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9 de julio de 2011

CaterpillarMan



Soy un mazo que no para. No dejo ni un solo resquicio al amor y a la ternura, destruyo sistemáticamente todo rastro de cariño.
No es un capricho, cuando el amor no sobrevive, cuando has intentado algunas veces cultivar cariño y has fracasado, te das cuenta de que no sirves para estar enamorado.
Soy el mazo que destruye ruinas y pulveriza recuerdos. Soy un tractor demoledor sin freno, sin gobierno. “Caterpillar” dice la placa que tengo pegada en mis genitales.
Soy un martillo pilón ciego de frustración. Con la polla ardiendo.
Es tan extraño destruir todo acto de amor con el glande derramando semen…
Me gusta la ira de la soledad, la tremenda carga de mi semen blanco mojando el hormigón demolido del Páramo de los Cariños.
Riego con semen para evitar que llegue a mis pulmones el polvo cancerígeno de los recuerdos hermosos.
Mis puños sangrando.
Mi pene latiendo.
Solo el deseo y la lujuria se sobreponen al puto amor. La ira duele, es un derrame de sangre; y aún así hace rígido mi miembro hostil al amor.
La ternura es algo inaccesible.
¿Alguna vez fui tierno? ¿Alguna vez amé?
Me cago en dios.
Y en la virgen también.
No creo en mitologías, pero estas cosas molestan a los crédulos. Hay muchos crédulos que creen en el amor eterno.
Idiotas… Están locos.
Tengo un agujero en el colchón lleno de semen seco y un poco de sangre de los cortes que los restos solidificados provocan en mi pijo.
En mi bendito pijo…
Soy el martillo que perfora lo estéril, el que fertiliza recuerdos ya muertos.
Mi desesperación nace de no follar, no es por falta de amor. Quiero hundir mi sacratísimo pene en un coño profundo y caliente.
Y no hay coño.
No hay agujero tierno.
Sólo hay ruinas de hormigón que he derruido con descontrolado indecoro.
El agujero cortante en el colchón se hace deseable a pesar de oler a bebés muertos, a corruptos amores.
Soy un martillo hidráulico y machaco hasta la esperanza, la aplasto contra la tierra, la aplasto aferrando mi bálano con dureza, con un intencionado descontrol.
“Caterpillar” es lo que llevo tatuado en la muñeca de la mano masturbadora. De la mano demoledora.
Quedo vacío durante unos instantes, unos momentos para fumar, para llenar de nuevo mis cojones de semen.
Es tan duro el amor, son tantos los recuerdos…
Tengo que seguir trabajando, no puedo dejar nada en pie en el Páramo de los Cariños.
No soy Atila: por donde escupo mi semen, ahogo hasta los recuerdos.
No soy Atila, soy CaterpillarMan y desintegro el amor. Todo el amor.



Iconoclasta

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