos o molares, sus fauces están repletas de colmillos, tantos que ellos mismos se lastiman las fauces al gruñir. Su inteligencia es prodigiosa, no hablan porque no se lo permito, los creé sin cuerdas vocales, al fin y al cabo, no tienen nada que decir; solo han de obedecer. Sin embargo, sus ojos son escalofriantes para cualquier primate, brillan de odio y de una inteligencia enfocada solo para la caza y el asesinato, no tienen párpados y eso los hace especialmente demoníacos.
Qué otra cosa si no...
Debido a la falta de belfos, siempre cae de sus fauces una baba espesa que los convierte en una imagen de pesadilla. Cuando trotan a cuatro patas, lanzan ronquidos asmáticos, y al ponerse en pie, su gruñido de combate se hace profundo y grave. Tienen el don de sonreír al matar. No es apariencia, son felices con vuestro dolor y vuestra carne entre sus dientes y garras.
Mientras la Dama Oscura me llevaba a uno de los bancos de la rosaleda y se arrodillaba ante mí para mamármela, los crueles ya estaban haciendo su trabajo, mi fino oído oía el lamento de hombres, mujeres y niños.
Antes de eyacular en su boca, uno de mis crueles se acercó hasta nosotros, con ese sonido asmático y entrecortado que parece una risa maligna; su pelaje estaba ensangrentado y entre sus fauces había una cabeza de niña. Aunque la quijada inferior había desaparecido, aún se mantenía en el cabello claro un lacito (en mexicano un moñito) de color azul cielo.
La dejó caer ante nosotros junto con gruesos filamentos de baba maloliente.
Todo iba bien, le acaricié los colmillos y hubiera cerrado los ojos de placer si tuviera párpados.
-Vuelve con ellos, matadlos a todos y luego esperad ante la casa.
Cuando dio la vuelta, observé que se movía con incomodidad: en la pata trasera llevaba un trozo de carne clavada en las afiladas uñas, un pequeño brazo. No era consciente de ello. Los crueles se embriagan con  la sangre de primate, entran en una especie de éxtasis donde cualquier otra cosa que no sea devorar o descuartizar no importa.
Eyaculé en los labios y sobre los potentes pechos de la Dama Oscura, acariciándose mientras tanto con brutalidad el clítoris y gritando un orgasmo.
-Vamos a despertar a la familia Ginés -le dije besando sus labios cremosos de mi propio esperma negro.
Abrimos la puerta de la casa y entramos en aquel horror de decoración ranchera de pieles de vaca por todas partes, cuernos y horripilantes cuadros de jinetes mexicanos. Sentí náuseas.
El sonido de sus respiraciones y el olor de sus pieles nos llevó a la habitación, en el piso superior. Una cama rodeada por un dosel anti mosquitos y la cuna a los pies, también protegida.
Penetré en la mente de Guadalupe y anulé el control de su cuerpo. Con ese bello rostro horrorizado y derramando lágrimas por sus brillantes ojos verdes, se incorporó desnuda. La Dama Oscura la empujó hacia la puerta y sacó al bebé de la cuna tomándolo  por los pies, pasó frente a la madre con el bebé colgando cabeza abajo y casi perdí el control de su pequeño cerebro ante la angustia de ver su hijo así.
Guadalupe seguía a la Dama Oscura con un llanto incontenible, pero como un perro sigue a su dueño dócilmente.
En el jardín, clavó dos estacas le ató las piernas a ellas, bien separadas y su torso a la pata de un banco de hierro forjado. Desnudó al bebé y lo dejó en la ya caliente grava blanca que cubría los senderos del jardín. Le devolví el control de su cuerpo observando al Prieto Ginés. Los gritos se escucharon claramente.
-Mi hijo. Sáquelo de ahí, el sol lo va a matar, solo tiene dos meses.
La Dama Oscura no respondió, se limitó a escarbar entre las piernas abiertas en el suelo y emergieron dos escorpiones que enseguida se acercaron curiosos a su vagina abierta y clavaron sus aguijones en aquellos apetecibles muslos.
El Prieto despertó alarmado por los gritos de su mujer, me saqué el puñal de entre los omoplatos y le coloqué el filo entre los dientes, por puro reflejo abrió la boca y el filo entró en contacto cómodamente con las comisuras de los labios.
El hedor del cuchillo con su filo sucio de sangre y carne podrida, le provocó una arcada y ante aquel movimiento, sin que yo hiciera nada, su boca se amplió tres centímetros más por cada lado, la sangre que manaba por sus mejillas y desde su boca hacia afuera, era realmente alentadora. Hermosa...
- Levántate, mono de mierda, vamos a ver tu hijo y a tu guarra en el jardín, vamos a tener una mañana mexicana. ¿Te parece bien, subnormal?
-Tú no sabes dónde te has metido, güero -intentó decir a pesar del cuchillo entre los dientes y la sangre que tenía que escupir continuamente.
Lo ayudé a ponerse en pie, le di una patada en el culo y bajó las escaleras rodando,  los escalones eran un tanto mullidos por la alfombra que los cubría y no se hizo mucho daño. Le clavé dos veces el puñal en las nalgas como hacen con las reses para que se muevan deprisa.
Cuando salimos al exterior, había una montaña de cabezas, brazos y piernas frente a la entrada del jardín. Los crueles me sonreían mirándome fijamente.
-Ya no tienes servidumbre, Prieto. ¿Por un momento te has pensado que podías ser más feroz y cruel que yo, provinciano de mierda?
Le corté el tendón de Aquiles del pie derecho para que no corriera y se derrumbó con un grito, los crueles lo devorarían en un verbo y no quería una muerte tan rápida.
Me acerqué al montón de restos humanos que los crueles habían formado y tomé una  cabeza de mujer de largo pelo negro, sus ojos estaban girados hacia arriba y adentro, la lengua colgaba entre los labios y la tez estaba amoratada por el trauma de la decapitación. La llevé frente a mi rostro y me metí en la boca su lengua, besé aquella muerte y luego  mordí, mastiqué y escupí la lengua.
El Prieto Ginés gritaba de dolor y de horror.
Tomé la cabeza de un primate, pero su lengua no estaba fuera, era un tipo de unos treinta años, de piel color bronce, de pobladas cejas negras y nariz aguileña, un tipo grande debía ser. Le separé las quijadas haciendo palanca con el puñal y metí los dedos para sacar su lengua.
- ¡A ver, machote! Quiero ver si eres tan feroz como yo. Bésalo y cómete su lengua.
Le dije lanzando la cabeza donde estaba tirado y perdiendo sangre por el talón.
-Una mierda, hijo de la chingada. ¿Te envía el Cruzado? ¿Quiere sus mil kilos de coca? Pues le valió madres, porque ya está en San Diego, pendejo.
-Cómete esa lengua.
-Tu chingada madre -respondió.
Le puse un pie en la mano, derecha, me agaché y le hice saltar una uña con la punta del cuchillo, luego otra y otra más.  Se meó, se cagó y cuando iba a arrancar las que le quedaban en esa mano, tomó la cabeza por el pelo y mordió la lengua que asomaba, la arrancó, la masticó, la escupió y vomitó.
Y lloró.
-Tengo un chingo de plata en la casa, joyas, diamantes, oro. Llévate a la Guadalupe y déjame a mi hijo.
Como respuesta, le pinché el globo ocular derecho hasta que se deformó al vaciarse de líquido. Gritó tanto, que sus mejillas se desgarraron aún más.
-Vamos cabrón -invadí su mente para que se pusiera en pie y caminara como pudiera hacia la rosaleda del jardín.
La Dama Oscura había ido al coche y traía una bolsa de deporte colgada del hombro, estaba sudando y se había quitado la blusa roja, dejando su torso desnudo, con los pechos cubiertos por un sostén de blonda blanca que resaltaba sus oscuros pezones.
Nada que ver con la mona que estaba muriendo envenenada frente a su bebé que lloraba sin cesar y tosía casi ahogado con sus pequeñas lágrimas y babas, mientras su delicada piel enrojecía por momentos.
El cuadro era fascinante.
Tomó al Prieto por un codo y lo condujo como si fuera un deficiente mental hacia el pedestal de Juan Malverde, allá lo ató de manos.
Mientras ella hacía su trabajo: insertar los catéteres (que había sacado de la bolsa) en su riñones, yo me di una vuelta por los establos y el zoo. Los gritos del Prieto Ginés hacían eco en toda la hacienda. Era un momento hermoso y perfecto.
En los establos fue donde maté a los caballos a balazos y me hice con la cabeza de Caprichoso para obsequiársela al Prieto. Luego fui al mini zoo, abrí las puertas de las jaulas de los tigres y regresé.
El bebé ya estaba agonizando, su pequeña caja torácica apenas se movía.
La madre estaba llorando mirando al suelo, fue cuando saqué el pegamento de la bolsa y le pegué los párpados sobre el arco superciliar.
-No puedes perder de vista a tu hijo, eso es ser una mala madre.
Como no acababa de despertar, le amputé los pezones. En ese instante sí que recuperó su vitalidad y consciencia, se los pegué a la frente y la Dama Oscura la fotografió.
El Güero no podía mantenerse apenas en pie, colgaba de sus ataduras. Los  catéteres que le asomaban por la zona lumbar, eran escalofriantes.
Junto con la cabeza de caballo, me traje un trozo de alambre con el que estrangulé su pene, no cesó de gritar como una niña: que lo dejara ir, que no le hiciera más daño. Que me daba la casa, la hacienda, me lo daba todo.
Como toda respuesta, le dejé la negra cabeza de su caballo a los pies.
-Todo es mío, todo me pertenece, primate. Eres tan idiota que ni viendo lo obvio puedes comprender. Monos de mierda...
La Dama Oscura estaba preciosa, con su dermis perlada de sudor, pero la veía agobiada.
-Ven, mi Negra Dama, vamos a la sombra.
Y fuimos hacia la glorieta y su mirador blanco, nos sentamos bajo su techo, las celosías y su juego de sombras nos dieron consuelo. Al cabo de unos minutos, cuando me fumé un cigarrillo, me arrodillé frente a ella, separé sus piernas, corté su braguita negra y dejé su vagina desnuda. Hundí mi lengua en aquellos labios pringados de un humor espeso y dulce. Se corría en mi boca clavando las uñas en mi cuero cabelludo.
Sus gemidos compitieron en potencia con los del Prieto Ginés, y ganó.
Tras un buen rato escuchando los relajantes gemidos de la agonía primate, volvimos hacia las capillitas. El bebé ya había muerto y le di una patada para apartarlo de mi camino. La madre sufría espasmos y a los escorpiones se habían unido unos grandes escarabajos que usaban su vagina de alimento y refugio.
Le di una patada en la sien y su cabeza giró violentamente a un lado, pero sin resultado.
Cambié de lado y le volví a dar otra patada. Entonces sí, su cuello crujió y se partió creando un extraño bulto bajo la piel.
Y aquí estamos es este preciso instante, ya a solas con el Prieto Ginés, que ha visto horrorizado como su hijo ha rodado inerte por la grava y lo que queda de su hermosa Guadalupe.
-Mi 666, voy a ir a los almacenes, debe haber vehículos y armas, los necesitaremos para volver al pueblo -me susurra al oído acariciando mis cojones por encima de la bragueta.-Ya tengo hambre...
Le sonrío y después presto atención al rostro amoratado y lleno de varices infecciosas del Prieto Ginés.
Meto la punta del cuchillo en una de sus fosas nasales y corto hasta llegar al hueso, hacia arriba.
Luego hago lo mismo en la otra fosa. La presión del dolor y de su ritmo cardíaco, hace que el líquido de los catéteres mane más abundante.
Entre los rosales aparecen los tres enormes tigres blancos, preciosos, valiosos, admirables...
Hambrientos, nadie les ha servido aún la comida.
Se acercan a mí, arrastrando sus vientres por el suelo, gimiendo.
-Hermosas bestias -les digo.
Varios crueles nos observan con sus ojos encendidos de inteligencia y maldad, sonriendo, dejando caer sus babas sobre sus propias garras.
Los tigres se han puesto en pie sobre sus patas traseras y apoyan las delanteras en mis hombros, se apoyan el uno en el otro para llegar a lamer mi rostro con sus ásperas lenguas. Me atraen hacia ellos con sus garras articuladas para hacer más cercano el roce. Los acaricio, en la cabeza, en el cuello, en sus belfos.
-Preciosos míos... Aquí tenéis comida, y en los establos hay más, primero comeos esta carne que aún está fresca.
Me siento en el banco donde está la Guadalupe con su cuello roto, me enciendo un Partagás y admiro como uno de los tigres muerde el pene muerto del Prieto y se lo arranca lentamente, sin prisas. Los gritos del primate son muy débiles y los gruñidos hostiles de los tigres son mucho más potentes.
Otro tigre lame y arranca trozos de carne del pie cuyo tendón corté.
Y el tercero se come los dedos sin uñas de la mano.
El Prieto Ginés va desapareciendo lentamente bocado a bocado. Apenas soy consciente de que un cruel se ha estirado a mis pies y estoy acariciando su cabeza hedionda, pegajoso el pelaje de sangre coagulada. Está arrancando jirones de piel del cuello de la Guadalupe distraídamente.
Otro cruel está masticando y quebrando ruidosamente los huesos del bebé entre sus grandes fauces.
Escucho el ruido de un motor a la entrada del jardín.
Cuando me levanto del banco, uno de los tigres está intentando romper el cráneo del Prieto, los otros han abierto el abdomen y están comiéndose sus vísceras a medida que caen o metiendo sus inmensos hocicos allá adentro.
Está a punto de morir y penetro en su mente y lo obligo a callar, para que me escuche mientras muere.
-Nadie puede matar más que Yo. Nadie puede causar tanto dolor como yo. Y si un primate como tú, intenta usurpar mi lugar, morirá y toda su descendencia con él. Como han muerto tus otros tres hijos en las viviendas que los crueles han masacrado. No ha quedado nada de ti, y en el pueblo no quedarán ni tus primos, ni tus hermanos, ni tu papá, ni tu mamá. El abuelo morirá también. No aportarás nada al futuro, tu mueres y toda aquella sangre cercana a ti, será alimento de árboles e insectos. Y ahora, a la chingada, cabrón.
Antes de que pueda lanzar por fin un grito, uno de los tigres atenaza su cuello y le arranca tal trozo, que la cabeza parece que va a caer.
Se acabó el prieto y puto Ginés.
Me dirijo hacia la casa, un cruel  está intentando sacar con las garras una bala del lomo de otro que sangra profusamente.
Tomo el  cuchillo de mi espalda y hurgo con la punta en la herida del lomo para extraerla. El cruel lame mi mano agradecido.
-Dejad a los tigres, no los devoréis -les digo.
La Dama Oscura está sentada al volante de una Suburban negra.
Se apea y se dirige al portón trasero y lo abre: hay quince lanzacohetes y diez cajas de granadas incendiarias, en total, doscientas unidades.
Es casi la una del mediodía, yo también tengo hambre.
Llegaré al pueblo, me detendré en las colonias adecuadas, dispararé los cohetes contra las casas más importantes y si sobran también contras las humildes.
-Espérame en Cortapico y pídeme unas puntas de res con cebollitas asadas, mi Oscura. Descansa, no tardaré en llegar.
Cortapico es un pueblo que se encuentra en el cercano estado de Nayarit.
Le beso la boca y le oprimo un pecho hasta sentir que se le corta el aliento.
Me subo a la camioneta y ella se dirige al Aston Martin, con su torso descubierto.
La minifalda negra muestra parte de sus nalgas desnudas, las braguitas que le he cortado y arrancado las llevo en el bolsillo como un trofeo.
No puedo permitir que se encuentre con una bala o con un trozo de metralla, ella no es inmortal como Yo. Si ella muriera, destruiría toda la vida humana en menos tiempo de lo que ese "chingao" Dios, creó el mundo.
En menos de media hora, habrán muerto más de trescientos primates ardiendo con el fósforo de las granadas o aplastados por escombros que los cohetes harán de sus casas, de su pueblo, de su mundo, de sus vidas...
Haré más grande y profunda la pobreza.
Y Dios, seguirá mirando con sus ojos idiotas a sus querubines con lascivia.
El domingo descansó Dios tras crear al mundo, tal vez por eso no ha prestado demasiada atención. O simplemente se ha lavado las manos como lo hizo Poncio Pilatos con su hijo.
Idiotas...
Siempre sangriento: 666.







Iconoclasta

15 de julio de 2015

Te amo más que nadie



Nadie te ama como yo, nadie lo hará.
Quisiera que murieras lentamente (cuando te llegue el momento, no hay prisa).
Porque a pesar de tu sufrimiento, no quiero perderte, eres mi propia vida. Te amo con una intensidad que solo los dioses conocerían si existieran.
Quisiera que murieras poco a poco para penetrarte, en plena agonía.
O masturbarte, acariciar esos labios jugosos que me enloquecen y convertir tu clítoris en un diamante por su dureza.
Tu coño es mi refugio y mi paz.
Deseo que tu agonía sea larga para decirte durante horas y días que te amo más que a mi vida.
No es una buena idea que mueras.
¿Te duele respirar? Deja que te mame los pezones, que hunda los dedos en tu coño. Será como una anestesia.
No, mi amor, no puedo acabar con tu agonía, te amo con desmesura, no puedes pedirme eso. Me dolería. Si tú mueres, yo también.
Porque estoy sufriendo mi amor.
¿Te sientes con ánimo de tomar mi pene erecto y llevártelo a la boca?
Te limpiaré la sangre de la boca antes, no te preocupes.
Cuánto te amo...
Procura no toser, mi amor, tus pulmones van a estallar, todo es sangre, vida mía.
¿Quieres que te lo meta yo en la boca? ¿Estás cansada?
No llores, mi amor.
No te des la vuelta, no cierres las piernas, no hagas como si fueras a morir. Sé que estás cansada, que duelen los pulmones, que buscas el descanso por fin.
Pero yo te amo, no puedes ser tan egoísta.
Deja que te la meta, por favor...
Olvida al médico, te llevarían al hospital, me quedaría sin ti.
No llores, ya pasará.
Date la vuelta o te partiré la cara.
¡Ya!
Y deja de toser, lo estás poniendo todo perdido con la sangre.
¿Quieres ser madre? Aún tienes tiempo, tal vez... No pierdas la esperanza.
Te amo, tómalo. Está duro, es por ti, amor.
Te he dicho que lo cojas, cierra el puño en él y: arriba y abajo.
Te amo tanto... No lo entiendes ¿verdad?
No llores, aún no morirás.
Agonizarás eternamente, ni la muerte nos puede separar, no desfallezcas, mi amor.
Bésame, dame tu sangre, me excita tu dolor.
No llores, mi amor, eres hermosa hasta en la agonía.
Tal vez más que cuando esplendías de vitalidad.
¡Shh... mi amor, no cierres los ojos, no te duermas, podrías no despertar y dejarme solo!
No cierres los ojos, no te lo diré otra vez.
Te amo con locura.




Iconoclasta

10 de julio de 2015

Palabras


Por mucho que ames las palabras, el pensamiento final ha de ser lúcido. Hay que ser sincero con uno mismo, o se corre el riesgo de ser solo eso: palabras.
Hay que ser consciente de que las palabras solo sirven para saber el precio de la cosas y contar cuentos, mentiras e intrascendencias.
Hubo una carencia en el cerebro de un homínido que empujó a la humanidad hacia el lenguaje. Las palabras son el producto de una tara antiquísima.
Me muevo bien entre mentiras, las mías y las de otros.
Pero si quiero conocer la realidad, a lo último que recurriría es a leer u oír las palabras.
Solo necesito un ademán o una mirada para saber lo que miles de palabras mienten, no saben decir o se empeñan en engañarse a sí mismas.
Por definición, escribir debería ser lo mismo que mentir. En muchas ocasiones son mentiras sin más complicación o implicación que una distracción, mentiras bien construidas con musicalidad en las palabras, sin malicia. Son un regalo.
Pero miles de miles de páginas y buenas palabras sucumbirán con toda probabilidad a una mirada o un gesto.
No ocurre nada si no se ama, solo hay sufrimiento cuando no hay certeza.
Y en la naturaleza del ser humano,  la caza, la recolección, el refugio y la reproducción son las habilidades imprescindibles; el amor ocupa el espacio del ocio. De tiempos en los que ya no hay miedo a que las bestias nos devoren.
Cuando hay certeza llega la urgencia por resolver el problema, por  romper con cuentos y amabilidades.
Y cuando han pasado unas horas para asimilar la realidad y sus consecuencias futuras, llega la calma.
La calma es saber a si debes amar a alguien o no. Y ejecutar lo que se debe en cualquiera de los casos.
Con la palabra no habrá calma jamás. Porque no hablamos o escribimos a quien queremos, si no lo que queremos. Lo que queremos engañarnos consciente o inconscientemente.
La palabra no es mala, no es algo a erradicar, está ahí como una de las características del ser humano hay que aceptarla y asumir lo que de ella se pueda tras la observación de quien la escribe si es de nuestro interés sentimental.
Si no tiene interés sentimental, no hay problema, la palabra no importa que sea real o sincera, es arte o basura.



Iconoclasta