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30 de marzo de 2011

Yo puta



El nahual o nahualli (lo que es mi vestidura o piel) es un personaje
mitológico azteca con la habilidad de transformarse
en animal por las noches. N.A.

El día gris cae sobre mi espalda. Los demonios tras las puertas se esconden y escurren sus pasos mientras camino. La piel se ha craquelado, soy como el viejo árbol del parque que ya no desea dar sombra. Soy la sombra misma a la que nadie quiere acercarse. Mi frialdad escalda las pieles, he perdido la tibieza.
Doy pena.
Nadie quiere hablarle a un ser que mira con los ojos cristalinos inyectados de sangre pasada, de párpados caídos.
La gracia ha caducado.
Los labios pegados se desprenden llevándose tiras de piel. Una rendija salada se ha vuelto cristal cortante. Nadie quiere escuchar palabras mudas con olor a moho. Gesticulaciones inservibles que aburrirían al psiquiatra más experto, incluso no lo creería.
Un nahual encima del colchón rancio me vigila sentado, no se quita desde hace días, apenas deja un espacio para que pueda descansar la espalda entumida. Se saborea cuando dejo descubiertos mis omóplatos. En esta ciudad no hay buitres, pero si un nahual hambriento que espera mi muerte. No es que tenga jugosas carnes pero si hay huesos listos para triturar.
La carne ya ha sido usada tantas veces en esta vida que no queda nada.
Los tristes pezones han fallecido antes que yo, son tan pesados que los pechos son dos bolsas largas y estiradas sin rigidez alguna. No los quiero. Nadie los querría ahora. Han pasado tantas manos sobre ellos, tantas lenguas, tantos dientes, tanta baba…
Unos labios vencidos cuelgan entre mis piernas. Un pubis que no derrama más que pus y hedor. Ámpulas transparentes que mis uñas desgarran haciendo más denso el aire. Nadie se acercaría ahora a mí.
Tengo sed.
He bebido tanto semen a lo largo de mi vida, de mi puta vida, que no puedo despegar la lengua y las palabras se quedan rezagadas en el paladar de la esperanza. Si pudiera gritar ofendería a todos los que untaban sus cerdas manos en mi brillante clítoris. Solo hay un vómito revolviéndose entre mi garganta. Regurgito fluidos de billetes ya gastados que colocaban con burla enrollados en mi vagina.
Ni una sola mano pudo acariciar un trozo de carne con miserable ternura. No hubo ojos nobles que acunaran el alma abandonada con caridad. Solo hipocresías que hoy me llenan de líquido los tobillos, esos que algún día dibujaron con sus leguas hediondas, que calzaron las zapatillas por horas de noche en las aceras buscando monedas.
¿Un abrazo podría salvarme? Seguramente no.
El nahual espera mi último respiro para llevarse al aliento de vida entre los colmillos. Seré un cuello con venas colgantes entre sus mandíbulas. Y victorioso caminará hacia su transformación desquiciante.
Fui alimento de placeres pagados en falos efervescentes de lujuria barata. Una bacinica de semen colectivo recorriendo con la mirada una esperanza en las madrugadas sin luz. Una voluptuosa figura está caduca.
Llegó mi mejor postor. Ha comprado la mercancía más barata. Le tiendo mis dedos arrugados acercándome al lugar donde me espera, se agazapa con miedo a mi entrega.
He tenido un buen negocio esta noche, he vendido mierda a cambio de silencio…eterno.

Aragggón
29032011 2017

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