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29 de septiembre de 2005

Alaridos

Un alarido, si se emite con fuerza y pasión es algo desgarrador para el emisor y para los receptores.
No requiere uno cumplir unas especiales condiciones para ser graduado en alaridos; en absoluto. Y por lo general, cuanto más duro y fuerte es un individuo más desgarrador es su alarido.
¿Y para qué quisiéramos en un momento dado proferir un alarido? Hay momentos en la vida que lo único que está en nuestras manos es gritar. Nuestra única opción.
Cuando el destino golpea fuerte debemos gritar y que todo el planeta sepa que estamos siendo ofendidos. Agredidos.
Sufrimos dolor y hartazgo, y alardeamos de pulmones.
Con ello conseguiremos que se alejen de nosotros muchos seres, los más cobardes normalmente; que mantengan una buena distancia para dejarnos aire que respirar y lanzar nuestro vómito de angustias y miserias y así tener una idea de la cantidad expulsada, de su alcance sin tener que pensar si los zapatos sucios estaban en ese lugar o se han movido.
Una vez lanzado el alarido nos altera a nosotros mismos, los autores. Porque oímos nuestra angustia desde el exterior y adquiere tanto dramatismo lo que sentimos, que pone en jaque la cordura.
Una vez que uno se ha liberado del grito y es consciente de la carga de dolor y miseria que lleva en su interior, el resto es fácil. Uno se siente motivado para subir al tejado del edificio de una avenida céntrica, con un rifle de largo alcance y disparar al azar contra la gente que anda allá abajo.

Al azar, cerrando incluso los ojos para luego jugar a ¿Dónde está Wally? pero con heridos o cadáveres.
Es decir, comportarse como el destino se ha comportado con nosotros: MAL.
Muchos de los francotiradores más famosos, minutos antes de matar, lanzaron un alarido más fuerte que el sonido de sus propios disparos.
"No es justo pero; es lo que hay"
¿Verdad que esa frase la hemos oído hasta la saciedad en bocas ajenas?
"Pues es lo que hay: una bala en su pecho"
Podemos responder con esa cordura en peligroso jaque tras el alarido.
Víctimas... Unas víctimas victimizan a otras y el planeta sigue orbitando y rotando normalmente sin sentirse demasiado interesado en los muertos.
Ni en los vivos.
Si somos prescindibles para el mundo, ellos también. Que nadie se sobrevalore demasiado, que le pegamos un tiro.
Ningún ser que escuche su propio grito puede quedarse quieto, estático. O no debería.
Sé de una mujer que lanzó un alarido al mundo. Fue desgarrador, hasta las cebras se dieron cuenta de que algo olía a podrido en Dinamarca y sus orejas se movieron nerviosas olvidándose de pastar durante el tiempo que retumbó el eco en la remota sabana.
Su grado en el alaridómetro alcanzó un 9,8 y el máximo de la escala está en 12.
Por encima de 10 se considera insania y por lo tanto es patológico.
Por debajo de 10 los alaridos suelen considerarse justos y lógicos.
Sangraron las venas de su laringe pero; no hizo nada más. No golpeó, ni escupió, ni blasfemó, ni deseó muerte alguna.
Quedose quieta y recuperando el aliento tras el esfuerzo. Escupiendo sangre y limpiándose la barbilla.
No hubo ostentación de ira. El corrillo de gente se disolvió y pensaron que fue un simple ataque epiléptico.
Y se dirigió a casa creyendo que se había desahogado.
Y cuando llegó a su hogar, aquella ira remanente, la fue minando con más fuerza rápida y eficazmente frente al espejo del lavabo donde observaba su rostro extraño, ajeno a ella.
Estaba harta de dar tanto amor y sacrificarse por hijos, marido y padres. Era injusto, se hacía vieja entre atenciones a otros y para ella no quedaba más que una cara que a veces parecía deformarse en el espejo. Que perdía sus rasgos y la ocupaban los de sus amados seres.
Y cuando todos esos rasgos familiares desaparecían, el reflejo le devolvía arrugas, juventud perdida; demasiado tarde para recuperar tantos años desperdiciados sin apenas disfrutar, sin recibir nada lo suficientemente importante a cambio. En algún momento se olvidó de pensar en si misma, hasta hoy.
Y no le dio tiempo a bajar a la calle para acabar lo que comenzó, ni de golpear o romper algo; la ira se transformó en un profundo abatimiento y éste se convirtió en un febril movimiento neuronal en su cabeza buscando tiempo, deseando comenzar en aquel punto en el que se olvidó de si misma.
Y la presión de aquella búsqueda mutó en una aguja.
Una aguja en el cerebro.
En una arteria que se rompió y anegó el cerebro en sangre.
Un charco rojo en el torbellino de errores, de cosas por hacer.
En un mudo grito frente al espejo, los ojos muy abiertos por un dolor inconmensurable, del atroz terror de ver que su cara era la de la muerte. Y la muerte velando de repente el húmedo brillo de sus ojos.
Aún pudo oír el golpe que dio su cabeza al estrellarse contra el suelo.
Fue mucho más potente su alarido.
Y las cebras siguieron pastando como si nada hubiera pasado. Porque no llegan a la sabana los ecos de un cabeza estrellándose contra el suelo.


Iconoclasta

25 de septiembre de 2005

El follador invisible: En el manicomio

Era la más bella, orgullosa y engreída. Una futura modelo que mostraba con sus pantaloncitos de tiro bajo el inicio de un rasurado pubis.
Yo se lo rozaba bajo la mesa de la terraza del bar en el que se reunían a la hora del almuerzo. En el descanso entre clases, mientras reían con simpatía por nada en concreto.
Cuando sentía mi caricia se metía la mano discretamente bajo el pantalón y con sus uñas rosas se rascaba aquella piel tierna e hidratada. Maquillada para que no se vieran los pequeñísimos pelos que tendían a crecer.
Eliana se llamaba, lo sé por sus amigas de la escuela de modelos. A veces me acerco allí para excitarme y masturbarme. Muchas de ellas están calientes como perras y se besan y acarician en los vestuarios del gimnasio. Y claro luego pillan a un tío y literalmente lo devoran.
No son tan delicadas como aparentan con sus sonrisas cordiales de buenas nenas.
Ni tampoco son lo inteligentes que se creen. Si las vierais masturbarse con esa violencia y prisa. Van a mil por hora, maltratan sus coños como yo lo haría.
Y yo saco mi polla justo enfrente de ellas y me masturbo, les salpica mi semen invisible y se limpian algo que no ven con suma extrañeza.
A veces están tan empapadas y concentradas haciéndose pajas que cuando les rozo un pezón, ellas lo vuelven a tocar otra vez para sentir ese placer pero; no es lo mismo.
Eliana era posiblemente la más sensual, siempre extremada y buscando las miradas de los hombres. Sus pezones normalmente estaban erizados y cuando iba al lavabo, aprovechaba muchas veces para mirarse al espejo, meter las manos por dentro de las bragas y olerse los dedos después.
La seguí hasta su casa, y saludó jovial a su madre, le contó las idioteces del día y tras una ducha se estiró en la cama con una simple camisa holgada de alguno de sus ligues.
Y la acariciaba cuando cerraba los ojos para dar una ligera cabezada, y ella se despertaba sobresaltada.
Las primeras veces había terror en su mirada y salía corriendo de la habitación para ver si podía ver en el pasillo a alguien.
Pero yo insistí día a día. Durante dos semanas la sometí a caricias cada vez más prolongadas. Ella acabó dejándose hacer con sus piernas abiertas, con los ojos enfocando a todas partes. Se acariciaba ella misma el coño cuando veía como sus pechos eran deformados por mis labios.
Llegó a presionar mi cabeza entre sus piernas para que la lamiera más profundamente.
Dejó de tener miedo y pasó a desearme. A mí no, sino a ese placer.
Se filmaba así misma cuando yo la follaba, sacaba primeros planos de su vagina dilatada, de ese agujero negro que se movía con cada embestida de mi pene.Y llegó a desear esas sesiones de sexo con vehemencia, perdió la sonrisa y llegó a encerrarse en su habitación durante horas y días esperando que la follara, que le lamiera el coño y mordiera sus pechos. Quería verse follada por nadie en las películas que filmaba. Yo de vez en cuando le dejaba oír mi ronquido de placer al eyacular.
Y sus padres comenzaron a preocuparse en el momento en el que dejé de visitarla tan a menudo. Lloraba sin previo aviso y se encontraba nerviosa, extremadamente nerviosa.
No encontraba el mismo placer con hombres normales. Folló como una bestia en celo y se ganó una importante infección vaginal.
Ella lloraba, decía que ya no sentía su coño latir solo.
Que había perdido la capacidad de imaginar sus propios placeres. Se sumió en una profunda depresión y su madre encontró todas las filmaciones que se hizo así misma.
Las venas de sus brazos estaban destrozadas de tantos pinchazos para inyectarse la droga que la llevara a aquel placer extremo. Una droga que no existía.
Ahora está en el manicomio, está atada a la cama porque la última vez que se masturbó pensando en aquellos placeres, se metió un bolígrafo y se hirió la vagina al penetrarse con un ansia enferma.
Cuando su madre la visita, ella llora y le dice:

-Ya no me folla, mamá… - y la infinita tristeza que expresan los ojos de la madre, se podría cortar con un cuchillo por lo patente que es.

Y me gusta así atada a la cama.Es de noche, fuera del horario de visitas y cuando las enfermeras ya han administrado la medicación y se relajan.
Le aparto la sábana ante su mirada atónita; ante sus ojos ojerosos y vacíos de voluntad por los sedantes levanto su camisón y bajo sus bragas.
Y empieza a suspirar, su cuerpo debilitado y esquelético se convulsiona cuando mis dientes acarician sus pezones indefensos, cuando presiono llevándola al límite del dolor.
Cierra los ojos cuando ve como su vientre se hunde al apoyar mis labios para mojárselo con mi lengua, dirigiéndome a su ahora velludo pubis.
Y jadea, suspira:”Así mi dios, así mi demonio; que no pare." Abre sus piernas y se muerde los labios cuando mis dedos abren su coño para poder pasar mi lengua por su raja brillante.
Se lacera las muñecas con los grilletes de velcro cuando la penetro con fuerza, haciéndola expulsar el aire con cada embestida.
Y grita, grita cuando le viene ese orgasmo empujado por mi polla invisible, cuando nota la corriente cálida de mi semen por sus muslos. Se abandona cuando mi lengua se mete en su boca.
Apenas le he sacado la polla entra le enfermera y le inyecta un sedante en el brazo.
Cuando nos quedamos solos y se le cierran los ojos, le susurro:

-Volveré a follarte Eliana, llámame cuando tu coño esté caliente. Grita cuando necesites que mi polla te llene.
Y se queda dormida, sonriendo.

Posiblemente le inyectarán otro chute de psicotrópico cuando empiece a pedir a gritos que la follen.
Posiblemente, de aquí en mucho tiempo, cuando la quiera follar, estará tan fea y demacrada que no le acariciaré ni el pelo.
Porque hay más seres con los que gozar. Y éste se ha acabado ya.
Iconoclasta

El follador invisible

Cuando uno es invisible, lo tiene todo. Cuando uno es invisible no necesita el puto dinero. No necesita una mierda de coche, ni siquiera una casa.Ni ropa.
Mis sentimientos se han hecho tan invisibles como yo, y mi única emoción se halla en la punta de mi invisible pijo.
No, no soy un hombre invisible. Soy un salvaje animal invisible que hace lo que quiere con quien quiere.
Y ésta no quería.
Pero yo sí.

Adoro este extraordinario poder, y el placer que obtengo de él.
Me hice invisible...


Si ahora vierais la violación a la que someto a esta ama de casa... A esta maciza la he seguido desde el super; me he colado con ellas en su piso. Su hija está en la habitación con el puto lector MP3 en las orejas a toda hostia.
Pues que vaya con cuidado, no le vaya a reventar su adolescente culo. Si vierais su coño abierto, su agujero negro y sometido a mi pene duro. Seguro que si me pudiera ver la polla sudaría sangre de la presión que hay en el pijo.
Echo de menos ver mi polla entrando y saliendo de un coño reseco y áspero a veces. Otras consigo que chorreen como fuentes.
La embisto con tal fuerza en el mármol de la cocina que de su cabeza mana la sangre al golpearla contra el armario...

Me hicieron invisible en un accidente de tráfico; un hombre con un aliento atroz se acercó a mí e insufló aire en mis pulmones anegados en sangre.
Había una mujer, lo recuerdo.

-Maldícelo mi Dama Oscura, haz invisible a este primate que no sabe conducir. Que nadie le vea y que hasta él mismo se olvide de cómo fue algún día.

Y me hizo una mamada mientras yo escupía sangre por la boca entre los retorcidos hierros del coche.
El hombre, durante mi corrida, rasgó mi cuello con un cuchillo y me sentí morir.
Cuando desperté, me encontraba tirado en la cuneta, no me veía a mi mismo, pero era sólido.
Eso es todo.

-Dios mío, estoy loca... -dice la mujer con los ojos extraviados por el pánico.
-Calla puta.-le suspiro al oído pellizcando sus pezones con fuerza.
-¿Quién eres?.- pregunta mirando a la nevera.

Ella intenta zafarse de esta fuerza que no comprende y tampoco comprende como el cuchillo vuela por el aire y corta su blusa en jirones para que sus pechos puedan ser mordidos por mi boca ansiosa.
Y cuando le sangran ya los pezones, le doy la vuelta.
Su cogote está empapado en sangre y yo paseo mis dedos por esa brecha. Y meto mi polla en su estrecho culo, la rasgo, siento en mi pijo toda esa sangre y el ruido de un pequeño músculo abrirse de golpe.
Cierra los puños encima del mármol desesperada; ahogando el grito de su mente confusa; piensa en su hija y en su propia locura.
Por eso se guarda todo el dolor.
Estoy a punto de correrme, ahora si...
Y con el mazo del mortero le asesto un fuerte golpe justo encima del cráneo en la vertical.
Y es como un robot, tras el hundimiento del cráneo sus piernas y su cintura comienzan a convulsionarse como en un ataque de epilepsia. Y mi polla apresada en su culo es sometida a toda esa agitación.
Ni siquiera mi semen resbaladizo es capaz de desclavarme de ella mientras muere agitándose.
Cuando queda inerte arranco mi polla de aquel agujero y acabo de sacudirme la leche en el cuerpo tendido en el suelo.
Es genial ser invisible.
Tengo la polla tan dura aún...
Me dirijo a la habitación de la hija y con cuidado abro la puerta.
Está tumbada en la cama, boca abajo y hablando por teléfono; bajo la falda hay unas braguitas blancas, transparentes y comestibles por las cuales sobresale vello negro.
Así que no le doy tiempo ni a respirar.
Mi polla aún está cremosa de semen, no tengo ganas de follar, sólo de joder.
Y le arranco la falda y las bragas manteniendo su cara presionada contra el colchón.
Y hundo en su culo mi polla un par de veces.
Cuando saco el pene, mantengo la presión de la mano en su cabeza y miro ensimismado cómo de su ano, que mantengo abierto con los dedos de mi otra mano, mana la sangre. De cómo un bulto de carne, una especie de ampolla cárnica sale por su rasgado esfínter. De su herniado ano.
Grita y llora. Siento como ha echado hasta los mocos por la nariz cuando ha sentido petar su culo.
Ella y su amiga me sonríen con las caras muy juntas desde el marco de una foto, con un estúpido peluche entre ambas.
Adolescentes... No saben que no todo es amor y buen rollo.
No saben lo doloroso que puede ser el sexo; y eso me pone.
Me largo.
Buscaré más.
Hay mujeres a patadas. Incluso hombres que me pueden servir para mis juegos.


Iconoclasta

24 de septiembre de 2005

El follador invisible: Puta de carretera

La puta permanece sentada en una silla de playa bajo una sombrilla desvencijada. Haciendo propaganda de sí misma.
Sus muslos abiertos bajo una microfalda negra enseñan unas bragas negras que desde lejos parece su coño lleno de vello oscuro.
Bajo una escueta camiseta de tirantes, las enormes aureolas de sus pechos no consiguen ocultarse del todo.
Es rubia. Da igual que sea teñida, lo que importa es el resultado.
Su piel es blanca y lechosa; me pregunto si por el semen que traga o por ser una nativa de la zona este de Europa.
Me he acercado lo suficiente hasta ella para ver picotazos de jaco en sus brazos.
En la cara interna de sus muslos también hay picotazos heroicos.
Y meto la mano entre ellos, dicen que las putas son insensibles.
Se levanta sorprendida, con un gritito tonto.
Y cuando se cerciora de que nadie se ha acercado mientras dormitaba, se lleva la mano entre los muslos.
Siempre he tenido la duda de si las putas son capaces de correrse, si están tan acostumbrados sus coños fláccidos y secos a las pollas que ya no pueden lubricarse.
Se vuelve a sentar ahora con las piernas cruzadas y se enciende un cigarrillo del que no se traga el humo, lo deja escapar lento de tal forma que sube por su rostro y da un algo de misterio a la puta.
Me sitúo tras ella y separo la camiseta para atisbar sus tetas gordas; están un poco caídas por el peso, pero le arrancaría los pezones a bocados. La noto tensa, cuando mis dedos rozan sus hombros da un brusco giro en la silla y casi cae al suelo.
Y se acaricia el picotazo de jaco más reciente, en su muslo izquierdo; muy pegado a su coño.
Sus uñas largas pintadas de rosa dan alegría a su blanca piel.
Se vuelve a relajar y meto mis manos en su escote rozando con las palmas de mis manos tensas la punta de los pezones.
Ella responde con un escalofrío de miedo y sus pezones se endurecen al instante.
Y cuando lleva las manos a sus pechos se encuentra con las mías, se aferra a ellas y vuelve a girar la cabeza para poder identificar al que la toca.
Y no ve nada.
Pero yo me acerco a su oído y le susurro mi placer, en forma de gemido. Me estoy masturbando, estoy moviendo mi puño arriba y abajo por mi pene, no lo veo pero noto las venas gordas...
La fuerzo a que mire al frente con un gesto violento y amenazador, he girado su cuello hacia adelante desde la barbilla.
Y obediente aguanta allí con la respiración contenida mientras le presiono los pezones, y bajo por su vientre hasta meter los dedos bajo las bragas y palpar su vulva seca y contraída, está asustada.
Así que me planto de rodillas frente a ella, le arranco la braguita y grita.
Abro sus piernas forzándolas hasta que los tendones de los muslos parecen próximos a partirse.
Llora y suspira...
Y pego mi boca a su vulva, y succiono y lamo.
En poco tiempo la tengo chorreando, su coño sediento de placer se ha derramado.
Algunos vehículos reducen mucho su velocidad para poder apreciar a la puta retorcerse de placer, sola en la silla; en el polvoriento y sucio descampado de un polígono industrial.
Algunos llegan a parar en el arcén y silban y la llaman cerda.
Ahora ella se acaricia el clítoris furiosa, hasta se da manotazos de placer. Y yo le meto los dedos hasta que su agujero se hace enorme.
Cuando noto que sus pechos se agitan fuertemente ante una oleada de placer, la derribo de su silla y la coloco a cuatro patas.
Le meto la polla hasta que mis cojones se aplastan contra su vulva. Hasta que me hago daño a mí mismo.
Y sus manos se mantienen firmes en la tierra cuando la empujo tan fuerte que sus pechos tocan suelo y lo pezones aún húmedos se rebozan en polvo.
También le peto el culo, y no ofrece demasiada resistencia, tiene el esfínter dilatado de tanto que la han dado por detrás. Y mi polla se hunde en ese estrecho y duro agujero arrancándome un gemido que la sobrecoge.
Un coche con una música atronadora ha parado en el arcén, en la pequeña cola que se ha formado y de él baja un hombre joven con el pelo recogido en una diadiema de tela y una enorme cadena dorada por encima de su camiseta.
Y se acerca hasta nosotros.
Me desclavo de la puta y meto mis manos en la raja de su culo para separarlo hasta que gime de dolor.
El hombre alucina ante aquel movimiento anti natural y se baja los pantalones. Se arrodilla tras la furcia y se la mete sin contemplaciones.
Yo meto mi lengua entre los labios de la puta y a ella se le escapa la saliva y gotea en el suelo formando cráteres de barro.
El calor nos hace sudar y se mezcla con todo.
Huele todo este lugar a coño, polla y sudor.
"Chúpasela" le ordeno.
Y ella se da la vuelta, coge la polla del hombre y se la lleva a la boca, alardea de poder tragarla entera haciendo que sus labios toquen el poblado pubis del chulo salido.
El chulo cierra los ojos ante el orgasmo que se avecina; la puta no deja de gemir porque he estado maltratando su clítoris, rotándolo, presionándolo entre sus muslos abiertos, su culo en pompa...
Y el tío se va a correr, y ella se saca la porción de polla justa para mantener el glande entre sus labios.
Rebusco en su bolso y encuentro una navaja.
La abro y la obligo a cerrar el puño en torno al mango. Y usando su mano, amputo de un certero tajo el pene del joven.
Y éste lanza un alarido cayendo al suelo con la mano entre sus piernas.
La polla amputada aún está entre los dedos de la puta y el glande deja caer gordas gotas de semen.
Y la obligo a que se seinte en el suelo con las piernas abiertas.
Le meto esa polla amputada en el coño y comienzo a meterla y sacarla. A follarla.
Y me agacho para lamer su clítoris.
Y la puta se me corre en la boca, con aquella polla cercenada bien clavada en su coño.
Yo me corro masturbándome y dejo caer mi leche en su vientre, entre sus tetas.
Y cuando la policía llega, yo sólo debo retirarme unos metros para ver cómo la esposan y la obligan a ponerse en pie.
El hombre con la polla amputada ha entrado en shock y tan solo emite débiles gemidos.
Me acerco al coche del joven, me enciendo un cigarro y dejo que mi polla excitada se relaje con el ambiente del aire acondicionado.
Y reflexionando sobre las putas y su pretendida incapacidad para sentir placer al follar, llega la ambulancia y recoge al pavo del suelo despúes de haberle metido una vía en el brazo.
La ayudante de la ambulancia coge el trozo de pene del suelo y lo mete en una nevera de hielo, envuelto en gasas.
Me gusta ser invisible...
Ya nos veremos, no... Yo a vosotras.

Iconoclasta

Esquizo

Breve inmersión en una alucinación esquizofrénica, pongo a prueba los nervios de vosotros pobres mortales, un poco de dolor mental no puede hacer daño, incluso ejercita la resistencia y la valentía.

Cierro los ojos y me encuentro en un mundo metálico, donde las hojas de árboles y plantas son cuchillas de afeitar, porque necesito ejercer la valentía sin que nadie pague por ello. A veces la vida es un poco esto, filos que cortan sin que apenas te des cuenta, porque uno piensa que sería perfecto que todo fuera hermoso; y lo hermoso es peligroso, oculta el dolor, anula la autoprotección.

Una preciosa rosa que destella con luminosidad salvaje, terciopelo metálico que si no lo toco me muero. Lo toco y mi cerebro da una alarma, grita y hace que retire la mano; no le hago caso y mi mano izquierda quiere rozar esa preciosidad metálica y aterciopelada. Es lo más turgente y suave que he sentido en mi vida y a pesar de que el filo de una hoja se mete entre uña y carne de uno de mis dedos, no quiero dejar de tocarla, la sangre es espectacular, rocío rojo resbala por la rosa cortante y la hoja sigue separando uña y carne. Mi cerebro se alarma más aún; es igual no le hago caso, es la cosa más preciosa que he visto.
Veo más cosas hermosas, una lágrima resbala por mi mejilla, no sé si el cerebro la envía como respuesta al trauma al que se ve sometido mi cuerpo o es que la belleza me ha impresionado demasiado.
Sigo mi camino y cuando miro mi dedo, la uña del dedo corazón está obscenamente separada de la carne; con los dientes estiro de ella y la acabo de quitar, caigo al suelo retorciéndome de puro dolor, un súbito mareo y vomito; el dolor es inmenso. Mi rostro está apoyado en el suelo porque he caído de rodillas y se clavan pequeñas agujas metálicas, el polvo del camino de este metálico paraje; mis manos no se pueden tocar entre ellas porque se clavan más profundamente las agujas y un dolor amortigua al otro. Un corazón late en mi dedo descarnado y carente de uña, y sangra y ensucia esta belleza.
A unos metros a mi izquierda se halla la salida de emergencia, cinco pasos y volveré otra vez a la normalidad, a un hospital para que me curen el dedo y me saquen estas astillas metálicas que parecen correr reptando por el interior del tejido de mis manos. Pero hay un manto verde más allá, el aire lo mueve y es como una alfombra radiante; hermoso y mortal. Hierba verde que irisdece formando multitud de arco iris y reflejan a veces la luz con tal intensidad que duelen los ojos, y uno de mis ojos sangra porque una de las astillas ha atravesado el párpado y la punta está continuamente cortando el globo ocular con cada movimiento.
La belleza es impresionante, mi cerebro dirige uno de mis pies a la puerta de emergencia, le digo a mi pie que quien manda soy yo y me dirijo como un crío entusiasmado a la verde pradera; cuando llego me descalzo porque quiero sentir esta grandiosidad; piso el hermoso manto, mi cerebro responde con un fuerte dolor de cabeza y por un momento mis miembros no obedecen, tomo el mando. Con los pies desnudos piso la hierba y las cuchillas de forma indolora crean profundos cortes en las plantas de mis pies, pero no tiene precio lo que siento; este dulce tacto es como un bálsamo. Resbala mi alma por su turgencia y mis pies desfallecen porque los tendones de la planta se han destrozado y asoman como tiras blancas con lunares rojos; precioso.
Hasta mi cuerpo entra en sintonía con esta belleza.
Las uñas de mis dedos han desaparecido y siento que ya me falta algo de sangre; mi cerebro dice que queda poco tiempo: "date prisa, hijo puta loco, nos vas a matar, nos estás matando".
Un dolor sube de forma electrizante desde mis pies y me atenaza los testículos. Los dedos de mis pies se contraen, se retraen hacia el interior hundiéndose en el manto y las puntas de esta hermosa hierba se clavan hasta el hueso descarnándolos.
Los pies no me aguantan más, no quedan tendones, tan solo veo el hueso descarnado del empeine y caigo al suelo y me revuelco en la hierba. Mi cerebro ya no existe, es tan sólo un pasajero dormido. Muy dormido.
Una brizna de hierba ha debido cortar algún nervio porque la parte derecha de mi cuerpo se ha quedado inmóvil y tan sólo puedo reptar dándome la vuelta del otro lado; la hermosa hierba me acoge y me mece y parece arrastrarme con dulzura; me quiere y me adora.
Y no puedo ver bien, la sangre tiñe mi rostro y me llevo la mano al ojo y no lo tengo, hay un filamento carnoso colgando, aparte de esto me faltan dos dedos. Sigo mi arrastre y suena a tela rota, (me es igual, ya me compraré otro pantalón). Intento abrir la boca para gritar de alegría y la mandíbula inferior se desencaja, los músculos están seccionados y no se aguanta en el sitio.
Siento un poco de miedo porque creo que voy a morir, voy a dejar de ver tanta belleza; porque no es el pantalón el que se me ha roto, es mi vientre que ha dejado en el camino el intestino cortado en pequeños trozos desgarrados.
Y no lloro de felicidad porque ya no sé donde se encuentra mi cara.
Siento un dolor creciente mientras el sol se oculta y el ocaso lo torna todo mágico.
Saturado.
Me palpo el pecho por un picor, mis pezones han desaparecido y toco directamente mis costillas pero; esto ya no duele.
Quiero ser esta belleza; un hermoso matrimonio de mi sangre con esta espectacular naturaleza a la que el viento arranca tañidos metálicos.
Tal vez me duerma un rato... Me siento cansado y abrumado por este paraíso turgente y cortante.
Buenas noches vida, no hace falta que vuelvas. Estoy bien así.

Iconoclasta

20 de septiembre de 2005

Que se muera

¿Qué me has hecho, preciosa? Me has sumido en un nefasto mar de amor. Me he bañado en tu boca, me he deshecho en ella y ahora no te tengo...
Y me dejas así, tirado sin ti.
Te alejas con él y me dejas con los pies hundidos en hormigón.
Qué carencia has creado ¿y pretendes que agonice así hasta morir?
Durante años... lo que me quede de vida.
De puta vida.
Y no tengo salvación, no me puedes liberar de este ansia porque tú eres mi respiración.
No es justo, no hay justicia en el amor sin respuesta. En el pensamiento unidireccional.
No es justo que haya alguien mejor que yo.
Debería morir al que ahora sonríes.
No soy un buen perdedor.
Que muera, que muera, que muera, que muera...
No estás conmigo, y me engaño.
Puedo sentir los labios, la lengua, tu cuerpo con el pensamiento.
Es mentira, mi vida; no te puedo sentir sin tocarte.
Si consigo ver tu rostro hermoso, se deshace como cera caliente cuando tus ojos le sonríen apartándose de los míos.
Te evoco y me desespero abrazando el aire.
¿Sabes que mis dedos intentan tocarte? Y tocan aire aunque yo me masturbe pensando que es tu cuerpo.
No me engaño, mi vida, sólo es un mal consuelo.
Y es un consuelo árido, que apenas dura lo que el semen tarda en enfriarse entre mis dedos.
Un desesperado consuelo y sonreír a la mierda que el destino me tira a la cara.
Al cabrón que es mejor que yo.
Mi sonrisa es un odio insano y letal; lo mataría.
Escondo mi dolor como un augusto; me he pintado una negra sonrisa; si me cortara sangraría lágrimas.
Mi mano es la desesperanza, mi mano es tu mano.
Pero no me engaño, soy viejo y sé de espejismos.
Sé de mi condena.
Sé que moriré sacando la lengua creyendo que nado en tu boca.
Y sabré que estoy muriendo, es normal; los cerebros se dan cuenta de estas cosas pero; no esconderé la lengua.
Seré tenaz amándote en pleno viaje a la nada.
¡Cómo odio tu preciosa sonrisa cuando es para él!
¡Qué putada, mi vida!
Que se muera, que se muera, que se muera...
Que se te muera en brazos ese cabrón.
Iconoclasta

19 de septiembre de 2005

Una piedra (runing stone)

A veces uno camina distraídamente y le da una patada a la piedra que se encuentra en su camino.
La piedra le dice que no está bien ir dando patadas a las piedras, mientras se aleja rodando, casi irritada.
¿Qué se le puede contestar? Pues nada, se le pega otra patada y tarareamos a Dylan con su rolling stone.
Un runing stone.
Una simple asociación de ideas, no puede hacer daño. Se ha de sonreír ante la ocurrencia.
Hay días que el ingenio se apodera de nosotros de la misma forma, que la estupidez se cierne sobre el pequeño cerebro del triste conductor que mata a toda su familia al salirse de la carretera.
Así de inopinada y sorpresivamente.
Súbitamente.
Súbita como...
Se debe tomar nota de esa ocurrencia ingeniosa y jamás creer que las piedras hablan.
Sólo se quejan, no quieren ni buscan conversación.
Ojalá pudiera la piedra apartarse del camino (piensa ella); la pobre.
Ojalá pudiera usar su experiencia para salvarse de la patada.
Ser un rolling stone por voluntad propia y no por voluntad de algún caprichoso cualquiera. Sólo quiere ser eso, un runing stone; nada más, una piedra con capacidad de rodar por ella misma. Sin deseos de pensar, reír, hablar o sentir.
Un simple rodar cuando haga falta, cuando sea necesario.
Lo neceseario para no llorar súbitamente.
Súbita como...
Ser justo lo necesario para no tener ingenio y no parecerse al gracioso de la patada.
A ése que teniendo la libertad de movimiento y albedrío no puede evitar patadas de otros.
¡Maldita piedra y maldito ingenio!
Estúpidas reflexiones de una simple patada.
Hace mucho calor, hay mucha verticalidad en el sol y no es necesario gastar energías en dar otra patada. Ya se suda lo suficiente sin dar patadas.
La piedra parece esperarle en mitad de su camino, incluso parece jadear tras los metros que ha rodado.
Llega a ella y le pega otra patada que la lanza a rodar erráticamente por la ancha acera de la arbolada avenida. Esquivando otros pies.
Súbitamente la piedra, el runing stone, cambia de dirección.
Súbita como...
La piedra acaba estrellándose contra el pie de granito de un banco.
La piedra se parte en tres trozos con un quejido ¿lastimoso?
Parece haber sangrado. Como si hubiera habido muerte.
Y la sombra de la pena se dibuja en su mirada, como si un viejo amigo hubiera muerto.
Da algo de pena, tanto ingenio a cuenta de la pobre piedra.
Se ha roto de forma súbita.
Súbita como...
Hace dos meses que encontraron al pequeño Ramón muerto en su cama, un domingo.
Pálido entre las sábanas que ahora hacían de sudario. Y la boca tapada con ellas como a él le gustaba.
La mortaja.
Pálido y frío. Pálido como la cera.
La vida le pesa como una losa.
Frío como el metal, un frío que le congeló el brazo y el corazón al tocarlo, al abrazar y besar y acariciar su cabello muerto. A su mujer muerta en llanto y gritos. Ni un sólo hálito salía de la boca de Ramón, ni un poco de calor arrancó de su cuerpo muerto.
La muerte súbita.
Estaba dormido y no pudo apartarse del camino de la muerte, no pudo convertirse en un runing stone.
Y sus pulmones se olvidaron de respirar, de coger aire.
Angelito... (a veces su mujer dice esta palabra y él pierde un latido de corazón).
Ellos dormían tan tranquilos al otro lado del tabique mientras Ramón se apagaba. Se moría.
Una súbita muerte de la muerte súbita. De una piedra, de un runing stone que no era necesario ser sacrificado.
Cuatro años de vida, de amor por el pequeño Ramón... Y ahora ha de dedicar el resto de su vida, todos sus años al dolor, a la ausencia de su hijo. A olvidar su voz y sus risas. Y los llantos que a veces le partían el corazón.
Su hijo murió con la misma facilidad y sorpresa que la piedra.
Ahora él es una piedra, y no tiene ganas de correr, de rodar.
Y la vida se afianza en sus hombros dejándose caer en ellos con todo su peso; se nota en su espalda encorvada.
Detiene sus piernas ante la valla que le separa de una profunda sima, de los cimientos de una obra en construcción 25 metros abajo.
Los hierros retorcidos del forjado de los pilares parecen querer subir. Son como nervios rasgados que afloran de un muñón seco y encostrado.
No quiere ser piedra (runing stone), apenas una sonrisa interior aflora ante el ingenio.
¡Ja!
Quiere ser ángel, como su hijo, está cansado de patadas.
De un rodar errático y doloroso.
Y sorteando la valla se sitúa en el borde del abismo. Otro acceso de ingenio que le hace sonreír.
Ahora ha de hacer el salto del ángel.
Una simple asociación de ideas.
Extiende los brazos en cruz, junta las piernas y las mantiene rectas. Su pecho se ensancha tomando aire y con un elegante impulso se lanza al vacío, siente en el vuelo como todo el peso de la vida desaparece de sus hombros al mismo tiempo que las negras terminaciones nerviosas de los muñones evitan que toque suelo.
Iconoclasta

18 de septiembre de 2005

666: Poliedros


Poliedros imperfectos y repugnantes en sus múltiples facetas. Así se podría definir también a la mayor parte de los primates.
Dios los crea en bruto, sus querubines y ministros intentan pulir toda esa miseria.Es una mierda de trabajo, están aburridos de intentar pulir toda esa carne estúpida.

Me gusta acariciar el pubis reluciente de mi Dama Oscura cuando pienso. Cuando reflexiono.
A veces la consuelo de todo este deseo que la provoco acariciando los labios de su vulva, apresándolos entre mis dedos y presionando y aflojando mientras ella mueve sus muslos, abriéndolos y cerrándolos con mi mano firme entre sus piernas.
Se me deshace.
La obsequio penetrando mis dedos en su coño profundamente. Algo previo a empalarla.

Me gusta coger un poliedro y reventar todas sus facetas, reventar al primate y quitarle a ese dios maricón su creación hortera e imperfecta.
Mortal y perenne.
Son poliedros efímeros que se corrompen como los pétalos de una flor entre mis dedos.

Hace una eternidad para vosotros, decidí crear un diamante a partir de un primate. Tallarlo y facetarlo, o al menos encontrar las facetas de ese poliedro cárnico irregular y amorfo en su geometría.Como el puto Dios intenta hacer.
Y fue un fracaso.

El primate al que quise pulir fue elegido al azar de entre la multitud. En una avenida y entre una riada de primates, planté mi cuchillo en los riñones a una hembra bien vestida, con un maletín de piel en una mano y con un teléfono pegado en su oreja.

-No se te ocurra abrir la boca, mona. –le dije al oído clavando la punta del cuchillo en sus riñones, lo justo para que atravesara la ropa y sintiera el frío acero en su riñón derecho.-Y cierra el teléfono. De ésta no sales.

Cuando a un primate se le hace esta afirmación se apodera de él un miedo inconsolable. Porque sé decir estas cosas, sé imprimir la puta sinceridad que nadie usa. Y se sabe muerta ya. Lo noto, es un miedo que se transmite desde la punta del cuchillo hasta mi corazón podrido.

Ahora la ejecutiva se hace mil preguntas sobre el cómo y por qué le ha tocado a ella esta lotería.
Pensó en sus hijos que estaban en casa, seguramente jugando con el ordenador; con su mestiza empleada preparando la merienda y en su marido que seguramente pensaba en tirarse a la mestiza en el cuarto trastero.Y la incité a imaginar; y entre todo ese miedo, imaginó a su marido agachado ante el apestoso coño moreno de la criada, lamiendo su vulva oscura. Masturbándose mientras la mestiza se acariciaba los pechos por encima de su ropa.

-Si te separas un solo centímetro del cuchillo, te abro el cuello aquí mismo.

Da una tremenda sensación de poder inmovilizar a un primate, ser tan violento y agresivo que se sienta incapaz de reaccionar ante el acero que se hunde en sus entrañas y lo destripa.Tal vez, lo peor que experimentan es la sensación de que es inevitable, real; de que nadie los salvará de morir. De que no les queda esperanza alguna. Y la tristeza de la muerte se mete hasta en su riego sanguíneo.
Y a mí se me pone dura.

Y recordando agarro por el cabello a mi Dama Oscura y la arrastro hasta el altar de piedra.Y la apoyo con sus pechos aplastados en la fría piedra.
Y hundo con un grito que espanta a los condenados mi pene en su ano oscuro.Con un golpe brutal.
Se rasga, y la sangre resbala por sus hermosos muslos morenos mientras se debate en un dolor y un placer inconsolables. Sus uñas arañan la piedra y me dice que la rasgue más. Que soy su amo.
Y mi polla se entierra en ella mientras mis dedos se clavan en sus caderas y mis uñas violan su piel…Su deseada piel.

Dirigí a la ejecutiva hacia las escaleras de un parking subterráneo.
La cuarta y última planta subterránea estaba vacía.

-¿Eres un diamante en bruto, mona?

Y su ejecutiva agresividad se hizo mierda junto con su voluntad de vivir.
Era un poliedro temblón y lloroso.
Se lo susurré al oído en esa penumbra de lejanos y sucios apliques fluorescentes.
Y rasgué su chaqueta con el cuchillo para que sintiera el peligro del filo. Lo que pasaría dentro de un tiempo con su piel, con su carne. La obligué a deshacerse de los zapatos porque no me gustaba el ruido de los tacones, el eco que se extendía por todo el subterráneo con cada paso que daba.
La llevé hacia una plaza de auto arrinconada en una zona especialmente oscura. Una pequeña valla delimitadora de obras nos resguardaba de la vista de alguien que llegara a este lugar vacío.

-Por favor, no me haga daño, no me haga daño…

-Quítate el trapo roto.

Y obediente dejó caer su chaqueta rasgada por la espalda. Bajo ella había una blusa semitransparente y se adivinaba una lencería blanca donde resaltaba el encaje de las copas.Y corté el hilo de un botón para deslizar el cuchillo por dentro de la copa.
Sus pechos se movían con un llanto de miedo incontenible.
Guardé el cuchillo en la cinturilla del pantalón y metí la mano dentro de su blusa, en el interior del sujetador, y pellizqué el pezón blando hasta que lanzó un gemido de dolor que se sobrepuso a los balbuceos de su continuo llanto.
Lágrimas de rimel se deslizaban por sus pómulos.

-Déjeme ir…Me suplicaba.

Y yo pensé en poliedros, en las múltiples facetas, en los mil aspectos de un primate, esos aspectos tan aclamados por dios.Y allí, en esta primate, había un miedo profundo. No veía faceta alguna más.
Empujé su mente, me metí en ella y mandé en su cuerpo manteniendo despejada su conciencia.
Y provoqué que su coño se mojara. Entre lágrimas y gimoteos su coño se hacía agua.
Corté su pantalón y sus bragas, dejé que resbalaran por sus piernas.
Y aferré su coño fuertemente, deslizando dos dedos dentro de su vulva, penetrándola con fuerza.
Y ella abrió su boca de placer y de sus ojos bajaba un torrente de lágrimas.

Mi Dama oscura, sangra y se desengancha de mí para lamer mi pene, para limpiarlo de sangre. Se ha arrodillado y me lame. Me acaricia los testículos jugando con ellos. Clava sus largas uñas entre el pelo rizado de mi pubis y me arranca la piel. Yo lanzo un grito contra las rocas que reverbera mil veces. Y hundo mi pene en su boca hasta que le es imposible respirar por ella.
Y de su nariz se escapa la saliva que no encuentra otro sitio por donde salir, y ésta corre a lo largo de mi pene para empaparme los cojones.
Desde su nuca la presiono contra mí hasta que sus dientes se clavan en mi pubis ensangrentado.

La ejecutiva ha abierto sus piernas y me arrodillo ante ella oliendo su chocho, su coño está perfumado. Se tira a su compañero de departamento. Su compañero la folla a veces con un grueso cirio que tiene en el cajón del despacho y cuando se quedan solos, se lo mete en el coño haciendo que la mitad de su cuerpo y las piernas abiertas se apoyen en el respaldo del sofá, y la enciende.

Y deja que la cera que se deshace llegue hasta los labios de la vagina.Y se masturba con la excitación de ella; se masturba con su dolor.
He descubierto su faceta de placer dolor y la tallo en su pecho. Practico un profundo corte vertical en su teta derecha, por encima de la copa del sostén, cortando el pezón por la mitad.
No grita por que no la dejo, pero siente el dolor inhumano que la recorre entera.
Las uñas de los dedos de sus pies rascan el cemento granulado en una contracción de dolor espantosa, tan fuerte que me cuesta mantener su control.
Y la sangre mana manchando el sostén, se desliza cansina por su vientre, por su pierna.
Y mi lengua lamió el sangriento río.

Mi boca bebió de su pezón partido y metió la lengua en él, saboreándolo. Sintiendo su dolor directamente en la punta de mi lengua.

Mi Dama Oscura sigue acariciándome su pijo con la campanilla, y yo sigo apretando su cabeza.
Hasta que la separo de mis cojones y la subo al altar con las piernas colgando, su coño está justo en el borde, ella abre la vulva con los dedos, descarada; sus labios hinchados parecen balancearse en su vagina por la excitación. La penetro sin preámbulos y lleva las manos de su coño a los muslos para mantenerlos separados, entre gemidos que contraen mis cojones.

La directiva me rogaba piedad con sus ojos, los giraba de un lado a otro buscando ayuda; huyendo de mi mirada que prometía muerte.

-¿Qué es lo más maravilloso de ti? -es más una pregunta introspectiva hacia a mí, que hacia ella.

Le separé las piernas y la obligué a sujetarse a una gruesa tubería del sistema contra-incendios. De su pecho seguía manando sangre y su coño estaba empapado por mi voluntad, la alcé desde los muslos y la penetré con facilidad, sentí sus jugos cálidos empapando mi glande.
Y dejé que su voz gimiera y llorara, porque esas cosas me ponen.

-¿Fue tan maravilloso ser madre?-y me corrí rápido en su coño, empujando con mi mente; y cuando el semen manó, la obligué a suspirar, la obligué a sentir un orgasmo profundo que contrajo su coño dando presión a mi pijo enrojecido.

Y con el puñal abrí su vientre, sabía lo que encontraría pero; quise que dios viera como yo también sabía tallar a primates como si fueran diamantes.Poliedros de carne de múltiples facetas.
No tan múltiples como dios el melífluo se cree.
Y mientras su vientre se agitaba en un profundo orgasmo, una marea de sangre subía del corte de sus entrañas para derramarse por su cintura, para gotear por sus lumbares. La sangre llega hasta mi pubis presionado contra su coño. Con mi pene escupiendo las últimas gotas de leche.
Mis zapatos resbalaban en la sangre derramada.

-¿Y ese gran corazón lleno de coraje, amor, odio...? ¿Dios te lo talló?

Y la tiré al suelo, y ella cerró los ojos ante el puñal que bajaba hacia su pecho izquierdo; ante el final de la vida.
Aún pudo ver como la punta se hundía.
Profundicé y abrí un gran hueco en su pecho mientras sus talones aún repicaban en el suelo. Y le arranqué el corazón, corté pedazos de él hasta que se asemejó a un poliedro de cinco lados, la caricatura de un pentágono. Sólo había sangre y las únicas tallas visibles eran las que yo acababa de hacer.
No bajó ni un ángel a dar consuelo a aquel poliedro ensangrentado.
Supuestamente tallado y forjado en el cielo.
Y lo tiré al suelo para que se lo comieran las ratas que acobardadas por mi presencia chillaban en algún punto de aquel penumbroso parking.
Salí a la superficie un poco más tranquilo. Y no me importaron todos aquellos primates que me rozaban en su caminar, contaminándome. Me sentía satisfecho. Feliz de saber que no eran diamantes, sino meros poliedros que dios jamás se entretuvo en tallar.

Estoy a punto de correrme en el coño de mi Dama Oscura, ella también; lo noto en las contracciones de su vientre, en su vagina sabia comprimiendo mi pene clavado en ella.
Cuando la primera gota de mi semen sale, le arranco la polla de su coño y eyaculo entre sus manos que aguantan los morenos muslos separados. Me corro encima de su pubis y clavo con fuerza mi dedo índice en su clítoris, aplastándolo mojado de semen, rotándolo hasta que de su boca se escapa un gemido contenido y largo, profundo; al que me uno con un grito ronco y gutural. Como el de un agónico placer.
A la mierda con los poliedros y la geometría.
Ya os contaré más cosas.
Siempre sangriento: 666
Iconoclasta

16 de septiembre de 2005

Hijos del agobio

HIJOS

DEL

AGOBIO


Yo ya había terminado mi jornada laboral
y encontrábame más a gusto que dios si existiera derrumbado sin elegancia alguna
en mi butaca.


Justo en el momento en que me estaba untando el pene con crema hidratante entró mi hijo en casa acompañado por un nuevo amiguito.
Se acercó y me dio un cálido beso en mi sonrosada mejilla mientras le decía:


-Cuidado con la polla que la tengo pringada de crema, no te vayas a manchar
¿Cómo ha ido el día? ¿Muchos deberes?
-No muchos. Papa… ¿me has traído una caja de condones de sabor a cola?
-Sí, y si quieres le puedes dar una a tu amigo. He traído 15 cajas.

-Se llama Viriato y es nuevo en el cole.
-Hola Viriato.-el niño se me quedó mirando atónito mientras yo masajeaba mi pene.



No estoy acostumbrado a las visitas y como tengo todo el día la polla al aire en el control de calidad de la fábrica de condones; pues no consigo habituarme a esconder el rabo ante las visitas.

-Es que mi papa trabaja probando condones y cuando llega a casa se pone crema en la polla.- le explicó Iconito para calmar la angustia interior que se apoderó de Viri al ver mi rabo reluciente.

Viriato nos miraba un poco descolocado, cosa que me extrañaba en un niño de una edad tan avanzada, a los 11 años una polla no debería espantar a un chaval. O les enseñas los secretos de la vida pronto o te comen el tarro con preguntas estúpidas y cuando se la pelan crean en sí mismos un gran complejo de culpabilidad . Y los psiquiatras cobran una pasta.

La Maríah Carey estaba bailando al son de una estúpida canción que no valía una mierda pero; era imposible no despegar los ojos de la pantalla cuando el vestido volaba queriendo descubrir sus grandes tetas.

A veces creo que mi

destino va íntimimante ligado a un hedonismo

exacerbado, hiper-realista,

neobarroco y existencial. Creo que mi semen ha

engordado más ratas en la

alcantarilla que el de ningún otro ser (a veces la

vena filósofa se apodera de

mi mente en vez de hacerlo del pene).

Aparte de esta mierda de la MTV, soy un asiduo de Discovery Chanel, que la cultura la cuido mucho.

-¿Dónde están los condones?
-Los he dejado en el cajón de mi mesilla.- le respondí a mi hijo sin separar la vista de las tetorras de la Carey.
-Vamos Viri.-le dijo a su amigo, y los oí salir del comedor.

Cuando acabó la actuación de la Carey se me fue la mano con el masaje y acabé eyaculando en la tapicería así que blasfemé un rato y limpié el semen con el faldón de la camisa. Total, nunca lo llevo por fuera del pantalón.

Me fumé unos cigarros y me quedé medio dormido.

Pasó casi una hora hasta que me despertaron las risas de mi hijo y su amigo que llegaban desde la habitación de Iconito.

Me llamó la atención la risa aguda de Viriato, estridente y de un ritmo cuasi lujurioso ; tan repelente como sus dorados rizos matemáticamente formados y dispuestos en su cuero cabelludo.

Parecía realmente un noble romano, un patricio de la Roma Clásica.
Un poco maricón para mi gusto.

Pero yo estaba tranquilo por la naturalidad y sencillez de mi hijo, el jamás se haría esos rizos, ni se teñiría y ni mucho menos se reiría con ese tono agudo y estridente.
En el Canal Pus daba comienzo la emisión de la película Black Hawk derribado y me quedé allí enganchado como una polilla a la pantalla. Y justo cuando le estaban intentando pinzar la femoral al marine en medio de unos gritos de espanto, oigo a mi hijo reír con una voz aguda, muy parecida a la de Viriato.

Me dirigí al cuarto y espié por la rendija de la puerta:

Mi hijo estaba intentando penetrarle el culo y del pene le colgaba un condón.

-No tío, sino aprietas fuerte no entra.-decía Viriato mientras se separaba las nalgas con las dos manos.
-Es que se me dobla la polla.-respondía mi hijo presionando con su pene fláccido en el ojete de Viriato.

Yo sonreí como buen padre comprensivo y entré en la habitación.

-¿Se puede saber qué coño estáis haciendo, hijoputas?

Se quedaron paralizados al verme; el condón de mi hijo resbaló al suelo. No abrían la boca.

-Estoy esperando…
-Le estaba enseñando a Iconito cómo se folla. Jugando a papás y papás.
-Querrás decir a papás y mamás. Por cierto, que no a todas las mamás les gusta que les den por culo. -acabé reflexionando; pensando en los berridos de mi mujer la última vez que se la endiñé a traición...
-Yo tengo dos papás, uno con barba y otro de pelo largo.

Es un hijo de maricones… Coño, pues vaya amistades se busca mi hijo.

-Bien, pues os vestís y tú te vas a casa de tus maricones padres a darles por culo a ellos. Iconito, tú te vas a duchar ahora mismo y te quedas sin cónsoloa durante un par de meses.
-Pero no hemos hecho nada malo, sus padres lo hacen, como tú y mamá.
-No es lo mismo, tu madre no tiene barba y su culo no rasca.
-A mí me gustan las tías, lo que pasa es que ellas no me enseñan como se folla y en cambio Viriato sí. -se defenció Iconito .
-Sí, yo lo sé porque mis padres me lo han explicado. Y me han dicho que tengo mucha suerte de haber sido adoptado por ellos porque podría haber caído en una mala familia. Los homosexuales son todos buenas personas. Y no como los heterosexuales que son violentos y maltratan a sus hijos. Que son todos unos incultos.

Yo medité y llegué a la conclusión de que no soy un insensible, porque si mi hijo se me hace maricón le parto la cara. Yo soy un padre con inquietudes.

Así, que no me lo pensé dos veces y le solté al proyecto de marica una colleja en el cogote que escupió el condón que estaba masticando a modo de chicle.

-Venga Viriato, vete a casa y límpiate el culo. -le dije con muy poca paciencia.

Antes de salir por la puerta de la habitación se giró y me preguntó:

-¿Dejará venir a Iconito conmigo para participar en el desfile del orgullo gay? Mis papás nos llevarán disfrazados de mujeres con tacones muy altos y tetas postizas. Y con pelucas largas. Incluso subiremos a una carroza que conduce mi tío con un pasamontañas de piel y cremallera en la boca.Yo ya me sé de memoria la canción Macho Man para cantarla en el karaoke.
-¿Qué dices , tío? Yo no voy a esa fiesta de maricas.-le contestó mi hijo, evidentemente asustado. Es clavado a mí, angelito...
-Vale, chachi, pero si te lo piensas mejor, me llamas. Yo iré con vestido azul de púrpura, como mis papis. ¡Anda… !Si ya debería estar en casa probándome el liguero…¡Adiós, Iconito. Adiós Sr. Iconoclasta!

Con los maricas siempre ocurre lo mismo, siempre van con prisas y ocupados en mil y una actividades, son tan activos y sociales. Siempre tan agobiadísimos...
Son tan "guays"...


Y el pequeño maricón se marchó al trote hacia su casa.

-Papa, es que tenía ganas de saber lo que es follar…
-Pues habérmelo dicho y ya te hubiera dejado un DVD porno, de follar. Y también tengo una conocida del trabajo que ya te enseñará, ya... Pero no me vuelvas a hacer una mariconada de estas.

Y lo dejé solo en su cuarto y ni puto caso me hizo de la prohibición de jugar con la cónsola.
Y en Black Hawk derribado ya estaban bombardeando los puestos avanzados de las milicias mafiosas…
Joder, es que nunca puedo ver tranquilo una película.
Pero me sentí orgulloso de ver como mi hijo crecía en un ambiente de tolerancia, donde convivía entre maricas y gente normal. Menos mal que mi genética es fuerte y esa adolescente ocurrencia es producto de las ganas de follar… De las hormonas.

Yo sí que me la cascaba con ganas...

Niños… Es que siempre te sorprenden.
Pero el Viriato ese, no entra más en esta casa.
Cambié de canal y conecté el Playboy TV; es que no entiendo nada, ¿cómo hay seres que no se excitan con esas tetas… esos culos… los chochos tan bien recortados…?
Vaya mierda de mundo.

Al final acabé haciéndome una paja reflexionando profundamente sobre el porqué de la existencia de los maricas y su desmesurada sensibilidad, esa afición que tienen a lucir los pelos del culo con pantalones sin nalgas. Vestidos de drags queen y riendo como idiotas...En sus selectas bodas tan maravillosas y bien organizadas...

Y me corrí con los dedos de los pies contraídos…
Buen sexo.

Iconoclasta, 16-9-05

Te partiré en dos

Soy fuerte y tenaz como la puta madre que me parió.
Te joderé por dentro y por fuera; penetraré en ti con mi polla en el cerebro y en el cuerpo.

Aunque estés un millón de coños más allá de mi alcance.

Deseándote como el agonizante desea otra bocanada más de aire.

Duro como el hueso fosilizado de un dinosaurio, seré inmisericorde poseyéndote, amándote.
Convirtiéndome en tu mundo, cegándote a todo.
Ciega... Sólo verás mis labios, mi maldita polla buscándote. Mi puño aferrando el pene hasta el colapso sanguíneo.

A mí no hay dios quien me frene.
Soy un rayo entre tus piernas.
Te partiré en dos.
La polla que rasga...

El ansia que babea desde mi boca a tus pechos. Como un infecto ser que desea joderte, embarazarte de placer y amor.
De una pasión enfermiza que me vuelve loco.
Mi polla loca...

Desgraciado y fuerte y tenaz.
Embistiéndote. Grita y gime:
"¡Soy tu puta!"
Te partiré en dos.
Iconoclasta

15 de septiembre de 2005

El diario de Germán

El diario de Germán (un regalo de mis papás)

Mis cosas

- Mis papás me miman.

- Mi papá se llama Ricardo, mi papá se llama Miguel.

- A veces mi papá Ricardo se enfada y hace llorar a mi papá Miguel.

- Otras veces se besan y se abrazan.

- A veces se duchan juntos y se tocan la pilila.

- También me besan entre los dos cuando me voy a dormir, me quieren mucho y sus caras me pican.

- ¿Por qué no hay papás suaves como las mamás de otros niños?

- Mis papás tienen una voz muy fuerte y a veces me asustan cuando hablan de noche ¿Por qué no hay papás de voz suave como las de las mamás de otros niños?

- Me gustan las mamás porque son suaves y guapas.

- No he podido hacer en el colegio el regalo del día de la madre porque me ha tocado clase de informática.

- Mis papás dicen que es lo mismo un padre que una madre. Es mentira.

- Cuando mis papás me recogen en el colegio no me dejan jugar en el parque con los amigos porque siempre tienen prisa.

- Las mamás siempre se quedan en el parque y llevan bocadillos. Yo como en casa con mis papás.

- Soy el único niño de la clase que en el regalo que hacemos para el día del padre he de escribir en la tarjeta: Para mis papás.

- A veces mis papás roncan tan fuerte que me dan miedo.

- No me gustan mis papás desnudos porque son peludos.

- Sus manos siempre son duras; las manos de la señorita Clara son suaves.

- Hay niños que cuando salen de clase se abrazan a sus mamás. A mí me da vergüenza abrazarme a mis papás.

Arreglando y limpiando mi habitación he descubierto el estúpido regalo que me hicieron mis "padres", el diario que escribía de pequeño. Ahora soy mayor.

- Mis padres son maricones y me he peleado con Axel porque me ha llamado maricón. Le he partido la nariz y él a mí me ha hinchado un ojo.

- Yo no soy maricón como mis padres: le he dado un beso en los labios a Marga y le he tocado las tetas. Se me ha puesto la polla dura.


- Esta noche he oído a mis padres darse por culo y me ha dado asco sus voces.

- Me río con mis compañeros de mis padres maricones. Cuando salimos de marcha, les damos caña a los maricas porque yo no soy maricón.

- Mis padres nunca han querido decirme quien es mi madre porque no me hacía falta.

- Ellos crecieron con una madre, yo no.

- Si recuerdo mi infancia, me parece repugnante.

- A la mierda con este puto diario.

Iconoclasta

14 de septiembre de 2005

Derrotado

No quiero ser fuerte.
No puedo, mi vida; siento un deseo inenarrable de ser mecido, abrazado.
Protegido.
Necesito un consuelo como mis pulmones el aire.

No siento pasión, mi vida; sólo siento que muero.
Y no puedo pedirte tu consuelo, tu abrazo.
Temo hacerte sufrir más que mi propia destruccion.
Y sin embargo, tengo miedo a morir sin que tus brazos estrechen mi cuerpo cansado y derrotado.Que tus palabras deshagan esta negra angustia y hagan luz en mi mente.
No quiero pasión.
La pasión me ha desgastado y minado.
Hoy me llevas tú de la mano. Siempre he conducido, me has dejado ser hombre al dejarte llevar entusiasmada por mi fuerza, por mi ímpetu. Casi siempre he sido el que grita y hace. El ejecutor de mi propia voluntad.

Pero mi amor, hoy no sé que me ocurre.Estoy reventado.Tan cansado…
No sé de donde salen estas lágrimas que me cuestan las pocas fuerzas que me quedan en ocultarlas.

Es una desidia que ha cubierto mi voluntad como el liquen cubre a la roca.
Te ofrezco mi mano para que tires de mí. Si supieras cómo lo necesito. Te quiero, mi amor. Pero no te doy la mano por cariño; es que temo no poder seguir. Temo caer en el camino y no poder levantarme ya.
Me llevas por una senda poco transitado, sé que es una senda porque tú la marcas.

-Ya llegamos, cariño. Sigue mis pasos, no te separes demasiado, es un lugar que sólo yo conozco; lo he encontrado para nosotros.

Y yo en un susurro prometo no separarme.

Pero las palabras no salen de mis labios y sé que mi pensamiento es tan débil que mi boca no lo ha oído y por lo tanto el susurro se ha convertido en un gemido.
La senda de los elefantes…, allá donde se dirigen a morir.

Y yo en la senda del hombre, allá donde se desintegra minuto a minuto.
¿De dónde ha salido todo este abatimiento?¿Tal vez de mi voluntad de jamás vivir sin emociones? Tal vez me he cansado antes de la vejez y mi alma exige un sacrificio para no vivir a ralentí.
Por alguna razón las emociones se me han gastado y el alma se me ha desteñido como el agua lo hace con la sangre.
Soy un Mefistófeles víctima de si mismo.

Morir intensamente y apagarse en un segundo.
No me arrepiento… Pero no quiero morir; ahora tengo miedo, mi vida. Y no tengo valor para decírtelo.
Me dejas la mano colgando en el vacío cuando correteas hacia el claro del bosque que me has prometido.
No he podido seguirte de cerca, mi vida.
Nunca te diría que me estoy consumiendo segundo a segundo.
Te diría que me he sentado en esta roca para poder admirarte desde lejos, entre el bosque. Estás radiante y preciosa.

-¿Los oyes, cariño? Son jilgueros, no tienen miedo; nunca dejan de cantar aunque esté aquí con ellos. Es un claro precioso que creo que sólo nosotros conocemos.

Claro que los oigo mi vida; oigo los jilgueros como te cantan su saludo. Como cantan al ritmo de tu saltarín caminar por la desdibujada senda.

Cierro los ojos dejando que los trinos y la voz de mi amor, consuelen toda esta pena, todo este miedo.
Sin que lo sepan.
Aspirando el humo ardiente de un eterno cigarro que siempre me ha mostrado un mundo menos vulgar a través de la neblina de su humo.

-Quiero que un día escribas de este claro y de nosotros, cariño.

Ya no tengo tiempo, mi vida.


-Lo haré, preciosa.- y con el esfuerzo de elevar la voz siento que mis pulmones van a reventar.


Está tan bella y llena de vida…Los árboles parecen agitarse cuando pasa frente a ellos. Los árboles la aman, han visto en ella lo que yo vi hace eones. Y le brindan un saludo de hojas y brisa.

-¿Serás vago? No te pares, si ya hemos llegado.- me grita desde una distancia enorme, de la cual me llega su voz clara y cercana.

-Sino fumaras tanto, no sudarías esa barbaridad.

No estoy sudando, mi amor. Son estas lágrimas que ya ni fuerzas tengo para frenar.
Me incorporo lentamente y me dirijo hacia el claro; ya ciego de lágrimas, su sonrisa y sus palabras me guían. No sigo senda alguna sólo mi escasa voluntad mueve los pies a través del bosque tupido y plagado de claroscuros.Hasta que me noto hundir en un barro húmedo del cual no puedo sacar los pies.

En el cual me hundo lentamente.

-Venga tonto, ven de una vez.

Y alzo un brazo saludándola. Sonriendo por lo bella que está a la sombra de esos dos robles que la protegen y aman. Ella me devuelve el saludo entusiasmada.
Sonrío como un triste augusto.

Yo quisiera ahora que sus brazos me acompañaran en el momento de morir. Quisiera morir con un beso de ella.
Pero su tristeza y su dolor me acompañarían durante mi viaje a la nada. Y no quiero que sufra.
Y yo… Esta pena tan profunda, este dolor que no sé como calmar.
Ni siquiera el miedo que siento cuando mis piernas han desaparecido en esta trampa de barro, es capaz de ocultar la profunda tristeza y agotamiento con el que he despertado.
Ella tiene ahora los ojos cerrados dejándose llevar por los sonidos del bosque. Como le gusta hacer siempre al recostarse en el tronco de un árbol. Ella no puede ver mi cabeza a ras de suelo, disimulada entre las altas hierbas. Soy un mirón de mi propia amada.

Sus hermosos ojos se cierran y en sus labios se forma una sonrisa.
Es todo un espectáculo.
Mi barbilla ha tocado ya el barro. Y me cuesta respirar.

De hecho, no me cuesta apenas esfuerzo ahogarme. Es como un merecido descanso.
Estaba tan cansado, mi vida.
Me ahogo sintiendo su voz.

-Cariño ¿dónde estás? No me des un susto que siempre haces lo mismo.

-¡Cariño…! No me asustes… Ven conmigo, mi poderoso guerrero.

Iconoclasta